Quedan dos capítulos más para que la historia termine.
Muchas gracias por leer y comentar!
Capítulo 29:
Subo al piso superior tras escuchar a Emily llorar. Total, no me había dormido todavía. Ni siquiera había hecho el intento.
-¡Mami, papi!
Me siento a su lado sobre la cama y la abrazo, tratando de calmarla.
-¿Has tenido una pesadilla? – ella asiente, sobre mi cuello.
-Había un monstruo – dice mientras solloza.
Trato de tranquilizarla explicándole que solo ha sido una pesadilla y al final parece calmarse. Sin embargo, me pide que me quede hasta que se duerma.
-¿Dónde está papi? No me ha dado el beso de buenas noches.
-Papá ha tenido que ir a buscar a Alexis.
-¿Dónde?
-No lo sé, cielo. No sabemos dónde ha ido tu tía.
-A lo mejor también ha tenido una pesadilla, y se ha ido a buscar a sus papás.
Tras escuchar las palabras de Emily, mi cerebro se pone en funcionamiento. Es técnicamente imposible que Alexis haya ido a ver a sus padres, pero… ¿y si intenta volver a su casa? Vale, es una posibilidad entre un millón, pero al fin y al cabo, una posibilidad.
En cuanto Emily se queda dormida, bajo a mi habitación, donde compruebo que Alexander duerme plácidamente, y cojo mi teléfono móvil.
Llamo cuatro veces a Castle y ninguna de ellas me lo coge, así que decido dejarle un mensaje de voz.
-Castle… sé que no quieres hablar conmigo, pero es importante, creo que sé dónde puede estar Alexis. Es una posibilidad muy remota, pero aun así… Llámame.
Me muerdo el labio mientras miro la pantalla del teléfono, esperando una respuesta por su parte. Cinco minutos más tarde, me tumbo en la cama, suponiendo que no me va a llamar, pero es entonces cuando suena el teléfono.
Silencio al otro lado.
-¿La has encontrado? – pregunto, esperando escuchar su voz.
-No – dice, guardando silencio después.
Suspiro. Imagino que todavía sigue enfadado, así que simplemente decido contarle mi suposición. Al fin y al cabo lo importante en estos momentos es encontrar a Alexis.
-Emily ha dicho algo y me ha hecho pensar… Alexis te ha echado en cara que le arruinases su vida, y después se ha escapado. ¿Puede ser que se haya ido a la estación?
-¿La estación?
-Sí, a estas horas seguro que todavía salen trenes a Washington.
-Vale, voy para allá.
-Vale – susurro al teléfono antes de cortar la llamada
Cojo uno de sus libros, en este caso se trata de uno de sus borradores. Tras un tiempo parado, Castle ha vuelto a escribir. Ha retomado la historia de Nikki y Rook. Me dejó este borrador para que le diese mi opinión, pero con todo el tema de Alexis, todavía no había tenido tiempo de comenzarlo.
Me muerdo el labio tratando de concentrarme en la lectura, sin embargo desvío la mirada hacia mi móvil. ¿Debería dar un aviso a la comisaría por si reciben algún aviso relacionado con Alexis? Por otra parte… todavía no han pasado las veinticuatro horas para dar el aviso de desaparición, y tanto Ryan como Javi están en sus casas ahora mismo.
Dejo el escrito de Castle a un lado y decido esperar a ver si Alexis aparece en Penn Station.
Por un momento extraño mi antigua casa. Añoro sentarme en mi rincón de la ventana. Este sería el momento adecuado para hacerlo. Suspiro y pienso en la vida que Castle y yo hemos construido, en lo que nos perdimos esos dos años estando separados… Me seco la lágrima que cae por mi mejilla. No quiero perderlo, no quiero estar enfadada con él otra vez.
Aunque al mismo tiempo reconozco que lo que ha dicho mientras discutíamos me ha dolido. A veces puede llegar a ser un maldito idiota. Pero es un idiota del que estoy enamorada.
