La noche llego y con ella mas cansancio, en realidad no sabía porque, pero allí estaba. Bajé con cuidado de los techos hasta llegar a un árbol que me permitía entrar a mi habitación, era mejor entrar por allí y no por la entrada principal donde tal vez me encontrara con el presidente y uno que otro cazador de los que aun aguardaban allí. Entré y me desvestí lo más rápido que mi cuerpo me permitió para luego meterme a la cama y cubrirme con la suavidad de las sabanas.

Las pesadillas que me aquejaban no se hicieron esperar, con la diferencia de que ahora aquellos vampiros que me sostenían tenían un rostro mucho más definido, eran los alumnos de la clase nocturna, me sostenían de manos y pies o algo parecido ya que sentía mi cuerpo realmente pesado y no me podía mover en absoluto. No podía hacer otra cosa más que gritar para pedir auxilio, pero no me lo permitía a mí misma, había jurado no gritar frente a un oponente y mucho menos pedir ayuda a alguien más, yo podría con ellos, pero esta vez era diferente, era extraño y mi respiración era entrecortada.

Abrí los ojos y me enderece en la cama para sentir las sabanas levemente mojadas a causa del sudor que cubría mi cuerpo y que goteaba de mi espalda y pecho, el cabello se me pegaba en mechones por toda la cara y cuello, estaba mareada, tenía el estomago revuelto también. Me levanté y tomé la camisa que me había quitado del espaldar de una silla y me la coloqué, solo uniendo un par de botones en mi abdomen y corriendo en dirección a la puerta, la cual abrí con dificultad a causa del sudor de mis manos, cuando al fin lo logre me dirigí al baño ubicado en el pasillo y subí la tapa del retrete sin pensarlo. Me arrodillé en el suelo tomando mi cabello como podía y comencé a expulsar un liquido asqueroso sin poderlo evitar. Las lagrimas brotaban de mis ojos a causa del acido que aun sentía en mi garganta y que parecía difundirse por todo mi estomago. Cuando todo calmo me puse en pie, enjuagué mi boca y lave mi cara -viendo el reflejo de aquella chica que si bien no irradiaba mucha vitalidad ahora era casi la sombra decaída y demacrada de la cazadora de antes, con los ojos chocolates opacos y no brillantes, la piel de las mejillas y labios pálida y amarillenta- refrescándome un poco ante aquel calor que me invadía. Limpié el desastre que había hecho y salí del baño en dirección a mi habitación de nuevo, me coloque el short y mi cinturón con las armas, me até el cabello en alto dejando caer unos mechones color castaño claros de manera rebelde. Abrí la ventana de nuevo y salte los techos tranquilamente hasta llegar a la torre de vigilancia, la noche era fresca y servía para quitarme ese calor abrasador que me invadía.

No sé bien en qué momento me deje vencer por el sueño, solo sé que el sol iluminaba mi cara y al abrir los ojos me lastimo la vista, me pase las manos por la cara y los ojos. Divisé todo el paisaje; era un nuevo día, si los dioses me ayudaban hoy me podría marchar con el resto al cuartel, sino es que el presidente tenía otros planes para ellos, pero yo ya había cumplido mi "condena" y Cross no tenía porque enterarse de mi extraña recaída de la noche anterior así que me podría ir sin problemas. Bajé de la torre y camine en dirección a la entrada principal del hogar del presidente. Abrí la puerta sin pensármelo y estaban todos los cazadores a los alrededores de la sala de estar. Me quedé estática, no sabía qué hacer, baje la mirada y cruce el lugar en medio del silencio sepulcral, directo a mi habitación. Tomé un baño y me vestí con nueva ropa, una sudadera algo holgada y un pantalón de lycra y los mismos botines, si, formaban parte de mí. De hecho, eran un regalo de mi padre.

Empaqué mis cosas lista para hablar con el presidente sobre mi estadía en el lugar cuando Kaito entro a mi habitación, mierda.

-El presidente quiere saber si estas lista para marcharte de aquí, partimos en media hora a la asociación...-dijo parado en medio de la habitación con la mirada en la ventana.

-Si, esperaba esto... ¿Él donde esta?- mi voz ahora volvía a ser como la de antes, cuando mi vida era solo la asociación y no conversaba con nadie más que Lady, una chica que vivía como cazadora al lado de su padre; yo solía dar miedo o parecer extraña.

-Está afuera, hablando con Yagari y el resto- dio media vuelta y salió de la habitación. Terminé de recoger mis cosas y guardarlas en mi única maleta, para luego salir con ella hasta la salida del edificio.

Tal y como había dicho Takamiya estaban todos reunidos hablando, yo solo espere ordenes de Cross.

-Yo me largo de aquí- salió del círculo que tenían todos los hombres: la única mujer del grupo, Mina –de casi 1.80cm y con cuerpo de infarto, cabello negro largo y grandes ojos como la noche- miró en mi dirección con su característica mueca de asco –Rose, ¿vendrás con nosotros o ya te encariñaste con la academia?- preguntó con ironía hacia mí, causando que todos se percataran de mi presencia.

-Gracias pero prefiero volver a la asociación-corte el tema y me coloque al lado de la mujer voluptuosa que me ganaba por cabeza y media de altura.

El presidente sonrió en mi dirección y asintió, para luego hablar con quien fuera la chica de baja estatura que recién llegaba al lado de Takamiya, llevaba el uniforme de la clase diurna y no parecía peligrosa. La chica se acerco a él y este la invito a entrar a su oficina.