Último capítulo. Muchas gracias a quienes habéis comentado y leído el capítulo anterior, a pesar de la larga espera. Espero que el final os guste (este capítulo sí hace honor al desafortunado título de la historia xD), y que siga en la línea de lo que ha sido el fic en general. He intentado al menos que así sea.
Como ya dije en el anterior, termino ya esta historia porque si no lo hago ahora volvería a pasar un tiempo hasta que la pueda volver a continuar.
Espero seguir escribiendo "pronto" más historias, y que sigáis leyéndome!
Kate recoge en una mochila las pocas pertenencias que poco a poco Rick le había ido llevando al hospital y la cierra con decisión, dispuesta a abandonar la habitación. Sin embargo, Rick coloca una mano sobre la puerta, impidiéndole que la abra.
-Rick, aparta – le dice con seriedad.
-¿En serio te vas a enfadar por esto? – pregunta él, frustrado.
-Llamaste a mi padre y no me dijiste nada.
-Exacto, porque el maldito doctor trataba de apartarnos de nuestra hija.
-Sí, otra cosa que se te olvidó contarme.
-No te quería preocupar, lo hice para protegerte. A ti y a Hannah.
Ella parece ablandarse un poco ante esa respuesta, sin embargo sacude la cabeza, todavía enfadada.
-Déjame salir.
Rick aprieta los labios, sin mover su mano ni un milímetro. No está dispuesta a dejarla marchar enfadada. Puede que cometiese un error, que debería habérselo contado, pero probablemente volvería a actuar de la misma manera.
Kate aprieta la mandíbula, también frustrada, y agarra el brazo de Rick, tratando de apartarlo de la puerta. Sin embargo él aprovecha el movimiento de ella para agarrarla y atraparla contra la pared.
Sus respiraciones se aceleran. Se miran a los ojos para desviar después la mirada a sus bocas. Están demasiado cerca el uno del otro y la tensión entre ambos es perfectamente palpable.
Él coloca una mano a la derecha de ella, retirándole el pelo de la cara y aprovechando el movimiento para acariciar su mejilla.
-No vuelvas a hacerlo – susurra ella antes de cerrar las distancias y atrapar los labios de él entre los suyos.
Apenas unos segundos más tarde, unos golpes al otro lado de la puerta les hacen sobresaltarse, recordando que todavía se encuentran en el hospital.
-Perdón, no quería… interrumpir – dice Martha cuando Rick abre.
Kate mira a su novio, avergonzada, comprobando los labios de él hinchados por el beso, al igual que deben estar los suyos, comprendiendo qué los ha delatado.
-Lo han despedido con efectos inmediatos – dice la pelirroja.
Tanto Kate como Rick respiran profundamente aliviados, antes de refugiarse entre los brazos del otro.
Tras la llamada que Rick había hecho a Jim, el abogado se había presentado en el hospital con un compañero de profesión. Alguien que, a pesar de lo ocurrido, no había perdido la confianza en el abogado Beckett. Jim había asegurado que este hombre les ayudaría, ya que había trabajado anteriormente en varias demandas relacionados con temas de salud.
A Rick las palabras del abogado le asustaron un poco, ya que no tenía ni idea de temas legales, nunca había puesto una demanda a nadie, mucho menos a un hospital. Sin embargo estaba dispuesto a hacer lo que sea para impedir que apartasen a su hija de su lado.
Casi inmediatamente, el abogado había conseguido una cita con el jefe del hospital, quien amablemente se ofreció a atenderlos y escuchar sus quejas personalmente.
-No es la primera vez que nos llega una queja contra el susodicho – dijo finalmente el jefe del hospital, mientras se rascaba la barbilla en un gesto pensativo.
-Entonces mucho menos entiendo por qué sigue trabajando aquí – responde Rick, indignado.
Tanto Jim como su compañero le lanzan una mirada, pidiéndole silencio.
-Desde luego ninguna de esas quejas tenía un carácter tan serio como lo tiene ésta – responde el médico, mirando directamente al chico.
-Precisamente por la seriedad del asunto – explica el abogado – me gustaría exponerle nuestras intenciones de demandar al hospital por negligencia médica.
El médico inmediatamente se incorpora en su asiento, temeroso por lo que eso puede provocar para el hospital.
