Disclaimer:
Los personajes de twilight no me pertenecen, solo los ocupo para total diversión ;)
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Yo soy un ser errático y por lo mismo mi relación con la poesía ha sido erótica. Literatura y erotismo son tiempo otorgado a la seducción. Lo importante, ya lo he escrito, no es terminar un libro, sino vivirlo, pulsarlo. El tiempo empleado en su elaboración, las caricias, la lentitud de las correcciones, la vibración en su relectura, constituyen la máxima expresión del caos. El hombre sueña desde el centro de la pasión, y el poeta sabe retardar la llegada a un centro de concentración y consumación. La literatura es cuerpo, carnalidad vuelta alma y espíritu.
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— ¡No la volverás a besar! Lo entiendes Bradley— ladró Edward, estaba realmente fuera de sí— aléjate de ella, no te pertenece, porque ella es mía— terminó a unos centímetros del rostro de Matt.
Tomé mi pecho como acto de protección, aquellas palabras eran suyas, de mi dominante, mi mente me estaba haciendo jugar una mala pasada o esto realmente estaba sucediendo.
Hice oídos sordos, en los que me perdí en mí y solo observé mi alrededor…
Había unos niños en el restaurante, miraban estáticos la escena, una señora los abrazaba protectoramente… leí los labios de ella que decían "que se detengan".
"¡Despierta tonta esto es real!"
— ¿Éste es el loco de los obsequios Isabella? —Escuché las palabras que eran escupidas con rencor de la boca de Matthew, seguía sin creer nada, seguía sentada en mi silla ahora sin mesa que al llegar Edward empujó tratando de alejar a Matt de mí—. ¡No piensas decir nada bella! —Escuché el reclamo de Matt, miré al mesero que se acercaba presuroso, y yo seguía escondida en mí.
—Cállate —apretó sus solapas siseando— a ella no le diriges la palabra, ni siquiera la mires Bradley —escuché a Edward, hice caso omiso y tapé mi cara con mis manos, no quería estar ahí, no quería que mi mente me reclamara por todos los años sufridos con Philip.
— ¡Caballeros les voy a pedir que se retiren! —Abrí los ojos cuando el mesero interfirió en la pelea.
¡Él podía verlos!
—Espera ¿tú puedes verlos? —Le pregunté a Albert, el mesero que hace un momento nos atendía, estaba junto a mí tomando mi mano en señal de apoyo, no me di cuenta cuando llegó hasta mi lado, el me miró perplejo, quizás creyó que había perdido mi batalla con la locura, no lo culpaba yo también lo creía, observé a toda la gente atenta de nuevo y noté cómo miraban sólo a Edward y a Matt no a mí.
"Edward existía y estaba aquí".
— ¡Suéltame Masen! Isabella no es nada tuyo, por qué no le preguntas qué somos ella y yo, tú aquí no encajas, eres el que sobra —la voz petulante de Matt se calló con un golpazo directo en su barbilla por parte de Edward.
Miré la espalda enfundada en un traje gris humo cómo se estiraba para agacharse y mirar a su contrincante, había tumbado a su rival y ahora ambos se veían con odio.
—No me alejaré —dijo Matthew en su rostro, hizo amago de levantarse, pero sin que nadie del restaurante lo esperara Edward de nuevo lo golpeó en el rostro.
Se escuchó el exclamar de todos mientras que los meseros hacían amago de intervenir, era notable que no querían acercarse al dominante.
Observé a Edward, aquel ser imponente existía, ahora no me cabía duda que estaba fuera de sí, sus ojos tenían un verde tan bello que podía ver sus pupilas dilatadas por la ira, miraba fijo a Matthew hecho furia en el piso con la sangre saliendo de su boca y entonces esos ojos esmeraldas me miraron.
"Corre".
—Por favor caballeros, les pedimos amablemente que se retiren, este restaurante no es un espectáculo de peleas.
Alejó su atención de mí con un bufido, fulminó al mesero con la mirada mientras éste retrocedía con temor.
— ¡Druce! —se escuchó el reclamo de Edward, apareció un hombre alto, rubio, que se notaba que era uno de sus guardaespaldas. Matt seguía tratando de levantarse, y yo por mi parte seguía hecha piedra tratando de entender en qué momento él se hizo real y en qué otro iba a empezar a correr por mi vida.
Será un actor pagado por alguien… pero siendo sincera quién se molestaría en montar tanto, pagar demasiado dinero para hacerme sufrir, miles de dólares en un cambio de imagen o rentar un auto único para llegar con él, sin mencionar sus gorilas que lo protegían en demás autos.
—Druce por favor encárgate de todo esto —lo observé mientras se agachaba y tomaba a Matt–. Esto no se queda aquí idiota…. —después dijo algo que no alcancé a escuchar.
