Bleach y sus personajes no me pertenecen, son creación del gran Tite kubo, yo solo tome a los personajes para hacer esta historia.
Hola! Gracias a todas (os) los que entran a leer el fic, a los que dejan review, y a los que lo ponen en fav o follow.
Bueno aquí de nuevo con otra historia, espero que esta también les guste, aunque se que el milagro que ocurrió con la anterior no se va a volver a repetir, pero si a una persona le agrada me sentiré feliz. Ya terminé mis pruebas y espero tener más tiempo para subir un capítulo semanal. Sin mas que decir espero que lo disfruten, y si no es así lamento haberles quitado su tiempo.
Saludos.
Capitulo 1
En una sala de espera de un hospital, se encontraba un hombre hablando con el doctor, estaban tan concentrados en su conversación que ninguno se percato de la presencia de un pequeño polisón que estaba detrás de una pared escuchando atentamente lo que decían.
-su estado es grave, sus signos vitales descienden a cada minuto-le paso una hoja-tu mejor que nadie entiendes lo que eso significa.
-si-suspiró cansado-lo sé pero…-respiró hondo-mis hijos me odiarán por hacer esto.
El hombre de blanca cabellera apoyo su mano es el hombro del moreno, era el típico gesto para intentar darle consuelo a la gente cuando sabes que tiene una dura decisión que tomar, el había visto a su padre hacer lo mismo con muchas personas, y nunca presagiaban algo bueno, la personas siempre terminaban destrozadas.
-se que todo esto es muy repentino, pero en este tipo casos el tiempo es vital.
-lo sé-tomó el lápiz y firmo el papel-desconéctala y dona sus órganos.
-¡NO!-gritó el pequeño, saliendo de su escondite
-Ichigo-se sorprendió el moreno
-no la desconecten ¡NO MATEN A MI MADRE!-corrió hacia él con lágrimas los ojos.
-hijo, tu no entiendes, ella…
-aún respira-se aferró a sus pantalones-haz algo papá, tu puedes curarla, siempre salvas a la gente y ahora mamá…
-¡ICHIGO!-dijo con voz firme-sabes que si hubiera algo por hacer, lo haría sin dudarlo, pero no hay remedio que la salve-entregó los papeles al hombre de lentes-hazlo Ryuken.
-¡NO!-el niño iba a correr hacia el doctor, pero los fuertes brazos de su padre lo detuvieron.
Intentó zafarse con todas sus fuerzas, pero no podía, el agarre se lo impedía, cada vez más apretado. Se volteo para reclamarle, y entonces notó que de sus negros ojos brotaban gruesas lágrimas. El pequeño sintió una inmensa opresión en su pecho, no se había detenido a pensar que no solo él sufriría la pérdida de un ser amado. Su madre moriría, y se llevaba consigo la alegría de su familia. En ese momento sentía cómo muy dentro de él, en su alma, algo se desgarraba, era el peor dolor que había sentido en su corta vida, y nada podría reparar la profunda herida que se quedaba grabada dentro de su ser.
De pronto abrió los ojos, tenía el rostro sudado y una opresión en el pecho.
-¡ICHIGO!-a su cuarto entró corriendo un hombre de unos cuarenta años.
-maldición, deja de entrar así -el adolecente lo recibió con una patada
-bien hecho hijo-dijo desde el suelo.
-viejo loco-pasó a su lado en dirección al baño
-hola Oni-chan-lo saludó una niña de pelo castaño
-hola Yuzu.
-el desayuno estará listo en 15 minutos.
-está bien, tomaré un baño y bajo-cerró la puerta
Mientras el agua corría por su cuerpo, volvió a pensar en el sueño que había tenido, aunque decir que era un sueño no era del todo correcto, era más bien un recuerdo, un desagradable y doloroso. Era extraño, pues hace mucho tiempo que no tenía esa clase de sueños. Luego de la muerte de su madre los había tenido casi cada noche, repitiendo ese momentos una y otra vez, despertándose sudado y llorando, pero con el paso del tiempo pudo encerrarlos en algún rincón de su mente, dejando de revivir ese fatídico día, aunque nunca dejo de sentir un vacio dentro de él.
-Ichi-ni-golpearon la puerta-ya está listo el desayuno.
-está bien Karin-cerró la llave del agua.
