Como dije en la anterior actualización, a este fic le quedan pocos capítulos, y el siguiente será el último. Creo que es lo mejor terminarlo ahora, ya que las principales tramas del fic ya están cerradas.

Gracias a los que me leéis y me dejáis esas reviews que me animan a seguir escribiendo.

Espero que os guste el capítulo.

En este capítulo hay un salto temporal de dos meses con respecto al anterior capítulo.


Se dejó caer de espaldas sobre el colchón, con una carcajada que inundó la habitación. Él se incorporó de lado, apoyándose en su brazo, y comenzó a acariciar el hombro de Kate, por el cual caían libremente varios mechones de su pelo. Estaba despeinada por la increíble sesión de sexo que acababan de tener, y, sin duda, se le veía feliz, lo cual le hacía feliz a él.

Ya llevaban juntos casi cinco meses y su relación no podía ir mejor. Habían pasado gran parte del verano juntos en los Hamptons, cuando a ella le dieron vacaciones, y el resto del tiempo Rick había iba a Nueva York para estar con ella, cuando Alexis se quedaba con Martha. Por su parte, la relación de Kate con la pelirroja iba bien, aunque tampoco era una relación muy cercana, pues la abogada no quería incomodar a Alexis. Creía que debía ser ella quien, si lo necesitaba, iniciase el acercamiento. A ella de momento no le molestaba la presencia de la hija del escritor, y Rick no la había dejado de lado en ningún momento por ella, sino que sabía repartirse su tiempo.

-¿En qué piensas? – preguntó Rick de repente, haciéndole volver al presente.

-Tengo hambre – dijo ella, colocándose de lado junto a él y pasándole una mano por sus abdominales, sintiendo instantáneamente la erección de él rozar sus muslos.

-¿Todavía quieres más? – preguntó él, divertido.

-Deja de pensar en el sexo – dijo Kate, incorporándose y saliendo de la cama.

-Ahora mismo eso me es imposible, necesitaría unos minutos.

Ella rodó los ojos con una sonrisa y buscó su pijama. Normalmente no le habría importado salir desnuda, pero estaban en el loft de él, y Alexis dormía arriba.

-¿Quieres que vaya yo a por algo de comida? – preguntó él, observándola desde la cama.

-No, voy yo. Así a la vez voy al baño.

Le sonrió y volvió a tumbarse, esta vez boca arriba, intentando pensar en algo que no avivase la presión en su entrepierna. El recuerdo de Kate minutos antes sobre él, no ayudaba para nada.


Minutos después, ella volvió con un cuenco de moras. Él las había comprado especialmente para ella porque sabía que le encantaba comerlas como aperitivo. La miró divertido, hasta que vio la expresión de su cara. Parecía preocupada por algo, su cara nada tenía que ver con la sonriente que se había marchado hacía unos minutos.

-¿Todo bien? – le preguntó.

-Mhm – murmuró ella, asintiendo y curvando unos milímetros sus labios hacia arriba. Para después sentarse en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y el cuenco de moras entre sus manos.

Él se inclinó un poco y le robó una mora, pensando que ella le daría un manotazo o le pediría, divertida, que no le robase más. Sin embargo no fue así, Kate tenía la mirada fija en el cuenco. Él decidió comprobar si de verdad estaba ausente.

-He pensado que estaría bien si ahora nos fumáramos unos porros, he oído que son estupendos después del sexo, ¿qué te parece?

-Mhm – volvió a decir ella, mientras tragaba uno de los frutos.

-Kate, ¿me vas a contar qué te pasa? – dijo él, sentándose ahora a su lado.

-No pasa nada, estoy bien – intentó asegurar ella.

-Kate, cielo, desde que has vuelto de la cocina tienes la cabeza en otra parte. ¿He hecho algo que te haya molestado?

-¿Tienes un calendario? – preguntó ella de repente.

-Eh… sí, un momento.

Rick se levantó, desconcertado, y atravesó la puerta que daba paso a su despacho, haciéndose con un calendario que tenía sobre el escritorio. Volvió a la habitación, sentándose de nuevo junto a Kate, que había dejado el cuenco de frutas sobre la mesilla, y le tendió el calendario. La abogada pasó su dedo por los meses correspondientes a agosto y septiembre y comenzó a murmurar algo.

