El misterio en el bosque
Bajar por un pozo, viajar al pasado; Kagome jamás se imaginó que su vida consistiría en balancear su destino entre el pasado y el futuro pero ya se había acostumbrado. A lo que sí le costaba adaptarse era a esas estúpidas lianas por las que tenía que escalar al llegar a la época feudal.
"¿Por qué no ponemos una maldita escalera?" pensaba mientras impulsaba su cuerpo.
Al llegar al borde InuYasha la esperaba ya a unos cuántos metros recargado sobre un árbol. Como siempre con su gesto retador, listo para comenzar una discusión. A sabiendas del posible mal humor del mitad bestia, Kagome dibujó una sonrisa en su rostro y estiró su mano haciéndole llegar un amistoso saludo. Caminó hasta donde se encontraba su compañero con precaución de no caer por el peso de la mochila que había empacado previamente con medicamentos, comida y otros artículos de higiene. Justo cuando iba a abrir la boca para entablar una conversación casual con InuYasha, éste la interrumpió sin notar el buen humor de la joven.
-Pensé que ya se te habían olvidado los fragmentos- dijo con un tono de reproche.
-Claro que no… siempre la tengo conmigo desde aquella vez- respondió Kagome de pronto recordando aquella vez que InuYasha la había tirado al pozo.
Ese recuerdo llegó fugazmente. Recordó ese abrazo, de pronto la caída, enfocando su vista en la imagen de InuYasha al borde del pozo alejándose conforme se acercaba más al fondo. De pronto se sintió triste. InuYasha notó el cambió de humor en la joven y de pronto él supo a lo que Kagome se refería. Avergonzado se llevó las manos detrás de la nuca y sonrojado la miró.
-Me he disculpado muchas veces por eso Kagome… yo sólo quería protegerte de cualquier peligro… aquella vez del idiota de Sesshomaru quien casi te mata-
-Claro- respondió Kagome con reproche. De pronto guardó silencio por unos minutos y miró hacia el bosque. Sentía un cosquilleo en el cuerpo, era intenso pero no lo suficiente. Podía percibir una presencia, un youki muy particular que sólo podría provenir precisamente de Sesshomaru. –Ahora que lo mencionas… puedo percibir su presencia más adentro en el bosque- dijo sin mirar a InuYasha quien comenzó a avanzar en dirección a la aldea. Kagome lo imitó.
-Sí… hace algunos días Kikyo me advirtió sobre una presencia extraña; seguramente que él la percibió también- respondió cambiando el tono de su voz sonando solemne –Vino en medio de la noche a advertirnos… sólo tiene una idea vaga de lo que puede ser. Para estas alturas ya habría descubierto la raíz de esa energía pero ella fue bastante clara "no vayas sin ella" fue lo que me dijo-
-¿Eso fue exactamente lo que te dijo InuYasha? "No vayas sin ella"- respondió sorprendida.
-¡SÍ ESO DIJO MALDITA SEA! ¡DEJA DE ESTAR CELOSA!- exclamó InuYasha extremadamente avergonzado.
-InuYasha no estoy celosa, simplemente que me pregunto si las palabras de Kikyo fueron suficientes para detenerte de ir a ver qué pasaba en el bosque- contestó Kagome quien se encontraba genuinamente incrédula de que InuYasha hubiera hecho caso de las palabras de la sacerdotisa, considerando su costumbre de ser impulsivo y terco.
-Ja, muy graciosa Kagome. Tienes que admitir que fue la decisión correcta. ¿Acaso no estás feliz de que haya esperado a que regresaras?- decía mientras ambos entraban a la choza de anciana Kaede.
Pero antes de que Kagome pudiera comenzar a creerle, Sango, Miroku y Shippo interrumpieron, contradiciendo por completo lo que InuYasha confirmaba con tanta insistencia. –Fuimos nosotros quienes lo detuvimos- dijeron al unísono. Lo cual terminó por darle la victoria a Kagome quien sólo miró con desapruebo al mitad bestia y se introdujo a la choza.
-Bien, ganaste- dijo InuYasha derrotado, sentándose en una de las paredes guardando distancia de sus compañeros quienes se inflaban victoriosos por haberlo puesto en evidencia.
Sonriente a pesar de la pequeña polémica, Kagome acomodaba sus cosas al lado del fuego y les entregaba a sus amigos algunas cosas que les había traído de la época moderna mientras intercambiaban anécdotas de los días pasados hasta que por fin se tocó el tema del bosque de nuevo.