Era tarde, demasiado tarde para correr cuando noté que sus ojos me clavaron en mi lugar y así comenzó a caminar hacia mí, sentí mi boca secar, la sangre abandonar mi cuerpo, reaccioné rápidamente y me fui entre la gente corriendo de él, salí por la zona de terraza y corrí del local.
Me fui corriendo como alma que me lleva al diablo. Ahora sí me importaba un comino mis zapatillas, tener un vestido entallado, o que la gente me viera, tenía que salir de esto y después preocuparme por pequeñeces.
Okay, era hora de ser franca, él era real, ahora lo sabía, todos lo veían, alguna vez Matt me dijo que lo más real es el dolor físico… ¿Qué tan real podía ser mi dominante si de un solo golpe tumbó a Matt y lo dejó atontado?
Seguía corriendo, decidí cruzar cuando escuché varias puertas de autos cerrarse apresuradas, al cruzar miré por el rabillo cómo Edward quitaba un guardaespaldas del coche. Genial, lo estúpida no lo dejaba ni por momentos así, tenía que adentrarme en Central Park, había corrido en línea recta sin atreverme a voltear atrás, necesitaba perderme entre los caminamientos y las zonas concurridas.
Temía a su mirada, sus ojos eran la promesa de algo, si Edward ahora era real, entonces yo le había jugado a la valiente con él.
Quién diría que Philip se había convertido en el menor de mis problemas al ver materializado a un dominante.
Pasé rodeando el lago Reservoir, había mucha gente, varias chicas me miraban porque mi ropa gritaba elegancia pura, tenía que concentrarme ¿qué debía hacer?, traspillé cuando unos niños corrieron alrededor de mis piernas jugando.
— ¡Niños cuidado! —Alcancé decir, subí mi mirada viéndolos ir mas allá pero entonces me topé con Edward, estaba algo lejos pero le bastó mi mirada en él para sentirme y levantar sus ojos topándose con los míos, genial Bella, era hora de hacer lo mejor que sabía.
Corrí, desviaba mis pasos entre las personas usándolas como obstáculo.
"Basta de correr Bella, piensa, sal de tus payasadas de ficción".
Me adentré en una vereda con más visitas de turistas, me metí entre los extranjeros todavía un poco más perdiéndolo de vista, me recargué en un árbol tratando de respirar con tranquilidad.
Piensa, piensa….piensa.
No podía salir corriendo a mi departamento, era el lugar donde menos estaba segura, tenía que pensar bien, con mente fría, dónde podía esconderme, ahora era cuando me lamentaba no tener amigos.
Sentí vibrar mi celular, tenía más de diez llamadas perdidas de un número desconocido, rechacé la llamada entrante y dio paso a otra, gracias a Dios era mi loca rubia.
—Hola, Bella, ¿cómo está la hermanita con más clase y estilo de Nueva York? —Escuché el cantar de Tanya, miré a mi alrededor, viendo entre los transeúntes si notaba aquel traje humo—. Por Dios quién lo diría, nunca pensé decir eso.
—Tan, estoy en problemas —susurré, recé para que me diera una solución— estoy atrapada en Central Park —noté que unos hombres uniformados aparecían.
—No me digas que te perdiste de nuevo….
—No Tan, escúchame…. —retrocedí entre los árboles— él apareció —dije desencajada viendo como un gorila ya venía directo haría mí.
"¡No por favor!"
— Bella no me espantes, ¿dónde estás? —Cerré los ojos recordando que ella trabajaba, me acerqué a una pareja y caminé con ellos sin que se percataran, tenía que huir.
— ¡Demonios! Sé que estas ocupada Tanya, pero no puedo…
— ¡Vamos eso es lo de menos! ¿Dónde estás? —Miré a mi alrededor, no tenía idea de en dónde estaba, jadeé cuando estaba a punto de caer, era como una presa siendo perseguida por un cazador— ¡Isabella habla por favor no me asustes!
—No sé, estoy aquí en Central Park, y él está aquí siguiéndome, justo ahora me están persiguiendo sus guardaespaldas, ¡no sé qué hacer! —Terminé de decir, la pareja me miró extraño cuando se percataron que estaba muy cerca de ellos, volteé hacia atrás y los simios me seguían.
—Okay… ¿dónde te veo?, estoy tomando mi coche justo ahora… —de nuevo miré hacia atrás notando que ellos comenzaban a llamar por teléfono, esto no estaba bien—. ¡Bella contesta!
— ¡Calla estoy pensando! es muy difícil pensar cuando te está siguiendo un loco posesivo, no lo sé Tanya estoy bloqueada.
— ¡Cómo demonios no sabes! ¿Cómo se supone que te ayudaré si ni siquiera sabes cómo?
—Shh, creo que estoy cerca de la Quinta Avenida, te veo en la lateral en frente del museo —susurré para que nadie escuchara, por fin ya correría a un punto fijo— ¿cuánto tiempo te tomará en llegar?
