Siento la tardanza (aunque no ha sido demasiado). Gracias por leer, comentar y/o seguir la historia!
Recuerdo que éste es el penúltimo capítulo.
Capítulo 30:
Pestañeo varios segundos hasta que por fin me adapto a la luz que se filtra por la ventana. No sé qué hora es, pero sé que todavía es pronto, Emily todavía no ha venido a nuestro dormitorio, así que imagino que deben ser poco más de las seis de la mañana.
Apenas he dormido unas horas. Siento una punzada de dolor en la cabeza, y los músculos de mi cuerpo agarrotados debido al cansancio. Me doy la vuelta, topándome con la espalda de Castle.
Lo abrazo por detrás, sin importarme que ayer estuviésemos enfadados. Sin importarme que, seguramente, él todavía lo esté.
Escucho un cambio en el sonido de su respiración, por lo que adivino que lo he despertado. No era mi intención, pero no me importa, continúo abrazada a él.
Los dos guardamos silencio. Yo apoyo mi cara sobre su espalda, sintiendo el calor de su cuerpo.
-Lo siento – susurro, después de varios minutos.
Él se mueve, quedando frente a mí. Apoya su cabeza sobre su brazo y después me observa en silencio. Su mirada me transmite tranquilidad.
-Ayer hice una mala elección de palabras – continúo – No debí haber dicho eso, así que te pido perdón.
-¿De verdad piensas que sería capaz de abandonaros otra vez? – pregunta, aclarándose la voz ronca después.
-No – le aseguro, al mismo tiempo que niego con la cabeza – Claro que no. Solo estaba enfadada, y lo dije sin pensar.
-Cuando decimos algo así es porque hay algo de verdad en eso.
-No pienso que nos vayas a abandonar – le aseguro.
-Pero tienes miedo a que eso ocurra.
Suspiro. Mentiría si dijese que no me da miedo perderlo de nuevo, que me aterroriza que desaparezca de nuestras vidas una vez más.
-Confío en ti – es lo único que digo. Porque es verdad. Si lo único que me queda es aferrarme a la confianza que tengo en él, la respuesta es no. No creo que lo vaya a hacer.
Acaricio su mejilla con la yema de mis dedos.
-Yo también te pido perdón por lo que dije. Desde que llegó Alexis, creo que siempre has dado más de lo que jamás te hubiese podido pedir.
-Sin embargo, piensas que no estuve a la altura – digo, utilizando sus mismas cartas.
Él tuerce los labios en un amago de sonrisa, al verse descubierto por su misma táctica.
-Me hubiese gustado que ayer hicieses algo más por buscarla. Eso es todo.
-Lo siento, pero volvería a actuar de la misma manera una y otra vez. Una menor que desaparece de la manera en que lo hizo Alexis… se fue por su propia voluntad. No puedo paralizar a toda la unidad de policías solo porque ella se haya cabreado contigo y haya decidido largarse con su novio, con el que estaba por voluntad propia. No había nada que indicase que no fuese a volver.
Él alza las cejas, sorprendido por mi discurso.
-¿Lo harías si fuese Emily?
Entrecierro los ojos. Odio que me haga esto.
-Espero no llegar nunca a ese punto con nuestra hija, Castle.
-Yo también. No es necesario que me contestes – dice, tras unos segundos, comprobando que no lo voy a hacer, porque no sé lo qué haría en ese caso. ¿Estaría dispuesta a saltarme todo el reglamento? Posiblemente sí… - Le pedí a Alexis que tomara una decisión. Si cree que va a ser más feliz volviendo a Washington con una familia de acogida, o aquí…
-No creo que se vaya.
-¿Cómo estás tan segura?
-Confía en mí – le digo yo ahora, con una sonrisa.
-Y su novio… si se queda aquí, no voy a permitir que esté con ese tipo.
-No creo que se le ocurra volver con él.
-¿Has hablado con ella? – pregunta, frunciendo el entrecejo.
-Anoche. Y créeme, no va a volver con ese imbécil.
De pronto se acerca a mí, torciendo sus labios en una sonrisa.
-¿Sabes lo que más me gusta de pelearme contigo? – susurra contra mis labios, al mismo tiempo que me aprisiona bajo su cuerpo.
-¿Mmm? – pregunto, mordiéndole el labio inferior.
-La reconciliación. Esa es la mejor parte.
Suspiro cuando siento el bulto de su erección por debajo frotarse contra mi vientre. Bajo mi mano hasta sus bóxers, levantando la goma elástica e introduciendo mi mano, agarrándolo y masajeándolo con delicadeza.
