Personajes elegidos para ese one-shot al azar por el mismísimo: Spirit of Paladin (Little Dee-Dee Gothic, para ti tengo algo especial guardado en mi mente 3:) )

Disfruten!

Queonda.


Los datos del planeta se desdibujaron en el rastreador. Sus pupilas repasaron la información que iba y volvía como un rayo a mitad de una tormenta. Sabía que no sería todo tarea fácil, la gravedad planetaria no estaba a su favor. Pero órdenes son órdenes, no era más que un lacayo del necesario negocio interplanetario al que estaba impuesta. La superficie azulada era visible desde su nave individualista, donde la ventana teñía de colores rojizos el paisaje percibido por sus ojos azabaches.

Aterrizó. Del estruendo al descenso fueron sólo segundos de diferencia. La alerta era alta, no era momento de subestimar a los contrincantes, por lo que rápidamente se juntó con el resto de su brigada para poder avanzar. Las tierras eran llanas pero boscosas, con vegetación desconocida, más que por informes que trataban el tema superficialmente. Cada paso los acercaba al final que mostraría que destino el planeta Kepler tomaría. No soplaba el viento, los rastreadores no percibían ser alguno.

—No puede estar sucediendo esto.— comentó Panppukin.

—Por supuesto que no, esto está demasiado fácil.— añadió Tora.

—Silencio—ordenó Toteppo al observar a Bardock ajustar las coordenadas de su propio rastreador, echándole vistazos rápidos a los horizontes de diferentes direcciones.

El saiyajin superior los observó y les indicó, con un rápido movimiento de ojos, que se dispersaran. Segundos después, el lugar estaba desierto nuevamente.

Fasha no era la única que había desconfiado de sus alrededores. Detrás de un árbol, buscaba sin resultado al ser que emanaba una gran cantidad de poder. No estaba muy lejos, tampoco muy cerca. Su presencia incomodaba, ciertamente. Pero todos yacían esperando una emboscada, nadie hubo avisado si habían visto algún movimiento diferente o peligro acechante. Y observaban al ser moverse en sus rastreadores, y lo sentían llegar. El sudor resbalaba por las sienes de Tora, Fasha cerró sus puños, Toteppo se colocó en cuclillas. Bardock ni siquiera asomó un dedo.

Y el árbol en el que Fasha se estaba escondiendo se partió a la mitad cuando un haz de luz lo atravesó de lado a lado. Todos salieron de sus posiciones estratégicas y se sumaron a las cercanías de la mujer saiyajin para socorrerla. Ella estaba agachada en el suelo observando el árbol caer hacia un lado. Con la guardia en alto, se unió a sus compañeros en un círculo, cada uno espalda con espalda, para luchar al enemigo.

Entonces, una risa. Masculina, sonora e incluso cantarina. Todos echan un vistazo al cielo y ven a un grupo— más bien, un trío— de seres vestidos con armaduras violáceas del ejército de Cooler. El más alto se asemejaba a un insecto colorado, y estaba acompañado de un espécimen de sujeto de piel verde. Frente a ambos, un hombre de cabello rubio y tez turquesa los observaba con sus ácidos ojos amarillentos y sus brazos cruzados frente al pecho.

—Vaya, vaya. ¿Te di un buen susto?— y los tres aterrizaron. Ya con los pies en la tierra, el capitán, que sorprendentemente era el más pequeño de los tres, avanzó hasta estar frente al consternado grupo de saiyajins. —Una debida reverencia sería bien vista, si no les molestara.

Bardock crujía los dientes. Quitando el hecho de que no tenían tiempo que perder a menos que desearan ser ejecutados por un grupo de seres superiores que probablemente tardaría menos de un segundo en sacarles las columnas vertebrales de lugar, ese sujeto no tenía por qué estar allí. Además, se suponía que debía mantenerse al margen de los asuntos de Freezer, según lo que él clandestinamente había averiguado.

—¿Quiénes son? — preguntó Fasha.

—Son las Fuerzas Especiales de Cooler, el hermano de Freezer— fue Tora el que contestó, pareciendo ser el único aparte de Bardock que sabía sobre el tema. —Se supone que la participación de Cooler en la O.I.C.* era secreta, ellos no deberían estar aquí.

Ambos bandos se estudiaron con las miradas. Ninguno pareció actuar a la defensiva, tal vez porque sabían los saiyajins que vencer a ese grupo era imposible, o porque no les convenía, o porque simplemente lo veían innecesario. —Esta es nuestra tarea, ¿Quién los llama a fisgonear aquí?— dijo Fasha, irritada por la cercanía del sujeto.

—Nada de su incumbencia, sucios saiyajins— acotó Neiz, alterado por la tensión del momento. Era claro que entre ellos no se agradaban.