—Estoy en camino, algo cerca de Central Park, en unos minutos estaré por ahí, sino es que el tráfico hace de las suyas... de todos modos no estés en un lugar visible, te llamaré cuando casi llegue.
—Gracias Tanya, por favor sé rápida y furiosa —colgué.
Miré atrás y aún me seguían, no puse atención y comencé a correr pero mi sorpresa fue que en cuanto más corría más me acercaba a algo que no quería; ver a Edward caminando a mi encuentro con una impresionante tranquilidad me heló, su ceño estaba fruncido, tenía la expresión de estar tranquilo pero por dentro estaba ardiendo en rabia, me detuve en un cruce de caminos, la gente iba y venía en completa calma mientras él estaba a punto de alcanzarme, estaba acorralada, un escalofrió me corrió cuando apareció su sonrisa de lado en expresión de triunfo, sabía que me tenía atrapada.
Escuché la campana de una bicicleta, era una bici taxi que estaba a punto de atropellar, fue cuando mis sentidos se pusieron alertas e hice señas para que parara el hombre que manejaba la bicicleta, subí de inmediato sin importarme que se me viera algo por mi vestido.
— Por favor al museo de la Quinta Avenida —susurré al subir, el chico me miro confuso— ¡solo da a esa maldita bicicleta lo más rápido que den tus piernas! —Exclamé, vi la cara del chico palidecer pero funcionó, miré de nuevo para atrás viendo como aquel extraño ser corría decidido, se veía perplejo por mi huida, creo que yo también lo estaba, sonreí al darme cuenta que había escapado. Que le den.
"¡Como él te quiere dar a ti!"
Negué con la cabeza varias veces ante esa tontera que pasó por mi loca cabeza, maldita voz de mi conciencia que no se callaba.
— ¿Quiere ir al museo frente la Quinta Avenida? —me sacó de mí la voz del chico.
—Sí disculpa mis gritos, lo que pasa…. —mi personaje se salió del libro y ahora me quiere marcar como su territorio como neandertal— peleé con mi novio y no quiero hablar con él, era el hombre que me venía siguiendo —expliqué como niña confundida, ni yo sabía qué era lo que acababa de pasar.
—No se preocupe señorita, en este parque he vivido de todo y créame cuando le digo que se sorprendería lo que me ha tocado ver —. Comentó amablemente el chico, me sentía una bruja después de cómo le grité.
— De casualidad ¿no ves si nos está siguiendo? —Dije señalando el manubrio con espejos laterales.
—No, él dejó de hacerlo después de darse cuenta que estábamos lejos —suspiré de alivio con eso, estuvo cerca, demasiado cerca.
Lo sé, tenía que enfrentarlo, pero aún no. ¡Vamos! Yo sabía cómo pensaba, también el rango de posesividad que sostenía conmigo y lo que pasaba por su cabeza cada vez que según mi libro me tenía cerca.
En conclusión, era mejor tener a Edward Masen lejos como sea posible hasta que me haga la idea de perder la virginidad. Ni siquiera entendía cómo me salvé esta mañana de sus manos, en la noche al igual estuve cerca, dormí en ropa interior en sus brazos, sentía aun sus manos en mi espalda mientras me consolaba, ahora entiendo esa calidez tan realista que sentía en la fría noche, debía dar gracias al instinto cobarde que tenía, hacía que me escabullera de una manera que ni yo misma me creo lo que he hecho para no estar frente a frente y a solas con Edward.
"Dios era real, ángel por favor cuídame y M.B. por favor llévatelo."
Entonces todo tuvo sentido, M.B.
—Llegamos, estamos frente al museo —miré entre los árboles viendo el museo de la ciudad de Nueva York, sonreí de nuevo al joven, busqué algo de cambio en mi bolsillo y se lo di.
No esperé a ver cómo se marchaba, me quité de la vista de todo mortal y me oculté entre los árboles cerca de la Avenida, escuchaba mi respiración agitada, era extraño ya que yo no venía conduciendo la bici taxi.
Esperé unos minutos donde mi corazón se detuvo cuando vibró mi celular.
—Tanya, donde….
—… ¿Dónde estás Isabella? —Escuché la enfurecida voz de Edward —. Mi paciencia se fue al demonio… ¡Escucha, si no me dices en dónde estás esto se acabó! No sabes…
—Exacto —interrumpí, mi voz temblaba, respiré y tomé valor— ¡quiero que esto se acabe! ya no quiero verte Edward —terminé de decir, hubo un silencio en el que pensé que la línea se había cortado, escuché su resoplido.
—Perfecto, pero se te olvido un detalle… eso yo lo decido —escuché cómo unos hombres hablaban— ya te tengo —colgó.
Miré mi celular tratando de descifrar qué demonios había pasado, vi que la pantalla volvió a prender y esta vez era Tanya. Un escalofrió me recorrió entera, tenía que salir de Central Park ¡ya!
—Tanya, estoy aquí sobre la Avenida —miré a mi alrededor pero no había ningún rastro.
