Para empezar, expondré el punto de estos one-shots, drabbles y demás historias, independientes entre ellas. Primero, es una prueba o si se quiere desafío personal, para ver qué puedo lograr con personajes y lugares sin salirme del cannon y lograr que sea creíble, como si fuera una escena de Dragon Ball más. Segundo, es para probar cómo puedo lograr las personalidades.

Este será un fic compuesto de una serie de one-shots, drabbles y viñetas independientes, describiendo la vida amorosa de los personajes mostrados en cuestión, por lo que será un fic meramente de parejas crack. Aquí se demostrará el amor de todas las formas posibles, en todos los géneros necesarios. Así que, busca a tu saiyajin favorito si es que ya se encuentra aquí, o busca tu género preferido y lee esta locura.

Si tienes alguna sugerencia o deseo que quieras leer, no tendré problema en recibirlos por PM o por Facebook(link en mi profile)

Disclaimer: no gano dinero con este fic, los personajes y lugares de Dragon ball® pertenecen a Akira Toriyama y los dueños de la licencia del anime/manga. Yo sólo calumnio a los participantes xD

Disfruten si pueden!

Queonda.


Personajes elegidos de este one-shot al azar por: Seline Feline.


Goku se levantó de la silla metálica coloreada en horrorosos tonos anaranjados. Milk atinó a observarlo atónita. Sabía que todo estaba avanzando muy bien, quizás demasiado bien, e inconscientemente había esperado que su querido pero tonto esposo arruinara lo que parecía marchar sobre ruedas. Leyó las facciones del saiyajin, notándolo preocupado e incluso incómodo. Sabía lo que pasaría, y dejaría a los presentes con las bocas abiertas y más preguntas que respuestas. "Sólo tenías que recordar un simple diálogo" pensó la morena a su pesar.

— ¿Qué te pasa, Goku?— le preguntó, fingiendo sorpresa. La sangre comenzó a hervir en sus venas y bajo su piel. Presionó sus puños.

—Lo siento, Milk— le respondió, mirándola profundamente a sus ojos azabache, transmitiéndole sus dudas y preocupaciones con el sólo mirar— pero tengo que atender un asunto muy urgente.

Aterrada, observó al hombre colocar entre sus cejas el dedo medio e índice, murmurando una frase ininteligible. Se levantó bruscamente sobre sus tacones, ya lo había visto desaparecer sin dejar más que palabras en la boca femenina. No había forma de detenerlo, pero tampoco habría explicación para los directivos y asistentes de esa tan importante escuela a la que Gohan debía asistir para asegurarse un buen futuro. Fue una decisión de segundos.

Gritó su nombre, aferrándose a su camisa masculina de colores claros, antes de que la oscuridad se mezclara con la realidad frente a sus ojos. Sus pies habían quedado en el aire cuando había saltado al encuentro de su esposo. Ninguno de los presentes en la sala pudo creerlo. Sólo podían pensar en magia; era la respuesta irreal más lógica que pudieron encontrar sus cerradas mentes maestras.

Todo se volvió oscuro y unas extrañas y vibrantes energías recorrieron el cuerpo femenino desde las puntas de sus pies hasta el último cabello de la cabeza. Sintió su cuerpo flotar como nunca antes, a la vez pensando que los minutos cada vez eran más largos y se convertían en horas pesadas, cuando sólo habían pasado unos míseros segundos. De pronto, una imagen completamente desconocida se hizo presente, aún borrosa frente a sus ojos incrédulos. El aire se volvió más ligero, y lo primero y último que sus orbes azabaches distinguieron fue un camino blando entre césped verde y lleno de vida. El cielo estaba coloreado en tonos rosados y anaranjados. Un golpe extraño de aire la hizo aterrizar de rodillas, soltando repentinamente a Goku del agarre.

Se aferró al pasto natural con sus manos, sin dejar de temblar, en una posición casi fetal. La cabeza le daba vueltas, aunque sus pulmones comenzaron a llevarse de un aire nuevo, fresco, que tranquilizó su alarmado corazón. Sus oídos distinguían una voz extraña y desafinada, para nada similar a alguna que hubiera escuchado antes en su vida.

