Desperté y miré mi reloj, todavía era muy temprano, pero no pude volver a dormirme. Era un sábado, todo el día. Me levanté de la cama y abrí la puerta. Ignoré los ruidos provenientes de la cocina y fui al baño.
Salí y me dirigí al living. Mi hermano se encontraba semi-desnudo cubierto por una manta que usábamos para cubrir el sillón. Miré a mi alrededor y me encontré a una chica vistiéndose.
-Eh, hola –dije mientras caminaba a la cocina. Me serví un vaso de jugo de naranja y volteé. La chica se quedó observándome. Estaba a semi vestir, descalza. Me sonaba su rostro, creo que la conocía. -¿Nos conocemos?
-No, no… -su pelo azul estaba alborotado. -¡Ah sí! Tú me diste direcciones… ¿cómo era tu nombre? –preguntó.
-Link –respondí.
-Yo soy Laeti… -nos quedamos en silencio.
-¿Mi hermano lo hizo bien? –pregunté. Me miró, avergonzada. Terminó de vestirse y se puso los tacones. Se arregló su cabello y suspiró.
-Estuvo… bien, creo. No me acuerdo de mucho. –Se acercó a mí y agarró la garra de jugo. -¿Te gustó la fiesta?
-No son mi estilo, pero acompañé a mi novia.
-Ah…así que tienes novia –levantó una ceja y me sonrió.
-Sí, se llama Lena.
-Espera… ¿es una chica de cabellos castaños?
-La mayoría de la gente tiene ese color de pelo –tomé un sorbo.
-Uhm… -pensó. -¿Tiene ojos turquesas y un tatuaje en el hombro?
-Sep, es esa. –asentí. -¿Quién eres tú?
-Fui compañera suya en la primaria y una parte de la secundaría…Ah, ya me la acuerdo, era una chica rara, ¿cómo consiguió un chico tan lindo?
-Eh, gracias. –tomé otro sorbo y la miré, estaba sonriendo y se acercaba peligrosamente a mí.
-Me tengo que ir –dijo. Me pasó un dedo por el pecho. –Podemos vernos en algún momento, Link.
-Sí, claro Lore –respondí.
-Me gusta eso…
-¿Qué?
-Que me llames como otra persona, así es como más… travieso –al decir aquello me besó la mejilla y se fue. Esa chica estaba mal, la mayoría se enojaría si le olvidan o se equivocan de nombre.
Terminé mi bebida y miré a mi dormido hermano. Me le acerqué, me arrodillé y le soplé el oído. Él abrió de a poco los ojos y se quedó confundido.
-¿Qué te sucede?
-Uhm… -asentí. –Te acostaste con una mujer
-¿Qué? –se levantó de a poco con los ojos semi cerrados. –Espera… ¿¡Qué!?
-Tu sexualidad está es juego….
-¿En juego qué? Armin, soy bisexual.
-¿QUEEEEEEEEEEEE? –caí al suelo y él me miró divertido.-¿E-En serio?
-¿Qué tiene de malo?
-Significa que miras a las mujeres igual que los varones…
-Eh, sí. –se sentó y miró su pecho. –Estoy desnudo.
-Sí, sí, la chica acaba de irse por la puerta –seguía procesando aquello. Alexy se paró y se encerró en el baño. Él era bisexual… es decir, le gustaba las mujeres y los varones… ¿estaba bien, no? Que chocante, primero me dijo que le gustaban con más pelos y luego… bueno, está bien, ¡ESTA BIEN, ARMIN! Él es tu hermano y si les gusta hasta los perros, está b-i-e-n.
-¿Qué tal? –se escuchó la cadena del baño y mi hermano salió.
-¿Qué tal, qué?
-La fiesta, te dejé solo cuando mandé a Lysandro… todo ese asunto de la pelea, era TÚ asunto.
-Oh, sí, gracias hermano. Me dieron un lindo golpe y la fiesta, espectacular, me encantó el callejón de al lado. –levantó una ceja. –Era sarcasmo. ¿Por qué esa chica?
-No me acuerdo, me pareció sexy así que… estaba borracho, ¿sí?
-Todo perdonado. –sonreí sarcásticamente y él se rascó la espalda
-¿Queda jugo?
-Sí, te dejé. –me levanté del suelo, fui hasta mi cuarto y me vestí (seguía en piyama).
Me apetecía salir a pasear un poco. Miré el reloj, ya eran las nueve y media de la mañana. Fui hasta el centro y entré a una tienda de comics. Cuando tenía alrededor de los trece, intenté seguir leerlos, pero nunca me atrajeron lo suficiente, aunque hasta hoy en día me quedo leyendo.
