Nueva historia. Aviso desde ya que es AU y que no tiene demasiado que ver con lo que ocurre en la serie.
Kate y Rick tienen 20 y 21 años respectivamente. Ella estudia Educación Infantil, él quiere ser Chef. Y bueno... lo que pasa ya lo vais leyendo xD
Espero que os guste y si no os convence mucho el primer capítulo, dadle una oportunidad al menos. Espero reviews para conocer opiniones. Gracias por leer!
Él apoya la espalda en aquel viejo roble situado en medio de campus, y mira impaciente su reloj. Apenas quedan un par de minutos para que terminen las clases y ella salga por la puerta de la facultad de Educación corriendo hacia él, tal y como hace siempre, dando esos pequeños saltitos sobre sus pies. A él le parece simplemente adorable.
Mira al cielo, arrugando la frente, pues se está comenzando a nublar y para hoy han anunciado lluvias. Pronto comenzará a llover, pero no le importa mojarse mientras sea para esperarla a ella. Acaricia el vaso de café con cuidado, sintiendo el calor atravesar el cartón mientras el aroma del humeante líquido llega hasta sus fosas nasales.
Pronto el campus comienza a llenarse de universitarios que terminan sus clases o simplemente se mueven para cambiar de aula. Rick dirige, impaciente, su mirada a la puerta por la que ella saldrá. Y Kate no tarda en hacerlo.
Sonríe cuando ella se retira un mechón de pelo de la cara y arruga la nariz, buscándolo, a lo lejos, en el mismo lugar que siempre. Rápidamente una preciosa sonrisa ilumina su cara al verlo. Aunque él no puede distinguirlo desde allí, está seguro de que sus ojos color avellana han adquirido ese halo brillante que se instala en ellos cada vez que lo ve.
Acorta las distancias con ella cuando está a unos metros de distancia y la acerca a él, abrazándola con cuidado de no derramar el café que lleva en la mano. Ella pasa sus brazos por su espalda, subiéndolos hasta su cuello y comenzando a tocar su pelo, haciéndole pequeñas cosquillas.
-¿Qué tal las clases?
-No podía dejar de pensar en ti – dice ella, sonriente.
Él sonríe también y ladea la cabeza, besando sus labios suavemente.
-Yo tampoco – le susurra, después de besarla.
Ella se muerde el labio al mismo tiempo que vuelve a sonreír, y rápidamente entrelaza su mano con la de él, agarrando el café que él le ha comprado, como cada día.
-Espera, déjame… - dice él, haciéndose con la mochila de ella y colgándosela él al hombro – Ya está.
Comienzan a caminar juntos hasta la salida del campus. Ella le cuenta cómo han ido sus clases y él le explica que ha estado llevando su currículum a varios sitios, sin éxito.
-Conseguirás algo – le dice ella, segura de que lo hará.
-Sí bueno, eso espero. Mi madre lo justo que llega a pagar el alquiler así que… necesito encontrar lo que sea.
Kate agacha la cabeza, sabiendo que él lo está pasando mal económicamente y está intentando conseguir un empleo, y ella simplemente no puede hacer nada para ayudarlo en ese sentido.
Esperan juntos en la parada del bus y cuando éste llega, se suben y se sientan en los dos últimos asientos del fondo, como hacen siempre. Ella coloca sus piernas sobre las de Rick y apoya la cabeza sobre su hombro, alzándola de vez en cuando para robarle algún que otro beso.
Rick acaricia su cabello, enredándolo en su pelo, sonriendo cada vez que recuerda que después ella se cabrea porque dice que le hace nudos. Suspira y la besa cuando ella alza la cabeza buscando sus labios. Aunque el día haya ido mal, cuando está con ella siente que nada más importa. El mundo podría parar a su alrededor porque simplemente con estar con ella, a él le basta, no necesita nada más, solo la necesita a ella.
Se bajan una parada más adelante, justo enfrente del bloque de pisos donde vive ella. Él la agarra por el brazo y besa sus labios, esta vez con más fuerza.
-¿Subes? – pregunta ella, esperando una única respuesta.
-No sé… ¿no… no les molestará a tus padres?
Ella ladea la cabeza, tratando de no sonreír, al mismo tiempo que rueda los ojos.
-Mi padre está trabajando, solamente está mi madre. Y… de todas formas, sabes que les caes genial.
