Hola a todos, feliz año nuevo ! Les deseo todo lo mejor para este 2015 y que todos sus sueños se cumplan !
Hace unos meses empecé a escribir esta historia y por unas cosas y por otras la deje parada, estos últimos días me acordé de ella y me tome un tiempo para terminarla ... se que tengo otras dos en curso pero una mañana me levante con inspiración para esta y como siempre supe que seria cortita pues dije: vamos a ello.
Solo constará de 3 partes que serán bastante más largas de lo que suelen serlo los capítulos que publico pero para que la historia y los cortes tengan sentido así lo haré. Esta primera sera el POV de Rick completa, la segunda POV de Kate y POV de Rick y la tercera POV de Kate, POV de Rick y de nuevo un POV de Kate cortito.
Espero que les guste, intentaré actualizar la de Why Me lo antes posible y hacer lo que pueda con la otra! Esta está terminada pero todavía no paso las parte pero trataré de publicarla completa este mes!
No olviden dejar sus comentarios en la parte de abajo ya sean buenos malos o regulares, los acepto todos siempre y cuando sean con respeto !
PD: guiguita no es por presionar pero aquí esta mi capitulo y sigo esperando el tuyo, fui buena y reduje la condena pero si no comples tendré que volver a aumentarla !
POV Rick
La vi entrar corriendo a ese reservado y me di cuenta de que el asunto era más grave de lo que en un principio había pensado. Desde el inicio del caso noté que le afectaba sobremanera, y era de esperarse, un tirador desconocido con un rifle de largo alcance y una puntería, que para la mayoría de las víctimas resultaba fatal, demasiadas semejanzas, cualquiera estaría asustado y en alerta permanente. Pero ahora sabía que esto se le estaba saliendo de la manos, ver su mirada de pánico cuando esa chica le había agarrado el brazo me había encogido el corazón, pero observarla correr hacia la primera puerta que encontró sin responder a mis llamados había sido demasiado. Estaba tratando de respetarla, de darle su espacio, la oportunidad de sobreponerse a esto por sí misma, permaneciendo a su lado, esperando una señal de su parte que me diera a entender que necesitaba y aceptaba mi ayuda pero, en estos momentos, después de verla huir en busca de un refugio donde poder estar a solas, a salvo y ser capaz de recuperar el control de sí misma, todas las promesas que me había hecho de no intervenir si ella no lo pedía se vieron reducidas a la nada, no tenían sentido, no podía dejarla sola, no cuando veía claramente que sufría, que todo esto estaba siendo más fuerte que ella, más fuerte que su orgullo, más fuerte que su cabezonería, más fuerte que su amor propio, que, aunque tratara de ocultarlo, el miedo estaba ganando la batalla y la estaba rompiendo por dentro.
Me encontraba frente a la puerta, con la mano en el pomo sin decidirme a entrar, de cierta manera eso era invadir su privacidad pero me arriesgaría a que me rompiera las piernas o me metiera una bala entre los dos ojos, no podía dejarla luchar sola, no contra esto. Abrí la puerta y entré decidido, lo que vi provocó que mi corazón se hiciera añicos: ella estaba agachada, con la espalda apoyada en la pared y el rostro surcado por las lágrimas que escapaban a raudales de sus ojos mientras lloraba desconsoladamente, encogida sobre sí misma, temblaba y sollozaba violentamente, era evidente que estaba teniendo un serio ataque de pánico y tenía que hacer algo para ayudarla. Ella siempre había estado ahí para mi cuando tenía algún problema con Alexis, incluso cuando rompí con Gina me había, de algún modo, tendido la mano. Ahora era mi oportunidad para devolverle el favor, para demostrarle que a dos siempre es más fácil superar los obstáculos, que, aunque ella lo crea así, no está sola, y que la unión hace la fuerza.
