Summary: Todo esto fue culpa de Edward y aún lo odio por ello. No, yo nunca podría odiarlo, ya no, no después de todo lo que pasó. - Bella empezó todo esto, decidió de repente que quería liar las cosas entre nosotros, haciéndome girar mi cabeza hacia ella. Supongo que no debí haber girado mi cabeza. Yo la odiaba pero ahora sé con certeza que nunca podría odiarla, no ahora.

Capitulo 2

Bella

Recordé que debía escoger primero mi habitación y me despedí de la familia Cullen. Me dirigí hacia el interior de la nueva casa.

Edward estaba bañado en sudor, que brillaba en el extraño sol de Forks y su piel estaba ligeramente curtida, sólo en una medida que parecía natural (que probablemente lo era) y casi buena.

Su cabello era un poco largo y algunos mechones caían en su frente, firmemente pegado por el sudor. Él no tenía un rostro juvenil, sus rasgos eran firmes, pero con los mejores ojos que he visto hasta ahora, me admití a mí misma de mala gana. Eran del más hermoso verde esmeralda, el más profundo que he visto, ellos mostraron su juventud. Él tenía mi edad, supuse, tal vez un poco mayor. Un niño de trece años de edad.

Pero la sonrisa vanidosa en su cara me había puesto fuera de él inmediatamente. Con todos esos años en que vives con un loco como padre aprendes a leer las expresiones. Él estaba mirándome, estaba inspeccionándome y decidiendo que no era una buena opción.

Bueno, yo sabía que no íbamos a ser amigos. Parecía la clase de idiota que yo quería evitar.

Y me gustaría evitarlo.

Lo empujé a la parte de atrás de mi mente mientras trotaba arriba a elegir mi dormitorio. Yo quería ser la primera en elegir porque si esperaba hasta que Jesse y Emily eligiesen, terminaría con un pequeño espacio de habitación.

En la primera puerta a mi derecha estaba el dormitorio principal y claramente la mejor habitación de la casa. Tenía una cama extra grande llena de cojines de felpa color violeta y el más grueso y suave edredón. Sabía que este dormitorio era de mi madre. Cerré la puerta y traté de no decepcionarme.

El siguiente cuarto era un cuarto de baño, un baño de tamaño decente, pero no me importó mucho… yo estaba ansiosa por elegir mi habitación, convertirme en una adolescente malhumorada y permanecer allí.

Las siguientes dos habitaciones eran pequeñas y completamente aptas para Jesse y Emily. Eché un vistazo alrededor de la habitación final. Para mi horror absoluto, no había dormitorio final.

-¡Mamá!- Llamé con la mayor tristeza en mi rostro -Mamá, ¿dónde- Algo sobre mi cabeza me llamó la atención. Había una forma cuadrada tallada en el techo; como una puerta trampa, con un largo trozo de cuerda blanca colgando.

Yo era pequeña un poco pequeña para mi edad, un poco más pequeña que los demás, pero hasta yo podría alcanzar la cadena.

Tire de ella y para mi sorpresa, la puerta se abrió de golpe y cayó una escalera. Emocionada subí y miré todo. Sin dejar de sonreír y totalmente satisfecha, decidí que mi habitación seria el ático.

Edward

- ¿Qué te parece Isabella?- Emmett me preguntó mientras lanzaba el balón al aro.

-Es una completa perra creída- deduje mientras recuperaba el balón.

-¡Pero no has hecho más que conocerla!- se quejó Emmett -¡No puedes hacerte ya su enemigo!-

-¿Hacerla mi enemiga?- Pensé -Puedo si quiero- le dije con firmeza -Además, probablemente ni siquiera hable con ella.-

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Unas horas más tarde, después de que Emmett y Jasper dejaron de jugar baloncesto para jugar videojuego, yo seguía practicando solo… hasta que mamá me llamó.

- ¿Qué?– Exclamé molesto -Estoy practicando.-

-Has estado practicando por horas- sonaba igualmente molesta –Cámbiate y luego quiero que vayas a ayudar a Isabella a desempacar sus cosas-

-¿Isabella?- hice como si hubiese olvidado quién era.

-¡La vecina!- contestó con impaciencia. -Su mamá dice que ella ha pasado por mucho en el último año, saliendo con los amigos equivocados. Le sugerí que irías a ayudar a desempaquetar y no quiero que lo hagas así.-

-¿No puedo decir nada – le grite -¡No quiero ayudarla a desempacar!-

-Edward- mamá dijo, con advertencia en su voz y supe que no tenía forma de salir de esto, pero si Isabella quería que la ayudase a desempacar tendría que aguantarse hacerlo a mi gusto.

Así que me 'cambié', me tapé con una chaqueta y salí de mi casa, desechando la chaqueta en cuanto me fui de la vista de mi madre.

Llamé a la puerta de la de la familia Swan y la Sra. Rennee abrió la puerta.

-He sido enviado por mi madre para ayudar a Isabella a desempacar- le dije con voz apagada y ella se rio.