—Estoy por pasar por el museo, sal a la vista, no puedo parar, tenemos minutos para que yo pare y tú subas, intenta cruzar la Avenida… —salí de mi escondite, miré el pasar de los coches y vi que Tanya se acercaba, estaba por esperar que la señal de peatones se activara pero entonces me quede helada.
Él venía justo detrás de Tanya, todo su sequito de autos la seguían de cerca.
Quise sacar el celular pero el semáforo dio rojo, observé como se abrían las puertas del coche deportivo de Edward y era hora de actuar, crucé la calle directo hacia el coche de Tanya.
— ¡Bella!, estás loca, porque vienes… ¡eres un loco, déjala en paz!
—Tanya acelera —, alcancé a gritar cerrando la puerta desesperada, seguida por Edward tratando de detenerme, escuché el rechinar de las llantas del carro de mi hermana, mientras que sus gritos seguían insultando después del golpe que mi dominante dio con sus manos a mi puerta.
—Acelera Tanya, él viene cerca —dije con voz temblorosa, no quería mirar atrás.
—Demonios Bella, es él, es justo como lo escribiste, ¿cómo pudo pasar esto? —Empezó a preguntar histérica, al menos no era la única loca— no puedo creerlo.
—Ya pasé por eso, no sé qué hacer, él me está intimidando.
El auto de mi hermana dio vuelta derrapando, vi como los de la acera nos miraban.
—Cálmate Tanya, sé que debemos ir rápido…
— ¡Dices que me calme! ya viste el espejo retrovisor —miré por la ventanilla quedando estática— tenemos que enfrentarlo Bella, pero hay que pensar, aún no me la creo de quién estamos huyendo, ¿qué le vas a decir?
—No lo sé Tan, no me pongas nerviosa…
—Ya sé, que tal si intentas, Edward porque no te vas por donde te metiste, en mi libro para ser exacta… ¡No Isabella piensa! en cuestión de segundos ese hombre y sus gorilas nos alcanzarán, tienes que pensar. Estamos huyendo de algo tan estúpido…
—Lo sé, pero no creas que no lo he pensado todos estos días, me he barajeado el hecho de que estoy loca, que sólo yo lo veía y ahora resulta que es tan real que golpeó a Matt.
— ¡Oh por Dios! ¿Crees que alguien le pagó para que se hiciera pasar por él, ósea que todo esto sea actuado? —preguntó, me alegraba saber que ella pensaba como yo. Reí irónica y la miré preocupada.
— ¿Quién gastaría miles de dólares para hacerme pasar un mal rato?
—Cierto, sería mucha molestia; Matt qué dijo… Demonios —un semáforo en rojo nos frenó frente una gran Avenida transitada, amábamos nuestra vida— no podemos pasar, aquí vienen, qué vamos hacer.
—No lo sé… —agarré mi cabello, vi cómo paraban detrás de nosotros y sus hombres se bajaban.
—Ya sé actúa normal, me refiero a que no sabemos que tú lo escribiste, a ver hasta dónde llega toda esta mentira.
Mi hermana está tan desorbitada e histérica como yo, pensaba rápido pero el golpe en mi ventanilla me desconcentró, miré cómo Edward parecía un demonio, su hermoso rostro estaba desencajado por la ira contenida, volteé hacia enfrente viendo si Tanya podía escapar pero los guardaespaldas se habían puesto frente al auto evitando que escapemos.
— ¿Qué hago?... Esto no me gusta —susurré.
—Hay que hablar —dijo Tanya bajando el vidrio lateral y con él bajó mi alma.
Un escalofrió me recorrió entera cuando lo miré e hice frente a su rostro, sus fosas nasales se dilataban cada vez que resoplaba.
Ay dios, en que me metí.
— ¡Baja ahora! —. Demandó Edward, en cuanto la ventana quedó abierta, estaba tratando de abrir la puerta pero Tanya la tenía cerrada— abre ahora.
—Alto ahí hombre, ella no ira a ningún lado —escuché reclamar a Tanya, parecía que había vuelto en sí. Me quedé estática dejando que ella intercediera por mí, como los viejos tiempos con Philip.
—Tú no te metas —exclamó sin siquiera verla.
—Me meto porque es mi hermana y tú no le harás nada Edward Masen —la miró por primera vez, frunció su ceño— déjala en paz, por qué no piensas en ella, queremos pasar un día juntas sin que tú lo eches a perder —. No contestó, miré hacia él, frente a frente por primera vez sin correr como desquiciada, era hermoso, su cara parecía tallada, su perfecta barbilla parecía cincelada, y sus ojos eran tan verdes como unas joyas, pero había algo en ellos tan oscuro como su aura dominante que desprendía.
