Ante todo pido perdón por la tardanza, pero ya estoy aquí.
Quiero agradecer a todos quienes me apoyaron en esta historia, a quienes tienen cuenta ya les agradecí pero, a quienes no la tienen , pues gracias a ustedes también, no saben lo importante que es su apoyo, no quiero dejar de mencionar a Ruth mara, estuviste siempre ahí, en cada capítulo, hasta para meterme prisa , gracias, y bueno, a los guest , a mi friki, que siempre esta ahí , pero toda esta historia no existiría sin una persona, y aunque es peor que Gina con Rick para que actualice, también es de las cosas lindas que me han pasado, GRACIAS POR TODO VAL, suena a poco, pero sé que tu sabes bien todo lo que encierra.
-Lo quiero todo. Quiero todo lo que estés dispuesto a darme. No quiero seguir negando lo que siento, no quiero engañarme más Rick -su voz se quebró, pero se obligo a continuar; no era el minuto de detenerse, no ahora-. Te necesito. Sé que he sido la única culpable de tu alejamiento; sé que con mis dudas e inseguridades te aleje de mí. Sólo espero que aún no sea demasiado tarde para nosotros…
El silencio casi podía tocarse, ella lo miraba a la cara, con la propia bañada en lágrimas que ya no tenía sentido seguir conteniendo, pero Rick no levantaba la cabeza, y cuando al fin –luego de lo que pareció una eternidad- lo hizo, lo que Kate vio en esos ojos azules fue una chispa de esperanza, un atisbo de perdón…y se sintió, por fin, llegando a tierra firme. Rick se acercó un paso más a ella, quedando ambos tan cerca que casi sentían la respiración del otro.
-Kate, ¿estás segura de lo que me estás diciendo? Yo sé lo que siento por ti, lo he sabido desde hace ya un par de años, sé lo que quiero y sé todo lo que estoy dispuesto a darte pero…
-Bésame…
Rick abrió la boca para hablar, pero ni una palabra salió de ella.
-Rick, por favor, bésame.
Él levantó su mano hasta tocar la mejilla de Kate, ella se inclino hacia esa fuente de calor y seguridad y puso la suya propia sobre la de Rick, acercándolo aún más a ella, impidiendo una posible huida o arrepentimiento por parte de él; sus ojos se dijeron lo que las bocas se negaban a pronunciar, prometiéndose el cielo con miradas.
Y entonces sus labios colapsaron con la premura de años anhelando este momento, con la impaciencia del que ya está cansado de esperar; Rick rodeó la cintura de Kate apretándola contra él, y ella rodeó su cabeza con ambas manos, acariciando su cabello como tantas veces soñó hacer. El mundo pareció detenerse unos minutos hasta que ambos necesitaron recuperar el aliento y sin despegar más que sus labios continuaron con las frentes unidas, los ojos cerrados, asimilando que esto no era un sueño, que no era una de tantas fantasías con las que ambos, por separado, se deleitaban mientras el momento se hacía realidad.
Se volvieron a besar, esta vez un beso suave, tierno, apenas un roce de sus labios, sintiéndose, conociéndose. Al separarse y mirarse a los ojos era tanta la felicidad que sus miradas reflejaban que la sonrisa en ambos era sincera, espontánea, inmensa.
-Rick yo –quiso hablar Kate.
-No, no digas nada –la interrumpió Rick-. Sólo somos tú y yo, aquí y ahora.
-Pero –insistió Kate- creo que estábamos en que te ibas a ir a dormir; estabas cansado –y lo miro con una pícara sonrisa.
Rick le sonrió de vuelta y entrecerró los ojos.
-Pues vieras que de pronto ya me siento mucho mejor.
-Rick, es en serio, ya tendremos tiempo para nosotros; acabas de sufrir un accidente, debes descansar.
-Pero en serio, me siento bien; además, tenemos un problema no menor –dijo al tiempo que la tomaba de la mano y entraba con ella a la habitación.
-¿Y ese problema es…? -preguntó Kate algo confundida pero siguiéndole el juego.
-Pues que mi habitación es la única en el primer piso; si ocupas la de mi madre o la de Alexis, estarás bastante lejos y…si necesito algo a media noche, o si me siento mal… –dijo poniendo morritos y con su mejor cara de tristeza.