Salí luego de algunas horas, fui hasta KFC y pedí un balde de alitas con salsa barbacoa y unas papas. Aunque no parezca, soy de comer chatarra en grandes cantidades, soy como un barril sin fondo. Me senté en una mesa y comenzó a sonar mi ringtong.
-¿Hola? –contesté.
-¡Armin! Soy Lena, quería saber en qué andabas…
-Eh, nada aquí, comiendo pollo.
-¿Pollo? –preguntó.
-Sí, pollo color marrón oscuro.
-Qué rico.
-¿Quieres venir?
-¿Dónde?
-Cerca, cerca, en el centro… KFC es dónde estoy
-Ah, sí, sí. Voy en menos de lo que canta tu pollo.
-Sería medio raro que el pollo cantara.
-Rico, rico… -rió. –Ya estoy saliendo.
-Adiós. –corté.
Dejé de comer para esperar a Lena, aunque no pude evitar "picotear" las papas fritas. Mi asiento estaba ágilmente ubicado con la ventana que estaba al lado de la puerta. Pasaron aproximadamente veinte minutos y pude distinguir a Lena en la puerta. Se acercó a mí, estaba vestida con un short que llegaba más arriba de sus muslos con unas medias rejilla, una remera sin mangas suelta que dejaba ver, a los costados, su corpiño negro. El pelo lo tenía suelto
-Hola –dijo, se sentó a mi lado y me besó. -¿Todo bien? ¿Qué comes?
-Uhm… -miré dentro del balde. –Pollo.
-Interesante, iré a pedir.
-Te espero aquí.
-Eso espero. –sonrió.
Giré disimuladamente el rostro para ver como Lena pedía la comida y la esperaba. A mi alrededor había gente de toda clase: viejos, jóvenes, asiáticos, etc. Etc.
-¿Mirabas algo es particular? –se sentó a mi lado con un gran balde de muslos y una papas. –No te preocupes, la bebida es light, es que estoy a dieta. –la miré divertido. Parecia una broma: la flaca que tengo adelante mio come más que dos personas juntas… o más.
-¿Ese no es un balde para cuatro personas? –asomé mi cabeza para ver el interior del balde de cartón.
-Eso dicen –se encogió de hombros. –Soy de buen comer. Bon apettite.
Agarró una servilleta y sacó, del interior del balde, un muslo. Comenzó a comerlo. La imité, pero en cambio había pedido "patitas" asi que me era más fácil comerlo. En ese momento de silencio disfrutando la comida, suena mi teléfono. Tragué rápido y miré la pantalla: nada más y nada menos que el pelirojo. Miré a Lena y ella asintió.
-¿Aló?
-Armin, ¿dónde estás? ¡Debo contarte algo! Me muero y debo decírtelo.
-¿Ahora?
-Cuanto más rápido mejor, creo que me sigue la muerte –se escuchó risas del parte del pelirojo.
-Estoy en el KFC… con Lena.
-Ah… así que estoy interrumpiendo su cita –no contesté. –voy enseguida. –contó.
Suspiré, no se podía hacerle nada a Castiel: cuando algo tenía que hacerse, se hacía.
-¿Qué pasó? –preguntó Lena, luego de tragar.
-No sé. –la miré. Sus ojos turquesas…. Las palabras de esa tal Laeti resonaron en mi cabeza ¿fueron compañeras del primario? Lena siempre tuvo problemas en la escuela, me había contado. –Una consulta. –me miró seria mientras tomaba un poco de su coca-cola. Tome aire y "escupí" aquellas palabras -¿Conoces a Laeti?
Se atragantó con su bebida y comenzó a toser.
-¿Dónde escuchaste ese nombre? –me miró preocupada, con un poco de temor en los ojos -¿Está aquí? –comenzó a buscar a la peliazul con sus ojos.
-No, no. –suspiró y volteó a verme. –Estaba en mi casa, se acostó con mi hermano.
-¡¿Sabe dónde vives?! –Se paró de su silla. -¡Te me mudas enseguida! Iremos a empacar tus cosas, terminate todo. Mejor, comamoslo en el camino. –agarró el balde con sus manos. Contuve una sonrisa y la imité. Salimos del local.
-¿Por qué tanto problema?
-Ella… es malvada. –dijo.
-¿Malvada?
-Sí, como las brujas de las películas de Disney.
-¿Tanto?
-No, le falta el cuervo. (n/a: ejemplo de Maléfica de "La bella durmiente") –sobó su estómago –me dieron nauceas.
-Espera un segundo –me puse enfrente suyo para frenarle el paso –Dime.
-¿En este momento? –asentí. -¿En este mismísimo instante? –volví a asentir. –Lo siento caballero, pero no.
