La enfermera seguía empeñada desde hace una semana en hacerme exámenes de todo tipo y yo estaba cansada de decirle que estaba bien, aunque a veces no podía dormir y la fiebre me atacaba al tener esas extrañas pesadillas en las que tenía a muchos vampiros a mi alrededor y no hallaba mis armas ni podía pelear, me sentía amarrada y muy pesada.

La enfermera me llevo con Cross, quien deseaba hablar conmigo, seguro que era para obligarme a hacerme esos exámenes que solo dirían que debía alimentarme mejor, aunque como cazadora debía alimentarme con lo que me dieran en el comedor y solo eso, no tenía otro lugar al cual ir en el que me dieran todo lo que un chica como yo quisiera, y no me estaba quejando.

-Rose ya que insistes en no realizarte esos exámenes quisiera pedirte que vivieras en mi academia...- Cross no me dio oportunidad siquiera de tomar asiento frente a él cuando ya hablaba mientras mantenía esa mirada – casi de lastima – que era exclusiva para mi desde hace un par de días. Kaien era un buen tipo, fue el que me salvo de quedar en la calle con la muerte de mis padres así que le debía mucho pero eso no implicaba el hacerme dejar mi trabajo y cambiar mi vida por una prueba médica.

-No quiero dejar mi trabajo en el cuartel y mucho menos vivir como una colegiala frustrada- pedí sin dejarlo terminar.

-Quizá solo puedas ir como prefecta- se le iluminaron los ojos y adiviné que era porque recordaba a su ex-hija Yuki, quien ocupaba ese mismo puesto. -Estarás al cuidado de los alumnos y además podrás tener habitación propia y compartir con chicas de tu edad...- enumeraba animado.

-Eso no me interesa, de verdad, estoy muy bien aquí. En esa academia no es necesaria la vigilancia, ya los vampiros no habitan allí- ahora fui yo la interrumpida.

-Yuki Kuran hablo conmigo queriendo restablecer la clase nocturna y creo que necesitare nuevos prefectos pero si tú no quieres no es necesario que actúes como alumna, además creo que te hará bien ese ambiente lejos de vampiros por el tiempo que dure restablecerla.

Silencio.

-Hagamos algo, probemos por una semana. Solo eso te pido: una semana, tómalo como vacaciones- casi rogó, con la mirada brillante, no me pude negar. Él me había dado todo aun cuando su atención se centraba en la hija de los Kuran, yo no lo podía despreciar.

Horas más tarde

Las grandes puertas de la academia Cross dieron paso al taxi en el que viajábamos el presidente y yo. Al bajar el poco alumnado presente dirigió la vista hacia nosotros. ¡Como odiaba eso! Me tendría que aguantar ese tipo de comportamiento por una semana, que sería extremadamente larga.