Traducción Autorizada de el fanfic de Cloud-Dee "The Hopes and Dreams"
Capítulo 1 Esperanzas y Sueños
Se supone que un nuevo día trae junto con la mañana, nuevas oportunidades y esperanzas, nuevos comienzos. Pero aquella mañana cuando Arthur despertó de ese tercer día, todo lo que podía sentir era miedo, miedo a que aquello que había sido profetizado hubiese ocurrido, miedo a lo que pudiera encontrar. Todo había comenzado tres días antes, solo bastaron tres días para destruirlo todo…
Tres días antes…
Sabían que tenían rodeado al hechicero, no había manera de que pudiera escapar. Arthur y sus caballeros formaban un semicírculo, con las espadas desenvainadas, apuntando al hombre que se encogía como un animal contra la pared de rocas detrás de él, mirando de aquí a allá, tratando desesperadamente de encontrar una salida. Arthur avanzo hacía el, con la espada apuntando directamente sobre su corazón.
"Te voy a dar una última oportunidad. Puedes venir tranquilamente con nosotros, o te puedo matar aquí mismo."
El rostro del hombre se torció una sonrisa de burla.
"Has lo que te plazca Arthur Pendragon, pero no te engañes pensando que me das una oportunidad, porque no es así, mi opción es morir aquí o morir en la gran ciudad". Aquellas últimas palabras habían sido escupidas con despreció. "¿Que daño te he hecho yo?, ¿Cuál ha sido el delito que cometí para que me cacen como a un animal que no descansara hasta el día de su muerte?"
"Eres un brujo". Escupió Arthur. "Tu practicas la magia, ese es tu crimen. Abiertamente desafías la ley en un intento de engañar a la gente para que crean que la magia puede ser una fuerza del bien. Yo mismo he sido engañado por esas palabras y no dejare que otras personas sufran a manos de la magia, al igual que yo lo he hecho".
Todas las miradas de los caballeros se fijaron en el hombre delante de ellos. Así que ninguno se dio cuenta del dolor en la mirada de Merlín. Pero el hombre si lo noto.
"Tú al igual que tu padre, estas tan lleno de odio Arthur Pendragon. ¿Realmente no crees que la magia pueda ser una fuerza del bien?"
"Es pura maldad."
El hombre sonrió, pero esta vez el gesto no iba acompañado de burla u odio. Era sólo una pequeña y triste sonrisa. Y sin más había desaparecido. Sobresaltado a los caballeros, que miraban a su alrededor, tratando de saber a dónde había ido su, hasta hace unos instantes, prisionero. Entonces una voz sonó desde lo alto del acantilado, justo por encima de ellos.
"Lo siento, Arthur Pendragon, realmente lo siento. Pero tus últimas palabras me han probado, sin dejar duda alguna que los Pendragon nunca cambiará. Has demostrado que nunca serás un amigo de la magia. Has fracasado en tu destino, y ahora deberás pagar el precio".
El hombre parado en la sima del acantilado, ya no era el mismo hombre, ojeroso y asustado, que hace unos instantes se agazapaba de miedo, ahora se encontraba de pie, alto y orgulloso, irradiando poder y magia, ya no era el débil hechicero que habían estado cazando, era en todo sentido una criatura de la magia.
"Has demostrado que tu destino no puede realizarse, y el precio que has de pagar será caro. Cuando el sol se levante el tercer día, tu destino se convertirá en polvo. Perderás la única cosa que te ha mantenido con vida, la única persona que tiene es sus manos tus esperanzas y sueños. Sin ella los Pendragon nunca volverán a gobernar sobre Camelot, Albión nunca llegara y no habrá esperanza alguna. Teme la llegada de aquel día Arturo Pendragon, pues cuando llegue solo habrá miedo y desesperación y sabrás que todo ha sido por tu causa."
Un destello de luz los cegó a todos y con ello el brujo desapareció sin dejar rastro alguno, como si nunca hubiera estado allí. Por unos segundos reino el silencio.
"Rápido. Tenemos que volver a Camelot. ¡Ahora!"
La voz de Arthur sonaba agitada, el terror gobernaba sus palabras.
"Arthur", llamó León. "Arthur ¿sabes de quién estaba hablando? ¿Quién es? ¿Quién va a morir?"
"¿No lo ves!" Arthur estaba recuperando algo de su compostura, pero sus ojos llenos de miedo todavía lo delataban. "La persona que mantiene mis esperanzas y sueños. La persona sin la cual Camelot no puede sobrevivir. ¡Se refiere a Gwen!"
"Arthur espera." interrumpió Gwaine. "¿Cómo estas tan seguro?, ¿Cómo sabes que es Gwen."