Se enrollo una toalla a la cintura y salió rumbo a su cuarto, donde se cambio a su uniforme escolar. El desayuno pasó en completa normalidad, golpes, críticas, gritos, risas, lo normal para la casa Kurosaki.
Era el primer día de clases de su segundo año de preparatoria. La idea de asistir a la escuela no le entusiasmaba mucho. No es que tuviera problemas en cuanto a materias, para sorpresa de muchos, sus notas siempre estaban sobre la media, pero en lo que se refería a conducta, era un tema totalmente diferente, sin importar lo que hiciera siempre se metía en líos. Cada día recibía reclamos de diferentes profesores, o retos a peleas de los chicos más fuertes de su instituto o de otros, todo esto debido a su color de pelo, el cual era de un naranja llamativo, y aunque todos pensaran que se lo teñía para ser rebelde, ese era su color natural. Pensar en los prejuicios que tenían contra él por un motivo tan tonto, lo hiso fruncir el ceño, más de lo normal.
Al llegar a la entrada del colegio pudo divisar su amigo Chad, debido a su apariencia era fácil encontrarlo entre una gran multitud. Cuando estuvo a su lado lo saludó
-hola Chad-como respuesta el moreno solo asintió.
Caminaron juntos hasta el tablero donde estaban escritos los cursos y sus respectivos alumnos, para revisar en que clases habían quedado.
-Ichigo-un joven de baja estatura, con un celular en la mano, se les acercó-tu y yo estamos en el mismo curso, el 2-D, pero Chad y Orihime quedaron en el 2-C.
-no te libraras de mi tan fácilmente Ichigo, también estoy en el 2-D-una chica de alborotada cabellera negra se le acercó.
-otro año de tortura-respondió.
-¡Tatsuki!-una chica se lanzo a abrazarla, mientras de sus ojos caían gruesas lágrimas.
-tranquila Orihime, estarás bien
-pero quedamos separadas-más llanto
-pero quedaste con Chad, el te protegerá ¿verdad?
-hum-fue la escueta respuesta.
-yo te protejo Orihime-chan-un chico castaño apareció lanzándose a sus brazos.
-aléjate de ella-lo noqueo la morena.
-vamos-el pelinaranjo suspiró camino hacia el edificio.
Todos lo siguieron y fueron a dejar sus zapatos. Seguían discutiendo y riendo mientras se dirigían a sus respectivos salones. Era un cálido día de primavera, y pensar en lo largo que sería hiso que el pelinaranjo sintiera que su garganta se cerrar, era raro, pero no pudo aguantar la sed que sintió en su boca. Aún quedaban tiempo para el comienzo de clases, así que decidió ir a la máquina expendedora*.
-voy por un jugo, adelántense ustedes-se devolvió sobre sus pasos-guárdenme mi puesto en el salón Tatsuki.
-solo si me traes un jugo de durazno-le dijo su amiga.
Respondió con un leve movimiento de mano. La máquina estaba a un lado de la entrada, antes de la salida hacia el patio. Al acercarse vio que había una chica parada frente a esta. Se veía enojada y el podía deducir la razón.
-niña, esta máquina está un poco mala, tiene mañas* para funcionar-ella se volteó, en ese momento unos grandes ojos violetas se posaron en él-aunque no necesitas venir aquí, en el edificio de primario hay una en buen estado.
-¿edificio de primaria?
-si-lo miraba fijamente-si los profesores te encuentran aquí, te meterás en problemas, los niños de primaria no pueden venir a este edificio.
-¿estás insinuando que tengo 8 años? ¿En qué te basas? –hablaba muy agresiva para su edad.
-de partida, en tu estatura.
-entonces yo te podría decir punk por tu color de pelo
-¿Qué tiene que ver mi pelo?-esta niña era cada vez más irrespetuosa-deberías darme las gracias por intentar ayudarte.
-ayuda que yo no te he pedio.
-entonces dime listilla ¿cómo pretender sacar un jugo?
-así-entonces ella retrocedió un poco.
Bajo la atenta mirada del chico, la chica adopto una pose de pelea y vio como le lanzaba una patada a la máquina, haciendo que de esta cayeran al menos veinte jugos. Ella se agachó, sacó uno, y se fue sin mirarlo en ningún momento. El pelinaranjo se quedo en blanco, no sabía si reírse o enojarse, la situación había sido del todo extraña. En ese momento sonó el timbre, anunciando el inicio de clases.
