Creo que es el capítulo más largo de los que llevo, espero que no se haga muy pesado y lo disfrutéis.
Gracias por las reviews! En cuanto a quienes me preguntáis si va a pasar algo, en plan un poco dramático, todavía no lo sé. No tengo pensado todavía qué va a pasar en el siguiente ni siquiera, pero sí puedo decir que no voy a alargar mucho más la historia (aunque tampoco puedo decir cuánto más).
-¡Ah!
-¡Oh, Castle!
-¿Quieres que afloje el ritmo?
-¿Bromeas? – Preguntó ella, riendo – Llevamos aquí… toda la tarde y… eres tú el… que estás… deseando parar. Admítelo, ya no puedes más.
-¡Ja! – rió él. No estaba dispuesto a admitir su derrota.
Kate sonrío con malicia, sabía que el escritor estaba tratando de hacerse el fuerte. En cuanto la pelota se dirigió hacia ella, con fuerza, giró su muñeca noventa grados y, con un fuerte golpe de raqueta, la lanzó de nuevo al lado contrario. Rick estaba deseando aflojar el ritmo, así que lo que hizo ella fue aumentarlo. En cuanto él vio la pelota dirigirse con tanta fuerza a él, corrió hacia ella y la golpeó, de nuevo dirigiéndola hacia Kate. Hacía rato que se habían saltado las reglas del juego, aunque a ella no le había hecho ninguna gracia al principio, finalmente aceptó la propuesta de Rick de jugar hasta que uno de los dos se rindiese. No iba a ser ella. Ni siquiera entendía por qué el escritor tenía una pista de tenis en su casa de los Hamptons si no le gustaba jugar.
-Soy rico – había contestado, encogiéndose de hombros, cuando le preguntó, mientras ella se limitaba a rodar los ojos.
La pelota volvió hacia ella y, acompañándolo de un grito, la volvió a lanzar al lado contrario. Sin embargo esta vez Rick no se la devolvió, en cuanto vio la pelota dirigirse a él con tanta fuerza se hizo a un lado, casi encogiéndose e intentando esquivarla.
-Está bien – dijo, soltando la raqueta y alzando las manos – ¡Me rindo!
Kate curvó sus labios en una gran sonrisa de satisfacción y alzó los brazos con júbilo, saltando. El escritor, por su parte, se tiró con derrota al suelo. Kate se carcajeó, acercándose a él y sentándose a su lado.
-Dime la verdad – dijo él, mirándola desde abajo - ¿Cuántas veces habías jugado al tenis?
-Te lo he dicho – rió ella – Estuve yendo a clases de tenis un verano cuando tenía quince.
Él cerró los ojos y se llevó una mano a la frente. No es que él tuviese mucha experiencia jugando al tenis, pero eso no le restaba importancia a su fracaso.
-¿Qué te parece si… - dijo ella, inclinándose sobre él y besando sus labios – nos vamos a la piscina y nos damos un baño?
Él la miró, pareciendo más derrotado todavía.
-Sería perfecto… Si no tuviese que preparar la barbacoa.
-Mm – dijo ella, apretando los labios.
-Será mejor que me dé una ducha rápida.
-Yo iré a la piscina – dijo ella.
Se levantó y cogió la botella de agua que descansaba a la sombra, desenroscó el tapón y, casi de un trago se bebió más de la mitad. Castle se levantó y alargó la mano, cuando ella terminó de beber le pasó la botella con una sonrisa. Rick la miró, estaba casi vacía, Kate se lo estaba haciendo pasar mal hoy, pero él tomaría su revancha, pensó. La siguió al interior de la casa y se metió en la ducha.
Mientras tanto, ella se quitó aquellos shorts y la camiseta de deporte, sonriendo. Castle había esperado verla con una de esas minifaldas cuando le propuso jugar al tenis. Cogió de su pequeña maleta un bikini de color negro. Opinaba que le quedaba bien, pues hacía un bonito contraste con el tono moreno que estaba adquiriendo ella en la piel. Se recogió el pelo en un moño bastante informal y bajó a la piscina.
-Richard, te estaba esperando – dijo Jim cuando Rick salió al jardín por la puerta corredera del salón.
-Creía que habíais ido a dar una vuelta al pueblo – contestó él, pasándose una mano por el pelo mojado.
-Y así es, pero me he venido para ayudarte con la barbacoa. Tu madre y Johanna se han quedado mirando escaparates y las niñas se han venido conmigo, están en la piscina.