Respiré hondo y me acerqué a ella muy despacio, tratando de no pisar las cosas que había arrojado al suelo e intentando no asustarla ya que, al parecer, todavía no había notado mi presencia. Esa constatación hizo que un escalofrío me recorriera por completo. Toda la situación la estaba volviendo demasiado vulnerable, una presa fácil, un objetivo demasiado expuesto con los nervios a flor de piel que veía amenazas en todos los lugares menos donde estaba realmente. ¿Cómo la siempre alerta Kate Beckett podía no haber percibido mi presencia junto a ella en un espacio tan reducido? Si hubiese querido hacerle daño ya habría acabado con ella y ni se habría dado cuenta. No podía permitirle seguir así, no podía quedarme sin hacer nada mientras ella se exponía al peligro de ese modo, tenía que alejarla, sacarla de ahí, poner distancia hasta que estuviera más fuerte, hasta que fuera capaz de dominar sus miedos y no permitir que se apoderasen de ella en el ámbito laboral como lo hacían en el sentimental. No sería fácil porque es una cabezota y negará firmemente estar muerta de miedo, pero tengo que llevármela unos días hasta que cierren el caso y detengan al asesino, a un lugar dónde se sienta segura y, lo más importante, lo esté.
Despacio, muy despacio me arrodillo frente a ella que ha cerrado los ojos mientras da rienda suelta a su desazón y sigue sin saber que estoy aquí. Con cuidado acerco mi mano a su brazo sin tocarla aun, quiero hacer contacto al mismo tiempo que le hablo para tratar de no asustarla mucho más de lo que ya lo está, aunque no estoy seguro de que sea posible tener más miedo del que veo reflejado en sus facciones tensas por el llanto.
-Kate- digo dulcemente, intentando sonar y verme calmado y confiado, mientras con mi mano izquierda acaricio con cuidado su antebrazo vendado, lo que me hace pensar que esta no es su primera crisis.
Ella abre los ojos de golpe, al parecer no he tenido tanto éxito en lo de no asustarla más.
-Castle- dice- yo … - continúa tratando en vano de secar las lágrimas de su rostro pero sin lograr que estas dejen de escaparse de sus ojos. Sus manos aun tiemblan y, aunque trata de poner su coraza de poli duro y levantarse, se que esto no ha pasado, que sigue mal, muy mal, mucho peor de lo que nunca la había visto.
-Shhh, tranquila- le susurro cuando, en su intento por levantarse, las piernas le fallan y tiene que volver a dejarse caer.- Todo va a estar bien, ven aquí- continúo diciendo mientras la sujeto de los brazos y la acerco a mi para abrazarla contra mi pecho. Para mi sorpresa, no se opone, no pelea, no sigue fingiendo estar bien, solo se deja hacer y se abraza con fuerza a mi, rompiendo a llorar, si cabe, más desesperadamente que antes. La sostengo fuertemente con un brazo para que sienta que estoy aquí, que no la voy a dejar sola, que no la voy a dejar caer y, con la mano libre, acaricio su cabello mientras le repito que todo va a estar bien y le beso la coronilla.
Quince minutos más tarde, seguimos en la misma posición pero ella se ha calmado un poco, todavía se aferra con todas sus fuerzas a mi espalda agarrándose a la camisa, pero ya no llora y su respiración, a pesar de algún que otro hipido, se ha vuelto más acompasada y profunda. Su celular suena rompiendo el hechizo y ella se aleja rápidamente de mi, buscando el artefacto en la bolsa de su chamarra. Cuando se hace con él, veo en la pantalla que el emisor es Espo que debe estar preocupado por nuestra desaparición repentina y, volviendo a arriesgarme a ser asesinado, tomo su teléfono y contesto yo la llamada.
-No, Espo, no te preocupes, Kate y yo estamos bien. Solo … ha surgido un imprevisto y le he pedido que me acompañe a los Hamptons dos días. Se que ustedes pueden con este caso y realmente la necesito, necesito que me ayude- le digo mientras trato por todos los medios de esquivar las manos de Beckett que intenta arrebatarme el teléfono para desmentir lo que estoy diciendo.- Sí, sería perfecto si le pudieras avisar a la capitana, dile que es una emergencia familiar que afecta personalmente al alcalde. Gracias Espo, te debo una.- Concluyo y cuelgo el teléfono devolviéndoselo a su dueña que me mira furibunda en estos momentos.
-¿Se puede saber por qué has hecho eso?- me grita cuando le tiendo el celular.