-Oh dios mío, no puede ser – dijo, enterrando la cabeza entre sus manos.

-¿Qué pasa, qué es lo que no puede ser? – preguntó Rick, sin entender qué estaba ocurriendo.

-No, no. No sé cómo ha podido pasar, pero… no puede ser – volvió a decir ella.

-Kate…

-¡Tengo un retraso! – dijo la abogada, alzando la voz y mirándolo aterrorizada.

El escritor se quedó completamente perplejo, demasiado confuso por lo que Kate acababa de decir. Un retraso. Kate podía estar embarazada. Le dio varias vueltas en su cabeza durante unos segundos, mientras la abogada continuaba murmurando que aquello no podía ser. Sin embargo, Rick no lo veía como algo tan malo. Un hijo con Kate, si eso no era lo más maravilloso que podría ocurrir, no entendía qué lo era. Aunque jamás habían hablado del tema. Quizás ella no quisiera tener hijos.

-Vale, primero de todo, tranquilízate- le pidió, intentando controlar la situación.

-¡No me pidas que me calme! – gritó ella levantándose de la cama.

-¿Tan malo te parece estar embarazada?

Con esa pregunta se ganó una furiosa mirada por parte de ella.

-Rick, no quiero esto…

-¿No quieres tener hijos? – preguntó él, sin dejarle continuar.

-No he dicho eso, no es que no quiera tener hijos.

-¿Entonces? ¿Soy yo el problema, no quieres tener hijos conmigo?

-¿Pero qué…? – Dijo ella, cabreada por la suposición que él acababa de hacer - ¿Acaso he dicho yo eso?

-No lo sé, ¿lo has dicho? Porque es lo que me estás dando a entender.

-No se trata de si quiero tener hijos contigo o no Rick, pero no quiero un embarazo no deseado y…

-Un embarazo no deseado – murmuró él, visiblemente molesto.

-Sí, un embarazo no deseado – concluyó ella - Quiero que si tenemos un hijo sea porque ambos lo hemos deseado y hemos decidido tenerlo, no esto, yo…

Él suspiró, pasándose las manos por el pelo y preguntó:

-¿De cuánto es el retraso?

-Tres semanas – dijo ella, dando vueltas por la habitación y llevándose una mano al estómago instintivamente.

-Lo mejor será que hagamos la prueba y salgamos de dudas – dijo él. No le gustaba nada discutir con Kate y esta discusión en concreto no le había gustado en absoluto. Mucho menos después de los meses tan felices que llevaban.

-Sí, será lo mejor – suspiró ella, sentándose al borde del colchón y volviendo a enterrar su cabeza entre las manos.

-Iré a buscar alguna farmacia abierta – dijo Rick, levantándose de la cama y comenzando a vestirse.

-¿Vas a ir ahora?

-Será lo mejor, antes de que sigamos discutiendo y alguno de los dos diga algo de lo que nos podamos arrepentir – dijo él con seriedad, abrochándose el cinturón de los pantalones.

Kate suspiró y se tumbó en la cama, viendo cómo él se colocaba la camiseta y, tras coger las llaves y la cartera, salía del dormitorio. Un gran nudo se formó en su garganta, haciendo que sus ojos se aguasen al mismo tiempo. A ella tampoco le gustaba discutir con Rick y esta había sido una discusión fuerte, sobre un tema importante. Quizás ella había sido demasiado dura, pero no había podido evitarlo, se sentía nerviosa y aterrada. Sin embargo Rick había malinterpretado sus palabras, creyendo que no quería tener hijos con él. Y no era eso, solo que sentía que este no era el momento.


Rick salió furioso del dormitorio y atravesó el salón en dirección a la puerta principal, pero una voz lo detuvo antes de que la abriese.

-¿Papá? – Alexis le observaba, con gesto preocupado, desde lo alto de las escaleras. Llevaba su pijama y su pelo estaba alborotado.

-Alexis vuelve a la cama cariño, es tarde.

-¿A dónde vas? – Preguntó ella – Estabais discutiendo… ¿ha pasado algo?

-No, es… - Rick suspiró y miró hacia la puerta cerrada de su dormitorio – Kate no se encuentra bien y voy a buscar alguna farmacia para comprar la medicación que necesita – mintió – Volveré en seguida, ahora vuelve a la cama.