—Llegaste justo a tiempo— pronunció el hombre al que parecía pertenecerle ese tono de voz, luego de una pequeña risa descuidada. –Pero, ¿por qué estas vestido de esa manera?

Escuchó la risa de su esposo como respuesta, pero dejó de seguir el diálogo. ¿Qué había sido todo eso que había experimentado? ¿Acaso eran alucinaciones, o algo cercano a la hipnosis? Su mente no lograba entender lo que su cuerpo había sentido en tan poco tiempo. Al levantar la vista, un mono de divertido aspecto se acercaba a olerle el cabello. Eso definitivamente la sacó de sus casillas. Al hacer contacto visual, ambos gritaron y cayeron a sus espaldas.

Kaiosama la observó de reojo, detrás de su hombro. Ella no dejaba de temblar, escondiendo su cuerpo entre sus brazos largos. –Goku, ¿Qué hace esa mujer aquí?

—Estaba conmigo cuando me llamaste. Tendré que devolverla a casa…

—No hay tiempo, Goku— lo interrumpió. — Déjala aquí mientras te ocupas de tus asuntos. — Observó al saiyajin levantarse en el aire y desvestirse, ahora vistiendo su típico gi anaranjado. Milk ya estaba en sus pies, sacudiendo la tierra de su traje más elegante, luego observando en un silencio molesto el lugar en el que se encontraba. Todo se veía pequeño, aunque bastante acogedor. Una pequeña casa junto a un auto rojo— que dudaba y tuviera alguna utilidad mayor— completaban el tranquilo paisaje junto a un árbol lleno de vida. El mono se alejó y comenzó a bailar lejos de los recién llegados. "¿Por qué eso a mí no me extraña?" se preguntó.

Notó que su marido ya no llevaba la ropa elegante que había comprado específicamente para la entrevista del colegio de su hijo, y no pudo hacer más que ignorar todo lo que estaba pasando y regañarlo. Pero cuando se acercó con su mejor cara de enfado, él simplemente la ignoró, escuchando atentamente lo que ese hombre pequeño tenía para decirle. No recordaba haber visto a su Goku en ese estado antes.

—Marcharé lo antes posible— le respondió al otro. Volteó y miró a Milk profundamente a esos ojos brillantes que secretamente le gustaba observar, a veces con temor, a veces con dulzura— escucha, Milk, tú te quedarás aquí hasta que yo vuelva a buscarte. No puedo asegurarte cuánto tiempo será…—

— ¡No!— le cerró la boca de golpe— ¡No me dejarás aquí! No me quedaré en este lugar con esta gente tan extraña.

—Gracias— acotó Kaiosama sarcásticamente.

—Pero, Milk— utilizaba ese tono infantil que solía usar cuando ella no le permitía hacer algunas cosas— debo ir solo a ese lugar tan peligroso. Podrían hacerte daño, además que Gohan y los demás…— ella exclamó en horror. Goku cerró los ojos con desesperación, sin entender cómo podía ser tan boca—suelta como para mencionar el nombre de su hijo una misma oración que tenía la palabra "peligro" en ella.

— ¡Con más razón debes llevarme allí! ¿Cómo pudiste permitir que mi pequeño terminara en un lugar así?

—Señora— salió erróneamente Kaio al rescate de Goku—, su esposo no tiene ninguna culpa. En realidad lo que sucedió fue que…

— ¡Y usted qué sabe!— le contestó. ¡Esa mujer era una fiera! Se hizo hacia atrás lentamente, sin atreverse a hacer contacto visual.

Goku tomó a Milk de la cintura, aferrándola bien a su cuerpo, y colocó dos dedos sobre su frente. –Te dejaré donde están todos— le comentó, antes de desaparecer frente a los anteojos del Dios, volviéndose aire. El silencio que reinó fue uno de las más tranquilizantes que él había sentido en años.

