Hola de nuevo a todos n.n me alegro que lean mi fic :c aunque la verdad han sido muy pocas las que han visitado mi historia u.u no es por nada pero eso deprime :c aun así, aquí estoy de nuevo, actualizando de nuevo y al día siguiente o.O hasta yo misma me sorprendo xD sin más comentarios los dejo con el siguiente capítulo, cada día se pondrá más emocionante. Disfrútenlo.

Disclaimer: Los personajes de Shugo Chara! no me pertenece, son de la total autoría de las Peach-Pit


Tan solo tú

Capítulo 1: Nueva vida

Amu POV.

Y allí estaba de nuevo. Sentada un día más en el colegio, a decir verdad, era mi segundo día y ya sentía un infierno sobre mí, no sabía por qué razón la mayoría de las chicas me miraban feo, ni siquiera las conocía como para que me hagan este tipo de cosas, suspiré y me recosté sobre mi mesa.

— ¿Sucede algo? —Utau había permanecido junto a mí toda la mañana, era la única chica que no huía de mí y mucho menos me ignoraba

— No sé por qué siento que la mayoría de las chicas de este colegio me odian —ella me miró y bufó molesta

— Hotori Tadase es la razón

Cierto, no lo había visto desde el día de ayer cuando por culpa de los demás me separé de él, pasando la puerta del aula se esfumó de mi vista por quedar rodeado de muchas personas.

— Amu —Utau me sacó de mi mundo— ¿te gustaría ir a algún sitio de la ciudad?

— Eh… —realmente no tenía que hacer esta tarde, mi trabajo comenzaba hasta las 06:00 pm y aún faltaban casi cuatro horas, así que debía aprovechar para conocer un poco más la ciudad— claro que si Utau

— ¿A dónde te gustaría ir? Como eres nueva en la ciudad deberías irla conociendo poco a poco

— A un lugar que sea agradable, donde el ambiente no sea muy pesado

— Conozco un buen lugar, vamos —Utau comenzó a caminar hacia la puerta del aula y al intentar abrirla, la puerta se abrió de un portazo haciéndola retroceder.

Un chico de cabellera negra cayó sentado al piso, pero inmediatamente se puso de pie, lanzaba golpes al aire como si estuviera peleando contra alguien, me acerqué a Utau quien quedó paralizada, todos mis compañeros salieron al pasillo y nosotras tras ellos; había alguien peleando en el pasillo. Todos querían averiguar quién era el causante del alboroto, cuando logré salir me encontré con aquellos ojos zafiros.

— ¡Tsukiyomi no quiero pelear más contigo! —aquel chico de mirada zafiro se abalanzó sobre el chico de cabello negro golpeándolo al instante, los demás estudiantes solo se dedicaban a observar lo que pasaba, sin mover solo un dedo.

— Creí que golpearte sería suficiente —su voz ronca se dejó escuchar en todo el pasillo. Soltó al otro chico y se puso de pie, se sacudió el saco y se lo acomodó.

Se retiró del lugar con pasos lentos. Su cabello que tenía un corte moderno se movía al vaivén de sus pasos y su mirada se encontraba siempre fija hacia el frente, como si nadie le importase, como si nadie existiese para él.

— Ese tipo es de lo peor —exclamó un chico cercano a nosotros.

— A pesar de ser guapo sigue siendo un patán —una chica comentó a otra

Miles de comentarios vagos surgieron al momento de que el chico zafiro se retiró del lugar.

— Mejor vámonos Amu —Utau me jaló el saco— antes de que esto se vuelva un caos…

Asistí con la cabeza y salimos juntas de aquel lugar. En verdad me intrigaba por qué todo mundo le tenía temor a alguien como él.

Nos dirigimos hacia una cafetería que se encontraba cerca de allí. Era un lugar bastante agradable, tenía un estilo de los 80's y la gente se notaba feliz, Utau me mencionó que a ese lugar siempre acudían muchos estudiantes de nuestro colegio y que el café de allí era muy rico y vaya que no se equivocó, el café era bastante delicioso.

—&—

Utau quería conocer el lugar donde trabajo por ahora y prometió acompañarme hasta ahí pero su madre la llamó por una emergencia y tuvo que irse de inmediato. Así que tuve que ir sola hacia mi trabajo.

Encontré un trabajo que no sea tan aburrido ni tan pesado, así que ahora soy empleada en una cafetería cercana al centro de la ciudad y por supuesto, cercana a mi nuevo departamento. Al llegar accedí al lugar y lo encontré agradable.

— Hola jovencita —una mujer de unos cuarenta años se me acercó— ¿acaso eres la nueva empleada?

— Buenas tardes señora, está en lo correcto —me sonrió

Me dio algunas indicaciones de lo que sería mi cargo y luego me entregó mi uniforme de trabajo. Alegre y entusiasmada empecé con lo primero que me había indicado; limpiar mesas y retirar todo lo que había en ellas.