La pelirroja asintió, dando por válido el argumento que le había dado su padre, y desapareció por el pasillo del piso superior, mientras él salía de casa, en busca de la farmacia de guardia más cercana.


Una hora más tarde, Rick volvía al loft, encontrándose a Kate sentada en uno de los taburetes de la cocina, agarrando una taza de té entre sus manos. Sintió una punzada en el pecho cuando ella alzó la vista hacia él y pudo ver sus ojos rojos y acuosos.

-¿Ya lo tienes? – preguntó ella, levantándose y dirigiéndose hacia él.

Él asintió, mostrándole la bolsa que llevaba en la mano derecha, y decidió no ser más duro con ella, a pesar de que había estado enfadado hasta llegar de nuevo al loft.

-Bien… - dijo ella, cogiendo la caja del predictor y suspirando, nerviosa – Salgamos de dudas.

Ambos se dirigieron al dormitorio y Rick se sentó en el borde de la cama, entrelazando nerviosamente sus manos, mientras ella se realizaba el test en el cuarto de baño. Él tenía claro que si salía positivo, iba a amar a ese bebé más que a nada en el mundo, y la noticia le haría feliz, sin embargo no le alegraba saber que ella no estallaría en felicidad.

La puerta del baño se abrió y Kate salió, con el aparatito en la mano, apoyándose en el marco de la puerta.

-¿Estás…? – preguntó él, nervioso, levantándose.

-No – dijo ella, negando. Suspiró y se acercó hacia él, mostrándole el predictor, que marcaba un puntito azul.

Rick lo cogió y lo observó, volviendo a sentarse en el borde del colchón.

-De todas formas mañana llamaré a mi ginecólogo para pedir una cita – dijo ella.

-¿No te fías del resultado? – preguntó él, confuso, alzando el predictor.

-A veces estos aparatos fallan – aclaró ella – me gustaría estar segura.

-Claro – susurró él.

Ambos se mantuvieron en silencio durante unos segundos, mientras la tensión se palpaba en el ambiente. Kate se sentó a su lado.

-Rick, antes… - trató de pensar cómo expresarle lo que pensaba, al final optó por ser directa – Sí que quiero tener hijos contigo, pero no ahora. No creo que sea el momento.

Él la miró, pensando en lo que ella acababa de decirle, y sacudió la cabeza.

-Lo siento. He sido un tonto antes pensando que quizás yo era el problema…

Ella le acarició la mandíbula, rozando la yema de sus dedos con su incipiente barba, haciendo que se callase.

-Si con alguien me gustaría tener hijos es contigo – confesó. Él sonrió a medias tras esa confesión – Te desvives por Alexis, y he visto cómo tratas a mi hermana. Pero si algún día decidimos tener un hijo, quiero que sea por decisión propia, no por un descuido. Creo que ser madre es un paso muy importante y no creo que ahora sea el momento.

-Lo entiendo – le dijo él, tomando sus manos entre las suyas para después acercarla a él y rodearla con sus brazos – Siento haberme comportado como un idiota.

-Creo que ambos nos hemos comportado como unos idiotas –rió en su hombro.

-Sí.

-No me gusta discutir contigo – dijo ella, ahora seria, apartándose de él para poder mirarlo.

-A mí tampoco – dijo, viendo la expresión triste en la cara de Kate – Pero… hay una parte que me encanta de las peleas.

Ella le miró, alzando una ceja, confusa.

-La reconciliación – susurró él, acercándose a la boca de ella y rozando suavemente sus labios en un delicado beso, para después mordérselos.

Ella sonrió sobre sus labios al sentir las manos del escritor en su cintura, por debajo de su camiseta. Rick no tenía remedio. Pero le encantaba que le hiciese disfrutar de ese modo y que, a pesar de ser un inmaduro a veces y un cabeza loca, tuviese las ideas claras y supiese lidiar con todo tipo de situaciones dejándose llevar por la lógica. Realmente agradecía que supiese entenderla de ese modo, en lugar de haberse cabreado más tras la fuerte discusión que habían tenido.

Antes de que él le hiciese perder la razón, mientras la besaba con cariño, pensó que lo ocurrido aquella noche le haría replantearse las cosas. Tenía algo en mente y quería planearlo bien antes de poder llevarlo a cabo. Un montón de mariposas revolotearon en su estómago mientras la idea de sorprender a Rick cobraba fuerza en su cabeza.