—¿Otra fiesta? ¡Cuando vas a parar, Sanguine? —dijo Sheogorath mirando a su mejor amigo.
—Déjame ver… Jamás. —dijo el Príncipe Daédrico del libertinaje soltando una carcajada.-No es como si no te gustarán. Siempre consigues grabar algo bueno que subir a .
—Bueno, está bien. —dijo el Príncipe Daédrico de la locura mientras un vórtice purpura lo rodeaba y su cabello se volvía canoso, su piel pálida y sus ropas se volvían una mezcla de purpura y rojo.
—¿Nuevo look? —preguntó Sanguine al ver el cambio de su amigo.
—Bueno vi tu lista de invitados. He visto que has invitado a un viejo amigo mío. Si, una historia interesante ¿Recuerdas cuando Mehrunes se pasó de listo?
—Si. Lo grabé. Actualmente tiene varios "likes" en
—Si, Akatosh, sabe pelear. —dijo Sheogorath mientras recordaba los viejos tiempos. —Pero me estoy yendo por las ramas…
—Mira la hora, llegaremos tarde. —y en un vórtice purpura Sanguine desapareció. Sheogorath lo imitó con un leve suspiro al verse interrumpido.
—¡Bebe, bebe, bebe! —coreaba la multitud de Daedra mientras Sanguine vaciaba el contenido de una botella de brandy cyrodilico de tres por tres metros. Sheogorath estaba comiendo medio kilo de queso chedar.
Los Ocho habían venido a la fiesta de Sanguine. A pesar de que a muchos les asqueaba la mentalidad del Príncipe Daédrico, admitían que sabía hacer buenas fiestas.
Akatosh estaba viendo (con un evidente asco) la cantidad de brandy que el Príncipe Daédrico consumía. Fue entonces cuando notó la presencia de cierto adicto al queso. Se acercó a Sheogorath e intentó entablar conversación el mayor loco del mundo.
—Disculpe. —dijo el dios dragón mientras trataba de cubrirse de los restos de queso chedar que se escapaban de las fauces de Sheogorath. —Pero creo que nos conocemos.
Sheogorath paró de comer y lo miró unos momentos. Al oír las palabras "Creo que nos conocemos" por su mente pasaron varias escenas: daedras paseando por Kvatch, un joven sacerdote de Akatosh que al parecer su pasatiempo favorito era quedarse a proteger a sus camaradas de los daedras, un hijo ilegitimo del emperador (que obviamente no tenía nada que ver con el sacerdote), al viejo Dagon recibiendo una paliza por parte de Akatosh, a Sanguine con su cámara y un vídeo con muchos likes en . Fue entonces cuando una luz hizo apareció en la mente de Sheogorath. Muchas luces aparecían en la cabeza de Sheogorath pero habitualmente eran fosforescentes, de neón, de fiesta disco… Bueno, la lista era larga. Lo importante era que la luz que había visto era una luz blanca, imponente y brillante, además de hacer experimentas al padre de los locos algo que no había experimentado desde hace tiempo: cordura…
Soltó una carcajada tan sonora y larga que empezó a darle puñetazos a la mesa como un desquiciado (mejor dicho, más desquiciado de lo normal). El que estaba por encima de los otros Siete miraba todo esto, atónito.
—¿Qué si nos conocemos? —Sheogorath recuperaba el aliento. —Bueno… No lo creo.
—Bueno… —el dios dragón estaba algo frustrado por haber perdido su tiempo (a pesar de ser inmortal, eso no hacía su tiempo menos importante que el de cualquiera) así que se fue. Alcanzó a oír como Sheogorath decía a sus espaldas:
—¡Oh, por cierto, fue un placer hablar contigo, Martin!
Akatosh se volvió.
—¿Qué? —cuestionó, confundido.
Sheogorath lo miró con una sonrisa.
—Nada. —dijo con una mal fingida inocencia.
Akatosh supo que tendría pesadillas durante los siguientes siglos con aquella reunión.