-La otra opción… - dice el abogado, haciendo una pequeña pausa hasta conseguir la atención del doctor.
-¿Cuál es? – pregunta éste, realmente interesado.
-Bueno… podría despedir al médico con efectos inmediatos, y una mancha en su expediente que le impida trabajar en este o ningún otro hospital.
-Lo que me pides es mucho… - dice el médico, apartándose las gafas.
-Si prefiere la demanda… Además, me encargaré personalmente de hacer que sea una noticia de interés nacional.
Al médico casi se le abren los ojos como platos al escuchar esas palabras.
Termina de colocar la ropita de bebé en el armario de su dormitorio. La mayoría es ropa de recién nacido, y aun así todavía es grande para su pequeña…
-¿Necesitas ayuda?
Kate se sobresalta al escuchar la voz de su padre. Se gira y lo observa, mirándola desde el marco de la puerta. Niega con la cabeza y se acerca hasta su cama, sentándose en el borde. Jim se acerca y se sienta a su lado. Ambos guardan silencio por unos minutos.
Desde que Rick habló con el abogado, a espaldas de Kate, éste se había desvivido por ayudarlos a no perder a su bebé. Una actitud que había descolocado a Kate, quien creía que nunca más volvería a hablar con su padre.
Sin embargo, éste parecía haber recobrado su antiguo yo durante los meses que había pasado en el centro de desintoxicación. Nunca pensó que realmente esos centros funcionasen de verdad, pero de momento el abogado no había vuelto a probar el alcohol.
Es cierto que era extraño para él ver a su hija, su pequeña, en una nueva faceta de madre. Todavía estaba haciéndose a la idea, pero poco a poco lo iba aceptando. Incluso les había rogado volver a su casa. Tendrían que compartir habitación Rick, ella y el bebé, pero sin duda estarían mejor que en su propio apartamento, el cual estaba lejos del centro, lejos del trabajo de Rick…
-¿Tienes ganas de que venga? – Jim rompe finalmente el abogado, señalando la cuna del bebé con la cabeza.
Kate asiente, mordiéndose el labio. Apenas había intercambiado unas palabras con su padre desde el accidente.
-Quiero cogerla en brazos, sin que esté rodeada de tubos o incubadoras. Quiero que esté en casa…
-Solo unos días más – dice el abogado, colocando una mano en el hombro de su hija.
-Gracias por ayudarnos – dice Kate, volviendo su cara hacia él.
-Gracias a ti por permitirme estar a tu lado y perdonarme.
-Todavía no te he perdonado del todo – contesta Kate seriamente – Lo que hiciste…
-No hay día que no me arrepienta de todas y cada una de las palabras que te dije Katie. Me avergüenzo de pensar qué pensaría tu madre si estuviese aquí.
-Estaría orgullosa de saber que te estás recuperando – responde Kate – Al igual que yo lo estoy. Pero poco a poco.
El abogado asiente, orgulloso también de la madurez con la que habla su hija.
-Sabes cuando vi a Hannah por primera vez, me recordó a ella – dice Jim, mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
Kate lo mira, sin poder evitar que las lágrimas acudan a sus ojos también.
-El puente de su nariz es… exactamente el mismo.
La joven sonríe, consciente de ese detalle, y abraza a su padre antes de que éste continúe llorando.
Rick guarda el libro de cocina en su mochila cuando el ascensor llega al piso del apartamento de los Beckett, donde ahora viven. Aunque continúa con su trabajo en el bar, le han aceptado en la escuela de cocina para el próximo curso, así que trata de empaparse de cualquier receta nueva cada vez que tiene la ocasión, sobretodo leyendo libros de recetas.
Cuando entra en el apartamento, un sentimiento de amor le aborda al ver a Kate en el sofá abrazando a su hija. Él se acerca hasta ellas y se sienta a su lado.
-Su carita es perfecta – sonríe, con ternura mientras acaricia uno de los piececitos descalzos de su hija, que asoman por debajo de la manta con la que está cubierta.
-Toda ella es perfecta – dice Kate, también embobada con su hija mientras le da el pecho.
A pesar de tener dos meses, Hannah todavía es demasiado pequeña al haber nacido prematura. Aunque los dos meses en el hospital le han permitido crecer hasta conseguir un peso adecuado. Incluso tiene unos pequeños mofletes, que además han ganado color desde que están en casa.