-¡Oh, Richard Castle! No tienes remedio, de cualquier situación quieres sacar partido –dijo Kate sin aguantar la carcajada.
-¿Y qué solución propones, chico escritor?.
-Bueno, podríamos… Digo, sólo para que estés tranquila y te evites subir y bajar esa escalera toda la noche, podrías…ah…
-Castle, ¡¿me estás proponiendo dormir contigo?! –preguntó Kate, levantando una ceja al tiempo que ocultaba la sonrisa lo mejor que podía.
-¡No!, o sea, sí, pero no "ese" tipo de "dormir juntos". Yo… yo sólo…
-Castle –Kate se acercó y puso ambas manos en su cara-, tranquilo; me quedaré contigo, te cuidaré toda la noche -y depositó un suave beso en los labios del escritor.
Una vez lo hubo dejado acostado, Kate se dirigió al baño para cambiarse. Él le había dejado una de sus camisetas para usar de pijama. Ella se apoyó en la puerta y suspiro; esto era surrealista. Se había levantado esta mañana decidida a luchar por su escritor, pero ¿compartir la cama con él esa noche? Aunque sólo fuera por acompañarlo. Sonrió nerviosa, suspiro y abrió la puerta.
Por otro lado Rick se repetía mentalmente que esto sí estaba pasando y no era un efecto del golpe en la cabeza. Tras esa puerta estaba su inspectora, su musa, la mujer que amaba, y en unos minutos estaría junto a él, en su cama. Su corazón latía demasiado acelerado, estaba hiperventilando; se obligo a calmarse, y entonces se abrió la puerta.
Kate salió del baño lentamente, de pronto la camiseta se sentía aún más corta, Rick no pudo evitar mirarla mientras ella se dirigía al otro lado de la cama.
-Si te sientes más cómoda, podemos poner cojines –dijo más por decir algo que por que le pareciera una buena idea.
-Oh, vamos Rick, podemos con esto, ¿verdad? Además, no creo que seas muy peligroso esta noche -y lo miró sugerentemente al tiempo que se metía en su lado de la cama.
Ambos miraban al techo, sintiendo los latidos del corazón y pensando si el otro también podría oírlos.
-¿De dónde venías, Kate?
-¿Perdón?
-El vestido… Estabas muy elegante; no creo que estuvieras en el cine.
-Estaba en…una boda –contestó Kate, rogando que no siguiera preguntando.
-¿Alguien conocido? -insistió Rick.
-Estaba acompañando a Robert –dijo incómoda, pero no quería mentirle-. Era lo que me pedía el otro día, cuando nos viste, Rick yo…
-No, no tienes que darme explicaciones.
-Sí, quiero hacerlo, Rick –dijo apoyándose en el codo y girándose para quedar de lado, cara a cara-. Castle, sé que he estado enviando las señales equivocadas; sé que no soy fácil de leer, de entender, pero si algo tengo claro es que te quiero… Te quiero, Rick, y lucharé por demostrártelo.
Mientras tanto Rick seguía de espaldas, mirando al techo. El miedo volvía a hacerse presente, las inseguridades se agolpaban en su cabeza. ¿Por qué iba a preferirlo a él? No se sentía con derecho a ponerla en plan de elegir. Suspiró, agobiado por sus temores.
-Rick, mírame.
-Kate no es necesario que…
-Mírame por favor –y le tomó suavemente la cara girándolo hacia él.
Castle se puso también de lado apoyado en su brazo.
-Te quiero ¿me oyes? –Le dijo Kate y deposito un suave beso en los labios del escritor.
Rick la miró a los ojos, y lo que vio en ellos le lleno de dicha; vio sinceridad absoluta, vio amor. Sintió la entrega por parte de ella; al fin la dura detective parecía estar abriéndose a sus sentimientos, y él no iba a desperdiciar la ocasión.
-La verdad no escuche muy bien –le dijo con una sonrisa en los labios.