Él gime en mi boca, introduciendo su mano por debajo de mi camiseta, pellizcando uno de mis pezones.
-Si van a ser así, deberíamos pelearnos más a menudo – hablo con la voz entrecortada.
-Oh Kate…
Doy un tirón a su bóxers, bajándoselos hasta dejarlos por debajo de su trasero. Lo pellizco, al mismo tiempo que él me aprisiona todavía mías contra el colchón.
Suelto una carcajada cuando intenta, con torpeza, quitarme la camiseta del pijama. Es lo único que estoy vistiendo además de una finas braguitas de encaje. Le ayudo y observo su mirada, iluminada, al verme desnuda.
Mi camiseta sale volando por los aires en el preciso momento en que la puerta de nuestro dormitorio se abre.
-¡Joder! – grita Castle, quien, todavía sobre mí, intenta taparnos más a ambos con las sábanas.
Alzo la cabeza por encima de su hombro, horrorizada, imaginando encontrarme a Emily en la puerta, sin embargo, esta vez no solo se trata de ella. Nuestra hija está acompañada de Alexis, quien, con los ojos abiertos como platos, nos mira totalmente horrorizada.
-¡Oh dios! – dice de repente, tapando con una mano los ojos de Emily.
-¡Alexis quiero ver! – se queja ella, tratando de apartar la mano de su tía.
-Oh dios – vuelve a repetir la adolescente, triando de nuestra hija antes de marcharse y cerrar la puerta de nuestro dormitorio.
-¡Joder! - repite Castle, sentándose sobre la cama, a mi lado.
Los dos nos miramos, avergonzados, sin embargo yo no tardo ni unos segundos en comenzar a reír.
-¿Qué…? No te rías – dice él, todavía avergonzado.
-Lo siento Rick, pero… - apoyo la espalda de nuevo sobre el colchón, sin dejar de reír – Es que ha sido tan… inesperado – digo finalmente.
-¿Cómo voy a volver a mirarla a la cara?
-Créeme, ella se sentirá peor – digo, levantándome y caminando hacia el cuarto de baño, recogiendo mi camiseta en el camino.
-Espera – grita él, saltando de la cama y siguiéndome al cuarto de baño – Al menos vamos a terminar lo que empezamos.
Cuando salgo a la cocina, Castle ya ha preparado el desayuno, y acuna a Alex mientras intenta calmarlo cantándole una nana.
Observo cómo Alexis tiene la vista clavada en su cuenco de cereales, mientras Emily le intenta explicar a Rick cómo cantar correctamente la letra de la canción que está tarareando.
Me acerco por detrás y le doy un abrazo.
-¡Mami! – dice ella, devolviéndome el abrazo - ¿Qué estabais haciendo en el dormitorio? Papi no me lo quiere contar.
-No le hagas caso a papá, solo estábamos durmiendo.
-Pero Alexis no me dejaba ver… - dice, señalando a su tía.
-Eso es porque tu tía quería desayunar contigo, ¿a que sí Alexis? – pregunto, pidiéndole ayuda a la adolescente.
-Eh… sí – dice ella, apenas desviando la mirada de su desayuno.
De pronto me doy cuenta de que, tal y como sospechaba, ella se siente más avergonzada por habernos descubierto, que Rick o yo.
Me acerco a Castle y éste me pasa en brazos a Alex, que no deja de llorar. Enseguida me acomodo en uno de los taburetes de la cocina y comienzo a darle el pecho.
-Así que… ¿has tomado ya una decisión? – pregunta Rick a su hermana, apoyándose sobre la isla de la cocina.
La adolescente asiente, mirándonos a ambos.
-Me quedo aquí, con vosotros – dice, en apenas un murmullo.
Yo le sonrío, mostrándole mi apoyo. Castle también se lo hace saber.
-Me alegra escucharlo. Aunque esta vez tendrás que comportarte.
Ella asiente y esta vez, sonríe también.
Tras haber dejado a Emily y Alexis en el colegio e instituto respectivamente, me encuentro empujando el cochecito de Alex en la comisaría.
Observo mi escritorio, vacío. Seguirá así durante un mes más hasta que regrese de mi baja maternal. Pensar en dejar a Alex en casa y venir a trabajar me produce cierto vértigo, al igual que me pasó en su día con Emily.
-¡Yo, pero si tenemos visita! – dice Espo, lanzándole una bola de papel a Ryan, que hasta ese momento estaba concentrado al teléfono. Al verme con Alex, dice unas palabras más y cuelga el aparato.
