Muchas gracias por comenzar a leer esta historia y por las reviews.

En este capítulo he tratado de explicar bien todo lo que pasó, pero quizás aún así quedan algunas dudas o hay cosas que no se entienden, si es así y me queréis dejar un comentario preguntando algo os contestaré cuando actualice el próximo. Aún así espero que medianamente se haya entendido.


Cuando le pido que me explique qué fue lo que ocurrió, por qué me dijo que estaba embarazada de Josh cuando en realidad era mío, ella comienza a llorar de nuevo, pero esta vez mucho más fuerte que la vez anterior. Está demasiado nerviosa y yo no entiendo por qué.

-Kate, tranquilízate – le digo, al mismo tiempo que paso una mano por su espalda, intentando hacer que se calme.

Pero no sirve de nada, continúa en ese estado y yo no sé qué más hacer. De pronto Allan comienza a llorar desde su alfombra de juegos, me giro hacia él y veo que está mirando a su madre mientras llora amargamente. Y supongo que ver llorar a su madre, verla en ese estado nervioso, le ha contagiado a él y por eso llora también. Kate está demasiado nerviosa, tanto que ni siquiera se ha dado cuenta de que el pequeño está llorando. Me levantó del sofá y dubitativo me acerco hasta él, me agacho a su lado y él instintivamente alza sus pequeños bracitos hacia mí. Ese gesto me abruma y no lo puedo evitar, lo cojo en brazos y lo aprieto contra mi pecho. Aspiro su aroma a bebé. La sensación que me invade en ese momento es indescriptible, maravillosa. Sin embargo Allan sigue llorando, y Kate también.

Me siento con mi hijo en el sofá, al lado de Kate.

-¿Quieres… quieres que llame a alguien? – le pregunto. Quizás quiera llamar a Josh. Todo esto me parece una locura y no entiendo nada, pero Kate no se tranquiliza y está comenzando a asustarme.

Ella asiente así que busco con mi mirada su teléfono móvil, hasta localizarlo sobre la mesa del salón. Cuando se lo acerco ella se limpia algunas lágrimas de la cara con la manga de su chaqueta y comienza a buscar en la agenda.

-Lanie – Cuando se coloca el móvil en su oreja y su amiga contesta, ella se derrumba. A los pocos segundos deja caer el móvil sobre el sofá y yo sé que la forense está de camino. No ha hecho falta que le diga nada más para que sepa que la necesita.

Yo me mantengo en silencio, paso mi mano por encima del hombro de Kate acercándola contra mi costado y ella apoya la cabeza sobre mi hombro, al mismo tiempo que acaricia con su mano la mejilla de Allan. El pequeño descansa, apoyado sobre mi pecho. Ha dejado de llorar y su respiración es cada vez más acompasada, aunque de vez en cuando lanza pequeños sollozos por haber estado llorando.

No puedo evitar pensar que todo esto es por mi culpa, que Kate se ha puesto así por mi vuelta y que tiene miedo o algo a que yo le quite a Allan. Sin embargo si se trata de eso no entiendo por qué ahora sigue abrazada a mí, mientras nuestro hijo descansa en mis piernas, por qué no me ha echado de su casa. Simplemente no entiendo nada y toda esta situación me sobrepasa.

Quince minutos más tarde la puerta del apartamento se abre y entran Lanie y Esposito. Ambos se paralizan y se miran entre ellos al verme a mí allí, pues desde que me fui dos años antes tampoco había vuelto a saber nada de ellos. Lanie se acerca al sofá y enseguida abraza a Kate. Yo observo la situación sin saber qué decir o qué hacer. La forense se levanta, agarrando a Kate de la mano y coge a Allan de mis brazos, que se ha quedado dormido. Me dice que lo van a acostar y yo asiento, no sin antes acariciar la mejilla de mi hijo y darle un beso. Lanie me sonríe al verme hacer ese gesto de cariño hacia él.

Espo y yo nos quedamos a solas en el salón mientras Lanie y Kate se van al dormitorio.

-¿Dónde has estado todo este tiempo? – me pregunta él duramente.