-demonios-salió corriendo hacia su salón, olvidando por completo su propósito de ir allí.
Logró entrar al salón solo unos pocos segundos antes que la profesora lo hiciera. Para su suerte Tatsuki si le había reservado el último puesto al lado de la ventana. Cuando se sentó, la morena se dio vuelta a hablarle.
-¿y mi jugo?-solo entonces recordó su sed.
-no lo traje-bufo molesto
-¿Por qué?
-solo céntrate en la clase y cállate-la profesora comenzó a hablar
-buenas tardes niñatos, hoy empezamos un nuevo año escolar, espero se comporten bien-dijo seria-bueno, además de eso, les tengo una gran noticia, este año tendrán una nueva compañera, su nombre es Rukia Kuchiki, por favor pasa-la puerta se abrió.
Una chica entró y se situó a lado de la maestra. Era menuda, tenía el cabello negro y corto, solo le llegaba hasta los hombros, pero el rasgo que más resaltaba en ella eran los grandes y enigmáticos ojos color violeta que poseía.
-¡TÚ!-grito el pelo pincho, levantándose de su asiento.
-¿Qué ocurre Kurosaki?-todos voltearon a verlo
-solo que…-vio a la chica, quien con la mirada aprecia amenazarlo "di una palabra y te mato"-no, nada
-entonces siéntate-todos volvieron a centrar su atención en la recién llegada-después de esta interrupción, puedes presentarte Kuchiki.
-buenas tardes compañeros-una voz chillona salió de su boca, totalmente diferente de la que había usado con él-mi nombre, como dijo la maestra, es Rukia Kuchiki, tengo dieciséis años, espero llevarme bien con todos-termino haciendo una leve reverencia.
Se escucharon algunos suspiros y murmullos, mientras que en él, a cada segundo, crecía un sentimiento de ira.
-Kuchiki tengo tu uniforme en mi escritorio, si quieres ve a cambiarte y vuelve ¿sabes dónde queda la sala de profesores?
-si, gracias profesora-entonces se retiró.
La clase comenzó con normalidad, la profesora les pregunto cómo habían estado sus vacaciones y les dio el horario que tendrían durante el semestre. No presto mucha atención, la ira estaba anulando su concentración, era imposible que esa enana fuera su compañera de clases ¿tenia dieciséis? No lo creía ni por un segundo. Luego de quince minutos la puerta se volvió a abrir.
-muy bien señorita Kuchiki, déjeme buscarle un asiento-miro hacia los pupitres-allí, en la segunda fila al final, al lado del señor Kurosaki.
Al escuchar eso sus cejas se juntaron. Mientras miraba por la ventana, intentando demostrase desinteresado, podía escuchar claramente los pasos acercándose por el pasillo, hasta que se detuvieron a su lado.
-buenas tardes Kurosaki-kun-el solo gruño como respuesta.
El resto de la clase pasó sin problemas, aunque decir eso no era del todo cierto, ya que la sola presencia de la chica nueva le molestaba, aunque no estaba seguro de saber el por qué. Hasta que la llegada del recreo le dio un claro motivo. A penas sonó el timbre todos sus compañeros se amontonaron en el pupitre de la chica, eran como abejas atraídos a la miel. En ese momento llegó la "salvadora de damiselas en peligro".
-hola Kuchiki-san-dijo una chica empujando a todos los hombres-mi nombre es Arizawa Tatsuki
-mucho gusto Arizawa-san
-no andes con tantas formalidades, solo dime Tatsuki
-está bien, entonces tu puedes llamarme Rukia
-¡TATSUKI!-entró corriendo una pelinaranja.
-Orihime, mira tenemos compañera nueva.
Mucha gente lo ponía incomodo, así que decidió irse. Paso de largo en dirección a la azotea, siempre que quería estar tranquilo iba a ese lugar.
-¡Ichigo!-aunque para su desgracia sus amigos sabían de ese lugar también-tienes mucha suerte
-¿Por qué?-preguntó aburrido
-te sientas a lado de la hermosa Kuchiki-san
-hay que reconocer que es linda-llego una chico con un celular en la mano.