-Te lo agradezco Jim, mejor dos manos que una. ¿Me ayudas a colocar esto? – preguntó, mientras movía una de las sombrillas del jardín.
-Claro. ¿Qué tal ha ido ese partido de tenis con mi hija? – preguntó él mientras le ayudaba.
-Nunca me habían dado una paliza igual.
-Te ha ganado – rió Jim.
-Sí – admitió él, también con una sonrisa – Parecía que tendría experiencia, sin embargo…
-Katie te ha ganado habiendo jugado solamente un verano al tenis – terminó Jim.
Castle alzó las manos, fingiendo derrota otra vez. Ambos rieron mientras comenzaban a preparar esa barbacoa.
Cuando Kate bajó a la piscina, se encontró con Alexis y Brigitte jugando en el agua. La hija del escritor nadaba con su hermana abrazada a su espalda. Esas dos habían hecho buenas migas a pesar de la diferencia de edad.
-¡Katie! – gritó Brigitte, saludándola feliz desde el agua.
-Hola tesoro – le saludó ella, probando con el pie la temperatura del agua. Estaba fresca, justo como le apetecía.
-¿Te vas a bañar con nosotras? – preguntó Alexis, nadando hasta el bordillo. Brigitte se bajó de su espalda y ambas se agarraron al borde de la piscina.
-Sí – contestó Kate, provocando una sonrisa en el rostro de las dos.
Bajó por la escalera, a pesar de que su hermana pequeña intentó convencerla de que se tirase de bomba, y sumergió su cabeza en el agua unos segundos. Cuando emergió de nuevo a la superficie, se encontró con que Brigitte estaba sometiendo a Alexis a un tercer grado.
-¿Y por qué tu pelo es rojo si Rick no tiene el pelo así?
-Mi madre lo tiene rojo – contestó Alexis – Y mi abuela.
-Ah, ¿es por genética? – Preguntó Brigitte, dejando a una Alexis un tanto confusa, que se limitó a asentir – Mis papás dicen que por genética yo tengo el color de ojos de mis otros padres.
-Son muy bonitos – dijo la mayor, ahora más confusa que antes.
-Brigitte cariño, ¿quieres que te lleve yo en la espalda? – le preguntó Kate, tratando de que dejase de hacer ese tipo de preguntas y comentarios a la hija del escritor.
-No. Me hago pis – dijo la pequeña, dirigiéndose hacia las escaleras de la piscina.
-¿Quieres que te acompañe?
-No, le voy a pedir a Rick – dijo, calzándose rápidamente unas pequeñas chanclas y cogiendo una de las toallas que había sobre una hamaca.
Kate sonrió de medio lado. Su hermana se había encariñado muy rápidamente con Rick.
Cuando se dio la vuelta, la hija del escritor estaba nadando hacia atrás. Tenía una técnica bastante buena, pensó.
-¿Haces natación? – le preguntó, cuando Alexis paró a descansar.
-Sí, bueno, antes, en Londres. Iba dos veces por semana.
-Deberías decirle a tu padre que te apunte aquí también, se te da muy bien – dijo ella, tratando de entablar una conversación con la chica. Era la primera vez que se quedaba a solas con ella.
-Gracias – contestó Alexis, con una tímida sonrisa – Kate…
-¿Si?
-¿Puedo… preguntarte algo? – dijo, bajando el tono de voz.
-Claro – Kate se acercó más a la pelirroja.
-Brigitte es…
-¿Adoptada? – preguntó ella, al ver que Alexis no se atrevía a terminar la frase. La pelirroja asintió – Sí, lo es.
-Y… ¿no le importa? Quiero decir… ¿no le importa no estar con sus padres de verdad?
-No. Supongo que con mis padres tiene todo lo que necesita y más.
Alexis asintió. Le resultaba curioso cómo Brigitte había crecido sin conocer a sus verdaderos padres y parecía no importarle ese hecho, sino que al contrario, parecía feliz. Sin embargo ella, había sido separada de su padre años atrás y nunca lo había llevado bien y ahora que se separaba de su madre, no le importaba realmente.
-¿Es por tu madre? – le preguntó Kate. La abogada había parecido calarle muy rápido.
-Sí.
-Es normal que la eches de menos.
-No es eso. Es… que no la echo de menos. No me importó cuando supe que ya no iba a vivir con ella.
Kate le acarició un hombro. No sabía muy bien qué decirle, y tampoco le parecía bien decirle la opinión que tenía de su madre.