Estaba tan ocupada y concentrada en lo que hacía que ni siquiera me había dado cuenta en qué momento comenzó a llover, así que me detuve un rato para ver la lluvia caer, me sumergí en un mar de pensamientos. Extrañaba estar cerca de mamá, aunque ella ni siquiera me tendría en cuenta en estos momentos, papá de seguro estaría en casa alardeando cosas sobre su trabajo. Mi situación era triste y me sentía vacía, no tenía a alguien que se preocupara verdaderamente por mí.

Sacudí la cabeza para despejar mi mente y seguir con mi trabajo, pero algo que se encontraba cerca del negocio me llamó la atención, más bien, diría alguien: el chico zafiro se encontraba recostado en un muro mojándose bajo la lluvia, pero tratando de proteger algo que tenía debajo de una chaqueta.

Sentí el instinto de salir de la cafetería y preguntarle que es lo que hacia allí, pero los comentarios que hacían los estudiantes ésta mañana vinieron a mi mente y terminaron deteniéndome en el mismo lugar. ¿Y qué tal si el león no es como lo pintan?

Salí del negocio sujetando un paraguas a escondidas, sabía que eso estaba mal, era mi primer día y ya me encontraba escabulléndome para ir a ver a un chico que se encontraba empapado debajo de la lluvia y es un patán según los estudiantes de su colegio. Y en abrir y cerrar de ojos ya me encontraba de pie frente a él tratando de verle el rostro.

— Estás empapado —fue lo primero que salió de mi boca, ni un hola se dejó escapar.

No me respondió, simplemente su mirada se encontraba perdida en el vacío. Agité mi mano frente a sus ojos y solo de esa manera se dio cuenta de mi presencia, rodó sus ojos y su expresión seria no desapareció.

— Te vas a enfermar si sigues allí —me miró a los ojos y no pude evitar sonrojarme— b-b-bueno… e-eh…

— ¿Y que si me enfermo? —que grosero, bufé molesta.

— Solo decía —lo miré molesta— ¿acaso nadie se ha preocupado por tu salud? Deberías agradecerme…

— Nadie pidió que te preocuparas…

— Eres un… —me fijé en su mejilla, estaba sangrando— ¿Qué te ha pasado? —pregunté asustada, el solo se limitó a llevarse la mano en la herida

— No te interesa

— Pues fíjate que si me interesa —lo agarré de un brazo y lo jalé

— ¡Joder! —se quejó y se retorció de dolor

— ¿Qué te ha pasado? —su brazo estaba aún más lastimado, eso era lo que trataba de ocultar. No podía ponerse de pie por lo que tuve que ayudarlo. Pasé uno de mis brazos detrás de su espalda. Era más alto que yo, por lo que me costaba un poco sostener su peso. Lo llevé hacia la cafetería.

Al entrar a la cafetería lo acompañé hasta un sillón que se encontraba cerca y él tomó asiento. Me dirigí hacia los baños y de allí tome prestada una toalla y se lo ofrecí para que se pudiera secar el cabello. Él tomó la toalla y comenzó a frotarla sobre su cabeza, realmente se veía muy guapo de esa manera por lo que me quedé admirando cada parte de él hasta que noté su mirada sobre mí.

— ¿Qué tanto me ves?

— E-eh… t-trato de asegurarme de que te seques por completo el cabello —que tonta eres Amu, mis mejillas comenzaron a arder

— Hmp —miró su brazo

— ¿Qué te ha pasado en el brazo? —no apartó la mirada

— No tienes por qué saberlo

— Así que el más temido del colegio está lastimado… —elevó la mirada y frunció el ceño— ¿Quién lo diría?

— Retira lo dicho —se puso de pie— o te las verás conmigo…

— No entiendo porque me estás diciendo este tipo de cosas —se colocó frente a mí, la diferencia de altura de ambos se podía notar claramente

— Si no lo entiendes simplemente ignóralo

Saqué de mi bolsillo una curita y se lo coloqué lentamente y con mucho cuidado en la cicatriz que tenía en el rostro, él solo pudo seguir mirándome a los ojos mientras sentía mi mano recorrer su piel. Aparté la mirada, sentía que ya no podía seguir mirándolo como lo hacía anteriormente.

— Puedo ignorarlo pero no quiero, tienes algo que me ha permitido darme cuenta de que no eres como los demás dicen…

Me seguía mirando.

— ¿Qué has dicho?

— Efectivamente, en tus ojos puedo notar que el león no es como lo pintan…

Dicho esto, le sonreí. Él simplemente entreabrió la boca unos segundos, signo de que había sido descubierto de algo que él temía que supieran. Puedo notar en sus ojos lo mismo que yo vivo y siento cada día que transcurre en mi vida.

Se retiró de la cafetería sin decir ni una sola palabra, efectivamente, mi teoría fue comprobada lo suficiente con un par de palabras.