—Por qué no me dijiste que tenías hermana —preguntó consternado, me quedé hecha piedra, en mi libro la protagonista no tenía una hermana pero yo sí, por Dios esta era la vida, estaba escrito pero esta era mi realidad — ¿o es que esta chica está mintiendo para arrancarte de mí? —aquello me dolió, si había algo que amaba era a mi hermana.
—Si no te dije es porque no quiero que la lastimes, por favor déjanos ir, queremos estar juntas Edward, por qué están difícil de entender —susurré, vi como su expresión cambiaba, me miraba como tratando de leerme, supongo que quería ver si estaba mintiendo, pero por Dios que nunca había sido tan franca como ahora.
—Las acompañaré al departamento —cedió, miró a Tanya y dedicó una bella sonrisa que quizás en otras circunstancias me hubiera hechizado— hablaremos los tres, quisiera aclarar esto con usted…
—Tanya Swan —se presentó mi hermana, no la veía pero juraba escuchar la baba.
—Tanya, ¿te parece si vamos al departamento de Bella? —Ella asintió lentamente, reparé la vista en él percatándome que no dejaba de observarme— no intentes jugar conmigo Isabella, las seguiremos de cerca, hoy tú y yo aclararemos todo —. Y con eso se alejó, hizo una seña a sus acompañantes y lo siguieron, adentro del auto había un silencio sepulcral entre mi hermana y yo que no podíamos creer.
Subí la ventanilla aún estática, tenía todos mis sentimientos acumulados. ¿Y ahora qué?
—Entonces…. ¿Haremos lo que él nos dijo? —preguntó Tanya encendiendo el coche.
— ¿Alguna sugerencia?
—La verdad tengo la impresión que si no hacemos lo que nos dijo nos irá mal a las dos, qué piensas hacer.
—No lo sé, sabes quiero salir de esto, hacer frente, estoy cansada de huir, sé que tenemos que investigar —dije fastidiada, ella miró el espejo retrovisor, los autos esperaban a que nosotras arranquemos, prendió el automóvil y comenzó andar.
—Sabes, veo que estamos sacando algo nuevo de todo esto —. La mire perpleja, qué demonios le pasaba— yo me entiendo sola, te comprendo, debemos ver que pasó, supongamos que algo mágico existe que fue lo que lo trajo a la vida… aun así hay que evocarnos a la realidad, ¿quién lo contrató y qué es lo que quiere?
Tenía razón, cómo era posible que él estuviera vivo, vamos la magia no existe, me sentía extraña a pesar de estar nerviosa, la sensación de que podía enfrentarlo me invadía, sabía cómo era mi dominante, lo había escrito, todo estaba en ponerle una trampa a este hombre para que cayera, pero ¿cómo?
Miré a Tanya, ella estaba debatiendo su propia batalla mental, se mordía el labio y apretaba el volante con fuerza, la conocía tanto que sabía de antemano lo preocupada que estaba por mí.
—Tan, yo lo escribí —dije insegura.
—Eso ya lo sé… —respondió seria— la pregunta es, de dónde demonios salió él —negué lentamente.
—No me entiendes, le pondré una trampa, este hombre tiene que caer, no debe saber los detalles de Edward ficticio.
La vi pensar, dio otra vuelta y estábamos a unas cuadras.
—Okay, me parece muy bien, ¿alguna sugerencia? vamos Bellita ya estamos por llegar, así que habla.
Suspiré, aquí iba la tontería de mi libro y de mi vida, sabía que iba morir ahora en manos de Tanya por esto.
—Recuerdas que uno de los puntos de un dominante perfecto era un tatuaje en su espalda.
—La marca claro —dijo sonriendo.
—Okay, no te enojes, pero mi dominante tiene un gran Bugs Bunny en su espalda —susurré apenada.
— ¡Te atreviste a pintarle un conejo a tu dominante! Pero, ¡qué demonios te pasaba por la cabeza! te dije cobras, dragones, no tonterías, darás a entender que es marica.
Como lo había pensado, herí su ego de domitrix.
—Tanya concéntrate, quién sería lo suficientemente estúpido como para tatuarse todo un bugs bunny en su espalda sólo para hacer este papel —la interrumpí, se quedó en blanco justo aparcando frente el edificio.
—Tienes razón, tenemos segundos, veré cómo puedo hacer para ver su espalda, tú actúa normal.
—A ti no se te ocurra irte y dejarme sola Tanya por favor —señalé, ambas estábamos frías, veíamos el espejo retrovisor, todas las puertas de los autos se abrían, pero sólo estaba al pendiente del hombre con más poder.
— ¡Rayos! esto será algo que le contaré a mis nietos, tenlo por seguro —añadió mi loca rubia saliendo del carro.
Suspiré uno, dos y tres veces y salí yo también, aquí vamos. Bajé con la cabeza gacha, encontraba más interesante la acera de frente a mi edificio; unos zapatos elegantes taparon mi visión y el toque de su mano en mi antebrazo se estaba haciendo familiar en mí.