-Ah… ¿por qué? –rodó los ojos.
-Porque no me siento preparada para aquello. –Siguió caminando. -¿No habías arreglado con Castiel? ¡Adios! –me dejó solo en la esquina de la cuadra. Ella, no miró atrás, sino que comía su pollo tranquilamente.
Volví al local para encontrarme con el pelirojo. Me quedaban tres patas, las terminé y tiré el balde. En eso, él aparece.
-¿Y Lena? –negué con la cabeza.
-Se fue. ¿Qué pasa?
-Ven, vamos al parque y te cuento.
-Okey…
Comenzamos a caminar hacia el mencionado parque. Compramos dos bebidas y nos sentamos en una banca.
-Bueno, me fui con una chica, ¿te acuerdas?
-Sí, por el metro… ¿y?
-Bueno se llama Pressia –ya lo sabía pero no lo interrumpí. –La acompañé a su casa. –levanté ambas cejas. -¡y me cerró la puerta en la cara!
-¡WOW! –me hice el sorprendido, pero luego me puse serio -¿y?
-Nunca había pasado, siempre me invitan y hacemos ese tipo de cosas que tu no conoces. –lo miré, levantando una ceja. –Me divierte esa chica…
-¿Te la quedarás por un rato con ella? –aplaudí divertido.
-Eres bobo… -me golpeó la nuca. –Si, por un tiempito. –se quedó pensativo. -¿Cómo van las cosas con Lena?
-Normal… creo. –hice una mueca y continué. –Ella… está intentando abrirse conmigo.
-¿De piernas? –comenzó a reír de una forma exagerada. Yo, en cambio, continué serio. –Okey… basta de bromas.
-¿Ya?
-Ya, ya, continúa.
-¿Sí?
-Sí, estoy listo.
-Es linda e inteligente. Su familia es… un poco peculiar, conociste a su hermano.
-Sí, un tipo tonto.
-Bueno…. Creo que la quiero… mucho
-¿tontorrón, que estás diciendo?
-Más que a mi… psp.
-¿Eh?
-En tu lenguaje, la quiero más que a tu guitarra.
-¿¡Amabas a mi guitarra?!
-Tarado, no, es como que tu quieras más a alguien que a tu guitarra.
-¡Ja! Eso es imposible. Ella es perfecta con la perfecta cantidad de curvas.
Rodé los ojos y bebí un sorbo de mi bebida. Nos quedamos un momento en silencio, una pareja de jóvenes (nuestra misma edad) estaban muy cariñosos en el pasto.
-Qué bobería –dijo Castiel -¿quién hace esas cosas en el pasto? –contuve una sonrisa y un comentario. Se dio cuenta de mi reacción. -¿En serio? Ya he perdido a mi amigo.
-Pelirojo –se escuchó. Volteamos los dos y ahí estaba Pressia. -¿Qué haces por aquí tortolitos?
-¿Eh? –dije.
-Mira, mira, ¿ahora me estas siguiendo o qué? –se levantó de la banca y se enfrentó a la chica, con aquella sonrisa arrogante que él tiene.
Ella se cruzó de brazos.
-Aunque intente no verte, tu pelo es como un gran foco de luz.
-¿y tu eres una mosquita?
-¿Qué? Repite lo que dijiste y te mueres
-Mosquit- pero antes de que terminara, Pressia le golpeó la cabeza. -¿¡Qué te pasa!?
-Te dije que no lo hagas.
-Bueeno, yo me voy –me paré de la banca y me alejé de ellos. Son como dos niños enamorados: molestos.
Llegué a mi casa y me senté en la silla del escritorio. Agarré mi cuaderno de trabajos y mi lápiz. Me dispuse a dibujar algo. Vi algunos tutoriales de cómo hacer ojos al estilo anime y comencé a hacer algunos garabatos. En ese instante, cuando mi dibujo iba tomando forma, entra Alexy.
-Eh, ¿Cuándo llegaste?
-Hace un rato –mordí la punta de mi lápiz.
-¿Y eso? –mi hermano se acercó y se quedó mirando la hoja. Me alejé un poco para que pudiera visualizar mejor el dibujo
-¿Qué te parece?
-Emm ¿una semilla?
-¿En serio? ¿Una semilla? ¿Cuándo crees tú que yo dibujaría una semilla?
-Eres un chico especial, Armin, se puede esperar cualquier cosa de ti
-¿Especial?
-Hermano, te "exitabas" –hizo las comillas con sus dedos- con dibujitos.
-¡O-Oye!
Comenzó a reír y se fue del cuarto. Solo quería molestarme, y lo logró.