-No estás bien Beckett, y no trates de convencerme de lo contrario- le digo cuando la veo abrir la boca para replicar- porque lo he visto con mis propios ojos, mira, mi camisa todavía tiene la prueba de ello- continuo señalando las partes de mi pecho que aun están mojadas por sus lágrimas. – No puedes seguir con esta investigación, te afecta demasiado, se que tratas de ser fuerte, de superar tus miedos, pero esta vez te están ganando, es demasiado pronto, demasiado similar. Date un respiro, vente conmigo a la playa mientras los chicos resuelven este caso y luego volvemos. Te prometo que, si vienes conmigo, no le voy a hablar de esto a nadie. Solo quiero ayudarte, no me gusta verte así, por favor no te niegues.- seguí diciendo mirándola a los ojos, tratando de hacerle llegar toda mi sinceridad, mi preocupación y, por qué no, todo mi amor por ella.
No se si fueron mis palabras, mi mirada, o el miedo y la angustia que la habían vuelto vulnerable pero al parecer el mensaje sí que le llegó al corazón esta vez y no solo a la cabeza porque a medida que hablaba, vi como sus hermosos ojos esmeralda volvían a inundarse de lágrimas que no alcancé a ver deslizarse por su rostro puesto que, antes de que eso sucediera, ella volvía a estar abrazada a mi, con menos fuerza esta vez y sin sollozos que acompañaran a las lágrimas que volvían a caer sobre mi ya húmeda camisa.
Hasta yo mismo estaba sorprendido por lo fácil que había resultado convencerla de acompañarme, pero una hora y media después de la llamada de Javier, Kate y yo estábamos en mi auto rumbo a mi casa de la playa. Habíamos pasado a su casa para que se diera una ducha y tomara alguna ropa para pasar los dos o tres días que estaríamos fuera y, tras hablar un poco de cosas irrelevantes, tratando concienzudamente de evitar tocar el tema de su crisis, había terminado durmiéndose. Debía estar agotada por tanta tensión y, a juzgar por la cortada de su brazo que ahora estaba descubierta, la noche anterior probablemente tampoco había descansado mucho.
Justo cuando estaba estacionándome frente a la puerta de la casa, la bella durmiente despertó de su sueño- ¿Ya llegamos?- preguntó con una voz ronca por el sueño que me pareció extremadamente sexy.
-Sí, señorita, servida, sana y salva en su alojamiento en la playa por los próximos días- le contesté teatralmente haciendo una reverencia que le sacó la primera sonrisa desde hacía varios días.- Después de usted- añadía abriéndole la puerta del carro y sonriendo yo también bastante orgulloso de mi hazaña, no era una gran sonrisa pero, a fin de cuentas, había logrado que sus labios se curvaran levemente hacia arriba y ese era el primer paso para lograr hacerla reír de nuevo.
Subimos las maletas y le ofrecí un tour por la casa que finalizó con un paseo por la playa. Se la veía más distendida y relajada y eso me daba mucho gusto, era mi objetivo principal en estos momentos. Mañana, tal vez pasado mañana, abordaría el tema de sus crisis porque se que guardárselo todo no ayuda, que es bueno desahogarse, contarle los problemas a los amigos que sabes que te ayudarán y te apoyarán sin juzgar y yo era uno de esos amigos y pensaba demostrárselo haciendo que se relajara y se olvidara de todo.
Habíamos llegado ya tarde por lo que después del paseo y una cena ligera, nos fuimos a dormir. Parecía bastante cansada a pesar de la siesta en el carro.
Ya hacía media hora que estaba en la cama pero no lograba conciliar el sueño, en mi cabeza se repetían una y otra vez los momentos vividos con Kate en el cuartito de ese edificio y, sin darme cuenta, las lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos, Verla así me había encogido el corazón, no podía soportar verla sufrir. Yo solo quería oír su risa, ver su sonrisa y, la imposibilidad de hacer desaparecer su angustia, me hacía sentir muy frustrado e impotente.
Perdido en mis pensamientos oscuros me dieron las 2 de la madrugada y, viendo que no iba a conseguir dormirme decidí ir a mi despacho para tratar de escribir un poco. Cuando me disponía a cerrar la puerta tras de mi, un grito desesperado me congeló en el sitio helándome la sangre. Si mi mente de escritor hubiera tenido que calificar ese grito, sería algo como el llamado aterrado de una persona que está a punto de morir mientras su agresor la apuñada a sangre fría repetidas veces.
