ÚLTIMO CAPÍTULO. Me da mucha pena despedirme de esta historia, porque ha sido, de todas las que he escrito, mi favorita. Pero es hora de terminarla, porque no veo necesario alargarla más y estropearla, y porque a partir de ahora tampoco iba a tener tiempo de actualizarla, así que creo que es lo mejor. También me da rabia, porque siento que este último capítulo no me ha quedado exactamente como quería.

Y ahora es el momento de agradecer. Primero a esas personas que me han apoyado con la historia, incluso dándome alguna que otra idea; y segundo, a todos los que le disteis una oportunidad a esta historia y habéis leído cada actualización. Gracias con un plus a quienes además os habéis tomado unos minutos de vuestro tiempo para dejarme una review.

Así que lo único que puedo decir es, GRACIAS y espero que os guste el último capítulo.

PD. Mil gracias a Talassan por avisarme del GRAN lapsus que había tenido en este capítulo. He podido editarlo, aunque sea más tarde.


Mis dedos se pasean por el teclado a una velocidad que incluso a mí me sorprende, sin embargo no puede ser de otra manera. Estoy inspirado. Todos ellos me ayudan a estarlo: Kate, Allan, y Josie.

De pronto un chasquido de dedos delante de mí, hace que despierte de mis pensamientos. Cuando lo hago, Kate me sonríe al mismo tiempo que frunce el ceño.

-¿Otra vez perdido en tus pensamientos "impuros" – dice, dibujando unas comillas en el aire – con Nikki Heat?

-En realidad… estaba pensando en vosotros.

Me sonríe de una manera todavía más tierna al escucharme decir aquello, y mira a nuestro alrededor. Yo también lo hago, dándome cuenta en ese momento de que el salón está vacío, a excepción de nosotros dos, y todo está en silencio.

-¿Dónde está Allan? – pregunta, mirándome.

-¿No estaba contigo? – sacude la cabeza, negando – Pensé… pensé que estaba contigo.

-Y yo pensé que estaba contigo.

De pronto nuestras miradas se cruzan, y no hace falta que ninguno de los dos diga nada. Ambos sabemos perfectamente dónde está nuestro hijo. Dejo rápidamente el portátil sobre la pequeña mesa del salón y los dos nos apresuramos a subir al piso de arriba. No asustados, sino más bien con algo de entusiasmo, y puede que algo intrigados.

Kate desliza sus dedos sobre la puerta del dormitorio de Josie, terminando de abrirla, pues estaba entornada, nunca la dejamos cerrada. Nos colamos en la habitación en silencio, siendo lo suficientemente sigilosos con nuestros pasos, hasta llegar frente a la cuna.

Tal y como nos esperábamos, en la cuna no hay un solo cuerpo, sino dos. Dos diminutos cuerpos, uno bastante más pequeño que el otro. Los dos son perfectos. Como padre, no puedo sentirme más orgullos ante la estampa que tengo delante.

Abrazo a Kate por detrás, colocando mis brazos alrededor de su cintura, y coloco mi cabeza sobre su hombro. Ella ladea su cabeza un poco hasta apoyarla en mí, y coloca sus manos sobre las mías.

Los dos contemplamos cómo Allan, quien ya está cerca de cumplir los tres años, rodea con uno de sus brazos el diminuto cuerpo de Josie, que tan solo tiene dos meses. Allan es el mejor hermano mayor que Josie podría tener, incluso en la manera que la abraza puedo ver esa intención de protegerla de cualquier cosa. Quizás solo sean tonterías mías, pero es lo que veo al verlos a los dos de esa manera.

Tanto Kate como yo sabemos que el principal motivo que ha llevado a Allan al dormitorio de su hermana han sido los celos que siente. No son unos celos por los que debamos estar preocupados, pero suele hacer cosas como estas. Venir a dormir con ella siempre que puede, pedir un vaso de leche cada vez que Josie necesita su toma, y sobretodo, solicita nuestra atención más que nunca. Pero aun así, adora a su hermana.