-No hay necesidad de sonar tan disgustado- dijo haciéndose a un lado para que pudiese entrar -No muerde… a menos que la provoquen.-

-Eso no suena bien.-

-Estoy bromeando- añadió con cara seria. Ella suspiró. -Ella está arriba. Sube las escaleras, cruzas a tu derecha y vas a encontrar una cuerda blanca colgando del techo. Es en el ático.-

Con un encogimiento de hombros por descuido me dirigí escaleras arriba. Una vez que llegué a la cuerda blanca dudé en entrar, pero confíe en mi personalidad habitual y subí.

La habitación era agradable. Era grande, con suelo de madera auténtica y las paredes a juego. Isabella volteó su mirada hacía mi al notar que alguien estaba subiendo y me saludó con una mirada.

Arrugó la nariz con asco y me di cuenta de algunas pecas débiles a través de su nariz pálida.

-Hueles asqueroso, a sudor- señaló.

-No me digas- le contesté mientras que ella fruncía el ceño -¿Cuándo fue la última vez que te cepillaste el cabello?-

Ella hizo una mueca -¡Cállate!- murmuró y me reí.

-Solo pregunté- le dije, sonriendo ante la facilidad con que había llegado a ella. -¿Qué quiere que haga, señora, en primer lugar?- Le pregunté con sarcasmo. Ella me miró.

Bella

Él había estado aquí sólo dos minutos y ya me estaba poniendo de los nervios. Lo envié a vaciar una caja de libros en la esquina de la habitación así no tenía que mirarlo.

Llevaba la misma ropa que tenía antes. Unos pantalones cortos color azul marino y una camiseta color vino, que dejaba ver sus brazos un poco musculosos a pesar de tener solo trece años.

Tengo posters nuevos. Pensé. Me gustaría colgar el de Muse en la pared detrás de mi cama y el de The Strokes en

-¿Qué es esto?- Me di la vuelta y Edward sostenía un sujetador negro con blanco… sentí el tinte de rubor en mis mejillas.

-¡Deja eso!- grité con ira, pero él sólo se rio de mí.

-No pareces el tipo de niña que usa uno de ellos- le dio vuelta con el dedo índice, jugando con él.

-Soy una chica- Yo podía sentir mi cara cada vez más caliente y roja -Por supuesto que los uso.-

-No necesitas uno, sin embargo- dijo mientras se llevaba el sujetador al cuello -Quiero decir, no son exactamente enormes.- dijo, refiriéndose a mis pechos. Se rió y me sentí furiosa.

- Muchas gracias por darte cuenta- traté de quitárselo -¡Dámelo!-

-Vamos a ver los demás- antes de que pudiera pararlo, él se lanzó a mi caja de ropa interior y hojeó.

Me sentí horrorizada cuando encontró el condón en la parte inferior de la caja.

Lauren, una de mis 'amigas' de Phoenix me lo había dado justo antes de la última fiesta, antes de irme. Yo nunca había llegado a hacerlo con nadie.

-Ah- lo sostuvo entre el pulgar y el índice. -Mi mamá me dijo que estabas con la gente equivocada. Puedo ver que tenía razón.-

-Ponlo de nuevo en la caja- sonaba un poco menos fuerte, pero un poco más triste. Estaba demasiado avergonzada.

Él lo vio por un segundo y estiró su brazo para dármelo -¿No está usado?- bajó su brazo y se lo puso entre los dedos y lo frotó en sus pantalones cortos hasta la rodilla.

-¡No!- Le respondí con severidad, él se acercó a mí y deslizó el condón en mi bolsillo, devolviéndomelo -No seas estúpido, Cullen.-

Él sonrió y miró detrás de mí. Sus ojos estaban posados en mis posters.

-¿Te gusta Muse?- preguntó él caminando hacia ellos - ¿Y The Strokes?-

-Sí- me encogí de hombros -¿Por qué más tendría un poster de ellos si no?- Él rodó los ojos y yo tomé el poster de Muse. Me subí en la cama y le di la espalda a él mientras alzaba mis brazos para colocar el poster en la pared. Él se quedó en la esquina de la cama. Volví la cabeza por un momento al sentirme observada y vi a Edward mirando mi vientre desnudo. Y ahí me di cuenta que mi blusa se había subido un poco al alzar los brazos.

- Um, ¿vas a ayudarme o no a pegar el poster?- mi voz sonó diferente. Él agarró la cinta adhesiva que estaba en la cama y subió, colocándose detrás de mí. Podía sentir su cuerpo caliente contra el mío y sentí sus brazos llegar al poster, colocando un pedazo de cinta adhesiva que no me había dado cuenta que había cortado.

Incluso cuando pegó ambos extremos del cartel, él no se movió. Me di la vuelta para separarme de él, pero cometí el error de mirarlo y lo siguiente que sentí fueron sus labios encontrándose con los míos y no pude sentir nada más.

Caímos de la cama al piso de madera, y tal vez me hubiese hecho daño si no me hubiese cuidado lo suficiente, pero aterricé sobre Edward y ni una sola vez nuestros labios se separaron.

Pude probar su sudor, ¡pero no me importaba! Nada me importaba, todavía con hambre le di un beso más, moría de hambre por más. Y él parecía querer lo mismo.

Ese fue el día en que perdí mi virginidad, a la edad de trece años con Edward Cullen. Y el día en el que jugamos un papel de odio entre nosotros, que comenzó inmediatamente después de aquel caliente, y agradable momento.