Las luces azules y amarillas, el tiempo desacelerado, el viento seco que no lograba despeinarla. Todo otra vez. Cerró sus ojos y hundió sus uñas entre las ropas de su amado marido, hasta que volvió a sentir algo firme en sus pies. De pronto, Goku se escapó de su agarre y cayó al suelo. Al volver a abrir sus ojos, se encontró en un lugar desconocido de aire pesado, con Krilin con su puño levantado a su izquierda, y su hijo a su derecha. Saltó sobre su pequeño y lo envolvió en un profundo abrazo, ante la mirada atónita y escondida entre cabellos turquesas de Trunks.

Milk cubrió a Gohan de besos y promesas de largarse de ahí pronto, ante la vergüenza del joven. — ¡Mamá! ¿Qué haces aquí?— su rostro estaba teñido en tonos de rojo.

—Te he venido a rescatar. Te sacaré de aquí lo más rápido posible, no sufrirás herida alguna.

Gohan se soltó del agarre y se alejó hasta una distancia segura. No podía ni sabía cómo explicarle a su madre todo lo que había visto, la desolación y tristeza que cubría ese planeta repleto de pequeños hombrecillos esclavizados por una raza superior. Al ver que el resto se elevaba en el aire, los siguió sin arremeter palabra alguna, más que un saludo con su mano. Trunks se acercó a la esposa de Goku y colocó una mano en su hombro.

—Usted quédese aquí, volveremos pronto. Sólo no se aleje demasiado. — Y se fue. Ya estaban lejos en la distancia como para oír los gritos de Milk, pidiendo por una ayuda y por su hijo.

Ella cayó en sus rodillas, indefensa. Aunque, pensó, quizás así era mejor. No ignoraba el hecho de que a veces podía ser una molestia. Se sentó sobre una roca, cubriendo su cuerpo en un abrazo propio, y espantando las miradas curiosas de los habitantes de esas tierras con una mirada asesina. Muy pronto el eco de la soledad comenzó a roer en sus nervios de acero.

El tiempo no pasaba. O por lo menos en el cielo no se observaba cambio alguno. No llevaba reloj para contar el tiempo que había pasado, y ya había borrado de su memoria la explicación que tendría que darles a los directivos de la escuela de Gohan sobre lo sucedido. Comenzó a temblar y bostezar, su cabeza caía de a ratos por el cansancio. Con sus párpados entrecerrados, ya recostada y con su cabeza descansando sobre su saco, distinguió algo volando en el cielo. Primero pensó que podrían ser pájaros, pero eran demasiado grandes— o estaban demasiado cerca— como para ser pájaros. Se incorporó al notar que eran cuerpos. Eran como halos de luz surcando el cielo violáceo de la… ¿tarde? ¿Noche? No lo sabía, pero tampoco le importaba. Se subió a una de las rocas más grandes y altas y comenzó a gritar y a hacer señas a esa dirección. Dio un grito de victoria cuando uno de los cuerpos paró en su movimiento y volteó en su camino para dirigirse hacia ella. Ella saltó sobre la roca con una sonrisa, hasta que distinguió al joven que se dirigía hacia ella.

Sus brazos descendieron lentamente e incluso comenzó a bajar de la roca aterrorizada al ver a un hombre de cabello extenso y sin camisa volar a toda velocidad hasta donde estaba ella. En un mal movimiento, cayó de espaldas al suelo, rompiendo uno de sus tacones bajos. Se volteó sobre su estómago y se alejó del desconocido, hasta que lo escuchó aterrizar cuidadosamente detrás de ella. El sonido seco de las botas detuvo los movimientos de Milk. Rápidamente se levantó y ordenó su cabello para que no se notara que había estado durmiendo descuidadamente en un lugar desconocido.

—Mucho gusto— esgrimió ella, una de sus manos apuntando al recién llegado— soy Milk. – fue lo primero que se le había ocurrido. El oro se veía tranquilo, incluso adormecido al igual que ella unos minutos antes. Pero no saludó, sólo la observó directamente a los ojos. Ella bajó la mano y se removió en el lugar, completamente intimidada por su mirar. — ¿Cuál es tu nombre?

—Broly— le respondió. Ella sospechaba que esa sería la única palabra que le oiría decir ese día. Comenzó a desear que los chicos ya hubiesen terminado con lo que sea que tenían que hacer.