-¿No le escuchaste entrar por el intercomunicador?

-No – dice Kate, hablando en el mismo tono bajito que yo – Ha sido muy silencioso esta vez.

-Son perfectos.

-Hmm.

De pronto Kate se gira hacia mí, agarrando mi cara con sus dos manos, y me besa. Nuestras lenguas comienzan una lucha, una en busca de la otra, porque a pesar de estar besándonos de esa manera no es suficiente, los dos necesitamos más.

Es ella quien ralentiza el beso y termina por separarse unos centímetros. Yo bajo mis manos hasta sus caderas, sosteniéndola a mi lado.

-No quiero esperar mucho tiempo más – dice, acariciando mi mentón con su mano – Quiero casarme contigo, Rick.

Yo sonrío de una manera especial, al mismo tiempo que siento su anillo rozar mi mejilla.

-Yo tampoco quiero esperar, dime una fecha y nos casamos.

Observo cómo todavía me sonríe, aunque desvía su mirada hacia la cuna. Sé lo que está pensando, sé que no quiere esperar para casarse conmigo, pero quiere esperar a que Josie crezca un poco más. A mí me pasa lo mismo.

-Solo unos meses más – dice, suspirando después.

Giro la cabeza, observando también a nuestras dos pequeñas creaciones. Los dos seres más perfectos y adorables que conozco.

-Rick – dice ahora, en un tono preocupado, colocando una de sus manos sobre mi hombro - ¿No creerás que estoy intentando posponer la boda, verdad? De verdad que quiero casarme contigo, sé que ya la hemos pospuesto demasiado tiempo, pero…

Le hago callar, recortando las distancias con ella y besando sus labios. Suave y rápido.

-Josie es todavía demasiado pequeña – le susurro cerca de sus labios – Pienso igual que tú, Kate.

-Pero hace casi un año que me lo propusiste… - Todavía puedo ver la expresión de preocupación en su rostro.

-Y llevamos casados desde ese momento – le sonrío – La boda es solamente una forma de hacerlo legal, Kate, yo no puedo sentirme más unido a ti.

Sus labios se curvan ahora unos milímetros hacia arriba.

-Yo tampoco – dice, recostándose sobre mi hombro.


Allan y yo estamos tumbados sobre el suelo del salón, construyendo castillos con bloques de diferentes colores, cuando escucho el llanto de Josie.

Kate baja con ella por las escaleras y Josie enseguida se calma, en cuanto ella le acuna un poco en sus brazos y acerca su cabeza a ella, dándole un beso en la frente.

-Mira quién viene con mami – le digo a Allan, que sigue concentrado tratando de hacer un castillo más alto que el mío.

-¡Josie! – dice él, sacudiendo su manita para saludar a su hermana.

Me encojo de hombros, mirando a Allan, viendo cómo sigue con el juego, entretenido, y me levanto, posicionándome al lado de Kate y nuestra pequeña hija.

Me inclino sobre ella, acariciando su pequeña mejilla con mi pulgar, observando cómo dirige sus ojos de Kate hacia mí.

-¿Crees que está bien? – le pregunto, señalando a Allan con la cabeza.

-Está jugando, Rick, no siempre va a estar pendiente de Josie.

-Lo sé, pero… no quiero que se sienta desplazado.

-¿Crees que se siente…?

-No, pero sí que requiere más…

-No quiero jugar solo – dice Allan, todavía tumbado en el suelo, poniéndose de morros.

-¿Atención? – me susurra Kate, terminando la frase que yo había empezado.

Hago un gesto afirmativo y cuando me dispongo a volver al suelo a jugar con nuestro hijo, ella me agarra del brazo.

-Espera, voy yo.

-Claro.

Me pasa a Josie a mis brazos, quien protesta un poco al principio por el cambio de posición, y porque seguramente estaba más cómoda con Kate, yo también lo estaría, pienso mientras la acuno con una sonrisa.

Me dirijo con ella al sofá, mientras Kate se sienta en el suelo y comienza a construir nuevos castillos con Allan, que parece bastante feliz ahora.