-Con Rick no te va a faltar de nada – se limitó a decir, sonriéndole.
La pelirroja asintió, justo en el momento en que llegaba el aludido.
-Será mejor que vayáis saliendo del agua, la barbacoa estará enseguida.
Alexis salió rápidamente del agua y, con una sonrisa se acercó hasta Rick, que adivinó sus intenciones e interpuso los brazos para que su hija no lo mojase. Estratégicamente agarró las manos de Alexis y, riendo la empujó hasta hacerla caer al agua.
A Kate le pareció divertido y salió del agua, caminando hasta posicionarse por detrás del escritor, pero justo cuando iba a abrazarlo por detrás, con la intención de mojarle, éste se dio la vuelta, descubriéndola.
-Serás... – Dijo, divertido porque Kate tratase de mojarlo.
Le agarró a ella también e intentó tirarla al agua. Sin embargo la jugada le salió mal ya que no esperaba que la abogada lo agarrase con él, cayendo los dos al agua, mientras Alexis reía al ver a su padre caer al agua vestido.
-Está me la vas a pagar – le susurró al oído a la abogada cuando ambos salieron a la superficie.
La barbacoa fue todo un éxito. Kate había estado algo asustada por la falta de conversación que sus padres pudiesen tener con Martha o Rick, por las diferentes vidas que llevaban cada uno de ellos, sin embargo parecían haber encontrado el equilibrio perfecto entre ambos. La actriz, además, se pasó más de la mitad de la cena contando varias anécdotas sobre sus pasados días de gira, que hicieron reír a todos.
El escritor, miró sonriente a Kate, que en ese momento escuchaba una de las conversaciones entre Johanna y Martha, y le agarró la mano por debajo de la mesa. Kate sintió un escalofrío al sentir la mano de él rozar su muslo cuando entrelazó su mano con la de ella.
-¿Te lo estás pasando bien? – le preguntó Rick.
-Mhm – asintió ella, enternecida por la forma en que él la miraba.
-Será mejor que vaya a preparar los fuegos artificiales – dijo él, inclinándose para dejarle un beso en el cuello.
-¿Fuegos artificiales, eso no es ilegal? – preguntó Kate, inclinándose hacia atrás para mirarle.
-Te prometo que será divertido – dijo él, con una sonrisa en sus labios.
-¿Sabes que estás tratando de incumplir las leyes cenando con tres abogados, verdad? – le preguntó ella, ahora también algo divertida.
-A la porra con las leyes – dijo él, besándola de nuevo y levantándose rápidamente, dejándola con la palabra en la boca.
Kate se mordió el labio y sacudió su cabeza.
-Relájate cariño, serán solo unos fuegos artificiales – le dijo Johanna, escondiendo una sonrisa mientras bebía de su copa.
-Estabas… ¿escuchando? – preguntó la joven abogada a su madre, con los ojos abiertos.
-¿Yo? – preguntó Johanna, de nuevo escondiedo una sonrisa y fingiendo indignación tras la certera acusación de su hija.
Kate rodó los ojos sonriendo y llevó su vista al horizonte, donde el sol comenzaba a esconderse. El lugar era precioso, y, aunque quisiese empeñarse en no querer saltarse algunas normas, ¿qué más daba todo cuando estaba pasando un increíble día con su familia?
Tras los fuegos artificiales, durante los cuales Rick no dejó de abrazar a la abogada por detrás y darle varios besos en el cuello sin importarle la presencia de sus padres, todos ayudaron a recoger los restos de la barbacoa y los artefactos.
Brigitte y Alexis se lo habían pasado en grande y ahora continuaban ondeando unas pequeñas banderitas que Castle les había dado para conmemorar el 4 de julio.
-¿Qué es eso? – preguntó Kate, confusa, al ver a Rick salir con dos grandes bultos al jardín.
-¿Papá no te lo ha dicho? – preguntó Alexis, posicionándose al lado de Kate – Vamos a acampar.
-¿A acamp…? – dijo ella, sin terminar la frase y dirigiéndole una rápida mirada a Rick. A ella no le gustaba precisamente acampar.
-Solamente tengo dos tiendas de campaña, pero si vosotros queréis también… - dijo el escritor, obviando la mirada de Kate y dirigiéndose hacia los padres de la abogada.
-Deja, deja, creo que prefiero una superficie más cómoda – dijo Jim, dirigiéndose al interior de la casa.