Levanto mi cabeza y lo veo apretando su mandíbula. Le miro confundido y me cabrea que esté enfadado conmigo.

-Ella te ha necesitado – me dice, alzando un brazo en dirección al dormitorio por donde Lanie y Kate han desaparecido minutos antes con Allan.

-Si hubiese sabido que era mío jamás me hubiese ido – le digo yo, también cabreado, pasando las manos por mi pelo y levantándome del sofá - ¿Va a contarme alguien lo que está pasando?

Espo lanza un suspiro y se sienta en el sofá, apoyando sus codos sobre sus rodillas y espera a que yo me vuelva a sentar.

-Cuando te fuiste ninguno supimos qué había pasado, pero Kate estaba mal. Comenzó a faltar al trabajo y eso no lo había hecho nunca. Nos empezamos a preocupar por ella, pero pensábamos que era porque tú te habías ido. Hasta que dos meses más tarde le confesó a Lanie que estaba embarazada. Lanie ya lo había notado – dijo él, encogiéndose de hombros. Es difícil engañar a Lanie, pensé yo – pero nadie esperaba que ese bebé no fuese tuyo.

Yo suspiro y vuelvo a pasar mis manos por mi cabeza, esperando a que continúe.

-El caso es que Kate se derrumbó con Lanie y le confesó todo.

-Estaba con Josh – dije yo, no era una pregunta.

Espo me mira, furioso y siento cómo la rabia se enciende en su interior.

-Kate jamás te engañó con otro tío – Yo le miro sin comprender, porque si no me puso los cuernos no entiendo cómo pudo pensar que el bebé era de Josh y no mío – Josh…. – aprieta la mandíbula y los puños al mismo tiempo – Ese hijo de puta la forzó.

Mi cuerpo entero se paraliza al escuchar la última frase. Rápidamente siento cómo la rabia se apodera de mí. Aprieto mis puños, tanto que mis nudillos están completamente blancos y me estoy haciendo daño en la palma de la mano. Me levanto bufando y soltando cosas por la boca que ni yo mismo soy capaz de comprender. He sido un completo gilipollas todo este tiempo. Me fui cuando Kate más me necesitaba, me fui creyendo que me había puesto los cuernos, que lo nuestro no había funcionado, y ni siquiera fui capaz de ver que ella estaba mal, ni siquiera fui capaz de descubrir que ese mal nacido….

-Tío tranquilízate – la mano de Esposito está sobre mi hombro y veo cómo él mira de reojo hacia el dormitorio, antes de bajar algo más la voz – Ella no necesita recordar todo eso en este momento. Creo que ya ha tenido suficiente por hoy.

Me siento en el sofá de nuevo, intentando relajarme, y Espo me lo explica todo. Kate y yo habíamos comenzado a salir, por fin, después de tanto tiempo esperando el uno por el otro, ella había cortado con el médico y yo me había decidido a dar el paso. Le confesé lo qué sentía y ella me confesó que sentía lo mismo por mí. Todo parecía ir bien hasta el momento en que Josh llamó a Kate, pidiéndole hablar, yo le dije que no era buena ida, pero ella insistió en que todo estaría bien, solo hablarían y ella le aclararía que lo suyo había terminado. No volví a ver a Kate hasta la semana siguiente porque estuve de gira presentando uno de mis libros. Cuando volví ella estaba extraña y pocos días después me confesó que estaba embarazada de Josh, yéndome después sin tiempo a explicarle nada más. Espo me cuenta que no le contó a nadie lo ocurrido hasta que dos meses después le confesó la verdad a Lanie. Josh ahora está en prisión, él y Ryan fueron a por él en cuanto se enteraron. Me cuenta que de no haber sido por el irlandés, él le hubiese metido una bala entre ceja y ceja. Y sé que no miente, sé que lo hubiese hecho. Al preguntarle cuándo se enteró Kate de que el bebé era mío y no de Josh me dice que fue cuando Allan nació, cuando le vieron aquellos ojos azules, iguales a los míos, nadie tuvo ninguna duda de que ese bebé era mío. Dice que en ese momento todo el sufrimiento de Kate terminó. Yo siento un terrible dolor en mi interior, porque no puedo llegar a imaginar qué supuso para Kate todo aquello, estar durante el embarazo sola, pensar que tomó la dura decisión de tenerlo a pesar de todo. Y saber que yo le abandoné sin dejar explicarse, pensando que ella me había sido infiel cuando nunca antes me había dado motivos para pensarlo. Ahora sé que jamás me va a perdonar por lo que hice y yo tampoco me voy a perdonar a mí mismo.

