HOLA :3

Los personajes no son mios, ni un poco xD


Suspiró con cansancio cuando sus pies por fin pisaron tierra sin gérmenes escolares. No era que no estuviera feliz de por fin tener la oportunidad de asistir a la escuela, sino que casualmente había llegado a parar un día antes de la tan conocida celebración de San Valentín, y como la presidenta del consejo estudiantil era bastante apegada a los festivales escolares, había acabado por decidir que prepararía el mejor ambiente romántico que en cualquier otro lugar, para que las parejas desataran sus pasiones más profundas.

Preparativos, preparativos, preparativos.

No podía estudiar. Era divertido porque había logrado convencer a Inusakuya para poder disfrutar un poco de su época, lo cual era bastante difícil considerando lo obsesionada que estaba esa chica con juntar los fragmentos de la perla de Shikon, y destruir a la mujer araña que tantas desgracias había causado a su vida y a la de sus amigos. Sí, muy divertido (nótese el sarcasmo).

Sin embargo, a pesar de lo enojona y orgullosa que por lo general resultaba ser, había sido capaz de ver muchas cosas en ella que lo demás quizás no. Era amable, sentimental y valiente, increíblemente valiente. Todo ello oculto tras una pared de irremediable agresividad. Aun así Inusakuya le gustaba, mucho ¿Por qué? No tenía idea. Simplemente se sentía a gusto con su compañía la cual nunca le parecía suficiente. También se encontraba experimentando emociones tan profundas que se le escapaban de las manos, incluso en muchas ocasiones no podía controlarse así mismo, era como una obsesión la que no le permitía que sus pensamientos llegasen a otro lado que no tuviera relación con la muchachita mitad perro de aspecto adorable.

Aun cuando Inusakuya mantenía una promesa con Kyô. Sí, esa de marcharse al infierno.

¡Qué celoso se ponía! Y lo peor es que luego se sentía mal por querer que ella solo le perteneciera a él. Kagome Higurashi, un muchacho normal que vive intentando mantener sus notas entre las de los treinta mejores, y destrozando seres sobrenaturales junto a un exterminador de demonios, una chica dedicada al oficio de buda (Que irónicamente se trataba de una pervertida sin remedio), una niña zorro y una chica hanyô, pequeña y poseedora de unos grandes y bellos ojos dorados, pero que al fin y al cabo solo estaba interesada por su espada y en transformarse en un demonio completo con el objetivo de alejarse de las miradas de superioridad.

Pues, aparentemente que solo él la aceptara no era suficiente.

—¡Higurashi-san! —femenina. Aquella voz era increíblemente femenina. Volteó la cabeza deteniendo la caminata que mantenía en dirección al templo y vio a una chica muy linda andando en bicicleta decorada que emitió un pequeño chirrido al detenerse a su lado.

—Hôjo—murmuró su apellido, observando como ella acomodaba su pelo color café y le miraba con sus ojos del mismo color, dulcemente. Agradecía por completo su atención, le parecía una muy buena amiga, pero empezaba a temer por la dirección de los pensamientos que pasaran por aquel cerebro de mujer. No podría corresponderle si sus sentimientos hacia él se trataban de algo romántico. Por más que supiera que la chica por la que guardaba tantos sentimientos estaba enganchada con algo del pasado, se consideraba incapaz de llegar y meterse con otra. Además, Hôjo era muy popular entre los chicos del instituto, seguramente debería de haber alguien que pudiese ofrecerle mucho más.

—Así que ya te curaste de tu extraña alergia, que bien—dijo. Kagome le sonrió por cortesía.

—Sí—asintió, con algo de ganas de escaparse de la situación. Por alguna razón empezaba a pensar que desde que su abuela inventaba sus "geniales" escusas, palabras como las que utilizó Hôjo hace un segundo eran las más comunes que oía en el instituto. (Prefería obviar los comentarios de aliento que sus amigos le proporcionaban para que invitara a salir a Hôjo, y los regaños por interesarse en una "delincuente").

Después de unos minutos de oír las recomendaciones de talcos y medicinas extrañas para prevenir futuras enfermedades, ella decidió marcharse en su bicicleta con una despedida de lo más alegre. Kagome también sonrió.

—«Hôjo-san si que es educada, sería bueno que Inusakuya aprendiera un poco de ella»—pensó, pero al cabo de unos segundos empezó a reír y negó con la cabeza, retomando su caminata.

.

.

—Kagome si que es estúpido—masculló entre dientes aquella chica. Era muy tarde por la noche y había encontrado una excusa para asechar al pelinegro y llevarlo consigo de nuevo para continuar recolectando los fragmentos—…dejar esta cosa aquí ¿Qué pasaría si explota o algo?