-Qué grande esta nuestro pequeño detective – dice, acercándose para verlo.
-Sí, espero que sea de los nuestros y no escritor – menciona Espo, ganándose un codazo amistoso de mi parte.
Tras ponernos al día durante unos minutos sobre estas últimas semanas, decido que es hora de ir al grano.
-Necesito que me hagáis un favor.
-Lo que sea jefa – dice Ryan, que sostiene a Alex en brazos.
-Quiero que busquéis este nombre en la base de datos – les digo, anotando en un posit el nombre del, espero, ex novio de Alexis.
-¿Quién es? – pregunta Espo, leyendo el nombre.
-Bueno, ya sabéis la historia con la hermana de Castle, ese tipo era su novio.
-¿Y qué quieres que hagamos con lo que encontremos?
-Me gustaría que fueseis a su apartamento, o a donde sea que esté, y le dejéis bien claro que no vuelva a acercarse a Alexis.
-¿Tiene antecedentes? – pregunta Ryan, tratando de hacerse una idea del historial del chico.
-No lo sea, posiblemente. Solo quiero que le asustéis, aseguraos de que no vuelve a acercarse a ella.
-Y a cambio… - dice Espo, con una sonrisa torcida.
Yo ruedo los ojos, acercándome a Ryan para coger de nuevo a Alex y acostarlo en su carrito.
-Hacedlo y este sábado tendréis entradas dobles para el partido de los Giants.
Sin darles opción a que respondan, me alejo hacia el ascensor. Sonrío cuando escucho cómo chocan las manos entre ellos.
Cuando las puertas del ascensor se abren, en la planta del que ya considero nuestro apartamento, me encuentro con alguien que no esperaba.
Siento un irremediable ataque de celos en cuanto veo a la rubia de pelo largo. Ella, por el contrario, esboza una sonrisa.
Alarga la mano y sujeta las puertas del ascensor, antes de que se cierren, conmigo todavía dentro, y me hace un gesto para que salga mientras ella sostiene la puerta.
-Adiós Kate – dice, ya en el ascensor, antes de que las puertas se cierren delante de ella.
De pronto me siento totalmente estúpida. Debería haber dicho algo, y sin embargo me he quedado callada, sin saber qué decir o cómo reaccionar. ¿Qué hacía ella aquí? ¿Sabía Castle que iba a venir? Y de ser así, ¿por qué no me ha dicho nada?
Empujo el carrito con Alex hasta la puerta, e introduzco la llave en la cerradura. Cuando entro en el loft, Castle me observa desde la cocina. Ninguno de los dos decimos nada, aunque supongo que es plenamente consciente de que me he cruzado con "la zorra de rojo".
Se acerca a mí cuando he terminado de quitarle el abrigo a Alex, a quien dejo seguir durmiendo en su capazo. Rick me da un beso en los labios, para después acariciar la mejilla de nuestro bebé. Sus labios todavía saben a café.
A pesar de la incomodidad que me produce saber que esa mujer ha estado en nuestro apartamento, con mi marido, apenas unos minutos antes, decido no preguntar nada a Rick, pareciendo una celosa impulsiva, y me dirijo hasta e frigorífico, agarrando una botella de agua.
Analizo la situación y me doy cuenta de que, confío en él. Desde que me he cruzado con ella no he dudado ni un segundo de Castle, sin embargo, a pesar de todo, por alguna razón, me cabrea que haya estado aquí. Al fin y al cabo, durante dos años pensé que Castle me había engañado con ella. Llegué a odiarla profundamente. Después, ella fue quien me ayudó a desarticular la mafia que tenía chantajeado a Rick. Sin ella posiblemente Castle no estaría aquí hoy en día. Y sin embargo, todavía tengo ciertos sentimientos encontrados hacia ella.
Me doy la vuelta, dando un largo sorbo a la botella de agua que ahora sujeto entre mis manos, y compruebo que Rick me observa fijamente a unos metros de mí.
-Los chicos se encargarán de asustar a ese tal Daniel, no volverá a molestar a Alexis – digo, tratando de sacar un tema de conversación.
-¿No me vas a preguntar qué hacía ella aquí? – dice, empleando un tono calmado mientras se acerca hasta quedar a escasos centímetros de mí.
Apoyo la botella sobre la encimera, en silencio, y después simplemente le miro a los ojos.
-Confío en ti – digo, tras meditarlo unos segundos.