—Calma, Neiz.— el rubio se acercó a la única mujer del grupo, que permaneció frente al resto pero resguardada por su capitán. —Me llamo Salza, y ellos son Neiz y Doore. Estamos aquí porque, como ustedes, trabajamos para alguien más y estamos limitados a cumplir sus órdenes. En todo caso, y dada la confidencialidad de nuestras órdenes y la bajeza de su rango, deberían ya habernos informado de su tarea aquí.

—Perfecto y convenido— respondió Bardock, siendo él el capitán de su armada.— Estamos aquí con órdenes directas de Freezer mismo de desocupar este planeta para la venta del mismo. Dada que su supuesta participación era secreta, supongo que no habrá más que callar este poco menos que agradable encuentro. Y, si nos disculpan, tenemos que terminar con el asunto o deberemos de informar a nuestros superiores de una inmiscusión en las órdenes dadas.

Salza sonrió, mientras que sus acompañantes tendieron a irritarse ante lo que para ellos parecía ser una orden directa que marcaba, implícitamente, que "se largaran de allí o verían las consecuencias". Bardock se mantuvo erguido frente a esa presencia superior, al igual que el resto de los saiyajins. Querían acabar rápidamente con la tarea, la paga no crecía de los árboles y sabían que esta era una misión que podría costarle mucho más que los uniformes reglamentarios. La tensión no disminuyó; por el contrario, los sujetos de Cooler comenzaron a reír, la forma más fácil de irritar a un saiyan.

—¡Idiotas!— exclamó Salza entre risas.— ¡Los han mandado a una misión suicida y ni siquiera lo habían notado! Es increíble lo estúpidos que pueden ser los saiyajins con su orgullo y ego por los cielos.

Los machos se alteraron, la rabia comenzó a correr por sus venas. —¿¡Cómo te atreves, gusano rubio!?— exclamó Panppukin, adelantando a Bardock junto a Tora. —¡Repítelo!— le gritó en la cara, mirándolo desde abajo culpa de su baja estatura, a lo que Doore le respondió.

Bardock se mantuvo inmutable, entendiéndolo todo. Pero Fasha se alejó y visualizó los campos azules con miedo. Cierto que los saiyajins no lo sienten, o no lo admiten, pero las facciones, sus movimientos de brazos, la mordida del labio inferior, lo muestra todo. Y ella presionó los puños con fuerza al sentir energías aproximarse. Eran casi invisibles a la distancia, pero allí estaban, esperando, expectantes. Salza tenía razón. Traición, de una de las formas más bajas que había conocido. Digna de las bajezas de Freezer.

Delante, la muerte. Detrás, sus compañeros peleando verbalmente con unos seres que podrían destruirlos con un pestañeo. Y ella en el centro, sintiéndose tan pequeña como partículas de la tierra que pisaba. Salza pasó de largo al grupo y se acercó a Fasha. Reposó una de sus manos en el hombro de la dama, que evitó retraerse ante el roce.

—Sé lo que sientes. Haber sido traicionada por el único sujeto en que debes confiar y jurar lealtad es difícil. Y que, de pronto, quiera asestar un golpe por detrás y dejarte tirada en el suelo como basura espacial. Y tú sola aquí, parada, mientras tus compañeros pierden el tiempo en peleas insulsas que sólo llevarán a la perdición, cuando ustedes no puedan escapar de la horda de extraterrestres de poder superior, quienes los aplastarán hasta ver su sangre roja bañar el suelo. Y así Freezer se regocijará con ustedes, quienes no recibirán siquiera una lágrima caída de alguien que los quiera; porque ya no les queda nadie. Tuvieron que dejarlo todo para servir al tirano, excluyéndose de las relaciones sociales que, al final del día, te dan razón para vivir. Excepto por Bardock— lo señaló. — Él está por concebir un niño, alguien que seguirá los pasos de su decadente sociedad, si logra sobrevivir. Pero tampoco caerán lágrimas, ni para él, ni para ningún otro saiyajin. — Fasha se alteró, su respiración se aceleró. En el horizonte, la tierra se levantaba con el avance de los seres que habitaban esas tierras, mil veces más poderosos que ellos. — Porque, ¿adivina qué?— Salza se acercó a su oído y susurró, casi canturreando.— Freezer destruirá el planeta Vegeta en cuestión de días.

La mujer abrió sus ojos desmesuradamente. Volteó rápidamente su rostro y miró a Salza directamente a sus ojos amarillos, de seguro testigos de los horrores más vívidos en su historia. Él mantuvo una seriedad, irónicamente, poco seria.

—¡Ahí vienen!— exclamó Toteppo al tiempo en que los demás saiyajins le hacían frente al polvo. El extraterrestre oriundo del Planeta Cooler Nº 98 chasqueó los dedos, sus compañeros desaparecieron de la escena. Tomó con su mano gruesa el brazo de Fasha.

—Lárguense.— exclamó Salza.

—¿Por qué deberíamos?

