Epílogo

Así que al final, Arthur cumplió su destino. Él se convirtió en el rey que estaba destinado a ser, uniendo la tierra de Albión y trayendo paz. Sería conocido por ser el rey más grande que la tierra hubiera conocido, o conocería. Gobernó con Gwen a su lado, por muchos años trayendo paz y prosperidad al reino.

Arthur liberó la magia. Para muchos fue un shock, una traición profunda de un rey en el que pensaban que podían confiar. En cuanto a la gente con magia, ellos creían que era una trampa, un plan para atraerlos a la luz pública y masacrarlos a todos. Pero cuando los druidas seguidos de otras criaturas mágicas comenzaron a presentarse ante el mundo la fe aumento. Entonces, finalmente, cuando Arthur ejecuto un cazador de recompensas y liberó a su víctima esa creencia fue aplastada por completo.

Aunque se necesitaron muchos años de desconfianza y conflicto, la gente con magia y los ciudadanos de Albión aprendieron a convivir en armonía. Siguiendo el ejemplo de su rey, las personas aprendieron a confiar en la magia, y la gente mágica aprendió a usar su poder para el bien. Todavía había leyes en curso, pero eran justas y equitativas, justas como el rey que las había creado.

Hubo, por supuesto, los que no vieron el bien en el reino que Arturo había creado. Estaban los que trataron de destruirlo, verlo arder en el fuego de la guerra con la gran ciudad de Camelot arrasada. Pero ellos nunca tuvieron éxito. Arturo y sus caballeros lucharon muchas batallas difíciles y a veces parecía que todo estaría perdido, pero siempre se las arreglaron para salir adelante.

Y en cuanto a la bruja Morgana, no importaba lo mucho que intentara tomar Camelot y Albión por su cuenta, sus planes siempre se veían frustrado, y no sólo por Arthur. Incluso cuando estaba al borde de la victoria, sus planes caían en ruinas, siendo derrotados por un desconocido.

Morgana fue perseguida por visiones de su mayor enemigo, y aunque ella nunca lo volvió a ver, le temió siempre. Creía que él la seguía donde quiera que iba y que la perseguiría hasta el día que muriera. Un enemigo invisible que nunca pudo ser visto y nunca podría ser derrotado. Y la bruja que había dado la espalda al lado de la luz, se negó entrar en las sombras.

Para Arthur, parecía imposible que su buena suerte continuara con él hasta el día en que murió. Cada misión, cada lucha, cada guerra, incluso cuando toda esperanza parecía perdida, Arthur siempre ganaba. Incluso cuando la victoria era imposible y la fatalidad era inevitable, un milagro sucedía y todo se salvaba. Muchos dieron su agradecimiento y felicitaciones a Arthur, pero él se negaba a tener todo el crédito. Pocos entendía y pocos eran los que sabían el por qué.

Y las cosas extrañas todavía parecían suceder en Camelot. En una ciudad de magia, era de esperarse, pero hay cosas que no se podrían explicar incluso por eso. Porque incluso en el invierno más frío, los pobres parecía tener calor. Incluso en el hambre más difícil, la gente todavía encontraba alimentos. Los campesinos le llamaron su Ángel de la Guarda. Arthur le llamó Merlin.

Y eso era otra cosa extraña. A veces, un siervo pasaría al lado de Arthur, y no sólo de él, a veces de Gwen o Gaius o de alguno de los caballeros, y les verían hablar solos, conversando con el aire. Fue de lo más extraño, pero cuando los siervos contaban su historia a las otras personas que trabajan en el castillo les hacían callar y les decían que no hablara de nuevo de ello. Pero en una ciudad como Camelot, los secretos son difíciles de ser mantenidos, y siempre había alguien que se encontraba a otra persona que le explicaría sobre el siervo que resulto ser más que eso. El muchacho que era el salvador de Albión y que se quedó aquí, protegiéndolos desde la tumba. Pero, por supuesto, esas eran sólo historias.

Arthur continuó gobernando sobre Albión, con sus caballeros de confianza, su hermosa reina y su mejor amigo a su lado. Y en algún lugar lejano un hombre llamado Destino, el mismo hombre que Arthur había visto en ese fatídico día en el bosque, se sentó mirando su creación. Y sonrió, todos sus planes se cumplían nuevamente y los caminos que había puesto a su pueblo se estaban siguiendo una vez más. El destino siempre planea. El destino siempre sabe. El destino siempre gana. Y el Destino vio como sus dos seres humanos favoritos jugaron las partes que había escrito para ellos hace mucho tiempo, la época de paz en Albión. Podía sentir la magia volver a la tierra y el equilibrio de la naturaleza ser restaurado. El destino había tenido éxito.

Arthur había hecho lo que había nacido para hacer. Había unido Albión y trajo la magia de nuevo a la tierra. Pero él no podría haberlo hecho solo. Arthur era sólo un lado de una moneda. Él no era el único salvador de Albión. Hubo otro, uno que se desvaneció en los recuerdos y las historias antiguas, que con el tiempo crecerían para convertirse en folclore y leyenda. La historia del más grande hechicero que jamás existiría, aquel que salvo a Arthur y a toda Albión hasta el día que Arthur murió. Merlin, Emrys, Myrddin, tuvo muchos nombres, pero Arthur simplemente lo llamo su mejor amigo.

Y Merlín vigilo a Arthur hasta el día que este luchó su batalla final, salvando a Arthur desde las sombras, protegiendo a Albión como siempre lo había hecho, Merlin también cumplió su destino simplemente no lo hizo de la forma en que había pensado. Y en el día de Arthur murió él estaba allí, esperando. Cuando Arthur dio su último aliento, cerrando los ojos por última vez, Merlín estaba allí para reunirse con él. Y juntos, por fin, los dos amigos partieron de esta vida y se trasladaron a la tierra eterna de Avalon.

Albión fue un gran y noble país, Camelot su orgullo y alegría, una brillante ciudad con el poder de la magia. Todos recordaban su gloria y su nombre fue marcado en las páginas de la historia, al igual que el nombre de su gran Rey. Arthur gobernó como un rey justo y equitativo por el resto de sus días. Su amigo le había cambiado para siempre, y su bondad para con las personas, no importando quiénes eran o de dónde venían, eran leyenda por todo el país. Así que Merlín había servido a su propósito. Había convertido a Arthur en el rey que estaba destinado a ser y había velado por él hasta el día Arthur había salido de esta vida y estaba listo a reunirse con él de nuevo.

Arthur había cumplido su destino, había unido Albión, había liberado magia. Había traído la paz a su tiempo, entonces el rey se había convertido en leyenda.

Arthur nunca tuvo otro sirviente.


Y eso es todo, se que no era el final que mucho esperaban, es un final que te deja con un mal sabor de boca, puesto que no pasa lo que desearías, pero se que aun así es hermosos con todos esos sentimientos que crea dentro de cada persona que lo lee.

Quiero agradecerles a todos lo que comentaron la historia, a los que la agregaron a sus favoritos, y por ultimo pero no menos importante a los lectores silenciosos.

Gracias.