Me giro hacia el moisés de mi bebé cuando escucho su llanto. Me levanto y lo cojo en brazos, haciendo que se calme por unos segundos. Enseguida descubro, por su llanto, que está hambriento, así que me siento sobre la cama a darle el pecho.
Y ahí está la paz que necesitaba. Consigo relajarme y no pensar en nada más que en este momento entre madre e hijo. Acaricio la suave mata de pelo que ahora cubre su cabeza. Ya no se trata de pelusilla. Es castaño, aunque depende de cómo le de la luz puede parecer rubio. Sonrío cuando dirige su mirada hacia mí, sin apartar su boca de mi pecho. Sus ojos ya han adquirido mi color, y eso hace que me sienta tremendamente orgullosa, sobretodo porque, a su vez, yo heredé este color de mi madre.
Cuando Alex llena su estómago, lo cojo en brazos en posición vertical y le doy unos suaves golpes en la espalda, hasta que expulsa los gases.
Me levanto con él y decido pasear un rato por el salón con él en brazos.
Quince minutos después, la puerta del loft se abre, dando paso a Alexis, seguida de Castle. En ese mismo instante siento cómo mis músculos se relajan, a pesar de que ninguno de los dos parece estar de buen humor. Alexis está bien y eso es lo importante.
La adolescente me mira durante unos segundos. No es una mirada dura, pero sí una mirada vacía. Compruebo que sus ojos están enrojecidos y acuosos. Quiero decirle algo, pero ella corre hacia el piso superior sin que me dé tiempo a articular ninguna palabra.
Observo ahora a Rick. Su cara denota cansancio, y derrota. Camina hacia mí, haciendo que mi pulso se acelere por unos segundos, sin embargo, sin mediar palabra, lo único que hace es coger a Alex de mis brazos y besarlo en la frente, para después dirigirse con él al dormitorio.
Lo maldigo por dentro por ser tan cabezón, aunque en el fondo entiendo que todavía esté enfadado. No regreso al dormitorio, por el contrario me dirijo a la cocina.
Estar enfadada me ha dado hambre. Abro uno de los armarios donde Castle esconde chocolatinas y me hago con una de chocolate blanco.
Subo al piso superior para revisar que todo está bien con Emily. Sin embargo, al pasar frente a la puerta de Alexis, compruebo que su luz todavía está encendida.
Golpeo dos veces la puerta sin obtener respuesta, pero escucho a la adolescente sollozar cuando pego mi oreja a la puerta. Sin tocar de nuevo, abro la puerta, para cerrarla detrás de mí.
Alexis está sentada sobre su cama, con las rodillas encogidas, sollozando sobre éstas.
Me acerco hasta ella y me siento a su lado, colocando un brazo sobre su hombro.
-Alexis…puedes confiar en mí. Me puedes contar qué ha pasado.
Permanece callada durante varios minutos, hasta que por fin se tranquiliza un poco. Alza su mirada hacia mí por primera vez desde que he llegado a su dormitorio. La miro con preocupación, pues en parte me siento identificada con ella. Mi vida tampoco fue fácil en mi adolescencia. Por eso creo que tal vez pueda serle de ayuda.
Esbozo una pequeña sonrisa cuando ella por fin se decide a hablar conmigo.
-Me había escapado, con Daniel – solloza antes de continuar – Yo le pedí que nos fuésemos juntos a Washington, pero él dijo que su vida estaba aquí. Me pidió que pasase la noche con él, en su piso…
Me remuevo incómoda sobre la cama. No pensaba que fuese necesario hablar de esto con Alexis, pero, dadas las circunstancias, me siento obligada a hacerlo.
-¿Habéis mantenido relaciones sexuales? – le pregunto, tratando de mostrarle mi confianza.
Ella agacha la cabeza y la sacude, negando. Por un momento me siento aliviada al saber que no ha sido así.