Hasta Chad asintió, él como respuesta solo bufó, no entendía tanta alboroto por la recién llegada, para el se veía como una niñita de primaria. Aunque ese prejuicio se basaba solamente en su estatura, porque para ser una enana, tenía unas piernas largas y unos ojos violetas en los que se reflejaba una madurez con la que no contaban las demás.
-¿y que fue esa reacción exagerada que tuviste en cuando la viste Kurosaki?-interrogó un chico de lentes.
Para su suerte sonó el timbre, dando por terminada la conversación ya que todos volvieron a la sala.
La misma dinámica siguió por el resto del día, pero con un variante, cada vez más gente aparecía. El rumos se espació rápidamente, y su salón se lleno de curiosos. Hasta que la campana sonó anunciando el final del día.
-Kuchiki ¿vamos?-había escuchado ese apellido suficientes veces en el día, así que se levanto rápido, dispuesto a irse lo antes posible.
-lo siento, pero me vienen a buscar
-está bien, nos vemos mañana
-adiós-la vio sonreír, pero de manera tensa
-¿no te cansa poner esa cara de niña buena?-no pudo evitar susurrarle eso.
-¿y tu no te cansas de tener el ceño fruncido?-ella se levantó y al hacerlo lo golpeo con la mochila-adiós Kurosaki-kun
-maldita-gruñó por lo bajo, mientras la chica salía del salón.
Suspiró cansado, no sabía cómo, pero la morena tenía una increíble facilidad para ponerlo de los nervios.
Mientras iba camino a su casa decidió irse por la orilla del río. Después del sueño que tuvo, no podía sacarse ese lugar de la mente. No sabía porque aún transitaba por allí, tal vez le gustaba auto torturarse, o tal vez aunque era malos recuerdos, eran esos momentos, cuando el dolor se colaba por su cuerpo, era cuando se sentía vivo.
Los días pasaban y la morena parecía adaptarse bien a la clase. Siempre estaba rodeada de gente, y aunque sonriera todo el tiempo, el notaba que estaba incomoda, era en esos momentos cuando Tatsuki intervenía y se la llevaba con ella hacia el grupo de chicas. Él por su parte se dedicaba a ignorarla por completo, tanto en clases como en horas libres. Hasta que su profesora hiso un anuncio.
-como todos los lunes les diré quienes serán los encargados del salón durante esta semana-se aclaró la garganta-en esta ocasión les toca a Kuchiki y Kurosaki.
Eso lo hiso ponerse de mal humor. Era una completa molestia tener que hacer esa tarea, pero era todavía peor tener que hacerlo con ella. Pasó todo el día con el seño fruncido, y se incrementó cuando sus compañeros se fueron y los dejaron solos.
La vio tomar el libro de clases, sentarse en su asiento y abrirlo. Por lo menos haría su parte del trabajo.
-si vas a estar sin hacer nada, mejor vete-lo dijo sin levantar la mirada.
-que amable-respondió inconscientemente-¿Dónde quedó la niña buena? ¿La señorita perfección?
-cállate
-¿no te cansas de ser amable con todos?
-¿y tú no te cansas de ser un imbécil?
-¿Qué…?
-si solo vas a estar hablando, podrías irte a tu casa.
-para que mañana llegues quejándote de que no hice nada, si claro, no te daré en el gusto enana-tomó el basurero y salió.
Como detestaba a esa chica, era grosera, mandona y agresiva, y además se ponía una máscara de niña buena, eso era lo que más odiaba. Estuvo tentado de patear el basurero, pero seguramente ella lo retaría si dejaba alguna marca. Así que liberó su molestia abriendo de golpe la puerta. Miró dentro del salón y se sorprendió de no encontrarla en su pupitre, ahora estaba limpiando la pizarra. Era una imagen bastante graciosa ya que con lo baja que era no alcanzaba la parte superior.
-déjame hacerlo-le iba a quitar el borrador.
-no, yo puedo-lo alejo de el
-no terminaras nunca-dio un paso y ella retrocedió-este es un trabajo de dos así que dámelo.