—Y, ¿qué te trae por aquí?— el joven se veía indefenso, entonces comenzó a rodearlo e investigarlo con su mirada. Notó que tenía una cola de mono ya antes vista, su cabello era extenso y oscuro, y llevaba un extraño conjunto de joyería de la mejor calidad. – ¿Eres acaso familiar de Goku? Pregunto, por la cola…—él se volteó para seguir mirándola inquisidoramente. Ella puso sus manos en sus caderas, algo molesta. — ¡¿Quieres dejar de mirarme?!

Él se acercó y tocó su rostro con un dedo. Ella se volvió pálida el cabello de la cabeza erizado en un instante. ¿Qué pretendía ese hombre? Se alejó algunos pasos atrás mientras le otro ahora observaba su mano, como una viva imagen de Tarzán. Ella limpió su mejilla con la palma de su mano, y cuando quiso replicarle algo a ese hombre tan callado, él se volvió a acercar y le acarició con la misma mano el otro lado de su cara. Entonces, ella le pegó un manotazo a los dedos del otro para que dejara de tocarla. Perturbado, Broly levantó su vista y la miró, con la mano en el aire. Lo volvió a intentar, recibiendo otro golpe sobre su mano. Parecía divertirle, aunque no esgrimió ninguna sonrisa al respecto. — ¡Basta!— repetía ella cada vez que le golpeaba la mano.

De un momento a otro, ambos se vieron enfrascados en una pequeña y por completo infantil pelea de manos, en los que él intentaba llegar a su rostro suave sin éxito. Sus manos comenzaron a moverse más rápidamente, hasta que la paciencia de la mujer se hartó, y sin querer— o quizás incluso a propósito— le dio una bofetada a Broly. Ambos se detuvieron. El rostro de él no se movió ni un centímetro, ella removió su mano con lentitud.

Milk justo logró agacharse cuando una mano rápida de Broly quiso imitar lo que ella había hecho. Se levantó, envuelta en furia. — ¡¿Cómo vas a hacer eso?!— Le incriminó— ¡Qué no ves que soy una dama! No se le debe levantar la mano a la mujer. — él posó un dedo en la pequeña y rojiza boca de ella y la sintió suave bajo su tacto. Había descubierto un nuevo gusto por tocarle la piel a esa mujer, era un goce para su sentido del tacto. Ella corrió su boca y comenzó a escupir, el mal sabor de ese sujeto por demás infantil en sus labios.

Él tomó la mandíbula de ella y la besó, saboreando sus labios maquillados con labial de fresa. Aunque ella quiso liberarse del agarre, los brazos fornidos del hombre eran incluso más grandes que los de su propio marido. No tuvo otra opción; se dejó probar por ese sujeto desconocido, algo que lentamente comenzó a encontrar agradable.

Su cuerpo comenzó a entrar en una especie de trance, sus mejillas coloradas y su boca ardiendo como si un incendio se hubiese desatado y comenzara a propagarse en otros lugares de su fuerte pero pequeño cuerpo. Los dedos del hombre no dejaban de acariciar con cuidado su rostro, hasta que de pronto la soltó.

Ella casi cayó sobre su cuerpo al suelo, su cara completamente roja y sus labios morados. Los limpió con su lengua, mientras que el otro seguía embelesado disfrutando de lo que para él era algo nuevo y dulce— era el sabor a fresa— y lo que para ella significaba algo más. Entonces, ambos volvieron a encontrarse con la mirada y se enfrascaron en un beso aún más apasionado. Ella colgó sus brazos alrededor del cuello grueso del hombre, que mordió el labio inferior femenino e ingresó su lengua dentro de la boca.

Alguien tosió con voz carrasposa, incómodo. — ¿Y bien?

Milk saltó casi al otro lado, mirando con vergüenza hacia otro lado y limpiando con el dorso de su mano sus labios ante la presencia del príncipe saiyajin. — ¿Nos vamos?— dijo Vegeta. Ella no supo qué decir, tampoco sabía cuánto tiempo él había estado él allí. Broly mordió su labio superior y siguió al otro por los aires como si nada hubiera pasado.

Ella se sentó en una piedra, escondiendo su cara entre sus manos. ¿Y ahora?


Personajes: Broly y Milk.

Nos leemos pronto!