-Hey, hola Josie – le digo, cuando nos acomodamos en el sofá.

Ella me responde, dirigiendo su mirada hacia mí y haciendo un gracioso gesto con la boca. Y eso es suficiente para que mi sonrisa se ensanche sobre mi cara y todo el amor que siento por ella se haga todavía más potente en mi pecho.

Acaricio su cabeza, con cuidado de no hacerle daño, pasando mi mano por su pequeña mata de pelo, castaño claro, al igual que Allan. Observo sus pequeños párpados, sus ojos, que tienen un color verde claro aunque a veces parezcan azules, su nariz algo achatada, sus mofletes y sus pequeños labios junto a los que tiene esos pequeños y adorables hoyuelos. Es simplemente perfecta.

Kate dice que se parece a mí, y aunque en parte es cierto, yo no puedo dejar de verla como una mini-Kate. Y de lo que sí estoy seguro, es de que se parece a Allan. La misa nariz, los mismos hoyuelos, el mismo color de pelo…

Coloco mi mano sobre su pecho, dejando que ella la agarre y ponga sus pequeñas manos sobre mis dedos. Inclino mi cabeza y le doy un beso sobre la mejilla, haciendo que ella se revuelva y emita un pequeño sonido.

La observo con adoración, la pequeña joya que ha robado mi corazón por completo junto con Allan. Recuerdo cuando intentábamos elegir un nombre para ella. Yo pretendía llamarla Johanna, detalle que Kate agradeció enormemente, sin embargo finalmente nos decidimos por algo más personal para ella. Josie es perfecto.

Levanto mi cabeza hacia Kate y Allan, viendo cómo los dos ríen a carcajadas después de derribar sus castillos. Y no me puedo sentir más orgulloso de la familia que tengo.


Kate se mete en la cama, a mi lado, y tarda menos de un minuto en quitarme el libro que estoy leyendo en esos momentos, de las manos. Sin embargo no me quejo, ¿cómo hacerlo?

Lo deja sobre su mesita de noche, lejos de mi alcance, y se vuelve de nuevo hacia mí. Yo no puedo evitar sonreír y ella también lo hace, antes de acercarse más a mí. Pone su mano derecha sobre mi mejilla, mientras coloca la izquierda sobre mi hombro. Pero soy yo quien no puede esperar más y atrapo sus labios con los míos, introduciendo mi lengua en su boca después. Ambos disfrutamos del beso, sin dejar que la desesperación nos supere.

Pronto siento su mano izquierda colarse por debajo de mi camiseta y acariciar mi costado, lo que me hace llevar las mías hasta su cintura. Sin embargo, cuando estoy a punto tirar de la camiseta hacia arriba, ella me detiene y se mueve en la cama, llegando hasta el interruptor y apagando la luz.

-Kate…

Ella me besa, impidiéndome así decir nada, pero sé exactamente qué es lo que está pasando por su mente y no puedo permitir que piense así. Coloco mi mano sobre su hombro, empujándola suavemente hacia atrás.

Ella suspira y me mira curvando sus labios hacia un lado.

-Kate, déjame que te vea – le susurro. Esta vez sí que logro colar mi mano por debajo de su camiseta y comienzo a acariciar su suave piel.

-Rick, sabes que no estoy como antes, el embarazo…

-Estás preciosa.

-Sabes que no es así.

-El embarazo ha cambiado tu cuerpo, al igual que lo haría con Allan, pero volviste a recuperar tu figura, como lo estás haciendo ahora – le digo, poniéndome serio – Haces ejercicio cada día y, te aseguro, que tu cuerpo está perfecto así. No puedes parecerme más atractiva.

Finalmente consigo que sonría, incluso se ruboriza un poco.

-Y como vuelvas a decir una tontería al respecto…

-Vale, lo he pillado – dice ella, alzando los brazos.