-Me encantaría poder quedarnos así por siempre – susurra Rick.
-Simplemente la tranquilidad de estar en casa…
-No vamos a preocuparnos por eso más. Al fin ese médico mal nacido tiene lo que se merece, y nosotros también. Hannah es lo mejor que nos podría haber pasado.
Kate asiente, coincidiendo con las palabras de Rick, antes de apoyarse sobre su pecho, acurrucándose ambas con él después de haber amamantado a su pequeña.
-Estás cansada – comenta Rick, acariciando el pelo de ella.
-Estoy bien – susurra Kate, cerrando los ojos – Te hemos echado de menos.
-Y yo a vosotras – dice él, besando la sien de Kate.
Justo en ese momento la puerta de casa se abre y entra Martha, a quien le han dado unas llaves por si ocurre alguna emergencia.
-¿Mamá? – pregunta Rick, extrañado de verla allí sin haber avisado.
-¿Todo bien Martha? – pregunta Kate.
-Sí, solo vengo a ver si puedo llevarme a mi nieta de paseo un rato.
-Martha, no sé si es buena idea… - dice Kate, dubitativa.
-Oh, créeme, lo es. Hace un día estupendo, le vendrá bien tomar el aire. Y vosotros necesitáis descansar.
-Y tú quieres estar con tu nieta – ríe Rick.
-Eso también – añade la pelirroja, dándole la razón a su hijo.
Kate mira a Rick, sin saber si es realmente una buena idea.
-Mi madre tiene razón – dice él, finalmente – Estás cansada. Si se queda con ella un rato nosotros podemos descansar. Además, acaba de comer, no tendrá hambre hasta dentro de un par de horas como mínimo.
Finalmente asiente y prepara a su pequeña con un vestido limpio y un pequeño abrigo, además de darle a Martha un montón de instrucciones y de repetirle varias veces que le llame si su bebé llora.
Kate suspira cuando Martha se marcha de paseo con Hannah, y se queda unos segundos mirando la puerta. Rick se acerca por su espalda y comienza a masajearle los hombros.
-¿Por qué no te preparas un baño de espuma, te relajas, y después te acuestas un rato?
Kate deja que sus masajes le relajen por unos segundos, para después girar sobre sí misma y quedar frente a Rick. Coloca sus brazos alrededor del cuello de él y se inclina sobre sus pies, quedando a la misma altura. Sin decir nada comienza a besarle, de una manera profunda e intensa.
-Kate… - dice él, dejando escapar las letras con dificultad, mientras su mano se dirige casi de manera incontrolable hasta el trasero de ella.
-Shh, no hables – dice ella, parando unos segundos antes de volver a besarle.
-Deberías descansar.
-Prefiero hacer esto.
-Yo también, pero…
-¿Ha dicho dos horas, no?
Rick asiente, tragando saliva, antes de que Kate tire de su brazo hasta el dormitorio, cerrando la puerta tras ellos.
Cuarenta minutos más tarde, ambos yacen desnudos entre las sábanas. Kate recupera la respiración apoyada en el pecho de él, mientras que Rick acaricia su pelo con cariño, y le abraza con la otra mano.
-¿Te ha gustado? – pregunta ella, sin levantar la cabeza para mirarlo.
-¿Bromeas? Se notaba que llevábamos todo ese tiempo sin hacer nada – contesta él, recordando que desde que Kate había dado a luz, no habían vuelto a tener sexo – Me ha encantado.
-¿No lo has sentido diferente? Después del embarazo…
-No, ¿tú sí?
-Un poco, pero me ha gustado igualmente – dice, encogiéndose de hombros.
-Es normal.
Kate alza la cabeza, rodando los ojos al mirarlo.
-Que haya sido diferente quiero decir, aunque también que te haya gustado, claro – dice, sonriendo.
Kate vuelve a rodar los ojos antes de acostarse de nuevo sobre su pecho.
Se mantienen en silencio durante varios minutos, hasta que el susurro de la voz de Kate rompe el silencio.
-¿Rick?
-¿Si?
-Gracias. Por todo. Eres un padre maravilloso, y un novio excepcional.
-Y tú eres la mejor madre que Hannah podría tener, y eres única y extraordinaria, Kate.
-Te quiero – susurra ella, antes de quedarse dormida.
FIN
Gracias :)