La famosa escena de los columpios del 4x01 siempre me dejó mal cuerpo: Kate después de haber pasado de Rick por más de tres meses, le va a buscar a la firma de libros porque necesita información que él guarda para seguir investigando el caso de su madre. Me pareció una actitud demasiado aprovechada, en la que Rick, por supuesto, no le supo decir que no. Como yo no tengo que justificar una season, voy intentar mejorar la imagen de Kate, sin tener que llevarla a terapia un año entero antes de reconocerle que le escuchó y que no le es indiferente. Vamos a ello.


Las luces largas del coche y la música de fondo eran casi su única compañía. La oscuridad de la noche la envolvía a derecha e izquierda, comprobando de vez en cuando por el retrovisor que por atrás tampoco se veía nada, que ningún otro coche usaba la misma carretera. Iba tatareando casi para ella las canciones del recopilatorio de los 80 que tenía en su iphone, evitando así que el cansancio y el sopor por la aburrida conducción acabaran de dormirla al volante. Casi casi sintiéndose hipnotizada. La línea discontinua que separaba los dos sentidos de circulación no dejaba de repetirse, una tras otra, una tras otra, tras otra... Y unos metros más allá, más de lo mismo, líneas discontinuas que se abrían paso entre la noche cerrada.

-¿No duermes? -Le preguntó a su compañero de viaje que acababa de cambiar de posición.

-No. Te escuchaba con los ojos cerrados. -se sentaba mejor en su asiento. -Casi me gusta más Thriller cuando la cantas tú, aunque debes mejorar la risita del final. Mira, debe ser una cosa así "ha-ha-ha-ha-ha". -Imitaba con sorprendente parecido la de la versión original, acercándose a ella.

-Me estás asustando, Castle. -Agarraba fuertemente el volante. -Y lo que veo fuera no me ayuda.

-"ha-ha-ha-ha-ha" -Volvía a tentar a su suerte.

-¡Castle! ¡Llevo pistola! No te pases. -le advertía.

-Eres una aburrida. Buscaba un poco de distracción únicamente. -Volvía a sentarse bien, dirigiendo su mirada a través de la ventanilla de su derecha. -De día todo esto debe ser precioso, pero ahora... Es que apenas se ve nada y eso que debería haber luna.

-Lo es. Es realmente bonito. Ya lo comprobarás mañana. Hay nubes, ¿no?, -se inclinaba hacia delante, levantando la vista para comprobarlo a la vez que proseguía. -porque ayer casi había luna llena. Espero que no llueva, aunque en las montañas todo puede pasar. -la música recuperó el protagonismo del cómodo silencio que volvía a instalarse entre ellos. Kate empezó a seguir el ritmo de la música dando unos ligeros golpecitos al volante. -No queda mucho. Un poco más adelante hay un pequeño pueblo y tras dejarlo atrás, en seguida saldremos de la carretera y ya habremos llegado.

Habían sido unos días duros. Volver a trabajar después de tres meses de baja por el disparo, tener que verse obligada a ir a buscar a Castle tras plantarle, volver a apuntar con un arma a un sospechoso y... Asumir que estaría de nuevo en la dirección del cañón de una pistola, habían sido simplemente demasiado para su aún débil estado de ánimo. Únicamente su cercanía, su protección, su preocupación le habían dado fuerzas para poder acabar el caso y dar con el verdadero asesino. Tras los enfados, tras echarle de su vida antes y después del tema del cementerio, tras todo, ahí volvía a estar él. Con ella. Como siempre.

-¿Qué se siente? - le había preguntado con una expresión que no ocultaba el inmenso orgullo que sentía una vez detuvieron al culpable.

-No es suficiente. Pero me basta por ahora.

Todo parecía estar bien entre ellos. Las miradas con significado, las sonrisas que decían tantas cosas habían vuelto. Estaban de nuevo ahí, entre los dos. Con él definitivamente todo era más fácil. Más llevadero. Le quería. Y ella le había mentido descaradamente. No sabe las veces que se ha echado por cara su cobardía, pero simplemente no podía afrontarlo en aquel momento. Con Josh, con su obsesión por el caso de su madre, el trauma el disparo, por lo que perdería en su vida si no salía bien.

