Ya el sol se asomaba, justo la hora de despertar y yo no podría ni siquiera descansar. Empuje las puertas y las miradas de los allí presentes se dirigieron a mí, estaba en problemas... Sin detenerme ni responder a llamados de algunos compañeros me dirigí al baño a tomar una ducha, la sangre escurría por mi cuerpo emanando levemente de las heridas. Salí de la ducha y me envolví en una toalla.

-El presidente te espera- me indico Takamiya quien no dejaba de mirar mi cuello muy sorprendido. Fui a mi habitación, pasándolo de largo, y me vestí con una simple falda y un suéter muy grande con capucha que tapaba disimuladamente mis heridas y marcas de la succión que había hecho el cazador en mi cuerpo, y los mismos botines que había usado el día anterior. Me arme de nuevo y salí hacia la oficina.

El presidente Kaien Cross esperaba justo fuera de su oficina, con su cabello atado y su porte tan liberal, detrás de él estaba la enfermera de turno.

-Rose-san, ¿Puedes explicarme porque llegaste en ese estado y además a estas horas?-el presidente de la asociación era extremadamente protector conmigo luego de haberme encontrado sola y casi sin cura para aquel trastorno que había sufrido al ver morir a mi familia y no haber podido hacer nada, todo a las manos de aquel mal nacido nivel E- la misión la debiste haber cumplido hace horas y tu nunca demoras en venir a dar el informe...

En ese momento las puertas de doble hoja de la entrada al cuartel se abrieron dejando ver a un Kiryuu muy devastado y sin camisa, solo que esta vez se veía mucho mejor físicamente que antes - ahora si parecía un hombre saludable y no moribundo como antes, a excepción de los gestos de su cara - su piel tenía color y sus ojos a pesar de tener una mirada furiosa no poseían ojeras a sus alrededores.

El director se asombro al ver a aquella figura que ante los ojos de todos era su protegido aunque Kiryuu no lo quisiera.

-Zero, ¿Puedes pasar a mi oficina, por favor?- la mirada de asombro que duro un segundo en su cara al mirarme, paso a ser una de tristeza, no quería entrometerme en eso, aunque yo había sido una víctima, pero no me gustaba ese papel. Empezaba a caminar en dirección contraria a ellos hasta que una mano me detuvo. Takamiya de nuevo, nunca me lo había encontrado más de dos veces al día y mucho menos hablar más de dos oraciones o monosílabos como respuestas a los pedidos del presidente. Simplemente su aspecto y su actitud no eran de mi total agrado, había gente mucho mejor – así como mucho peor – en la asociación.

La mano que tenía posada antes sobre mi hombro se dirigió a mi cuello en un movimiento brusco descubriendo las heridas, le tome la muñeca y lo separe de mí dándole un puñetazo en la quijada, que me dolió mas a mí que a él.

-¡Paren! Kaito, te veré luego.- Kaien adopto una actitud seria que muy pocas veces se le veía. -Ahora Rose entra inmediatamente a mi oficina- pidió autoritario Kaien, se veía realmente molesto.

Entré y detrás me seguían Kaien y Zero quienes tomaron asiento en lugares opuesto de la mesa ovalada y yo en medio.

-Supongo que ya debería saber lo sucedido pero espero me cuenten ustedes mismos lo que paso...- Cross se quito los lentes y masajeo su tabique lentamente. Yo no pretendía hablar, bastante ya tenía con la humillación que había sufrido afuera, además el que me hayan visto con su camisa ahora que el exhibió su torso desnudo, debía admitir que era mi culpa pero era mejor eso a venir desnuda.

Zero no me dirigía la mirada y era mejor que no lo hiciera, igual lo odiaría aun mas si tuviera la osadía de hacerlo. El nunca, nunca, demostró debilidad ante las acusaciones, malas miradas, malos tratos y malos comentarios sobre su situación o su vida actualmente y en la academia hace un año, su situación sentimental con la sangrepura Kuran que aunque antes no creía posible esa historia, ahora lo confirmaba.

En cuanto a lo sucedido, de todas formas no me importaba la virginidad, a pesar de ser lo más importante para algunas chicas, para mí no, no era común y ya, así de simple.

-Está bien, no quieren hablar...- suspiró- supongo que tendré que esperar a que lo quieran. –Me miró dejando ver un poco de la dulzura que lo caracterizaba- deberías vendar eso...- se levanto y abrió la puerta para encontrar a la enfermera aun esperando. Con un gesto de su mano me hizo salir.

Me senté y esperé a que ella hiciera lo necesario, no había notado el dolor que se extendía por todo mi cuello hasta que ella lo examino tocando las heridas levemente. Justo en ese momento Zero abandonaba la oficina del presidente y no pudo evitar voltear al escuchar mi quejido.