-Bien, ahora enciende la luz y deja que te vea desnuda porque voy a hacerte eso que tanto te…

El ruido de la manilla de la puerta de nuestro dormitorio hace que pare de hablar, dirigiendo mi mirada hacia allí. Kate también se gira, y ambos vemos cómo Allan asoma su cabeza tras la puerta, entrando después a la habitación. Va descalzo mientras viste su pijama de buzo, ese que simula ser el traje de un astronauta y yo mismo le puse después de bañarlo apenas unas horas antes.

Kate se mueve hasta su lado, encendiendo la luz.

-Hay monstros en mi habitación – dice, con su dulce tono de voz.

-¿No han funcionado mis palabras mágicas? – le pregunto.

Él sacude su cabeza exageradamente de un lado a otro y después nos mira intercaladamente a Kate y a mí.

-¿Quieres que vaya y las digo otra vez?

-No se van a ir – dice, para después apretar los labios y poner una carita de pena a la que nadie podría resistirse.

-Entonces… si hay monstruos en tu dormitorio y no se van a ir, no puedes dormir allí – dice Kate – Tendremos que solucionarlo… ¿dónde podrías dormir? – pregunta, pensativa.

-Aquí con vosotros – dice él, alzando la voz, con una amplia sonrisa en su rostro.

Kate y yo nos miramos, sonriendo, y sin darnos tiempo a decir nada, Allan sube sobre la cama hasta donde estamos nosotros y le hacemos un hueco entre los dos.

Tanto Kate como yo nos tumbamos, sin importarnos que nos haya interrumpido, y los dos pasamos un brazo por encima de nuestro hijo, abrazándolo.

Allan se mantiene callado, así que espero a que suelte lo que sea que le inquieta. No puedo evitar sonreír cuando finalmente lo hace.

-También hay monstros en la habitación de Josie.

-¿Tú crees?

-Si, y tiene miedo - dice, totalmente convencido de lo que dice.

-¿Quieres que Josie duerma con nosotros?

-Si, todos juntos - No le veo, ya que la luz está apagada, pero por su tono de voz deduzco que ha puesto una sonrisa al decir esto último.

No sé si es una estrategia de Allan para no dormir solo o si de verdad cree que hay monstruos en su dormitorio, pero sea como sea, sé que la preocupación por su hermana es real y no puedo negarle eso. Enciendo la lámpara y veo cómo Kate me sonríe por encima del hombro de Allan, porque ella tampoco puede negarle nada, así que me levanto y voy en busca de nuestra hija.

Enciendo la luz cuando llego al dormitorio de Josie, y me acerco a la cuna. Al verla dormir plácidamente me da lástima cogerla en brazos, pero lo intento hacer despacio, de manera que no se despierte. Apenas se remueve un poco en mis brazos, haciendo de nuevo un gracioso gesto con la boca, pero continúa dormida.

Cuando regreso a nuestra habitación, Kate y Allan están sentados sobre la cama, y me miran, expectantes ante la llegada de Josie. Me acerco a ellos y la coloco entre Allan y Kate, pues sé que Kate será mucho más cuidadosa que yo, pues a mí me da miedo de aplastarla en mitad de la noche, y de esta otra manera, siempre puedo a abrazar a Allan contra mí, y asegurarme de que no le aplaste tampoco.

-Shh, está dormidita – susurra Kate a Allan, llevándose un dedo a los labios.

Allan asiente, sabiendo que no debe despertarla, y, antes de tumbarse a mi lado, se inclina sobre ella y le da un suave beso en la frente.

Kate y yo nos sonreímos, no pudiendo sentirnos más orgullosos de ellos, de ambos.

Nos tumbamos los cuatro juntos. Kate y yo abrazamos a nuestros hijos pasando una mano por encima de ambos, hasta llegar el uno al otro y abrazarnos nosotros también.

Cierro los ojos con una sonrisa instalada en mi cara, y es que no puedo sentirme más feliz. Cuando volví en busca de Kate, tenía esperanzas de volver a tener una posible relación con ella, pero jamás me esperé que algo así sucediese. Y saber que ahora los tengo a ellos, a los tres, y que ellos me tienen a mí, me hace sentirme el hombre más afortunado del mundo.

FIN