— ¿Subimos? —susurró, no lo miré, me dolía, tenía que sacarlo de esto—. Mírame Isabella —pidió, observé esos ojos enigmáticos que me estudiaban—. Ya basta de juegos, no te cierres.
Se escuchó el carraspear de Tanya, traté de zafarme para caminar pero sólo conseguí que Edward me tomara de la mano así entrando los tres como la gran familia que éramos, nótese el sarcasmo.
—Buenas tardes Señor Edward —saludó el traicionero de mi conserje, lo miré feo junto con Tanya cuando los tres subíamos, Edward sólo lo saludó con un asentimiento de cabeza. Los tres subimos en silencio al elevador, miraba su brazo de reojo, quién demonios era él.
—Llegamos, espero que Bradley haya dado una vuelta —dijo en el pasillo, miré a mi hermana a los ojos pero ella aún estaba perpleja— ¿no vas abrir? —preguntó en tono enojado, realmente le afectaba mi vecino, salí de mi transe y busqué las llaves, pero recordé que se las había quedado Matt.
—No las tengo —dije apenada, busqué a mi hermana pidiendo ayuda.
—Quizás las dejaste en mi coche —repuso rápido—, ¿por qué no bajamos? —creo que no era la única que quería prolongar la famosa charla, parecíamos dos crías queriendo escapar del regaño.
—No están ahí, se las quedó Bradley —interfirió él con enojo—. Cuando te fuiste vi como tomó tus cosas —añadió, demonios, tanto así me había asustado que corrí directo a Central Park, olvidé mi bolso y sólo cargué mi valioso celular—, por suerte aquí tengo las mías — ¿Qué? Era así como él se metía… vi su espalda cuando abría, mientras que Tanya me hacía amago de hablar sin decir nada, sólo leía su boca que hacía movimientos exagerados.
— ¿Cómo las tiene?
— ¡No lo sé! —respondí imitándola
—Adelante las dos —nos interrumpió pero por desgracia alcanzó a ver parte de nuestra pantomima, quedamos hechas piedra ante su mirada, entramos algo resignadas y una vez que cerró la puerta empezó la letanía.
—Me da gusto conocerte Tanya, pero no quiero que interfieras nuestra relación — ¿Qué?
— Espera ¿qué dices? Tú y yo no tenemos ninguna relación y ella es mi hermana, aquí tú eres el que sobra…—exploté, lo siento con la rubia nadie se metía—. Vete Edward.
—No me iré, es culpa tuya no decirme que tienes una hermana —me miró entera, sus ojos tenían el poder de hacerme callar— pero si quieres que ella esté al tanto de nosotros no tengo problema —miró a Tanya y me dejó atrás, se sentó en la sala, bueno lo que se supone que era mi sala, acomodó su saco y cruzó su pierna de forma elegante, peinó su cabello con una mano dejándolo peor de desordenado pero con eso lo hizo verse perfecto, y aquí nos tenía a mi hermana y a mi babeando desde la distancia analizando cada uno de sus movimientos.
—Tengo la idea de que Bella no está segura en este lugar, le he dicho que quiero que se mude conmigo, no tiene necesidad de vivir así teniéndome a mí—. Me miró, ¿cuándo lo dijo? vamos si lo dijo, pero venía en una hoja medio escribir—, y también esta Bradley que me dejó claro que no te dejará, en una hora vendrá mi gente por tus cosas.
Y sentí que algo se rompió en mí, esto no estaba nada bien, me sentía enojada.
— ¡Estás loco, quién te da derecho! —Grité, se estaba saliendo de control, tomé mi cabello porque estaba pasando otra vez, pero ahora él me quería controlar, tanto que me costó salir de mi casa—, de ninguna manera primero muerta me sacas de aquí, me escuchas.
— ¡No puedes cuidar de ti Isabella! siempre estás en problemas, no te das cuenta cómo vives —recorrió con su dedo todo mi departamento y ahí iba yo a seguirlo con la mirada, quería llorar pero no era momento, no me iba a sacar de mi departamento porque él sólo fingía—, siempre estás distraída, tanto que no sabes que tu estúpido vecino te tiene ganas, que se quedó con tus llaves y puede entrar en cualquier momento—. Terminó de decir con su gruesa voz, no le hacía falta gritar para escucharse, pero yo tampoco.
—No me saldré de aquí —reafirmé, miré a Tanya que sólo me veía perpleja.
—Y yo te dije que me importa un comino lo que quieras, te vendrás conmigo—. Dijo parándose de su asiento encarándome, ahora sí que estaba molesto.
Que me llamen masoquista y terca pero ahí iba.
—Te dije que no —susurré— no me saldré de aquí, hazle como quieras pero no me sacarás.
—No tengo tiempo para tus juegos Bella, has fingido demencia hacia a mí estos días, me has rechazado, has huido de mí como si no me conocieras, estoy tan cansado de jugar que ya no tengo nada de paciencia, las cosas se hacen como yo diga.