-Te quiero, Rick Castle –y volvió a depositar un beso sobre sus labios, pero esta vez el escritor fue más rápido y la cogió por la nuca obligándola a profundizarlo, a lo que ella no opuso la menor resistencia-. Rick –exclamó entre jadeos la detective- deberías descansar… tu cabeza…
-Shhh, Kate. Nunca en mi vida me sentí mejor, más vivo que en esta noche, pero si no estás segura –dijo separándose levemente de ella.
-Nunca estuve más segura de algo -y cerro de nuevo la distancia entre ambos.
El tiempo perdió el significado y el sentido entre las nieblas del amor y del deseo. El roce de los labios era el único sonido llenando el silencio y las penumbras…los únicos cómplices de una entrega sin dudas ni reservas. Y poco a poco ese roce dejo de ser tal para tornarse una invasión hambrienta, ansiosa, desesperada. Las yemas de los dedos masculinos marcaban cada palmo de la suave y tersa piel de Kate, quien no podía sino arquearse inconscientemente ante el embate de sensaciones tan intensas que cada caricia iba despertando. Todas sus terminales nerviosas parecían ir cobrando vida bajo el tacto diestro de las manos que la exploraban, la descubrían, la conquistaban con confianza y pericia. Las prendas de ropa se esfumaban al calor de cada beso, de cada trazo de una piel contra la otra, de los gemidos, jadeos y suspiros que se entrecortaban siempre que una nueva zona sensible era revelada.
Ya no había retorno desde ese punto. El mundo se reducía a la unión de sus almas, sus cuerpos, de sus labios y su piel. No quedaba más espacio para los pensamientos o la razón, todo era instinto, impulso, sed y hambre que por fin eran saciados.
Rick, pese a la bruma que envolvía sus sentidos y su mente, sólo tenía como meta hacer inolvidable esa primera vez –que con toda su alma deseaba que fuera para ambos la última primera vez-. Veneró y adoró su cuerpo, rindiéndole homenaje con devoción y entrega. No hubo un solo rincón que no probara, que no saboreara y sellara con besos ardientes. Construyo con calma y destreza el momento culminante que los llevaría a ambos a conocer alturas que sabían ya que no conseguirían con nadie más. Ella se dejó hacer, lánguida y dócilmente. Recibiendo, esperando, gozando hasta la última marejada de placer con que la proveyó antes de elevarla a las cumbres y hacerla sentir que explotaba en un delirio compartido tan intenso que, por un instante, sintió que tocaba el cielo de su mano.
La claridad de la mañana iluminaba la habitación, aún antes de ser totalmente consciente Kate sintió cómo una sonrisa se formaba sin poder ni querer evitarlo en sus labios; suspiró suavemente y sólo entonces se dio cuenta del motivo de tanta felicidad. Lo podía sentir pegado a ella, abrazándola, aprisionándola entre sus brazos; pudo sentir su respiración en la nuca, profunda, acompasada, claro signo de que aún estaba profundamente dormido. No pudo evitar que otro suspiro se escapara de sus labios; no quería moverse para no despertarlo, pero como siempre esa conexión especial entre ellos hizo que él se removiera suavemente, la apretara un poquito más y depositara un suave beso justo en su hombro.
-Buenos días inspectora, ¿cómo dormiste?
-Buenos días, escritor -contestó volteándose en la cama y besándole dulcemente-; creo que me acostumbraría fácilmente a este despertar.
-Pues, no veo el inconveniente en eso; si de mi depende, no sales más de esta habitación.
-¿Todos los escritores son tan exagerados? –preguntó Kate golpeándole suavemente en el pecho.
-No, sólo los que están exageradamente enamorados. Cambiando de tema, ¿algún plan para nuestro primer domingo juntos?
Kate levantó la cara y lo miró a los ojos,
-¿nuestro primer domingo juntos…?
-Por supuesto –y tomando suavemente su cara con ambas manos, beso sus labios-. Kate debes saber que esto es sólo el principio, no te dejaré ir.
Los ojos de Kate brillaron por la emoción, le devolvió el beso, lo miro a los ojos y le dijo:
-Rick, no quiero irme; ya nunca querré irme.
FIN
Espero hayan disfrutado leyendo tanto como yo escribiendo, una vez más Gracia a todas por acompañarme hasta aquí.