Sentí la necesidad de voltearme, sentir su aroma, como cuando lo salude... Así lo hice y pase mis brazos por su cuello, nuestros corazones latían rápido las palpitaciones se hacían oír casi rompiendo el silencio que ahora inundaba el cuarto, su suave respiración jugaba en medio de nuestros labios que poco a poco se iban acercando, hasta que el momento esperado se hizo presente, nos unimos y su suavidad me pareció increíble, un sabor casi imperceptible a fresas estaba impregnado en sus labios, siempre sabían igual y para ser sincero, no me aburría de sentirlos, su lengua se abrió paso entre mis labios separandolos con mucha delicadeza, y sin darme cuenta mi lengua y la suya ahora bailaban de una forma que solo ellas sabían bailar, se acariciaban, como dos amantes que se separan al amanecer intentando alargar el final casi inevitable, al separarnos enfoque mis ojos en los suyos, brillaban de una forma única y especial que jamas había tomado el tiempo de ver, pude notar que sus ojos no eran de ese negro que yo pensaba, unas pizcas verdes se hacían presentes pero como toda cosa en la penumbra se queda en el olvido.
-Leigh...- susurre lo mas suave que pude, un escalofrió paso por mi cuerpo, haciendo que temblara suavemente.
-Lysandro...- su voz sonaba dulce y tranquilizadora, y la verdad cumplía su cometido.
Estuvimos de esta forma unos minutos, el se abrazo a mi y se dejo caer en la cama, haciendo que yo cayera sobre su pecho, me abrazo fuerte y comenzó a acariciar mi cabello y mis brazos mientras tarareaba una dulce melodía, poco a poco mis parpados se tornaron pesados, y empezaban a caer sobre mis ojos, el sueño iba a vencerme, pero yo no queria. ¿Qué tal si era un sueño?... y si me despertaba y ya no estaba conmigo... no queria eso, no otra vez.
-Leigh... Shh...- el me miró sonriendo tranquilo y me beso la frente. -Prometeme que mañana estaras conmigo-... no pude oirlo, el sueño me habia ganado, pero espero que su respuesta haya sido un si, no lo sabre sino hasta despertarme...