-¿Aunque te estés muriendo de curiosidad por saber qué hacía aquí? – pregunta, tratando de esconder una sonrisa.
Alzo las cejas y hago un leve movimiento con la cabeza, esperando que sea él el que decida si contármelo o no.
-Parece que el FBI ya ha archivado el caso – dice, refiriéndose al caso de su padre. Me hubiese gustado estar al corriente de lo que ocurrió con todo eso, sin embargo, el FBI se encargó de todo y nos cortó cualquier acceso al mismo – Ha venido a entregarme sus pertenencias. Las he dejado en el dormitorio de Alexis, creo que le pertenecen a ella.
Yo asiento, pensando que es lo correcto. Y también siendo consciente de que la agente del FBI ha venido personalmente para entregarle las pertenencias de su padre a Castle. Me abstengo de hacer cualquier comentario, aunque él parece leerme el pensamiento.
-Ha venido personalmente porque quería saber cómo estaba después de lo que pasó.
Vuelvo a asentir, a pesar de que es cierto que me pone celosa que otra mujer se interese por Rick. Especialmente si esa mujer llegó a besarlo, aunque se tratase de una operación encubierta.
-¿Cómo está ella? – pregunto, interesándome por su estatus profesional.
Castle se encoje de hombros antes de responder.
-Le suspendieron de empleo y sueldo durante un mes, por estar hurgando en un caso que se suponía cerrado.
-Ha tenido suerte de que no la despidan – digo, sabiendo que un tema como ese no es algo con lo que juegan en el FBI.
Me dirijo hacia el sofá, seguida por Castle. Ambos nos acurrucamos juntos.
-Supongo que los periódicos no les hubiesen dado muy buena prensa si la hubiesen despedido. Al fin y al cabo, desarticulo ella solita a toda una banda de mafiosos.
Alzo las cejas y le miro de reojo.
-Con tu ayuda, claro – dice él, ganándose un pellizco en el brazo por mi parte.
Sonrío y suspiro contra su pecho.
-Tú también tuviste mucho que ver en eso.
-Lo sé – dice con ciertos aires de superioridad.
-¿Sabías que iba a venir? – pregunto después de un rato.
-No. Te lo habría dicho.
-No he dudado ni un segundo de ti – le digo, girándome hacia él. Simplemente quiero que sepa eso.
-Lo sé – sonríe con ternura, acariciando el contorno de mis labios.
Acerca sus labios a los míos y nos fundimos en un dulce beso.
Nos quedamos un rato hablando de todo lo que nos ha ocurrido. Ambos estamos de acuerdo en que por fin estamos bien, a pesar de que ninguno nos esperábamos convertirnos en familia numerosa así de golpe. Porque al fin y al cabo, estamos ejerciendo como tutores legales de Alexis, y ahora es una más.
-¿Sabes?, a pesar de todo, no me arrepiento de ninguna de las decisiones que tomé en todo este tiempo. – Dice tras un rato.
-Deberías haberme contado todo desde el principio. Sufrí mucho durante los dos años que estuvimos separados – digo yo – Te habría ayudado.
-Te hubiese puesto en peligro a ti y a Emily, no podía correr ese riesgo. Además, yo también lo pasé mal viéndote con Josh.
-Pero nunca me dejaste ir – digo, recordando que nunca llegó a firmar los papeles del divorcio.
-El día que viniste aquí, cuando lo hicimos en la cocina – dice, haciendo que me sonroje al recordar ese momento – Supe que todo iba a cambiar. Había jodido todo, porque no iba a volver a dejarte marchar, pero todavía estaba en peligro y sería mucho riesgo estar juntos.
-Y aun así asumiste los riesgos.
-Todo lo que ha ocurrido me lleva a estar aquí ahora contigo, Kate – dice, acariciando mis brazos – Emily, Alex… quizás ese pequeñín no estaría aquí ahora si todo hubiese sido diferente.
-Quiero que nuestra vida sea esta, de ahora en adelante. Tú, yo, nuestra familia… No quiero más secretos, ni peleas – le pido, agarrando sus manos y mirándolo a los ojos – Quiero que si nos peleamos sea por tonterías, porque no has bajado la taza del wáter, o no has limpiado el lavabo después de lavarte los dientes, o porque le has dado golosinas a los niños antes de irse a dormir…
Él asiente, con un brillo especial en sus ojos.
-Si así lo quieres, esa será nuestra vida – me asegura – Confía en mí.
Final un poco ñoño, pero creo que es lo que correspondía.
El siguiente capítulo (último) será una especie de epílogo, con un salto temporal.