Bueno, aquí vengo con nuevo fic que creo que os gustará bastante ya que tiene todo lo que podáis imaginar. Desde drama, comédia, sexo, amor, y mil cosas más que hacen la química perfecta para que esto funcione...

A Memories Never Die le queda muchísimo aún, por si pensábais que lo hacía porqué el otro iba a acabar, pero no.

Antes de seguir quiero decir que la idea principal es de mi amiga Júlia Olivé que ha sido la que me informó de todo y por la cúal estoy escribiendo esto. Así que, todo es por ella.

En tercer lugar, quiero decir que es muy AU, y un poco OOC.

-Aquí Kate tiene 20 años, va a la Universidad y estudia derecho. En cambio Rick tiene 32 y es un agente del FBI bastante serio que se las tendrá que ver con ella a la hora de cooperar juntos.

-Alexis está claro que no existe.

-Tanto Lanie, como Ryan, Espósito o Montgomery saldrán de diferentes formas, pero lo harán.

-Martha seguramente también.

Prometo daros buenas escenas que os harán hervir la sangre, reír y causar todo tipo de sensaciones porqué tengo buenos planes para esto.

Solo quiero que le deis una oportunidad porqué pinta mejor de lo que suena JAJAJAJAJAA, os gustará.

Y, como siempre quiero que comentéis para hacerme saber que os gusta y que no. Tanto por aquí, como por Twitter: /NewYorkerWriter.

Disfrutarlo como lo hago yo y nos vemos en el próximo capi! :*


El polvoriento libro de su expediente cae entre ella y ese policía que la ha detenido hace un par de minutos.

Repasa en silencio el perfil de ese hombre, preguntándose de que nacionalidad puede ser. Su piel es oscura al igual que su pelo de un color parecido al azabache. Tiene una mandíbula prominente y cuadrada. Es bastante atractivo.

Unos músculos bien trabajados se adhieren a la camisa blanca que está usando en esos momentos.

Pasa una hoja y desliza el dedo índice por la página, buscando cualquier tipo de información con la cuál empezar.

-¿Sabe por qué está aquí señorita Beckett?-dice al fin reparando en ella por primera vez desde que ha entrado en la sala.

Ésta fija sus ojos verdosos en esas dos piedras marrones que la escrutan en silencio. Sonríe con suficiencia, haciéndole saber que se mantiene tranquila y que no hay nada que pueda inquietarle.

-Sí.

-¿Le han leído sus derechos?

Habla un inglés perfecto, sin rastro de ningún acento extranjero, así que supone que debe haber nacido ahí, en Nueva York, o ha pasado la mayor parte de su vida ahí.

Apoya los dos brazos en la mesa y entrelaza los dedos ante el largo silencio de la joven.

-Sí.-responde otra vez con monotonía.

Tampoco había hecho falta que lo hicieran, no es la primera vez que está en una comisaria o en una sala de interrogatorios. Por eso sabe que detrás de ese norme cristal que actúa como espejo, hay más agentes espiando la conversación.

-Tienes derecho a un abogado.-sigue el policía con la misma mirada de indiferencia, como si no le importara lo más mínimo lo que está sucediendo.

-No lo necesito.-responde ella pasándose la mano por el pelo.

Ha desviado un momento la mirada hacia el cristal y ha podido ver que no estaba correctamente peinado.

-¿Qué te hace pensar que no lo necesitas?

-El hecho de que no llevaba la droga.

El policía sonríe ante la tenacidad de la joven a la hora de responder a sus preguntas. Está claro que sabe de que va el tema y piensa seguir en esa línea.

-La casa es tuya.

-Dudo que fuera del vecino.-oculta una sonrisa, pero su comisura se crispa ligeramente, delatándola.

-¿Le hace gracia?

El policía frunce el ceño cansado de esa niña que no hace más que desquiciarle con su serenidad.

-Mentiría si dijera que no.

-No creo que le haga tanta gracia saber que juntando sus antecedentes y lo sucedido de hoy podamos juzgarle como una persona adulta.