-Él quería, pero yo le dije que no estaba preparada… Después se cabreó.
-Dios mío – me llevo una mano a la boca, aterrorizada – Alexis, ¿te… te forzó? ¿Te obligó a…?
-No – La joven me mira a los ojos y vuelve a negar, dejándome de nuevo más tranquila. Sin embargo, espero hasta escuchar el final de la historia – Después de eso, se puso violento, así que salí corriendo de allí.
-¿Castle te encontró en Penn Station?
Su mirada adquiere un tono de culpabilidad mientras asiente.
-No quería irme así. Sé que no teníais por qué haceros cargo de mí y lo habéis hecho, pero… yo no quería venir aquí. Yo no quería nada de esto.
La arropo entre mis brazos mientras ella continúa llorando. Dejo que se desahogue durante unos minutos más.
-Escucha Alexis, tienes razón. No es justo haberte separado de tu vida. Tus amigos, tu familia… todo estaba en Washington, pero después de lo de tu padre… alguien se tiene que hacer cargo de ti. Y no se me ocurre mejor persona que tu hermano.
Ella agacha la cabeza, suspirando.
-Sé que no habéis empezado con buen pie, pero deberías darle una oportunidad. Y lo que le has echado en cara hoy… él no es el culpable de lo que le ocurrió a tu padre. Rick solo fue otra víctima.
-Pero mi padre no era así conmigo – se queja ella – Es como si de repente fuese otro persona que yo no conocía.
-Llevo varios años trabajando en homicidios – le explico – Durante este tiempo he visto todo tipo de personas. Lo que hizo tu padre no significa que él no te quisiese, de hecho creo que la vida que te dio, demuestra que quizás eras lo más importante para él. Sin embargo… había una parte de su vida que no quería que tú conocieses.
-A veces desearía que mi madre estuviese todavía conmigo – de de repente.
-¿Qué le ocurrió? – me atrevo a preguntar.
-Cáncer.
-Mi madre también falleció. Yo tenía dieciocho años.
-¿Qué le pasó? – pregunta ella ahora.
-La asesinaron.
-Lo siento – dice, en apenas un susurro.
-Todo lo que ha ocurrido en mi vida desde entonces está relacionado de un u otro modo a ese suceso. Ella siempre decía que la vida nunca nos da algo que no podamos soportar. Al principio creía que simplemente era una de esas frases que te dicen para intentar hacerte sentir mejor. Pero con el paso de los años he descubierto que es verdad. Nos caemos, pero nos levantamos. Nos dan el golpe más duro y nos parece que jamás nos podremos levantar, pero siempre hay algo por lo que seguir adelante Alexis.
Ella me observa, emocionada. Y sonrío, pensando que quizás me he pasado de emotiva con el discurso.
-Lo que quiero decirte es que, si necesitas cualquier cosa, puedes confiar en mí.
Ella también sonríe, y se limpia las lágrimas de la cara.
-Gracias – susurra.
-Pero si vas a vivir aquí, significa que tienes que respetarnos. Tanto a mí como a tu hermano. Yo puedo poner mi confianza sobre ti, siempre que tú me demuestres que puedo hacerlo – La adolescente asiente – Emily, y Alex en un par de años, necesitan una figura ejemplar como tía, ¿entiendes?
-Lo sé, siento no haberlo sido hasta ahora…
-Además, Emily te adora.
Veo la sonrisa en su cara, orgullosa de escuchar eso. Y la abrazo por unos segundos.
-Gracias Kate – dice, antes de marcharme de su dormitorio.
-Puedes hablar conmigo siempre que quieras – le digo – Aunque creo que mañana le debes una disculpa a tu hermano.
-Sí. ¿Él y tú… habéis discutido?
Simplemente asiento.
-Lo siento, no quería que os peleaseis por mi culpa.
-No pasa nada. Lo arreglaremos. Buenas noches Alexis.
-Buenas noches, Kate.