Sin darse cuenta había acorralado a la muchacha contra la pared, en ese momento la diferencia de alturas era más evidente que nunca. Para enfrentarlo ella tenía que levantar la mirada, cuando sus ojos se encontraron, el color violeta borró todo pensamiento lógico de su mente, y solo se podía concentrar en la intensidad que estos emanaban, como si le estuvieran retando a algo, aunque no estaba seguro de a qué, entonces dio un paso más y sus ojos se relajaron.
-está bien-su voz pareció venir desde la distancia-ten-extendió entre ellos el borrador, poniendo algo de distancia.
No pudo responder nada, y en el momento en que lo tomó, ella se alejó hasta volver a su pupitre.
Se quedó viéndola unos momentos, mientras ella se sentaba y volvía a abrir el libros de clases, se veía tan concentrada, tenía la mirada fija en las páginas, con el ceño ligeramente fruncido mientras se pasaba el lápiz por los labios, la tenue luz del sol que entraba por la ventana resaltaba un leve rubor en sus mejillas
-oye Kurosaki-alcanzó a voltearse rápido, antes de que ella notara su mirada-¿Cómo se rellena esto?-se veía avergonzada por preguntar.
-es igual que en todos los colegios-dijo mientras borraba la pizarra
-supongo-le aprecio extraño que no le respondiera con un insulto
-¿nunca has rellenado el libro de clases?-al no recibir respuesta se volteo.
Ella tenía las manos en puño sobre la mesa, con la mirada fija en el libro y el ceño más fruncido que antes, como si estuviera reprimiendo su enojo o frustración, hasta que la batalla en su mente pareció terminar, y soltó un fuerte suspiro
-no, nunca-fue casi un susurro.
-hay que ver que eres inútil-eso encendió sus ojos de ira-tendré que ayudarte entonces-se veía tan desvalida que no pudo evitar querer hacer algo para cambiar su expresión.
Tomo la silla que estaba delante de su mesa y se sentó, quedando frente a frente. El papel estaba en blanco ¿Qué había estado haciendo todo este tiempo? Ella pareció notar su pensamiento.
-lo siento-apretó más los puños, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos.
-no pasa nada, no es algo de vida o muerte-no sabía porque pero quiso decir algo para hacerla sentir mejor.
-¿de verdad?-lo miró entusiasmada, el asintió mientras cambia de página-gracias-sonrió.
-no es para tanto, no te emociones enana-le golpeo la frente con el lápiz, para que así no viera su sonrojo-terminemos esto rápido.
-si, zanahoria-no podía quedarse callada frente a su insulto
Al final él termino rellenándolo todo, bajo la atenta mirada de la morena, la cual de vez en cuando hacía preguntas sobre ciertos recuadros. Estaba muy atenta a todo, y aprendía rápido.
-listo-cerró el libro
-¿eso es todo?
-si- estiró un poco los brazos
-pues no era tan difícil
-te lo dije
-si hasta tu puedes hacerlo, entonces no creo que tendré problemas con esto.
-¿Cómo que hasta yo?
-solo es un decir-le resto importancia-mañana lo haré yo-precia que acababa de adquirir un desafío personal.
Su expresión decidida lo hiso sonreír, se ponía seria por las cosas más absurdas, cuando fue consciente de su gesto miro por la ventana, evitando así que ella lo viera, entonces noto que el cielo estaba teñido de de rojo, el color del atardecer.
-demonios- vio su reloj, eran las 7:30
-¿Qué?-ella también se sorprendió
- ya es tarde. Guarda las cosas de la mesa y ordena un poco mientras yo voy a dejar el libro.
-claro.
Salió corriendo hacia la sala de maestros. Las luces estaban apagadas y no quedaba nadie, así que lo dejo en el escritorio de su profesora. Cuando volvió el salón, lo encontró vacio.
-se fue
-¿Quién se fue?
-Ah! ¿Qué mierda?-la morena estaba detrás de él
-¿Cómo que mierda? Estas en medio de la puerta, idiota-lo miró enojada-¿ya estás listo?
-si
-entonces vamos- se volteo y caminó por el pasillo
Él busco su bolso y la siguió. Cuando llego y no la vio algo parecido a la decepción se había apoderado de el, pero no quiso darle importancia ¿Por qué habría de sentirse decepcionado? Mientras se cambiaban zapatos el silencio reinaba entre ellos, uno que ella se encargo de romper.