Efectivamente la sonrisa tan segura que dibujan los labios de la joven se esfuma al instante.

-No puede hacer eso, soy menor de edad.-protesta irguiéndose en la silla de metal.

Todo ese tiempo había estado cruzada de brazos y sentada según su comodidad, ahora no tenía mas remedio que prestar atención a las palabras de ese policía.

-Dentro de unos meses ya no lo serás y cuando todo el papeleo se solucione no habrá problemas señorita Beckett.-responde éste de forma glacial.

Incluso le divierte. Le gusta ver como el que lleva las riendas de la conversación es él y no una niñata mimada que piensa que al no tener veintiún años no pueden procesarla.

Kate siente que la cabeza comienza a pesarle cuando la idea de ir a la cárcel se hace más evidente en su cabeza. Sigue clavando los ojos en los del policía, intentando sonsacar algo de su mirada pero no lo consigue. En vez de eso se lamenta de haber hecho esa fiesta en su casa...

"-Vamos Kate, ¿no nos dejas pasar?-su mejor amiga la había mirado con cara de cachorito abandonado intentando convencerla.

Detrás de ella, una cantidad considerable de personas se amontonaba ansiosa por saber si realmente habría una gran fiesta o tendrían que volver a su casa.

En un principio no había tenido intenciones de hacer nada. Sus padres estaban de viaje por un asunto de negocios y si hacía una fiesta en su ausencia, (aúnque no era la primera vez), podía cargarsela.

Habían dicho que no hacía falta avisarla, ya que confiaban en que fuera responsable. Así que iba a dedicarse a ver una sesión de películas de miedo con Lanie. Solo que ella había preferido invitar a más gente por su cuenta.

Iba a decir que no, cuando vio a uno de los quarterback de la Universidad con el cuál había estado tonteando más de una semana.

Éste le sonreía mientras le decía algo a su amigo, que llevaba una caja enorme llena de bebida.

-Vamos Becks.-gritó alguien entre la multitud, animándola a tomar la decisión que todos querían oír.

Supiró antes de hablar.

-¡No quiero que hagáis el gilipollas, que ensuciéis la piscina o que rompáis algo porqué juro que os pegaré una paliza a todos!

-¿Yo estoy incluido?-gritó el quarterback. Todos mantuvieron un silencio incómodo y alguno silbó. Le abrieron una especie de pasillo para que pudiera verle.

Éste sonreía cruzado de brazos, resaltando sus bíceps bien trabajados.

Kate se mordió el labio inferior.

-Tu serás el primero Scott.-dijo finalmente. Se hizo a un lado para que fueran entrando sin apartar la mirada de ese rubio de ojos verdes que sonreía de lado con un aire chulesco."

Sale de esa pequeña ensoñación que la ha distraido un par de segundos cuando el policía alza las cejas esperando una respuesta.

-¿Quién trajo esa cantidad de droga?-pregunta éste sin dejar de mirarla.

Es un truco infalible que siempre funciona a la hora de interrogar a algún sospechoso.

Lo había hecho varias veces, tanto en homicidios como en narcóticos o robos, donde ha trabajado más de una vez.

Permite que el sospechoso se sienta agobiado bajo la dureza de la mirada y necesite soltar todo lo que él y sus compañeros desean oír, pero por algún extraño motivo, esa chica no se intimida.

-Ya he dicho que no he sido yo.-responde ella apretando la mandíbula.

Todo eso comienza a ponerle nerviosa. ¿Qué quieren de ella? Es cierto que la casa es suya, pero no ha sido ella quien ha metido la droga.

-¿Sabes que esconderle pruebas o sospechosos a un policía puede considerarse obstrucción a la justicia y a su forma de trabajar? ¿O eso tampoco lo sabes?

Kate le mira con asco antes de inspirar con fuerza. No piensa rendirse tan facilmente.

-No lo sé.

-Es tu casa y no sabes quien mete la droga.-Kate no dice nada, solo se limita a mirarle.-Está bien, nos veremos en el juicio, voy a dar orden para que llamen a tus padres.

