Si no me habré hecho una mezcla entre fili y kili. Esto sería un licuado de enanos!

Mitad película, mitad libro, porque aún la última del Hobbit no ha salido en los cines u.u(PD: Derechos reservados a JRR Tolkien.)

Disfruten, sobreotodo DenilePrincess (Parte del reto libre del foro El Poney Pisador: La libreta de Rosita: ¡Te desafío!)

Queonda(más elfa que hobbit)


Antes de morir, un último suspiro.

Fili dejó sus párpados caer, pesados, por última vez.

Dicen que antes de la muerte, tu vida pasa frente a tus ojos. Que los momentos más importantes, en los que te jactas de los grandes momentos que realmente marcaron tu historia, aparecen como un flashback entre tus miradas, hasta que te encuentras en el otro mundo, prometido para los enanos.

Recordaba su infancia, de la mano de Dir; su asociación a Thorin Escudo de Roble para recuperar sus riquezas… ese sueño que había tenido toda su vida de lograr recuperar lo que les pertenecía. Y sabía que lucharía con uñas y dientes para lograrlo. Lucharía junto a su hermano.

Oh, Kili. Ese chico de cabellos oscuros que lo había acompañado en cada momento de su vida. Eran uña y carne, tal para cual. No creía haber conocido a nadie que encajara más en su vida que él. Lo distinguía entre sus momentos más felices, cuando llevaban esas aventuras como hermanos de sangre que eran.

Pero algo dentro de Fili envenenaba su corazón cada vez que pensaba en Kili, y sabía bien lo que era.

Había comenzado durante esa aventura, en la que no creía conocer más del mundo de lo que ya conocía. Hasta que la vio. Su nombre era Tauriel. Manejaba el arco con suma facilidad, corría a la velocidad del viento, sus habilidades estaban más allá de lo que su imaginación podría pensar. Y su belleza élfica se comparaba con Khazad-Dum en su más bella era, o con la época de prosperidad del pueblo enano del linaje de Erebor.

Nunca imaginaría en todos sus años de experiencia que un elfo, enemigo mortal de los enanos y causa de que ahora ellos tuvieran como castigo divino vagar sin rumbo por la Tierra Media, lograra cautivarlo.

Pero eso lo había notado. Kili estaba perdidamente enamorado de ella. Lo había visto en sus ojos azabache cuando su envenenamiento era curado por las blancas y hermosas manos de Tauriel. Sus ojos se iluminaban como si observaran la luz de Durin en el solsticio.

Por supuesto, ella tenía otros planes.

Él sabía que Kili interpretaba la actitud cortante, fría y distante de Tauriel, como una forma indirecta de coqueteo, de un acercamiento tardío que llevaría a algo más que romántico al final de la batalla. Pero los guiños, las miradas y los rápidos y sensuales roces que ella le proporcionaba a Fili, pasaban desapercibidos frente a sus ojos.

Cuando Kili volteaba, Tauriel no perdía oportunidad para mostrarse más que interesada en el hermano y colega de su admirador. Y Fili no podía negarlo: ella lo volvía loco.

Pero él nunca le había confesado a su hermano esa traición, esa daga empuñada justo en su espalda.

Y ahora, mientras cerraba sus ojos, su mente no dejaba de pensar en esa hermosa elfa, mientras que sus ojos miraban a su fiel hermano por última vez, antes de sumirse en las tinieblas.