-Gracias por cubrirme la espalda. -prosiguió. Y él, quitándole hierro, se encogió de hombros como si eso fuera lo que los escritores de novelas estuvieran acostumbrados a hacer. -Para esto están los compañeros.

Para esto están los compañeros. Y ella había dado por acabada la jornada. Para esto están los compañeros. Para cubrirse. Para apoyarse. ¿Para mentirse? No podía seguir ocultándole que le oyó ni lo mucho que le había echado de menos durante el tiempo que no se vieron.

-¡Ah! Y oye... -Beckett se giró. -Lo resolveremos. Tu muro interior no dudará eternamente. -De nuevo esa sonrisa capaz de derrumbarlo todo. Una sonrisa que sólo podía responderse con otra.

Para esto están los compañeros. Y ella siguió camino al ascensor. Para esto están los compañeros. Confiaba en él. Más que eso, de hecho.

- Castle. -Se volvía de nuevo hacia él. -¿Haces algo este fin de semana? El lunes libro y... Me gustaría llevarte a un sitio.

Recorrieron en silencio la poca distancia que quedaba hasta su destino cada uno sumido en sus pensamientos, recuperando las razones del viaje o suponiéndolas, ordenando ideas, imaginando situaciones, esperando comprensión.

-Es aquí. -frenaba el coche y echando el freno de mano, se giraba hacia él. -Vamos, acompáñame. -le daba la vuelta a la llave y abría su puerta, empezando a salir. Las luces del coche, que no había apagado intencionadamente alumbraban el descampado donde estaban. –Empieza a chispear. Date prisa, después ya cogeremos las bolsas. Te enseñaré esto por dentro y mañana podremos dar una vuelta por los alrededores. Si no llueve, claro.

Castle salió también del coche, estirando los brazos, estirándose todo él en un intento de recuperar el movimiento en sus entumecidos músculos por las dos horas largas de viaje, sin hacer caso a las cuatro gotas mal contadas que estaban cayendo. Llenó sus pulmones de aire puro y fresco, aprovechando que el aire era menos denso, que fluía mejor. Siguiéndola con la mirada mientras pasaba a su lado, apresurada, buscando las llaves en uno de los bolsillos de su chaqueta de piel. Se acercó a ella, esperando que abriera la puerta.

-No veo nada. Castle, puedes apartarte un poco a ver si tengo más luz. -intentaba sin resultado encajar la llave en la cerradura.

-Espera, que activo la linterna del móvil.

Entonces todo fue más fácil. Sólo empujar la puerta para que empezara a abrirse, Kate encendió la luz de la estancia principal. -Adelante. -le decía, aunque era ella la que tomó la iniciativa entrando en primer lugar. Aspiró profundamente, como cada vez que volvía ahí. Le encantaba ese olor a leña que la transportaba irremediablemente a sus días más felices, con sus padres. -Es muy pequeño, pero para nosotros era suficiente. -Estaban los dos parados en medio del salón, al que se accedía directamente desde el exterior.

-Así que aquí has pasado tus meses de recuperación. -no perdía detalle.

-Sí. Ha sido aquí. A temporadas con mi padre, otros días sola... ¿No tienes frío? -se abrazaba ella misma, frotándose los brazos para entrar en calor. -Apenas hace dos semanas que me fui, pero es como si hiciera siglos que está deshabitado. Voy a por leña y enciendo la chimenea. ¿Puedes traer mientras tanto las bolsas del coche?

-Claro. Ahora vuelvo. -y desaparecía por donde había entrado unos minutos antes.

Era una cabaña de montaña sin grandes pretensiones. Un par de habitaciones ocupaban el ala izquierda de la casa, separadas por un pequeño baño con ducha. Enfrente, una cocina abierta que daba al salón donde estaba la chimenea que acababa de encender la inspectora. Todo forrado en manera de roble, y con ciertos detalles en piedra. La decoración era rústica, pero sin duda tenía clase.

-He apagado las luces del coche. -le indicaba Rick tras dejar las bolsas a un lado, cerrando seguidamente la puerta. -Echo la llave ya, ¿te parece? -preguntaba retóricamente a la dueña, acabando de girarla y dejándola colgando.

-Sí, perfecto. -se dirigía hacia donde estaba él, viendo cómo se despeinaba el pelo, como queriendo hacer saltar las inoportunas gotas que le habían acompañado en su rápida excursión al coche. -¿Llueve más?