Ok, estaba exagerando un poco quizás con su excusa. Pero realmente no tenía idea de que se trataba aquel aparato que cogía entre sus manos, lo más alejado posible de su rostro como si se tratase de un objeto con una gran peste toxica. Pero el caso es que ya se encontraba allí, en la pagoda del templo y no podía dar pasos atrás, tampoco es como si lo pensase mucho, pues cuando acabó de darse cuenta estaba abriendo la ventana de la habitación de Kagome, un poco decepcionada al ver las luces apagadas.

El característico aroma del muchacho penetro en sus fosas nasales sin piedad, consiguiendo cautivarla. Siempre era igual. Aquella habitación se había convertido en uno de sus lugares favoritos por la misma razón. Y es que simplemente parecía estar asociada a algo fantasioso, todo en ella, cada objeto, hasta la más recóndita esquina olía profundamente a Kagome.

Y era definitivamente un olor incomparable, delicioso.

—«Maldición…—se sentó en el suelo y apoyó el mentón en la orilla de la cama, cerca del rostro durmiente—…tendré que esperar hasta mañana».

Se molestó un poco. No era nada paciente, apenas podría soportarlo. Dejó el teléfono móvil que era el misterioso objeto en la mesita de noche y estaba a punto de intentar despertarlo de una cachetada, pero cuando sus ojos se fijaron de cerca en el rostro del muchacho su mano quedó suspendida en el aire.

Kagome se veía hermoso, realmente hermoso.

Se agitó de solo pensar en lo atractivo que lucía, tanto que se avergonzó hasta el punto de cubrirse el rostro con las mangas de su traje, a pesar de que nadie pudiera verla en la habitación.

¿Por qué latía tan fuerte su corazón? Se sentía débil. Delirante. Atraída por una fuerza superior a sus límites de entendimiento. Tal vez algún engendro le haya lanzado una maldición. Tan solo esperaba que estuviesen listos para recibir sus garras, porque definitivamente no los perdonaría por hacerle tal insolencia.

Se encontraba en medio de sus inventadas respuestas al inexplicable nerviosismo, cuando escuchó un ruido en la primera planta que la puso en alerta de inmediato. Kagome siempre le decía que en este mundo no habían monstruos de los que preocuparse, pero aun así aquello no la dejaba tranquila, lo comprobaría por si misma.

Bajó las escaleras rápidamente, con su característica habilidad felina y apoyó su mano en el mango de la espada a modo de defensa. La luz provenía de la cocina. Frunció el ceño con decisión y movió sus piernas descubiertas por su traje corto, con el firme pensamiento de terminar cuanto antes y hacer el mínimo ruido para que Kagome y los demás no despertaran.

Ni siquiera se detuvo a analizar las posibilidades. Simplemente se dejó ver por la luz que salía de la cocina y sacó su espada que se transformó al instante en un gran colmillo de buen filo. Buscó el objetivo insistentemente, pero al final se dio cuenta que había estado haciendo el ridículo.

—Oh, la chica cara de perro.

—Oh, la mocosa.

Se miraron unos momentos sin decir nada. De pronto, la hermanita menor de Kagome que estaba haciendo Kami sabe qué cosa dentro de una fuente, sonrió y se acercó con lentitud a la muchachita de largos cabellos plateados que para lo único que reaccionó fue para meter la espada en la funda y deshacer la transformación de la misma. Notó que la niña (bastante parecida a Kagome, solo que en una adorable y pequeña versión femenina), tenía las manos cubiertas de una sustancia café de muy buen olor y usaba un delantal algo gastado de un pato y una flor.

Por lo general se llevaban bastante bien, incluso la niña la consideraba como algún tipo de heroína (o algo así) capaz de vencer al más despiadado súper villano que se oponga a sus fuerzas positivas. No entendía nada de eso, a decir verdad no quería tener nada que ver con unos tipos que usaban la ropa interior fuera de aquellas cosas extrañas que se supone son vestimentas (Todo conocimiento obtenido de unas historietas que Kagome leía de pequeño y aún mantenía guardados en su cuarto).

—Crecieron—fue lo único que la niña dijo y enterró su dedo entre sus pechos, manchando levemente con la sustancia café su traje.

No supo cómo reaccionar. Cualquier otra persona ya estaría muerta si se atreviera a hacer tal cosa, pero no podía hacerle nada a esa mocosa, porque sino Kagome terminaría por matarla a ella.

— ¡C-Cállate! —chilló, alejándose y cubriendo con sus brazos el busto de un tamaño mediano.

—Te has puesto roja—rio traviesamente.