Escondo la cara entre mis manos mientras me desahogo, me permito llorar durante varios minutos, hasta que siento la mano de Espo en mi hombro. Intenta hacer que me relaje, hacerme sentir menos culpable quizás, pero él sabe tanto como yo que parte de esto es mi culpa por haberme marchado de la manera en que lo hice.

La puerta del dormitorio se abre y Lanie se acerca a nosotros en silencio.

-Se ha quedado dormida – dice, mirando primero a Esposito y después a mí – Castle, ella te va a dejar ver a tu hijo, quiere que estés ahí, que seas su padre.

Yo alzo la cabeza, mirándola, sorprendido. Después de conocer la verdad no me esperaba que ella me dejase ni tan siquiera estar con él, ni siquiera creo que me lo merezca.

-Ven mañana, ella estará más tranquila. Aunque es algo que nunca superará ella está bien, esto – dice, haciendo un gesto con las manos, refiriéndose a lo que ha ocurrido hoy – no suele ocurrir, pero verte le ha hecho recordar todo.

-Ha estado yendo al psicólogo durante todo este tiempo – añade Espo – Ahora parece estar bien, Allan le ha ayudado mucho a eso… lo es todo para ella.

Nos quedamos unos segundos en silencio hasta que la forense prácticamente me invita a irme.

-Creo que deberías irte – me dice, con la mirada dura. Ella no me ha perdonado, así que sé que Kate tampoco lo hará, pero en estos momentos me da igual.

-Yo… - me levanto, mientras comienzo a hablar dubitativo – No quiero que… no quiero que esté sola.

-Nosotros nos quedaremos con ella.

-Pero… Allan…

-Allan estará bien – me asegura ella – Duerme toda la noche de un tirón, no creo que se despierte y si lo hace, yo estaré aquí.

-¿Puedo verlo al menos antes de irme?

La forense suspiró y miró a Espo, quien se encogió de hombros.

-Ven – me dijo, dirigiéndose hacia el dormitorio.

Yo le seguí y entramos al dormitorio de Kate, me paré unos segundos al verla recostada en la cama, hecha un ovillo, su rostro estaba más relajado ahora.

-Por aquí – me susurró Lanie, desde una puerta al fondo del dormitorio. Observo el dormitorio y veo que ha hecho reforma, ya que antes no estaba así. Ha disminuido el tamaño del dormitorio, dividiéndolo en dos, para hacer un dormitorio para el bebé.

El dormitorio de Allan no es muy grande, pero veo que Kate ha hecho lo posible por hacerlo confortable y tiene todo lo que el bebé puede necesitar. Lanie espera en la puerta mientras yo me acerco a la cuna. Es de madera, al igual que el cambiador y los demás muebles del dormitorio. Me inclino sobre la cuna y veo que Allan está recostado, de lado. Lleva un pijama azul con pequeños dibujos de dinosaurios. Sonrío al verlo así, tan relajado y acaricio su cara. Por un momento me recuerda a Alexis cuando era pequeña. Le arropo y le doy un beso, despidiéndome de él, esperando de verdad poder verlo al día siguiente.

Aunque me gustaría quedarme, me quedo más tranquilo al saber que Lanie y Esposito se quedan allí. Quizás ellos ya han visto a Kate más veces de esa manera, y saben mejor tratar con esa situación, pero a mí me sigue doliendo haber visto a Kate cómo la he visto hoy y más después de saber la verdad.