—&—

Tercer día de clases y ya era bastante tarde, me quedé dormida de tan cansada que estuvo mi primera jornada en el trabajo así que corrí lo mas que pude pero sentía mis pies como piedras por lo que me senté un momento en una banca que se encontraba cerca de allí, suspiré y cerré los ojos, tenía mucho sueño, el trabajo me había dejado agotada. Poco a poco el sueño me fue atacando y mi cuerpo se ladeó cayendo sobre algo firme.

— Almohada… —susurré y luego bostecé

—¿Es común que te quedes dormida en donde sea?

Al escuchar aquella voz ronca y masculina abrí los ojos y me di cuenta de la situación. Tenía compañía y mi cabeza estaba apoyada sobre el hombro de la persona que menos me esperaba encontrarme; Tsukiyomi Ikuto

— ¡Hey! —me levanté bruscamente— ¿Qué rayos haces allí? —lo señalé acusadoramente

— Es una banca como cualquier otra, la misma función: para tomar asiento —era más molestoso de lo que parecía

— ¿Acaso no te das cuenta de que estaba allí sentada?

— Hmm… —miró hacia otro lado pensativo— no me di cuenta, decidí tomar un descanso

— Mentiroso —ni siquiera sabía porque estaba allí sentado, ni por qué se había tomado la molestia de hablarme— creí que tus asuntos no deberían importarme

— ¿Acaso he mencionado algún asunto mío? —bufé molesta

— No… realmente no sé qué buscas merodeando por este lugar…

Aparté la mirada de donde él se encontraba, tratando de buscar explicación alguna del porqué realmente se encontraba allí.

— Gracias

¿Acaso escuché bien?

— ¿Qué has dicho?

— Gracias —parpadeé

— ¿Por qué me agradeces? —él me miró por un segundo, luego señalo su rostro

— Quería agradecerte ya que gracias a ti no me he dañado mi bello rostro —quería golpearlo— y por haberme ayudado a no cargar un resfriado… —sonrió coquetamente e hizo que me sonrojara, realmente no entendía esta situación

— Olvídalo… —rió divertidamente— ¡Hey! No es gracioso…

— Eres tan inocente… —se puso de pie y se colocó frente a mi— mucho gusto en conocerte… no había podido presentarme contigo niña nueva

— N-no es necesario —mi sonrojo aumentó, realmente no podía mirarlo a los ojos

— Me llamo Tsukiyomi Ikuto… —se acercó a mi oreja y susurró— puedes llamarme sempai…

— ¡¿EH?! —me exalté— ¿Por qué tendría que llamarte así…?

— Soy mayor que tú —señaló el gafete de mi trabajo que traía puesto, ¿Por qué rayos lo traía puesto? — tú tienes 17 años… yo tengo 21… Amu

— ¿Por qué tan viejo y no te has graduado? —se rió de mi— ¿y como sabes mi nombre?

— ¿Realmente quieres saber? —seguía burlándose de mí

— N-no me interesa y cumpliré con lo que me pediste el día de ayer, no me involucraré en nada que tenga que ver contigo —me retiré del lugar molesta, de verdad que era muy molestoso, no sé ni porqué a muchas chicas les gustaba, si en realidad conocieran como es realmente todas lo odiarían. Patán.

—&—

Me sentía como zombi. Estaba ya en la entrada del colegio sin dar más pasos, sentía que moriría y caería de sueño en cualquier momento. Mis ojos se cerraban poco a poco y sentí mi cuerpo desplomarse, pero no sentí ningún golpe.

— Hinamori-san, ¿se encuentra bien? —al escuchar tal voz que me llamaba mis ojos se abrieron en seguida y recobré la compostura

— E-e-eh… —bajé la mirada— l-l-lo siento… H-Hotori-kun… —el me miró y me sonrió, mi corazón se aceleró y sentí mariposas en el estómago.

— Llámame Tadase, no hay problema—sentía mis mejillas arder y una sonrisa estúpida apareció en mi rostro

— S-si, gracias Tadase-kun…

La verdad es que nunca en mi vida me había enamorado, mi madre se la pasaba diciéndome que nunca encontraría a un hombre que de verdad me ame, que todos piensan igual y muchas tonterías más, pero al conocer a Tadase-kun sentí que todas esas ideas eran puros disparates y que tal vez mi madre se haya equivocado. Llevo poco tiempo de conocerlo, pero solo con observarlo demuestra ser una gran persona y de buen corazón.

¿Estaría bien que me gustase Tadase-kun?


Fin del capítulo 1 :D Les recuerdo que este fic es Amuto, nada de Tadamu. Modifiqué algunas cosas específicamente en este capítulo porque sentía que la historia avanzaría muy rápido

Espero que les haya gustado n.n gracias por los reviews que me han mandado en el capítulo anterior, fueron pocos, pero emotivos n.n gracias a quienes siguen ésta historia, nos vemos en el siguiente capítulo.

Prometo andar actualizando y no abandonarlas por años xD.

Ya extrañaba actualizar.

-Tsukiyomi Yuki-