¿¡Qué le pasaba a esa niña!? No es como si le importara el tamaño de sus atributos ¡En lo absoluto! Tampoco entraba en sus temas de interés el hecho de que Miraiko tuviera unas cosas enormes que llamaba senos, era obvio que esa pervertida no le ganaba en lo absoluto, en ningún sentido, es más, ella y sus pergaminos podían irse al infierno si es que se le daba la gana, esta vez no le importaría. Incluso estaba completamente convencida de que a Kagome le gustaban de ese tamaño ¿Verdad? ¡¿Verdad?!

Espera, estop.

¿Qué tenía que ver Kagome con el tamaño de sus…?

—«¡Argh! ¡No lo entiendo!».

La niña dejó de poner atención a las expresiones cambiantes en el rostro de la mayor y se dio vuelta para volver a prestarle atención a la cocina nuevamente. Batió la mezcla, la calentó, la puso en los moldes en forma de corazón, decoró y cuando finalmente finalizó con todo se volteó y termino por darse cuenta que Inusakuya seguía allí, solo que sentada en el suelo y murmurando cosas inentendibles en actitud de berrinche.

—Mañana es San Valentín, ¿No harás chocolates para Kagome? —preguntó, secándose el sudor de la frente y mirando con algo de curiosidad la figura de la chica.

Era ya algo tarde para que Inusakuya empezara a hacer los chocolates justo en ese momento, pero pensó que valdría la pena almenos imaginar la cara de su hermano cuando supiera que la chica que tanto quería había trasnochado solo para hacerle un par de chocolates única y exclusivamente para su paladar de adolecente.

— ¿Chocolate? —reaccionó— ¿San Valendin?

— ¿No sabes lo que es? —Obviamente por la cara que le mostró no tenía ni la menor idea—. El San Valentín es una fecha en la que le regalas estas cosas, que se llaman chocolates—apuntó la mesa en donde en una bandeja descansaban los pequeños bombones, la otra asintió—, a una persona especial. Alguna gente los utiliza por medio de entregar tus sentimientos o solo como regalo para algún amigo.

—Y tú, a quien le darás esas cosas? —preguntó ella señalando esta vez los chocolates. La niña se sonrojó y maldijo la ocasional inocencia de Inusakuya.

—Amig…A-Amigos—balbuceó en respuesta, pero cuando encontró un medio para defenderse sonrió demoniacamente—, pero eso no es lo importante. Deberías hacer algo por mi hermanito, después de todo estas completamente enamorada de él.

"Estas completamente enamorada de él."

"COMPLETAMENTE ENAMORADA"

Aquello le cayó como un balde de agua fría, la tomo totalmente desprevenida. ¿Amar?

No, imposible.

Adoraba su compañía, sus sonrisas la mataban, siempre estaba deseando tenerlo mas cerca, quería ser la única que oyera su respiración al dormir, la que tenía el derecho de sentir su voz, de saber sus secretos. ¿Estaba mal? ¿Era egoísta?

No podía dejarlo ir así como así. Él era el único que sabía hacerla sentir bien, él que podía curarla con sus gestos y obligarla a fantasear inexplicablemente.

—Lo haré.

—Te ayudaré—se alegró de saber que por fin se había decidido.

—Solo dime que hacer, déjame lo demás.

No entendía su sentimientos, ni en lo más ínfimo, pero quería a Kagome de una forma extraña que seguramente jamás sería capaz de enfrentar o mucho menos admitirlo frente a él, aun así plantaría sus sentimientos en el chocolate, y daría lo mejor de sí misma en hacerlos.

«¡Olerán genial, lo prometo, Kagome!».

.

JWDJEWJNKJNDSKJKJAS Oa, llegué versión teletubie.

Años que no me pasaba por aquí ;-;

Okno, solo fueron dos o tres meses xD Es que andaba por Argentina. Dios, ese país verdaderamente mola, la pasé realmente bien, creo que volveré a ir allá las próximas vacaciones :3

Sobre los nombres, "Inusakuya" no fue creado por mí, antes alguien tuvo la idea de transformar a los personajes masculinos en femeninos y viceversa, yo solo me enamoré porque vi una foto en Facebook é.é

Miraiko xDDDDDDD

Es el nombre que se me ocurrió más cercano a Miroku, lo siento, sé que el significado no tiene nada que ver aquí :I y para ser sincera, no tengo idea de cómo ponerle a la hermana de Kagome ¿Alguien tiene alguna idea?

Ah, Kagome. Creo que no es necesario cambiarlo, pues aunque suene femenino el nombre se puede decir que también lo puede tener un hombre. No quise poner "ella ama a Kagome" o algo asi, porque me suena a yuri _ no me acostumbraré nunca a eso ._.U

Y si, soy tan idiota que publico un mes después algo sobre San Valentin. Matadme ._.

Si hay errores es porque no revisé :3 estaba muy ansiosa por publicar algo.

Bueno, con esto me largo en mi tiranosaurio rex a ver animé :3