Hola de nuevo ! Muchas gracias por leer mi historia ... Me alegro que les parezca interesante ! Espero que mas adelante me puedan hacer sugerencias para mejorar el texto ! La verdad yo ahora debería estar estudiando y preparando mis trabajo de fin de semestre pero ya saben, cuanto mas hay que estudiar menos concentración y mas inspiración para otras cosas! Ahora si me voy a tener que aplicar con mi escuela así que espero que les guste este capitulo y que me tengan un poco de paciencia para el próximo. Este es mas cortito pero un poco más intenso !
Otra vez ... Gracias por leer y comentar ! :)
Capítulo II
Al salir del restaurante, seguía sin estar muy convencida de su decisión pero, por muy mal que fueran las cosas con su novio y por mucho que se hubiera divertido con Castle, no podía estarse viendo con desconocidos de aquella manera, ella no era así.
Estaba decidida, eso era lo correcto: iría al hotel y convencería a John de que salieran a dar una vuelta, al cine, al museo, a cualquiero lugar fuera del hotel y , sobre todo, lejos de Central Park.
Tras caminar un largo rato, sin dejar de intentar convencerse a si misma de que estaba haciendo lo correcto, llegó al hotel, subió a la habitación y la encontró vacía. Kate no podía imaginarse donde podría estar John, pero lo que sí podía imaginarse era lo bien que se lo podría estar pasando en ese momento de no ser tan "recatada".
Se metió a duchar para refrescarse y ver si, con un poco de suerte, su novio regresaba en ese tiempo. Mientras el agua resbalaba por su cuerpo, la mente de Kate voló a otra dimensión, una dimensión imaginaria en la que su pasado, su futuro, sus sentimientos, sus anhelos y sus recuerdos se mezclaban creando una realidad alternativa.
En su ensueño, John era como Rick, simpático, extrovertido, cálido, atrayente, divertido, y tenía sus absorventes ojos azules. Pero al mismo tiempo, su caricias, en las que el agua la hacía pensar, correspondían a las que John le hacía en los buenos tiempos.
Kate estaba tan metida en su ilusión que lo experimentaba como si fuera real, siguiendo con sus propias manos las caricias de su amante imaginario. Mientras se dejaba llevar por la experiencia, sus movimientos se hacían cada vez más sensuales y, gracias a sus propias caricias y el roce del agua tibia, su respiración se volvía más y más agitada, más y más profunda, más y más entrecortada, convirtiéndose poco a poco en un suave gemido que fue aumentando de tono e intensidad para culminar en un grito ahogado, un grito en el que claramente se distinguían dos articulaciones: ri- chard.
Después de esta culminación, su mente regresó de golpe a la realidad aunque sin saber qué la había devuelto tan repentinamente al presente. Salió tranquilamente de la ducha y cuando estuvo completamente vestida, volvió a la habitación donde comprobó, un poco desanimada, que John aun no había regresado. Pero unos segundo mas tardes, ya se había olvidado del desánimo y rememoraba dulcemente aquella experiencia de hacía unos minutos.
Por su parte, John estaba furioso, caminaba por la calle sin rumbo fijo, odiando a todo aquel que osaba cruzarse con él y completamente fuera de sí. Su mente rumiaba, calculaba, planeaba.
¿Cómo había podido hacerle algo así? ¡En su propia cara! ¿Cómo ese viaje en el que tenía puestas todas sus esperanzas se había convertido en el detonante de la destrucción de todo su mundo? ¿Cómo ella había podido abandonarlo a él, con el que había compartido tantas cosas, solo para divertirse con un patán desconocido que utilizaba su carisma para enredar a mujeres ilusas que creían en su falsa amabilidad? ¿Cómo había podido irse y dejarla allá con él? Sentía que su mente iba a explotar. Lo consumían la rabia y la desesperación.
Para su suerte, al doblar una esquina, vio de lejos al escritor y en su cabeza se formó una idea: iba a vengarse, ese tipejo no volvería a engatusar a otra joven, él se iba a encargar de que nadie más se fijara de nuevo en él.