Capítulo II

Ya estoy de vuelta … no me tardé tanto ¡! Ya está escrita toda la historia pero tengo que irla pasando así que tampoco puedo actualizar tan seguido como me gustaría porque trabajo y además también quieren que siga escribiendo mi otro fic o no ¿?

No se les olvide mi recompensa abajito … yo también quiero leer.

Las dejo con el capi ¡!


En la 12 todos estaban raros, como si supieran algo que ella ignoraba. Además, ese último mes todos la habían tratado distinto y es que por mucho que intentara disimularlo, sus compañeros la conocían y sabía perfectamente cuánto estaba sufriendo la ausencia de Castle, otra vez, pero en este caso, sin la promesa de regresar en otoño. Sin embargo, ese día la preocupación, la compasión y la tristeza que reflejaban sus ojos cuando la miraban pensando que ella no lo notaba, se había duplicado o incluso triplicado, ella necesitaba saber por qué y tenía la idea perfecta para descubrirlo: iba a someter a Lanie al tercer grado; era cierto que Lanie era mejor para sacarle información pero ella también podía hacerlo y estaba dispuesta a todo para saber qué le ocultaban esta vez.


Se acuerda de ese día como si fuera ayer. Nunca pensó en ver a Gates mandarla a casa por algo que no estuviera relacionado con un caso y menos en ese momento en que estaban bastante saturados de trabajo.

Se vuelve a levantar, cansada de las incesantes miradas del grupito de mujeres y decide irse a casa. De todas formas, el plan de "salir a distraerse para no pensar" no estaba dando resultados, así que mejor seguir compadeciéndose de sí misma calentita en el sillón de su casa con el pijama puesto y su cobija de lana, esa que tanto le gustaba.

Perdida en su ensoñación de un sofá mullido y una manta aterciopelada, consiguió llegar a casa sin volver a pensar en aquel fatídico día en el que su vida dio aquel giro de 180º. Pero al entrar en la sala, lo primero que vio fue el periódico sobre la mesa y todo regresó: las imágenes, las voces y la sensación, esa horrible sensación que la había invadido.


Había bajado a la morgue a buscar a Lanie pero esta había argumentado estar muy ocupada con una autopsia, y la verdad es que las vísceras que salían del torso abierto del cadáver le habían revuelto el estómago, así que tras hacerla jurar que subiría a verla en cuanto acabara, había salido hacia la sala de descanso a prepararse un café.

Un rato más tarde Lanie estaba ahí, con cara de resignación y las manos tras la espalda: ya sabía de antemano que esa batalla estaba perdida.

-Hola amiga, ¿cómo va el caso?- trató igualmente de esquivar el tema.

-El caso estancado, Lanie, pero sabes perfectamente que no es de eso de lo que quiero hablar contigo. ¡Deja de mirar a los chicos y dime en este momento por qué están todos tan raros hoy! ¿Qué saben ustedes que yo no? ¡Sin duda no es una buena noticia por la forma en que todos me miran, pero aun así tengo derecho a saberlo! ¿no crees?


En ese preciso momento vuelve a sentir como se le acelera el ritmo cardiaco, igual que aquel día cuando vio cómo su mejor amiga tragaba con dificultad para después bajar su mirada a las puntas de sus botas. Se deja caer en el sofá y prende la tele en un canal de noticias de Nueva York; tal vez tener noticias de su ciudad la ayude a pensar un rato en otra cosa. Se quita los zapatos y se acomoda a todo lo largo tapándose con su cobija de lana, el pijama puede esperar, a fin de cuentas los leggins y la playera ancha que lleva puestos son bastante cómodos. En la tele están hablando de las fluctuaciones de la bolsa, lo que quiere decir que el noticiero ya casi llega a su fin.

De repente una imagen hace que su corazón se pare por unos segundos. La presentadora acaba de anunciar la sección de sociedad y en la pantalla aparece el protagonista de todos y cada uno de sus pensamientos. Richard Castle se encuentra sonriente y feliz en la cubierta de un yate disfrutando del sol que hace que su cabello brille y sus ojos se vean más azules que nunca. Parece feliz y bronceado, debe estar pasando unas magníficas vacaciones. Distintas imágenes van desfilando: Castle en la hamaca, Castle saltando al agua, Castle volviendo a subir al yate, Castle con … Eso es más de lo que Kate puede soportar y apaga la tele, aventando el control y llevándose las manos a la cara. Quisiera golpear, gritar, patalear, acostarse boca abajo con la cabeza escondida en la almohada y llorar hasta dormirse, y no despertar más, pero como cuando Lanie le entregó el periódico, no es capaz de hacer nada de eso, pero en esta ocasión es peor, porque ambas imágenes se mezclan en su cabeza y , además, ahora está sola, sola en su casa, sola en su vida, sin nadie que la ayude, sin nadie que esté ahí para ella.

Todo regresa a su cabeza de golpe: la foto del periódico, el titular que la acompañaba, la nota explicativa de la noticia, el mareo que sintió al ver aquello, Lanie sujetándola y pidiéndole ayuda a los chicos que las observaban a lo lejos, la preocupación de Gates y cómo ella, sin poder evitarlo, le había vomitado encima provocando que esta las mandara tanto a ella como a Lanie a su casa.


-Dra Parish, quédese con ella en todo momento- había ordenado Gates- hasta que la detective Beckett no esté en condiciones para regresar, no quiero que se separe de ella ni un minuto ¿entendido?

Lanie había aceptado y habían pasado las siguientes tres semanas juntas, casi sin salir del loft de Kate. Su amiga no la dejaba ni ir al baño sola pero aprovechó un momento en que esta se estaba duchando para correr al puesto de la esquina y comprar el periódico. Tal vez parecía masoquista pero necesitaba conservar esa noticia para recordarse cada día que debía seguir con su vida como lo estaba haciendo él.


Se hizo con todas las fuerzas que le quedaban después del nuevo golpe que había recibido con las fotos del noticiero y se dirigió a su habitación. Del fondo del closet sacó una cajita de madera con una foto de un cuadro hecho de conchas de mar en la tapa. Sacó la llave del interior de unos calcetines que nunca usaba y conservaba en el fondo de un cajón, y abrió la cajita. Ahí había varias fotos de ella con Castle, una de Castle solo con sus hechizantes ojos en primer plano, y un recorte de periódico.

Acarició la foto de la tapa: esas conchas le recordaban a Castle por la forma en la que, con un exterior hermoso y divertido, trataba de proteger su interior frágil y delicado.

Miró las fotos, una a una con una sonrisa nostálgica en el rostro y los ojos húmedos. Finalmente decidió que lo mejor sería llevárselo todo y acostarse en la cama. Una vez instalada sacó el recorte: en él se podía ver a un Castle sonriente, agarrando de la cintura a una Jacinda que parecía bastante emocionada y sostenía en su mano una ecografía, la otra mano descansaba sobre su vientre junto a la de Castle. Las lágrimas de Kate volvieron a escapar de sus ojos mientras leía el titular El exitoso escritor Richard Castle será de nuevo papá y ya está planeando su próxima boda. No necesitó leer la nota en la que explicaban quién era la afortunada y cómo se habían conocido, se lo sabía de memoria.

Volvió a agarrar la foto en la que aparecía solo él para darle un beso y después abrazarse a ella como lo haría un naufrago a un salvavidas, y dejó salir su angustia, descargó su pena entre sollozos y gritos ahogados de desesperación sin, en ningún momento, soltar la foto. Finalmente se quedó dormida con ella apretada contra su pecho.