Les anoto mi número de teléfono en un papel y les pido que por favor, ante cualquier cosa me llamen. Me despido de ellos y me macho de allí. Cuando salgo a la calle agradezco el frío viento que choca contra mí en dirección opuesta hacia donde yo camino. Después de haber avanzado varias calles, me paro frente a la puerta de un bar, pensando en entrar y tomarme varias copas, sin embargo en ese momento suena mi móvil y cuando lo miro veo que es mi madre. Seguramente estará preocupada por mi tardanza, vuelvo a mirar al bar que está enfrente a mí, pero cambio de rumbo y me dirijo a casa. Seguramente mi madre sea mi mejor opción para ahogar mis penas, mejor que cualquier vaso de alcohol, pues ella me comprende como nadie lo hace y sé que, para bien o para mal, ella sabrá exactamente qué decirme.


Cuando entro en casa, no solamente mi madre me está esperando, sino que Alexis también está despierta. Las dos están sentadas la una junto a la otra en el sofá y me miran con preocupación cuando me ven entrar. Yo intento ponerles la mejor de mis sonrisas y camino hacia ellas.

-¿Por qué has tardado tanto, todo bien? – me pregunta Alexis. Sonrío al ver su mirada de preocupación hacia mí y simplemente la atraigo hacia mí, abrazándola.

-Todo bien – miento yo, mientras mi hija me devuelve el abrazo. Sus brazos siguen siendo para mí tan reconfortantes como cuando siendo una niña y se abalanzaba hacia mí, rodeándome con sus diminutos brazos, me hacía el hombre más feliz del mundo.

Ella ladea la cabeza y me mira, sabiendo que mi charla con la Detective no ha ido tan bien como a mí me hubiese gustado, sin embargo me da un beso en la mejilla y, después de despedirse también de mi madre, se va a dormir. Yo lo agradezco y la observo subir por las escaleras hasta que desaparece al final de éstas.

-Cuéntamelo – dice mi madre, dando varios toques en el sofá, para que me siente a su lado - ¿Estaba con Josh?

Yo me siento y sonrío, irónico, para después contraer mi mandíbula y apretar mis puños, gesto que no pasa desapercibido para mi madre.

-Te dije que no te haría ningún bien ir a verla Richard, decidiste marcharte bruscamente, imagino que ella habrá rehecho su vida – me dice ella, agarrándome la mano.

-No es eso madre, ella no está con nadie – digo yo, agachando la cabeza – Y me dejó hablar con ella.

-¿Entonces qué ha pasado, le has pedido perdón? – pregunta mi madre, frunciendo el ceño, algo confusa.

-Aunque le pidiese perdón cien años no creo que serviría para que me perdone.

-¿De qué estás hablando Richard? – me pregunta ella, sabiendo que hay algo más que no le estoy contando.

Le cuento todo lo que ha ocurrido esta tarde y todo lo que Esposito me ha contado que sucedió antes y después de mi marcha.

-Dios mío Richard, no me quiero ni imaginar lo que Katherine ha sufrido.

Yo asiento, enterrando mi cabeza entre mis manos.

-¿Y qué va a pasar ahora? Porque aunque me alegra mucho saber que tengo un nieto y me encantaría poder ejercer de abuela con él, Katherine tiene la última palabra.

-Ella dice que me va a dejar ejercer de padre, pero tengo que ir mañana a hablar con ella. No sé si querrá hacerlo de manera legal o podremos arreglarnos hablando entre nosotros, pero haré lo que ella quiera, madre, si solo me deja ver a mi hijo una hora al día o menos, lo acataré, pero no pienso hacerle más daño.

-No te culpes más, el pasado ya no se puede arreglar por más que nos pese – me aconseja ella, agarrando más fuerte mi mano – Intenta ser comprensivo con ella y hacer las cosas con calma.

Yo asiento, mirándola con los ojos vidriosos, y todo lo demás que recibo de ella es un abrazo. Me reconforto en sus brazos y me permito llorar durante unos segundos, y es que jamás me he arrepentido tanto de una decisión como lo hago ahora de la decisión que tomé dos años atrás de marcharme. Fue el error de mi vida, un error que, aunque seguramente sea demasiado tarde, voy a intentar arreglar. Voy a intentar demostrarle a Kate que lo siento, y que voy a estar ahí para ella en la medida en que ella quiera que esté.