—Perdón por meterme —al fin había encontrado la voz Tanya, caminó a mi lado y me tomó del hombro, eso en parte me ayudó—, pero no tengo la menor idea de quién eres tú, Isabella no me había contado nada, no dejaré que le hables así a mi hermana, mucho menos que te la lleves—. Si había alguien que podía golpear a Edward sería mi hermana, se veía roja de coraje, no es para menos los arranques neandertales de este supuesto dominante hacían enojar.
—Eso no es asunto mío, tu hermana tampoco me dijo de tu existencia, pero no debes de interferir en nosotros —señaló acercándose.
—No hay nosotros —dije seria.
—Lo hay, demonios lo hay, por qué te cuesta creerlo—. Señaló enojado golpeando la pared, se giró en su radio tratando de tranquilizarse lo cual aproveché para decirle a Tanya "tatuaje" con señas, ella sólo miró de nuevo a él pensando, por favor, Dios de la inspiración ilumina a mi hermana—. ¿Por qué haces esto Isabella? —Lo miré con aquella pregunta— ¿por qué te aferras a que estemos separados? ¿Por qué te cierras? —Preguntó triste, miré sus ojos, parecían dos gemas resplandecientes, mostraban realismo, autenticad, sufrimiento— ¿Quién es Philip? —terminó de decir pero se concentró en mi hermana.
Abrí mis ojos desmesuradamente, él no tenía que saber eso.
—No Tanya —dije bajo.
Ella solo asintió.
— ¡A ver chicos calmémonos! Edward es verdad que Bella no me habló de ti, pero lo cierto es que casi no nos vemos y ella es una chica reservada, ni siquiera conozco a su vecino, ese tal Matt del que hablas —mintió, atravesó el departamento hasta donde estaba mi querida M.B.— empezamos mal pero si quieres algo serio con mi hermana no es el modo de tratarla.
Vi cómo se destensaba, suspiró pero a pesar de eso no dejaba de verme, ¡demonios! me sentía clavada al piso con su sólo mirar.
—Me parece bien —por fin dijo mientras se gira para encarar a mi hermana— sé que no fue la mejor presentación para mi cuñada —hizo un amago de sonrisa que dejó estática a mi hermana, el que él fuera un adonis no ayudaba para nada a la mente de Tanya.
—Bueno, no estemos enojados, calma, por qué no voy por un poco vino mientras me cuentas más sobre ti y nos conocemos como familia que somos y vamos viendo los planes que tienes para Bella —dijo sonriente, eso rompió la tensión por completo del lugar, pero aun así el supuesto Edward no bajaba la guardia—. Bellita, ¿dónde dejaste el vino que compramos anteriormente? —Esperaba por su bien que tuviera un buen plan—, también necesito las copas —dijo señalando mi despensa.
Me paré con ella y caminé la poca distancia a la cocina.
— Tiras, vino, camisa —dijo en un susurro cuando nos acercamos para alcanzar unas copas que le había robado a mi madre cuando me vine—. Tiras, vino, camisa —volvió a repetir, asentí, había captado el mensaje, pero ¿cómo lo hacía?— Gracias Bellita, si quieres yo lo sirvo, demonios no puedo abrir la botella esta dura. ¡Disculpa Edward! —terminó de decir Tanya tratando de destaparla.
Vi venir a mi delirio hacia nosotras, sonrió de lado mientras tendía las manos a mi hermana que seguía forcejeando.
—Déjamelo a mí —susurró acercándose lo suficiente a mi desquiciada hermana, este hombre con lo sexy que es, alguien debe de advertirle lo peligroso que es tener a Tanya cerca.
Estaba sumamente nerviosa, pero estudiaba literatura, está de más decir que puedo relatar con exactitud cada acontecimiento de mi vida, y más las que la definen.
Observé la escena detenidamente, fueron segundos largos, ver cómo Tanya destapaba la botella derramando cada gota de vino tinto en su lindo y elegante traje sin parecer que fue a propósito, nótese el sarcasmo, se aseguró de manchar la camisa y pantalón, estaba tan ido él que no se percató que lo observaba, miró su vestimenta ahora color tinto y levantó su mirada hacia a mí, estaba molesto pero no furioso, volteó hacia Tanya sin creer lo que había pasado.
—Lo siento, soy una tonta —se escuchó el falso recitar de mi hermana, daba gracias a Dios que el cuento de Pinocho no era verdad sino su nariz crecería y atravesaría hasta el departamento de Matt—. Demonios, quítate la chaqueta antes de que traspase.
Miraba su ropa con asombro, era tonto que se cambiara en la cocina, quiso retirarse pero la mano de mi hermana en su brazo lo frenó.
—Mejor quítate el saco y la camisa aquí a ver si consigo quitar algo —él dudó unos segundos, mi boca se secó cuando se quitó su saco.