-Lo sé – dice con una sonrisa de suficiencia. En realidad siempre les ha caído bien a los padres de Kate, aunque seguramente no pensasen lo mismo si supiesen todo lo que hacen él y su hija cuando ellos no están en casa.
-Vamos - dice ella, ahora tirando de su brazo hacia el portal.
Cuando las puertas del ascensor se cierran, ella se acerca peligrosamente a él, atrapándolo en una de las esquinas de ese pequeño habitáculo. Cierra los ojos incontroladamente al sentirla tan cerca, conseguirá volverlo loco algún día con esa colonia que ella utiliza.
Ella se separa rápidamente cuando las puertas del ascensor se abren y sale como si nada, acercándose a la puerta de su piso y llamando al timbre. A él le pone todavía más, si cabe, cuando cambia de esa faceta de desesperada por echar un polvo a niña buena en apenas unos segundos.
Suspira, tratando de dejar la mente en blanco y sale del ascensor, siguiendo los pasos que ella ha dado segundos antes. Johanna les abre la puerta, sonriente y saludando a Rick con cariño, lo cual hace que él se sienta sucio, muy sucio por los pensamientos que ha tenido con su hija.
-¿Rick, estás bien? – dice, chascando los dedos delante de él.
-¿Eh? – dice él, regresando a la realidad. Kate ya ha entrado en el apartamento y le mira desde dentro, tratando de contener la risa, mientras él sigue allí parado, como un estúpido.
-No te quedes ahí parado y pasa – insiste Johanna, divertida por el comportamiento del chico.
-Ah, sí, claro.
-Justamente estoy haciendo una tarta y quería que me dieses tu opinión – dice la abogada cuando finalmente él entra.
Rick le sigue hasta la cocina y rápidamente él y Johanna comienzan a intercambiar opiniones sobre diferentes ingredientes y sabores. Kate rueda los ojos y se marcha a su habitación a estudiar un poco mientras tanto, pues prevé que la charla culinaria durará todavía un rato.
A Rick le encanta cocinar, de hecho, uno de sus sueños es llegar a convertirse en un prestigioso chef y, algún día, abrir su propio restaurante. Por eso Johanna, en cuanto puede, aprovecha la ocasión para compartir recetas con él o intercambiar opiniones. También le ha enseñado alguna cosa, como una riquísima tarta de almendra con un toque de sabor a limón. En realidad, juntos forman un buen equipo, y después son siempre Kate y su padre los que disfrutan de todo lo que preparan.
-¿Y bueno, qué tal va todo, Rick? – le pregunta Johanna, mientras remueve varios ingredientes en un bol.
-Sigo buscando trabajo – dice él, pasando varias páginas de uno de los libros de recetas de Johanna.
-Sabes lo que pienso – dice ella de repente – Deberías dejarte de tonterías e ir a por lo que realmente quieres. Esa escuela de cocina está esperando a alguien como tú. Lo sé.
Rick sonríe por la confianza que la abogada muestra en su talento, pues no muchas personas lo han hecho a lo largo de su vida.
-Lo sé, pero necesito dinero y… no es fácil conseguir una beca.
-No es fácil, pero no imposible. Las cosas difíciles en esta vida son las que más merecen la pena, Rick, no lo olvides.
-No lo haré – le dice, agradecido por sus consejos.
-Por lo demás te veo bastante bien con Kate – él sonríe, sonrojado, sin saber muy bien qué decir – Si te digo la verdad, al principio no creía que duraríais tanto.
-Yo…
-No, no te lo tomes como algo personal, sabes que me pareciste un buen chico desde el primer momento, pero eres el primer novio de Kate y ya sabes… creí que se trataría de un tonto enamoramiento de adolescentes.
-¿Y… ya no lo crees así? – pregunta él con algo de miedo.
-Lleváis casi dos años juntos – dice, terminando con la mezcla y pasándola a un recipiente para dejarla enfriar – Y haces feliz a Kate.
Él sonríe y ella lo mira con ternura.
-Soy su madre y noto esas cosas. Y sé que si os lo proponéis, podéis ser felices juntos durante mucho más tiempo.
-Gracias Johanna. Yo quiero mucho a Kate y… nunca le haría daño.
-Lo sé – dice, poniendo cariñosamente una mano sobre la mejilla del chico – Solo te pido que la cuides y la hagas feliz.