-sabes, te quería hacer una consulta-lo dijo sin voltearse ni esperar su respuesta-es que cuando estaba ordenando las cosas del salón encontré un florero
-es verdad-ya casi se había olvidado de ese objeto-antes solíamos tener flores de plástico, pero Keigo las sacaba para regalárselas a las chicas, así que dejaron de reponerlas.
-ya veo-cerró su casillero de un portazo-¿Cómo te vas a casa?
-caminado hasta el metro.
-¿vives lejos?-ahora si lo miraba
-no tanto, pero es más cómodo-al ir caminando tenía que pasar por el río, y hoy no estaba de ánimos.
-entonces te llevo-siempre tomaba las decisiones por todos
-¿me llevas? ¿A caso vienes en bicicleta? ¿Esperas que montemos los dos?
-no seas ridículo-caminó hacia la salida, con él siguiéndola de cerca
-¿entonces?-dudaba que manejara una motocicleta.
-me vienen a buscar y podemos llevarte a tu casa, considerando que te quedaste hasta tan tarde por mi culpa, es lo menos que puedo hacer por ti-entonces noto que en la entrada había un auto negro.
-¿ese es tu auto?-era un Mercedes CLA Edition 1, del año.
-si-mientras se acercaba un hombre se bajo y le abrió la puerta.
-buenas tarde Rukia-sama
-buenas tarde Chojiro-san-¿Qué mierda era esto? –hoy llevaremos a mi compañero, Ichigo Kurosaki-kun, a su casa.
-entendido-los dos voltearon a verlo, como esperando que dijera algo
-emmm…buenas tardes-la morena rio, cubriéndose la boca
-dile la dirección de tu casa- la muy desgraciada se reía de él
-no me dijiste-dijo por lo bajo, frunciendo el ceño-es calle el descanso n° 240
-comprendido.
Rukia entró, y él la imito. Si por fuera el automóvil era alucinante, el interior te dejaba sin palabras. Los asientos estaban forrados de cuero negro, dándole un aspecto elegante, además todo estaba reluciente, hasta las manillas de la puerta parecían brillar, estaba seguro de que podría ver su reflejo en ellas, como si de un espejo se tratara.
-se que los hombres se vuelven locos con los autos, pero no es para que babees.
-no estoy babeando-como ato reflejo se pasó la mano por la barbilla.
-si claro-ella le dedico una sonrisa de superioridad.
-no sabía que fueras una señorita millonaria
-no lo soy
-claro, y el "sama" solo es una apodo de cariño-dijo irónico
-siguen diciéndome así, aunque les he pedido que no lo hagan-suspiro- pero te digo la verdad, YO no soy la millonaria-enfatizo la palabra-el millonario es el esposo de mi hermana.
-¿y tú vives con ellos?
-si
-y…-quiso preguntar por sus padres, pero la mirada de ella lo detuvo, era una clara advertencia de que no diría nada más-¿Cuántos años tienen?
-ella 25 y el 30-se vio sorprendida por la pregunta, pero sus ojos se relajaron
-yo tengo dos hermanas-lo dijo aunque nadie se lo pregunto.
-apuesto a que eres el hermano mayor.
-si ¿Cómo…?
-por tu mirada, cuando lo dijiste un reflejo protector cruzo tus ojos-le sorprendió lo bien que lo había analizado.
-yo…
-llegamos-anunció el chofer mientras el auto se detenía.
-¿es una clínica?-pregunto mirando por la ventana.
-si, tenemos mucha clientela, aunque es pequeña.
-entonces aquí nos despedimos-le extendió la mano.
-si-él la tomó
El contacto de su piel helada, contra la cálida de él lo hiso sentir extraño, como si una corriente eléctrica le recorriera la mano, pasando por su brazo hasta instalarse en el centro de su pecho, apretándolo.
-adiós-su voz lo devolvió a la realidad.
-adió-la soltó y salió rápido.
Desde su puerta se quedó mirando cómo se perdía el automóvil por la calle. Esa enana lo hacía sentir extraño, de una forma nada agradables desde su punto de vista.
*Máquina expendedora: es una máquina que proporciona aperitivos, bebidas, golosinas y otros productos a los consumidores, sin la presencia de un dependiente para cobrar los artículos
*mañas: treta truco usado para lograr algo de forma más efectiva o en poco tiempo.