Cierra el expediente el cual sacude un poco más de polvo y lo coge entre sus fuertes brazos a la vez que se levantan.

-Espere.-dice con los dientes prietos.

Si las miradas mataran, la que le lanza ella en esos momentos sería mucho más que eso.

-¿No la oigo señorita?

Eso solo hace más que irritarla. Puede ver como oculta una sonrisa muy divertida, al parecer. ¿Qué se cree ese gilipollas?

-Digo que puedo intentar pensarlo.-responde con frialdad.-Sé que la droga se pasa por el campus.

Éste frunce el ceño y el poco rastro de diversión que reflejaba su rostro desaparece. Deja de nuevo el expediente sobre la mesa y se sienta, esperando.

-¿Conoces a los camellos?

Kate se centra en la superficie de la mesa, buscando una respuesta en el blancura del plástico.

"-Dicen que meterse esto es como un chute de adrenalina.

Enrrolló el billete de un dolar hasta que solo quedó un tubo fino. Lo colocó justo al principio de la raya de polvo que estaba totalmente alineada sobre la mesa de madera y la recorrió entera con la nariz.

-Joder.-gritó limpiándose el rastro de cocaína que se había quedado en los orificios nasales con el dorso de la mano.-Esto es bueno.

Kate miró al amigo de Scott sin saber que decir. Acababa de meterse una raya entera y ni se inmutaba. Estaba claro que su corazón debía ir a mil por hora en esos momentos, pero era algo asqueroso.

Estaba contaminándose él mismo de una mierda que era más que dura. Vale, ella fumaba marihuana o como mucho chocolate, pero ni loca probaría la coca.

Los dedos de Scott giraron su barbilla a tiempo para alcanzar sus labios. Ella sonrió debajo de ellos.

Estaban en su sofá mientras la gente se divertía bebiendo o bailando por toda la casa. Algunos estarían en las habitaciones superiores, pero no le preocupaba.

-¿Tú también vas a probarla?-éste pasó su dedo por el labio inferior de Kate.

-Yo no me meto mierda por la nariz.-afirmó segura de lo que decía.

-Bien. Yo tampoco.-volvió a besarla.

-Pues más para mi.-dijo el amigo. Preparó otra raya con una tarjeta de crédito y repitió el proceso anterior.

La mano de Scott ascendía por su muslo desnudo, ya que llevaba un short vaquero y dejaba al aire la mayor parte de su piel. Cuando ésta entró a territorio peligroso Kate le detuvo con una sonrisa.

-¿Dónde conseguís la coca y eso?-preguntó mirando a Doctor Bacterio que seguía preparando rayas.

-Nos la proporciona un estudiante del campus.-respondió éste sin levantar la vista de su obra.

-¿Nos?-inquirió mirando a Scott.-Pensaba que no te metías...

-A mi me consigue hachís, maría y eso, drogas blandas o alguna que otra pastilla.- entrecerró los ojos.

-Dicen que es parte de una mafia estudiantil que se oculta por la Universidad.-confesó su amigo.

Scott tosió en voz alta antes de lanzarle una mirada asesina que no pasó desapercibida para Kate.

-¿Vamos a por algo para beber?-desvió el rumbo de la conversación a la vez que se incorporaba. Kate abrió la boca para decir algo al respecto, pero luego la cerró y sonrió.

Se dirigieron a la nevera donde les esperaban varias botellas de Vodka, Ron, Tequila y demás. Pero ni con una buena dosis de alcohol pudo olvidar esa mirada de "cállate o nos la cargaremos, imbécil". Algo más estaba pasando por el campus..."

-Yo no, pero un amigo sí.-responde finalmente acompañada de un suspiro.

-¿Te habló alguna vez de él? Su nombre, residencia, físico...¿algo?

Kate niega lentamente con la cabeza, observando que ese policía tiene un interés bastante grande en saber la identidad del camello.

-Uno de ellos mencionó que podía estar liado en una "mafia"-resalta la palabra haciendo comillas con los dedos-estudiantil.-Por lo que sé, pasa desde marihuana, a cocaína, pastillas y seguramente mil cosas más.