-Está empezando a animarse. Esperemos que solo sea un chaparrón. Bueno, inspectora, ¿hace usted los honores? -le indicaba con la mano que empezara con la visita guiada a las instalaciones.

-Por supuesto, aunque vamos a acabar muy pronto. Se encaminaban hacia la primera de las puertas, llevando cada uno su bolsa con la ropa. -Esta es mi habitación. -Abría la puerta y la luz, dejando su equipaje sobre la cama. -Sencilla, pero funcional. Y aquí al lado está el baño. La siguiente puerta es la habitación de mis padres. De mi padre. Dormirás tú en ésta. Desde esta habitación tienes vistas al pequeño lago que hay frente a la casa, pero para acceder al porche, hay que ir por la cocina. Ven.

Dejó su bolsa en el suelo y la siguió. -las llaves de esta puerta están en este cajón. -las cogió, y le invitó a pasar a la pequeña zona resguardada de la lluvia. Estas butacas que hay aquí dentro, van fuera junto con esta mesita. Las entramos cuando nos vamos.

-¿Quieres sacarlas ahora? -le sugería Castle.

-Casi que sí. Así hacemos sitio dentro, que no estamos muy sobrados. Y ahora preparo algo rápido de cenar.

Definitivamente los sandwiches sabían mejor con una cerveza y sin las formalidades de un mantel. Sentados en la barra de la cocina, en los taburetes, los habían disfrutado como si fueran el mejor de los banquetes. Nada como tener apetito. Una vez habían sacado los muebles del porche fuera, pensaron en cenar ahí, escuchando el relajante ruido de la lluvia que iba ganando fuerza por minutos, pero la humedad y el frío les hicieron cambiar de opinión.

A pesar de haber trabajado hasta entrada la tarde, y las más de dos horas de viaje hasta llegar ahí, no tenías ganas de acostarse. Estaban cómodos, distendidos como en los mejores tiempos. -¿Te apecete una copa? Vamos a ver lo que hay.

-La intensa lluvia fuera, los dos sentados -descalzos- en el suelo de una cabaña en medio de la montaña. Calentándonos y alumbrándonos solo por la tenue luz que desprende el fuego de la chimenea, un par de whiskies... Como en mis mejores sueños, Kate. Sabes cómo acabaría esta escena en uno de mis libros, ¿verdad? -la miraba con la falsa seriedad que no puede ocultar una sonrisa. -Para eso me has traído aquí, ¿eh? Eres tremenda... -le mantenía la mirada mientras se acercaba el vaso a sus labios.

-No seas tonto, Castle. Claro que no te he traído aquí por esto. -negaba con la cabeza, sorprendida y divertida por las salidas absurdas de su compañero.

-Y entonces, ¿por qué me has traído, Kate? Aún no me lo has dicho y no logro imaginármelo. -buscaba respuestas en la mirada de mujer más complicada que había conocido, sin apartar la vista de sus ojos. Ella tampoco apartaba la vista de los suyos, pensando sus palabras. Estudiando qué decir y cómo hacerlo. Carraspeó. -Desaparecí unas semanas de tu vida, sin dar explicaciones. He vuelto casi de la misma manera. -hizo una pausa, desviando su mirada a las llamas del hogar. -el otros día, en los columpios dijiste que estabas enfadado. Seguramente estarás dolido mucho tiempo, aunque por tu manera de ser parece que todo está olvidado y que estamos como siempre. Yo tampoco estoy bien. No me siento contenta tal como ha ido todo, por lo que he hecho y dicho. Sé que tienes y tendrás muchas preguntas y que yo te debo respuesta a ellas. Para esto están los compañeros. Confías en él. Quiero explicarte cómo han sido estos meses en los que he estado alejada de ti. Por qué actué de esa manera. Cómo he vivido este tiempo, lo que he sufrido, lo que he trabajado, avanzado, lo que he deseado, mis dudas, mis miedos... Todo. Quiero que me conozcas tal como soy ahora y que valores si vale la pena lo que sea que puede venir cuando nos vayamos de aquí.


Lo que hubiera dado por haberlos visto antes del portazo de Always en una cabaña aislada hablando y lo que surja. Voy a dar rienda suelta a mi imaginación. Espero que este nuevo argumentos os guste tanto como a mi. Gracias por seguirlo.