"Porque sin ella, no tendré un heredero. Y si muero Camelot se sumirá en una guerra por el poder, podría ser tomada por otro reino si no hay un rey para gobernarla. Sin heredero el linaje Pendragon no será perpetuado. Debe ser Gwen. Ahora vámonos"
Los caballeros habiendo comprendido la gravedad de la situación, siguieron a Arthur a toda velocidad hacia la ciudad. En su rapidez, nadie notó la mirada de desesperación que enturbiaba los ojos de Merlín.
La noche antes de ...
Había tratado. Oh dios lo había intentado. Cada caballero de Camelot había sido enviado en la búsqueda del mago que había predicho este día del juicio final. Pero ninguno había tenido éxito. El hombre se había desvanecido en el aire, sin dejar rastro alguno.
Pero Arturo no se había rendido. Había buscado por los cinco reinos, ofreciendo recompensas. Gwen tenía guardias las veinticuatro horas del día, pero Arthur sabía que no sería suficiente. No contra la magia.
La magia se había llevado a su padre, a su madre, y ahora tomaría a su esposa. No había nada más que pudiera hacer. Le había prometido a Gwen que montaría guardia toda la noche si tenía que hacerlo, pero sabía que no haría ninguna diferencia. Ella no parecía estar asustada, pero él si lo estaba pues había visto lo que podía hacer magia.
Por eso él estaba con ella, en los aposentos que compartían, bajo la orden de no ser molestados. No hablaban, simplemente estaban sentados, disfrutando sus últimos momentos.
Gwen no quería creer que aquello fuera verdad, confiaba en que Arturo y los caballeros encontrarían una solución e incluso si eso fallaba, no había manera de que alguien entrara y le provocara algún daño.
Arthur tomó su mano entre las suyas, tratando de memorizar cómo se sentía, la piel áspera por los muchos años de trabajo, el redondeado de sus uñas, aquel toque lleno de amor.
La puerta se abrió y Arthur giró la cabeza esperando un ataque que nunca llego. Una silueta era tenuemente iluminada por la luz de las velas, de pie junto a la puerta, como si quisiera entrar, pero no se atreviera.
"Merlín". Arthur dio un suspiro de alivio que pronto cambio a una expresión de molestia. "Te dije que no quería ser molestado."
"Lo sé Arthur. Pero tengo que decirte algo..."
"Merlín, ¡fuera!" Arthur estaba furioso, sabiendo que cada minuto que Merlín estaba con ellos, era un minuto perdido con su amor.
"Pero Arthur..."
"¡Ahora!" rugió Arthur. Necesitaba estos últimos momentos. Los necesitaba como se necesita aire para respirar. Y su estúpido y torpe siervo lo estaba arruinando.
"Está bien Arthur, me voy, sólo recuerda una cosa. Yo siempre seré tu amigo, esto no fue tu culpa." Merlín se giró y salió en silencio de la habitación, para desaparecer en la noche.
"Arthur", susurró Gwen en voz baja. "No tenías que haberle gritado, él sólo estaba tratando de ayudar".
"Bueno, no lo hizo. Es mi culpa, y si te pierdo..."
"Tú no me perderás, lo prometo". Ella sonrió y Arthur sonrió con ella. Pero su corazón todavía estaba lleno de temor a lo que el mañana traería.
Por ello cuando las primeras luces se filtraban por su ventana anunciando el amanecer, todo lo que podía sentir era miedo. Esperando lo peor, se volvió hacia su mujer, acostada tranquilamente a su lado, pero lo peor no llegó. Estaba viva, en realidad estaba viva, su respiración mecía suavemente un mechón de pelo sobre su cara. Arthur sintió su corazón aligerarse, lleno de alegría la tomo entre sus brazos, para nunca dejarla ir.
"¿Arthur?". La voz de Gwen era nublada y confusa pon el sueño.
"Estás viva Gwen, estás bien. Estas viva, el hechicero estaba equivocado." Se risa fue un sonido lleno de alegría que resonó por toda la habitación. Y entonces ella también se rio, devolviéndole el abrazo conscientes de que todo estaba bien otra vez.
"Tengo que ir y decirle a los caballeros. Estaban tan preocupados, especialmente Elyan. ¡Van a estar tan contentos!"
Fuera de la cama Arthur se apresuró a vestirse para ir a difundir la buena nueva.
"Espera Arthur, cálmate." Gwen sonrió. "¿Por qué no le dices a Merlín y a Gaius primero?, creo que eran los más preocupados. Y tienes que pedir disculpas a Merlín, por lo de anoche."
"Por supuesto." Arthur estaba borracho en la felicidad, tomo su camisa y salió corriendo por la puerta, decidido a difundir la noticia de que la reina vivía, que Camelot estaba a salvo de nuevo.
Corrió por los pasillos y entro intempestivamente por la puerta de los aposentos del galeno gritando...
"Gaius, Merlin, ¡está viva!, ¡Gwen está viva!, la maldición no funcionó. Ella está viva. Todo está bien. ¡Está viva!
Y fue entonces cuando se dio cuenta aquella silueta, acostada en el frío suelo de piedra en silencio e inmóvil.