—¡Porque serán asesinados!— Ninguno pudo creérselo. Era lógico, si un enemigo te pide que corras, nada bueno puede salir de eso. Salza presionó el brazo de la única dama presente y la arrojó al aire de un rápido movimiento. —¡Ordeno que se larguen!

Bardock observaba la horda de enemigos en llegada. Fasha encontró una abierta confianza en las palabras del rubio, por lo que sin más gritó: — No podremos lograrlo.— Y el capitán asintió. Se elevó en el aire, y en conjunto con los demás surcaron el cielo hacia el lado contrario a toda velocidad, en busca de sus naves. Pero Fasha permaneció allí, sintiendo la vergüenza de no responder al llamado de guerra como correspondía y huir como una debilucha más. Miró al ejército en su máxima ira de guerra, luego los ojos amarillos de Salza. "Vete" le dijo él con sólo mover sus labios.

Un extraterrestre saltó para alcanzar a la guerrera, pero fue exterminado por Salza. Él le había salvado momentáneamente la vida.

Fasha no podría decirlo con certeza, por la distancia que los había separado a ambos antes de que ella hiciera caso a las órdenes del rubio, pero creía haber visto algo más que simple "deber" en el mirar del otro. Detestaba el romance, había sido entrenada para que eso no tuviera lugar en su cerebro, y de seguro que el otro pensaba igual que ella. O por lo menos así quería creerlo ella.

El aire se había vuelto helado ya cuando los saiyajins habían abordado sus naves y se dirigían a los cuarteles. Ya en la tranquilidad e individualidad solitaria del espacio, Fasha explotó en ira. Golpeó el asiento con fuerza y aisló entre sus labios un grito ensordecedor que podría haber sido oído por sus compañeros de equipo. Era la primera —y, esperaba, última vez— que huía de una batalla. Si bien como sexo femenino de un grupo de hombres nunca se había sentido presionada a no mostrar su debilidad frente al resto, más de lo que había sido criada para mostrar al menos, ahora la estupidez de haber obedecido a ese sujeto le carcomía la conciencia. Se arrepentía, ella misma se hubiera quedado y hubiera hecho frente a los enemigos con Salza a su lado, lo habría hecho sin chistar.

—¡Pero qué idiota!— exclamó ella. —¡Te volviste estúpida por un par de ojos amarillos! ¡Ni siquiera son bonitos!

"Hablando de mí, por cierto.— pronunció una voz profunda al otro lado del rastreador. Ella evitó enrojecerse de vergüenza, sólo tapeó el piso con fuerza. — Siento interrumpir tu soliloquio, pero deseaba agradecerte por dejarme este asunto del planeta a mi disposición. Por supuesto que no deseo que creas que fue un vulgar engaño de nuestra parte a ustedes, como el resto de tus compañeros creen ahora. Me agradaría compartir más palabras, temo que tendremos que dejarlo para otra ocasión. Esperaré con ansias volver a verla, probablemente cuando usted arribe al planeta Vegeta." Y la comunicación se cortó.

La noticia de la traición de Freezer ya se había borrado de su mente, ahora el actual golpe bajo enrabietó a la mujer. La había hipnotizado con sus palabras hasta bajarle las defensas. ¡La había usado como objeto para lograr que todos se largaran y entregaran el planeta a su competencia! ¡Si además trabajaban para la misma asociación! ¿Por qué lo había hecho? No era mujer que exigiera más respuestas que las necesarias, puesto que las excusas eran lo más irascible para la guerrera. Pero no negaría que esperaba ese pomposo encuentro al que él se había referido.

—"Nuevo planeta— habló el capitán desde el comunicador— ubiquen las siguientes coordenadas"— y dictó número que ella escribió con rapidez.

¿Y mencionarle el inquietante asunto de la traición de Freezer a Bardock? Vio pasar su nave por segundos, cercana a la propia, pero decidió esperar a las explicaciones del rubio, Salza. Ella esperaba un poco agradable intercambio de palabras, tal vez en un lugar privado, donde los ojos curiosos de otros no molestaran su charla. Y sabía que el otro deseaba fervorosamente el mismo encuentro.

Ella gritaba en su mente, mientras que el hombre a quien dedicaba sus pensamientos actuales permanecía callado. Había traicionado la palabra de silencio que había prometido a sus superiores sobre ese delicado tema de los saiyajins. Ahora, debía convencer a esa agradable muchacha para que permaneciera con sus labios – tan frescos, tan rosados, podía él remarcar— cerrados. Sólo esperaba que su conciencia no flaqueara, que no lo traicionara de nuevo al verla.

¿Quién había traicionado a quién?


*O.I.C.: Organización Interplanetaria de Comercio, era un Imperio/Organización de comercio dominado por Freezer, Cooler y el Rey Cold.

Agradecimientos especiales a Diosa de la Muerte


Pairing: Fasha/ Seripa- Salza. Siguiente: Gine.

Así, con mi insatisfacción por el final, me despido, hasta la próxima!