-Señorita Kagome, a pesar de haber detenido a InuYasha de ir sin usted, creemos que sería bueno ir lo antes posible- sugirió el monje quien sostenía en sus manos una envoltura de frituras. –Decidimos no acercarnos ya que la señorita Kikyo al parecer fue enfática en que su presencia era necesaria y no quisimos exponer a los aldeanos en caso de desatar algo por no haber tomado en cuenta esa sugerencia-
-Más bien yo diría que fue una advertencia- complementó Sango.
-Pues sea lo que sea que haya en el bosque definitivamente que hoy no es un buen día para descubrirlo- contestó Kagome mirando a InuYasha quien levantó orejas y las cejas con asombro por unos instantes para después sustituir su gesto sorprendido por uno de enfado.
-¿Qué quieres decir con esa mirada, Kagome?- masculló desde el otro extremo de la habitación entre dientes.
-Hoy es luna nueva InuYasha, creo que estarás de acuerdo conmigo a que sería exponerse demasiado- dijo la joven sin esperar ser contradicha por InuYasha pero no fue así.
-Todavía quedan algunas horas de luz- dijo poniéndose de pie y saliendo de la choza sorprendiéndolos a todos.
Kagome, incrédula ante lo inoportuno de InuYasha no tuvo mucho tiempo para reaccionar. Corrió detrás de él no sin antes tomar rápidamente su mochila y su arco.
O
Minutos antes en el interior del bosque Sesshomaru merodeaba curioso ante esa energía la cual percibió desde muy lejos. Caminaba lentamente entre los árboles y matorrales, observando silenciosamente sin perturbar a las criaturas del bosque. Sabía que estaba cerca, podía percibirlo. Desconocía si se trataba de un espíritu o un demonio, al igual que desconocía si se trataba de una amenaza o sólo era una aparición que andaba de paso. De pronto, no muy lejos su mirada se cruzó con la de una mujer que no le era desconocida.
-Esa sacerdotisa- pronuncio en un profundo murmullo.
Caminaban uno frente al otro, en direcciones opuestas hasta que por fin estuvieron frente a frente. Sesshomaru planeaba continuar con su andar pero la voz de Kikyo lo detuvo.
-Sesshomaru, no vayas en esa dirección- dijo, aun dándole la espalda.
-¿Y por qué debería de hacer caso a tu advertencia, sacerdotisa?- preguntó el youkai en un tono suave pero desafiante.
-Sólo estoy dándote una advertencia- respondió girándose para mirarlo –Hay una extraña fuente de poder viniendo del bosque; la percibí hace algunas noches pero incluso para mí estar cerca de ella es peligroso… No puedo acercarme a la fuente de esta energía, ni siquiera con mi poder espiritual… es imposible con esta caparazón de barro y huesos-
-No compares tu frágil e insignificante vida humana con la mía, sacerdotisa- respondió Sesshomaru girándose en dirección a Kikyo, por fin dándole la cara.
-Mi vida ya no es humana y aun así puedo purificarte con estas manos… y sin embargo, a pesar de tener una ventaja sobre cualquier demonio el simple hecho de estar cerca de esta energía sólo provoca que mis almas intenten escapar de mi cuerpo que no es más que un contenedor vacío…- dijo de pronto mirando sus manos con melancolía –si así sucede conmigo, no podría imaginar el dolor que tú experimentarías y lo que pasaría con tu esencia. Sólo alguien con un poder espiritual como el mío te puede proteger- esto último dijo mirándolo fijamente a los ojos.
-Te refieres a esa joven… Hn… una humana protegiéndome a mí. Patético- respondió de pronto sintiendo que la sangre de sus venas corría con más velocidad pero eso se detuvo al percibir a alguien más cerca.
-Alguien se acerca- dijo Kikyo casi al mismo tiempo en el que Sesshomaru se percató. –Son ellos…- dijo mirando a Sesshomaru y después caminó de nuevo hacia otra dirección, adentrándose al bosque. –Si aún tienes intenciones de acercarte a esa presencia entonces no te alejes de ellos-
Se mantuvo de pie por unos instantes, observando la figura de Kikyo desapareciendo entre las sombras de los árboles y la profundidad del bosque. Podía escuchar las voces y los pasos de su odioso medio hermano y de aquella joven que siempre lo acompañaba. Se encontraba en una profunda disyuntiva; podía caminar en la misma dirección que la sacerdotisa y desaparecer antes de que llegaran InuYasha y Kagome o podía esperar a que llegaran, haciendo caso de la advertencia de Kikyo. Pensar en lo último le hacía hervir la sangre… doblegar su poder para esconderse detrás de una figura humana le causaba repulsión, sin embargo, consideraba las palabras de Kikyo como algo serio ya que en efecto, conforme más se acercaba a esa presencia misteriosa sentía presión en su pecho como si el aire se quedara encerrado entre sus costillas. Decidió esperar.