El policía observa su rostro con detenimiento, intentando buscar algún rastro que indique que está mintiendo, pero no hay nada que la delate.

-¿Mafia?-pregunta solo para asegurarse.

Kate asiente con una mirada totalmente seria.

-Pueden hacerme análisis y sabrán que yo no consumí nada más que bebida. ¿En serio puedo ir a la cárcel?-su garganta se cierra ante la última palabra, pero lo disimula.

-¿Cómo se llama tu amigo?-ella frunce el ceño al ver que no contesta su pregunta-El que conoce al camello.-explica.

-Primero responda a mi pregunta.

-Si no me ayudas si que puedes ir.-responde en un tono cargado de irritación.

Necesita saber un nombre, algo que les lleve a lo que llevan buscando hace más de un mes. Aprieta las manos.

-Scott. Se llama Scott.-responde finalmente cruzándose de brazos de nuevo.

El policía se masajea la frente intentando atar cabos mentalmente.

-Vete. Pero no intentes salir de la ciudad, estarán vigilandote y a la próxima si que irás directa.-miente sin mirarle.

Nadie la vigilaría, pero mientras supiera eso no haría ninguna tonteria y sería lo mejor para todos.

Ésta asinte en silencio al mismo tiempo que corre la silla hacia atrás para levantarse. Se coloca bien la cazadora. Desea llegar a casa para fumar algo que le relaje, ya que la noche ha sido muy movida.

La puerta de la sala de interrogatorios se abre con brusquedad, dejando entrar a un hombre vestido de negro.

El policía también se gira ante la interrupción pero se limita a mirar.

-Siéntate.-ordena el nuevo hombre sin mirarla.

Kate abre un poco la boca sin entender nada. Ha dicho que podía irse y, ¿por qué nadie le mira cuando entra en la jodida sala? No quiere seguir allí y es justo lo que va a hacer y menos con un capullo arrogante.

-Yo he acabado.-responde dando un paso para rodear la mesa.

-He dicho que te sientes y te sientas.-repite con dureza y autoridad.

Inspira con fuerza, intentado relajarse. ¿Quién coño es ese tío?

Su respiración se corta cuando cruza una mirada con ese hombre. No es nada comparada con la del otro policía, si no que tiene algo que la atrae de una manera magnética.

Son dos brillantes cristales azules que examinan su rostro con atención. Su corazón late muy rápido y se siente estúpida por ello.

Es solo un tío mayor que ella. Tal vez sea guapo, pero es un completo imbécil.

-¿No me has oído?

Kate apreta la mandíbula y se deja caer de nuevo sobre la silla, pero en ningún monento evita la mirada de ese agente.

¿Qué le pasa? ¿Desde cuándo obedece tan rápidamente y sin decir palabra? Coge el anillo de su dedo y lo pasa por sus manos mientras escucha varios murmullos provenientes de los dos policías.

Aúnque duda de que él sea un policía. Le mira de reojo intentando no ser descubierta y así puede analizar mejor su cara.

Se muerde el labio inferior inevitablemente al comprobar que es perfecto, cosa que no había podido ver antes, ya que les separaba más distancia que la de ahora.

Su pelo es de un color parecido a una mezcla entre castaño claro y cobre. Congenia bastante bien con esos dos ojazos azules que ahora mismo miran al otro policía sin reparar en ella.

La barba de pocos dias se amontona por su mentón, haciendo de esa cara de semidios más sexy de lo que es. Pero lo que más le gusta es la piel de su cuello, completamente expuesta ante su mirada. Desearía dejar una senda de besos por ahí...

Un fuerte olor a colonia de hombre asalta su nariz cuando éste se inclina en la mesa, muy cerca de ella.

-¿Katherine Beckett?-ésta asiente sin poder dejar de mirar sus ojos.-Richard Castle, del FBI.

Entonces todo lo demás desaparece y solo existen ellos dos y ese olor que no hace más que seducirla.