Él asiente, serio, como si de una promesa se tratase.
-Voy a despedirme de Kate, tengo que marcharme a trabajar.
-Yo me ocuparé de recoger todo esto – dice él, señalando los utensilios esparcidos por la cocina.
-Gracias Rick, ¿ves por qué me gustas para mi hija? – dice riendo, antes de desaparecer por el pasillo.
Rick sacude la cabeza, riendo también y agradecido de caerle tan bien a la madre de su novia, de otro modo las cosas serían algo complicadas seguramente, pues no cree que Kate fuese capaz de elegir entre él y su familia.
Unos nudillos golpean en la puerta de su habitación, haciendo que levante la cabeza de los libros, viendo cómo su madre asoma la cabeza por la puerta.
-Cielo, me tengo que ir a trabajar. Y no te preocupes ya te devuelvo a tu novio.
Kate ríe ante el comentario de su madre y se levanta para darle un beso.
-Adiós mamá.
Johanna rodea a su hija y la aprieta contra ella, en un cálido abrazo.
-¿A qué viene eso? – dice Kate, sonriendo pero frunciendo el entrecejo.
Aunque las muestras de cariño en su familia son habituales, simplemente le ha parecido extraño ese espontáneo abrazo de su madre.
-Nada, solo que te quiero mucho.
-Yo a ti también mamá – dice ella, abrazando de nuevo a su madre.
-Vuelvo a la hora de la cena. Te quiero Kate – le repite, antes de desaparecer por la puerta.
Con una sonrisa, observa cómo Rick limpia con empeño la cocina. Pues no solamente es un manitas con los alimentos, sino que además le gusta mantenerlo todo limpio y en orden, según Johanna, eso le hace ser mejor cocinero todavía.
-¿Qué haces? – le pregunta de repente, riendo al ver que él se sobresalta un poco al no esperarle allí.
-Estaba terminando de limpiar esto – dice, pasando una bayeta sobre la encimera y dejándola después a un lado.
-Tienes harina en el pelo – dice ella, acercándose a él y pasando una mano por su pelo, sacudiéndoselo.
Rick pasa sus brazos por la cintura de ella y la acerca a él, besando sus labios. Primero con cariño, después dando paso a la necesidad. Ella enreda sus dedos en los cortos mechones de pelo de él y profundiza todavía más el beso.
Rick la levanta del suelo, haciendo que le abrace con sus piernas, y entre risas salen de la cocina.
-Al sillón – dice Kate, con dificultad entre beso y beso.
-No – suspira él – Al sillón no. Tu dormitorio.
-Mmm , vale.
Kate agarra la cara de Rick con ambas manos, arqueando su cuerpo, moviéndose desesperada y sin apenas dejarle ver por dónde camina, lo cual hace que se choquen contra una de las paredes del pasillo.
-Oh, dios – grita ella, antes de romper a reír.
-¿Estás bien? – pregunta él, algo preocupado mientras intenta aguantarse la risa.
-Sí, idiota…
-¡No es mi culpa! – Se queja, divertido – No me dejabas ver.
Ella hace que se calle, volviendo a besarlo y por fin consiguen llegar al dormitorio de Kate, donde la baja al suelo. Ella cierra la puerta con pestillo, solo por si acaso su padre llegase antes de lo previsto, y, al igual que él, comienza a desnudarse, dejando las prendas por el suelo.
No tienen tiempo de reparar en detalles, de comenzar a tocarse y desnudarse mutuamente. Al vivir separados, apenas encuentran momentos de intimidad como estos y les gusta aprovecharlos al máximo.
Kate le mira, algo sonrojada cuando él termina de desnudarse y se le acerca, retirando las manos de ella, que estaban a punto de quitarse la última prenda.
-Déjame a mí – le susurra, comenzando a bajar él mismo la bragas de Kate por sus largas piernas.
Ella respira entrecortadamente, nerviosa por sentirlo tan cerca, y se agarra a sus anchos hombros cuando él se agacha para terminar de denudarla. Él le tiende su mano y ella la agarra, caminando hasta la cama.
Rick le ayuda a tumbarse, tratándola con delicadeza, y después se tumba sobre ella, comenzando a tocarla y acariciarla mientras ella hace lo mismo con él. La delicadeza pronto desaparece, dejando paso a la pasión y le necesidad que sienten el uno por el otro.