-Sí, creo que preferimos dormir dentro – dijo Johanna, apoyando a su marido – Buenas noches – dijo. Antes de desaparecer le dio una divertida mirada a su hija mayor, que miraba horrorizada la situación.
-No renuncies a una buena cama si puedes. Ese es mi lema – dijo Martha, alzando una mano de forma dramática.
-Madre, eso no es un lema… - dijo Rick.
-Como sea, yo hoy duermo dentro – dijo la actriz.
Kate cruzó los brazos, tratando de encontrar una excusa como habían hecho sus padres y la actriz, y poder dormir dentro. Mientras tanto, el escritor extendió las dos tiendas de campaña, que se abrieron y montaron solas en cuánto éste las lanzó al aire.
-¡Que guay! – exclamó Brigitte, dando pequeños saltitos.
Alexis y ella entraron en una de las tiendas de campaña, mientras el escritor les provenía de algunas mantas, almohadas y dos linternas.
-Será divertido – dijo, estirando una mano y agarrando a Kate del brazo, tirando de ella hacia la tienda otra tienda de campaña.
-Explícame cómo puede ser divertido dormir rodeado de bichos – dijo ella, cruzándose de brazos de nuevo.
-¿Acaso algo de lo que hemos hecho juntos y te he dicho que sería divertido al final no lo ha sido? – susurró él, cerrando la cremallera de la tienda.
Ella alzó las cejas y apretó los labios. En eso él tenía razón, todo lo que había hecho con él, incluso si se trataba de algo ilegal, había acabado divirtiéndole. Es más, cuanto más ilegal más le divertía poder hacerlo con él. Pero eso no lo iba a admitir.
-Odio las arañas – se limitó a decir, cruzada de brazos y piernas sentada sobre algunas mantas que Rick había colocado allí dentro.
-Nuestra tienda es segura, te aseguro que no te picarán las arañas – dijo él, arrodillándose al lado de ella y retirándole un mechón de pelo de la cara, para después besar la comisura de sus labios.
Kate odiaba aquello, pero tras sentir el roce de sus labios no pudo continuar quejándose. Inevitablemente pasó una mano por el cuello del escritor y éste la tumbó. Continuaron besándose y acariciándose un rato en la oscuridad de aquella noche, hasta que ella se separó de él.
-¿No estarás pensando en hacer algo más… sucio, estando ellas en la tienda de al lado, verdad? – le preguntó, curiosa.
-¿Sucio? – Rió él.
-Sabes a qué me refiero – dijo ella, alzando su mano.
-No. No pienso hacer nada sucio… No aquí – puntualizó.
-¿No aquí? – preguntó ella, sin saber qué quería decir. Rick se levantó y comenzó a abrir la cremallera de la tienda - ¿Qué haces?
-Shh. Parece que ya se han dormido.
Salió de la tienda y, sigilosamente, abrió la cremallera de la tienda en la que se encontraban Alexis y Brigitte. Sus linternas, aunque estaban encendidas, descansaban ahora en el suelo mientras ellas dormían ya profundamente. Se agachó y apagó las los linternas, para después salir y cerrar de nuevo la cremallera.
Kate, que había salido de su tienda de campaña tras él, le miraba, curiosa y confundida al mismo tiempo, sin saber qué tramaba el escritor exactamente.
-¿Se puede saber qué haces? – le susurró.
-Están dormidas, ya no tenemos que preocuparnos por ellas.
-Rick, aunque estén dormidas, no pienso hacer nada con ellas aquí.
-Shh, no aquí.
La abogada frunció todavía más el ceño cuando el escritor tiró de ella y la llevó a la parte trasera del jardín, donde se encontraba la piscina.
-Oh, no, ¿no pensarás…? – preguntó ella, alarmada, señalando la piscina.
-¿Qué pasa, no puedo querer darme un baño con mi novia? – preguntó él con inocencia.
-No pretendiendo que ese baño acabe en otra cosa.
Él rió y se quitó la camiseta, tirándola sobre una de las hamacas, quedándose solamente con el bañador. Kate lo miró, teniendo que morderse el labio al ver su torso desnudo. Él se acercó hasta la pared y tocó un botón, regulando la temperatura del agua, después se acercó hasta el borde y se lanzó a la piscina.
-¿Vienes? – le preguntó desde el agua, todavía demostrando inocencia.