Las ramas se movieron bruscamente y entre un enorme arbusto aparecieron InuYasha y Kagome. El mitad bestia se encontraba con la mirada agresiva como siempre mientras que la joven descendía de la espalda de éste. A diferencia de InuYasha, Kagome lo miraba con cautela entre la respiración agitada de InuYasha quien parecía estar entre una mezcla de ira y fatiga.
El sol aún no caía pero estaba a menos de una hora de posarse en el horizonte. Las sombras comenzaban a desaparecer y el silencio reinó por unos segundos hasta que la joven rompió el silencio pronunciando el nombre del youkai que se encontraba frente a ella e InuYasha confundida.
-¿Estamos aquí por la misma razón?- preguntó sin sentir la necesidad de especificar ya que no le quedaba la menor duda de que el medio hermano de InuYasha tenía la misma inquietud que ellos.
-Claro que está por lo mismo- respondió InuYasha, hablando con dificultad. Kagome se dio la vuelta y tomó a InuYasha del hombro ya que se veía débil pero InuYasha sólo empujó la mano de la joven quien insistía en revisar que se encontrara bien.
-La energía lo sofoca- indicó Sesshomaru sin mirarlos, dirigiendo su vista hacia otro lugar en el interior del bosque.
Kagome miró a la misma dirección, tomando a InuYasha del brazo quien parecía haberse rendido ante la ayuda de la joven. Comenzaron a caminar junto con Sesshomaru quien andaba a una corta distancia entre ellos. De vez en vez la joven miraba hacia atrás, asegurándose de que Sesshomaru no comenzara a mostrar los mismos síntomas que InuYasha pero su condición parecía no deteriorarse de la misma manera que InuYasha quien parecía ir recuperando el aliento. Kagome se detuvo por un segundo ya que uno de los cordones de su mochila se zafó provocando que una de sus manos abandonara el brazo de InuYasha quien cayó bruscamente de rodillas sobre el suelo.
-No me sueltes- dijo con voz débil mientras la joven abrochaba la correa rápidamente para reacomodarse al lado de su amigo. –Creo que tu energía es la que me mantiene con bien- respondió InuYasha dejando mostrar su frustración en el tono de su voz.
-Tal vez a esto se refería Kikyo- comentó la joven reanudando el paso. –Sesshomaru, ¿tú te encuentras bien?- preguntó la joven pero Sesshomaru no respondió. Miró hacia atrás y Sesshomaru se había detenido. No mostraba señas de dolor, simplemente había dejado de caminar.
-Déjalo que se quede ahí parado como idiota. Vámonos Kagome- vociferó InuYasha pero para su desgracia la joven se dio la vuelta, arrastrándolo con ella para pararse frente a Sesshomaru.
-Ven- dijo la joven extendiendo su mano. Sesshomaru sólo la miró con un ligero tono de desprecio en su mirada pero no movía ni un dedo. –Vamos- insistía Kagome.
Sesshomaru clavó la mirada en los ojos de la joven. Se sentía frustrado; estaba furioso. "Si me muevo un centímetro más hacia esa energía no soportaré más…" pensó pero antes de que sus pensamientos pudieran viajar más, Kagome lo tomó de la mano y comenzó a caminar. Sin poder poner resistencia sus piernas comenzaron a moverse y de pronto su malestar comenzó a disiparse. Luchaba internamente por resolver sus prioridades y por su orgullo pero era más la curiosidad por aquella fuerza misteriosa además nadie podría verse más patético que InuYasha en ese momento.
Kagome caminaba entre los árboles sosteniendo con un brazo a InuYasha y con el otro a Sesshomaru. A pesar de la gravedad implícita de la situación el hecho de caminar lado a lado con dos medios hermanos que se odiaban y no sólo eso pero que poseían un orgullo inquebrantable le resultaba gracioso y esperaba poder usar la anécdota en un futuro para su diversión particular.