Unos segundos más tarde, cuando logré recuperarme del shock y, ante la repetida insistencia de los gritos, salí apresuradamente hacia la habitación de Kate. Ni siquiera sabía que tuviera pesadillas aunque podía suponer que así era, pero nunca se me habría ocurrido pensar que fueran tan violentas. Al entrar, me la encontré atravesada en el medio de la cama, luchando contra un agresor invisible, debatiéndose con todas sus fuerzas, llorando a lágrima viva, gritando a pleno pulmón y sudando la gota gorda. Rápidamente me acerqué a ella y, evitando como pude sus patadas y puñetazos, me senté junto a ella en la cama.
-¡Kate! ¡Kate, despierta, solo es un sueño!- traté de despertarla sin éxito- ¡Kate!- insistí- intentando zarandearla un poco sin ser golpeado, pero también fue en vano. Sus golpes iban dirigidos frente a su cuerpo, hacia el techo de la habitación al estar acostada boca arriba. Así que decidí tomar medidas drásticas y me acosté a su lado pasando un brazo por su vientre y sujetándola para tratar de incorporarla y que así se despertara. Tras un momento de forcejeo, conseguí sentarla sobre mis rodillas flexionadas sobre la cama mientras continuaba llamándola por su nombre en un intento por despertarla. Debía ser un sueño muy profundo ya que nada, si quiera sus propios movimientos y gritos conseguían sacarla de él.
-¡Kate, despiértate, todo está bien, solo es una pesadilla, estoy aquí contigo, nadie va a hacerte daño!- empecé ahora a decirle al oído, levantándome con ella para acercarla al baño y pasarle agua por la cara para ayudarla a despertar.- ¡Vamos, escúchame, soy Rick, estamos en mi casa en los Hamptons, solos, tú y yo, no va a pasarte nada malo, te lo juro!- a medida que le hablaba y avanzábamos por el pasillo, podía notar cómo sus movimientos se hacían más lentos y menos violentos además, ya no gritaba, solo sollozaba susurrando "no, por favor"- ¡Venga Kate, despiértate, mi amor, me estás asustando!- dije finalmente sin ser verdaderamente consciente de las palabras que salían por mi boca, solo dejándome llevar por los impulsos de mi mente que trabajaba para lograr calmarla.
Aparentemente esas fueron las palabras mágicas porque, tras abrir la llave del agua fría y cuando me disponía a mojar el borde de la toalla, Kate habló:
-¡Rick!- la oí decir mientras la miraba en el espejo y veía el pánico y la angustia reflejados en sus ojos.
-Ya todo está bien- le respondí- solo era una pesadilla, no lograba despertarte pero ya estás aquí- continué mientras ella ponía los pies en el piso y se giraba en mis brazos para apretarse contra mi, escondiendo su cara en el hueco de mi cuello y respirando ahí profundamente.
Comencé a dejar suaves caricias en su espalda, tratando de reconfortarla, de calmar los latidos acelerados de su corazón. –Por lo menos ahora no llora- me dije a mi mismo al cabo de un rato durante el cual ninguno de los dos nos movimos ni dijimos nada. – Debe estar muy asustada para que su pulso lata tan deprisa- pensé- incluso en aquel edificio recuperó el ritmo normal más rápido. Cuando ya empezaba a preocuparme y a elaborar teorías sobre su corazón recientemente herido y probablemente todavía débil e incapaz de recuperar el ritmo normal, su voz me interrumpió en mis pensamientos funestos.
-Lo siento, perdóname- su voz era casi inaudible, como si quisiera y a la vez tuviera miedo de ser oída.
-No es tu culpa Kate, era una pesadilla, tú no … - comencé a decir pero me cortó en un tono algo menos tembloroso esta vez.
-No, no es por eso … yo … tengo pesadillas todo el tiempo y siento haberte despertado y molestado, ya bastante estás haciendo por mi pero no me estaba disculpando por eso, yo … yo … - pero no fue capaz de acabar de hablar porque el llanto tomó posesión de ella y, aunque trató de huir, se lo impedí y acabó refugiando nuevamente la cara en mi cuello mientras repetía una y otra vez, entre hipidos, que lo sentía mucho y que la perdonara.
Tras un rato más en el baño, la convencí de soltarme y darse una ducha después de lo que insistió en que la acompañara ya que no quería dormir sola y fue así, con su cabeza en mi pecho y acariciándole la espalda, como caí rendido en los brazos de Morfeo alrededor de las 5 de la mañana.