Él separa las piernas de ella, quien se agarra firmemente a su espalda, e introduce su miembro en ella, haciéndole emitir un gemido de placer.
-Rick…
-Kate… - él también gime sobre su cuello, comenzando a moverse dentro de ella.
Ella se retuerce bajo él, arañando incontroladamente su espalda, al mismo tiempo que arquea su cuerpo hacia arriba, abriendo más las piernas, permitiéndole un mejor acceso.
-Ahhh – él ahoga un gemido ronco cuando ella baja sus manos hasta su trasero y le pellizca con una sonrisa traviesa – Kate…
-Más… rá-pido – dice ella entrecortadamente debido al placer.
Él no lo duda ni un instante y le hace caso, comenzando a entrar y salir más rápido dentro de ella. Kate agarra ahora su cara con ambas manos, haciendo que ambos junten sus frentes, y se sonrían el uno al otro.
-Joder, Kate – gime él, con su voz totalmente ronca, sobre ella – Me vuelves loco.
Ella cierra los ojos al escuchar eso, justo cuando comienza a sentir cómo el calor en su interior crece rápidamente. Sus músculos internos comienzan a cerrarse sobre el miembro de Rick, haciéndole arquear el cuerpo hacia atrás soltando un gemido de placer.
-Oh… Dios… Rick… - grita haciendo que él termine también en su interior.
Se quedan unos segundos en esa posición, tratando de normalizar sus respiraciones. Sus cuerpos están sudorosos, pero a ninguno parece importarle, ya que siguen acariciándose el uno al otro. Tras mirarse con cariño, él besa sus labios con delicadeza, tumbándose después boca arriba a su lado.
Dos horas después, ambos descansan acurrucados en el sofá, mientras miran un programa cualquiera de la televisión. Kate no deja de mirar el reloj continuamente.
-¿Qué pasa? – pregunta él después de un rato, pudiendo sentir el nerviosismo de ella.
-Es mi madre, debería estar ya en casa – le explica ella.
-No te preocupes, llegará en cualquier momento.
-Sí, pero es que no… Ella nunca se retrasa, o avisa si lo va a hacer.
Justo en el momento en que Rick va a hablar, la puerta de casa se abre y ambos alzan la cabeza hacia allí, esperando encontrarse con Johanna.
-Hola – saluda Jim, colocando su paraguas en el paragüero y acercándose hasta ellos.
-Hola Jim.
-Papá, mamá no ha llegado todavía – dice Kate, levantándose del sofá.
-¿No ha llamado para avisar que se retrasa? – pregunta él también, extrañado. Kate niega – Bueno, no te preocupes Katie, se habrá entretenido con algo, estará a punto de llegar.
-Es lo que le he dicho yo – dice Rick, levantándose también y poniendo una mano sobre el hombro de Kate.
Jim va a hablar, pero su teléfono móvil comienza a sonar. Mira extrañado el número de la pantalla y se lleva el aparato a la oreja.
-¿Si?... Sí, soy yo… ¿Qué pasa?... ¿Ella está bien?
El abogado palidece de repente y el teléfono móvil que agarraba firmemente, cae ahora al suelo.
-¡Papá! – Kate grita y se acerca a él - ¿Dónde está?
Jim no contesta, simplemente mira a un punto en la nada mientras sus ojos comienzan a aguarse en lágrimas. Rick agarra a Kate sin saber qué hacer.
-¡¿Dónde está?! – vuelve a preguntar Kate, esta vez exigiendo saber dónde está su madre y qué era esa llamada.
Jim se vuelve hacia su hija y niega silenciosamente con la cabeza, incapaz de hablar, mientras el dolor se apodera de él.
-Papá… - dice Kate llorando, su voz rota.
Rick está paralizado, sin saber qué hacer ni como consolar a padre e hija, sabiendo que no hay nada que pueda consolarlos. Debe tratarse de una pesadilla, Johanna tiene que estar bien. Solamente parece reaccionar cuando Kate clava sus rodillas en el suelo, rota por el dolor y comienza a sollozar incontroladamente.
Se arrodilla junto a ella y la rodea con sus brazos, sintiendo que todo su mundo se viene abajo.
-Shh, Kate – le susurra mientras ella se aferra fuertemente a él, como si fuese lo único que le quedara en el mundo.
-Mamá – es lo único que ella puede decir entre sollozos.