Después de unos cuántos minutos llegaron por fin a esa fuente de poder, sin embargo, no podían exponerse mucho ya que la vida de quienes llevaba del brazo dependía ahora solamente de su energía espiritual que parecía ser inmune ante la energía tan fuerte que los rodeaba. InuYasha logró desenvainar su espada ya que aún tenía una mano libre a diferencia de Sesshomaru que su única mano estaba siendo tomada por la de Kagome, lo cuál le resultaba humillante al youkai. InuYasha no pudo evitar dejar escapar un chasquido burlón.
-Y bien… ¿ahora qué?- preguntó el hanyou con hastío.
-No lo sé… la raíz de la energía es aquí pero parece no haber nada… sólo veo árboles- contestó la joven confundida mirando en todas direcciones.
Las sombras de los árboles se hacían más largas anunciando el amenazante atardecer. Kagome cada vez se ponía más nerviosa y esto se reflejaba en el ligero apretón en sus manos. InuYasha y Sesshomaru se percataban de ello por lo que se mantenían aún más alertas. De pronto detrás de una gran roca InuYasha logró distinguir una figura extraña y no dudo en hacerla notar con su fanfarronería.
-Feh. Deja de esconderte imbécil y sal a enfrentarnos… seguramente que nos has estado esperando-
La voz de InuYasha parecía ser un comando para la figura que se hizo más aparente y salió de su escondite. Se trataba de una figura esbelta y andrógina, no sabían si se trataba de un ser humano o de un demonio pero su aspecto era extremadamente particular. Kagome notó la belleza de aquél ser y no pudo evitar asombrarse ante tal visión, sin embargo se mantuvo alerta, sosteniendo a sus compañeros con firmeza. La criatura sonrió y sacó de su kimono un pequeño espejo muy parecido al de Kanna. Lo sostuvo frente a ella mostrando el reflejo de quienes se encontraban desafiándola en él.
Kagome miró sus reflejos y miró en el lugar de Sesshomaru a esa bestia gigantesca en la que alguna vez se había transformado e InuYasha en su aspecto humano. El espejo reflejaba las formas ocultas de las criaturas al parecer y eso no le dio buena espina a Kagome pero no sabía cómo responder. Miró a Sesshomaru y su semblante no era muy distinto al de siempre pero podía notar que su respiración estaba más agitada.
La criatura seguía reflejándolos en su espejo sin decir nada hasta que de pronto una criatura gigantesca apareció. Parecía ser una especie de niebla pero se movía como un todo y parecía tener masa. Avanzaba rápidamente hacia ellos conforme el sol caía. El cabello de InuYasha se transformaba mientras que la niebla se aproximaba más y más hacia ellos. En cuanto el hanyou tomó su forma humana empujó a Kagome y a Sesshomaru, liberándose del brazo de su amiga y sacó su Colmillo de Acero que dejó su forma natural para regresar a su forma oxidada y frágil. Corrió intentando distraer a la niebla. Ahora siendo humano, la energía parecía no afectarle tanto.
Mientras tanto Kagome y Sesshomaru se mantenían a un extremo, enfocados en la criatura del sepejo. Las facciones de Sesshomaru comenzaron a transformarse y al percatarse Kagome de ello, sostuvo el rostro de Sesshomaru con su otra mano tratando de detenerlo.
-No, Sesshomaru- dijo alterada. –Tu forma natural sólo va a provocar lo peor…- dijo intentado sacar un pequeño cuchillo de una de las bolsas de su mochila ya que era imposible usar su arco con una mano libre.
La lucha seguía con InuYasha y la niebla que más bien era InuYasha huyendo de la criatura hasta que de pronto el boomerang de Sango se hizo presente haciendo evidente la presencia de Miroku y la exterminadora, sin embargo, la niebla fue rápida e impredecible y se abalanzó en dirección a Sesshomaru y Kagome. El youkai, dejando escapar su furia a causa de la frustración se zafó de la mano de Kagome y atacó a la niebla con una de sus garras dejando escapar un grito desgarrador. Todo parecía indicar que lograría causar una ofensiva en la criatura detrás de la niebla pero no fue así. Su cuerpo fue lanzado a una gran distancia mientras un gran resplandor salía de su cuerpo, viajando hasta el espejo de la criatura que desapareció entre los matorrales envuelta entre la criatura de la niebla.
La energía de pronto desapareció.