Di un paso hacia atrás, quería mirar hacia al otro lado de mi departamento mientras que mi hermana descubría sola la verdad del dichoso tatuaje.
Realmente me estaba engañando.
Me iba a doler en lo profundo de mi corazón descubrir que Edward era un actor bien pagado, sé que este hecho era más que una fantasía, pero qué mejor que una ilusión que te hiciera volar que agarrarse a una horrible realidad, siendo sincera había sido divertido mientras duró.
Suspiré profundamente sin querer, enfoqué mi vista centrándome en su sonrisa torcida, sin querer no había apartado mi vista y él ahora quitaba su camisa, pasó su afilada lengua por el borde de su carnoso labio inferior y yo tragué grueso.
—Aquí está —escuché decir mientras le entregaba las prendas a Tanya— ¿quieres acompañarme al cuarto? —me preguntó sonriente, no estaba para decir que sí o no, mi cerebro se encontraba desconectado de mi cuerpo y estaba en el suyo, uno muy bien esculpido.
Miré a mi hermana y ella estaba para sacar una foto, este hombre no sabía lo que acababa de hacer, estaba a nada a que una dominatriz se le lanzara encima.
—Creo que mejor me quedo con mi hermana a limpiar —dije titubeando, me acerqué a la rubia lo más rápido que pude, sin quitar la mirada en el gran tatuaje en su espalda con la forma de Bugs Bunny.
—Fiuuuuuu! Lindo tatuaje —alabó Tanya silbando, la miré desencajada, que se diera por muerta— ¿qué significa?
Lo vi sonreír, observando su espalda, me miró a mí.
—Quizás lo más puro de mi infancia —y con eso se metió a mi habitación.
— ¡Qué demonios te sucede! ¿Estás loca? —susurré exaltada.
—Tiene el tatuaje, ahí lo tienes y uno muy real —dijo tomando la ropa de Edward para llevarla a la lavadora—. No sé qué demonios está pasando aquí —susurró para sí tomando las copas vacías de la barra.
— ¡Te das cuenta que echaste a perder un traje! —miré la marca en la etiqueta del saco— y uno caro, ¿no se supone que yo le iba lanzar el vino?
— ¡No sabía si me habías escuchado! entré en pánico, no se me ocurrió otra cosa— me miró enojada—, eso es lo de menos Bella, él tiene el tatuaje ¡despierta! no sabemos quién es él.
Me quedé muda, tenía el tatuaje, estaba ahí, corrí a la habitación enseguida sin pensar en las consecuencias, entré sin tocar y encontré a Edward sólo en bóxer.
Su ropa interior se pegaba como una segunda piel dejando expuesta su anatomía, no del todo pero me hacía una idea, miré sus ojos dándome cuenta que me había entretenido viendo abajo más de la cuenta, mi rostro lo sentía arder como el fuego impreso en sus ojos verdes.
—Pensé que no querías acompañarme —escuché su voz cargada de deseo.
No me dijo nada más, no necesito decirme "ven aquí" era algo hipnótico, algo que me sugería que siguiera a tal punto de estar peligrosamente cerca de él.
Tomó mis hombros y los masajeó lentamente, no tenía miedo, era como si ahí perteneciera.
—Aquí está tu hermana —recordó, se alejó un poco para ver mis ojos que todavía estaban enfocados en él, me sentía atraída a la luz cual bicho— sé que algo extraño pasa entre ustedes dos, por Dios Bella, sé que toda tu eres extraña, pero quiero que me digas ¿qué es? —susurró en el tope de mi cabeza, bajó su barbilla y depositó un beso sin abrazarme, únicamente me masajeaba los brazos.
Estaba estática, aspiré su aroma, quería respuestas, las tendría.
Tomé su rostro con ambas manos y lo miré fijamente, parecía sorprendido por tan simple gesto.
—Quiero la verdad, ¿quién eres? —Pregunté suplicante, tomó mis manos frunciendo su ceño— no… es enserio, ¿quién te pagó para hacer esto por mí? ¿Quién eres Edward? ¿De dónde saliste? —pregunté con el corazón, quería que me viera, que viera el daño que estaba por causar siguiendo con su farsa.
—Soy Edward Masen, el mismo hombre que conociste hace poco, el que quizás te vuelva loca —tomó mi rostro con fuerza— pero te prefiero loca por mí —traté de alejarme, solté su rostro y di un paso atrás— no, no te voy a soltar, te voy a cuidar Isabella, estoy aquí, nadie me mandó, estoy en el lugar donde pertenezco, te salvaré y lucharé y no me importa que sea contra ti misma.
Perdón por la tardanza, ya saben mi maldición que tengo con Fanfiction, pero saben que aún estoy aquí, no quiero dejar la historia hasta que haya un fin, pero la vida me reclama en ratos para que pueda atenderla y no puedo escribir como quisiera :D
Mil gracias por la espera, por el apoyo, y por estar conmigo.
Moon Midnight