Kate sacudió la cabeza pero finalmente aceptó, sería divertido darse un baño con él. Después quizá podría convencerlo de subir al dormitorio en lugar de tener que dormir en el jardín. Se dirigió hasta la hamaca en la que Rick había lanzado su camiseta y se quitó su ropa. Cuando se giró, sonrió, al ver que Rick la observaba fijamente, con su cabeza apoyada en sus brazos, desde el borde de la piscina. Aceptó la mano que él le tendía, pero cuando se inclinó para sentarse en el borde y después meterse en el agua, él tiró de ella, lanzándola directamente a la piscina. Ella no pudo reprimir lanzar un grito, mientras él reía.
-Serás…
-Te la debía – dijo él, riendo, y alzando los brazos.
Ella no pudo evitar sonreír y le lanzó agua con la mano. Rick se lanzó hacia ella en un movimiento demasiado rápido, que no pudo prever, y la arrinconó en el borde de la piscina.
Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Kate al sentirlo tan cerca. Sus respiraciones se entrelazaban y ninguno de los dos podía dejar de mirarse. Kate se agarró a los fuertes brazos de él, mientras éste cogía su cara entre sus manos y, sin pedir permiso, introducía en ella su lengua, necesitando sentir a Kate.
-¿Esto era inofensivo? – sonrío ella, cuando sus bocas se separaron para recuperar el aliento.
Él se limitó a sonreír y bajó sus manos por la espalda de Kate, deteniéndose en los lazos de la parte de arriba del bikini. Sin que ella se diese apenas cuenta, él le mostró la prenda en su mano y rápidamente, antes de que ella pudiese cogerla, la lanzó fuera del agua. Kate estaba preciosa con aquel bikini, pero le gustaba más sin él.
-Rick… - trató de quejarse, pero él comenzó a tocar sus pechos, haciendo que ella perdiese el aliento y todas las fuerzas para hablar.
-Shh – le dijo, mientras la callaba con sus caricias.
Ella apartó su mano y él la miró, esperando que le dejase continuar.
-Rick, están mis padres, tu madre…
-No nos oirán – le aseguró él.
-Pero puede…
-Nunca lo has hecho así – dijo él, dejándola confundida.
Ella negó. No, nunca lo había hecho en una piscina, es más, nunca lo había hecho en un lugar en el que podrían pillarlos. Siempre se había limitado a hacerlo en un cómodo colchón, el sofá como excepción.
-¿Y dime… - preguntó él, mientras bajaba sus manos y se deshacía de su propio bañador – no te da morbo?
Kate intentó pensar que aquello que estaba a punto de ocurrir estaba mal, viendo cómo Rick lanzaba su bañador fuera del agua. Era incapaz de pensar de manera clara, y mucho menos lo fue cuando él la arrinconó todavía más contra el borde de la piscina, sintiendo su miembro duro presionándola en la entrepierna. Cerró los ojos y él besó su cuello, en el lugar donde le nacía el pulso, después gimió sobre su oreja y no necesitó más para que fuese ella misma quien se quitase la parte de abajo del bañador y la lanzase también fuera del agua.
La agarró de la cintura e hizo que le rodease con sus piernas. Después se apoyaron juntos en el borde y entró en ella, haciendo que ambos ahogasen un gemido.
Kate se agarró a sus hombros mientras él la mantenía aprisionada entre su cuerpo y el borde de la piscina.
El agua impedía que se moviesen con facilidad, sin embargo aquello les proporcionaba un placer mayor. Ambos se movían despacio, aquello era una situación totalmente nueva para ella y se sorprendió de que le gustase tanto.
De pronto se tensó.
-¿Estás bien? – le preguntó él con voz ronca al sentirla tensarse entre sus brazos.
-Solo… me… preguntaba… - dijo ella, entrecortadamente debido al placer – Tú… alguna… vez… habías…
-No – gruño él, acompañando su respuesta de un gemido – Nunca. Solo tú.
Ella cerró los ojos y se relajó inmediatamente, haciendo que ambos pudiesen aumentar un poco el ritmo.
-Solo contigo – volvió a gruñir él en su oído.
Sintió cómo Kate estaba a punto de rendirse ante él así que volvió a susurrarle.
-Solo contigo – Aquello dio paso a una explosión de sensaciones para ambos.
Se miraron, jadeando, y sonriendo. Le encantaba cuando Kate se olvidaba de lo que estaba bien o estaba mal, por divertirse con él. Le encantaba esa luz oscura y traviesa, feliz, que iluminaba sus ojos en ese instante.
Ella le rodeó el cuello con sus brazos y le besó apasionadamente. Dando por finalizado un día perfecto.