¿Estás satisfecho con tu cuidado?
Capítulo 2
Resulta que tener un simple número telefónico no contaba como progreso. Pese a que Tadashi había llamado muchas veces a la agencia la respuesta siempre era la misma, Delicious Bot no era la clase de prostituta a la que podías pedir cada vez que quisieras. Al parecer al joven le había tocado la "suerte" de que ese día el niño trabajaba y lo asignaron como su cliente. En un último intento por localizar al joven, Tadashi había ofrecido pagar el doble de lo normal por los servicios de Delicious Bot, pero la agencia se negaba a concretar una cita, después de unos días se hartaron del insistente muchacho y bloquearon su número. Gogo soltó una carcajada al enterarse de lo último.
Decidido a no darse por vencido Tadashi continuó su búsqueda con la ayuda de Internet, pero la suerte no estaba de su lado. Solo un artículo apareció relacionado con Delicious Bot, pero no había foto disponible. Al parecer uno de sus clientes había dejado un comentario acerca del niño en una de las muchas páginas pornográficas disponibles en la web. Tadashi hizo una mueca de disgusto al leer las vulgares palabras.
Masajeando sus cienes el estudiante apagó la computadora. El reloj digital que descansaba en su escritorio marcaba las tres de la tarde. Su turno en el Lucky Cat Cafe empezaría en 5 minutos y el dolor de cabeza con el que había despertado no daba señales de irse pronto. Dejando escapar un cansado suspiro, Tadashi tomó el delantal que su tía le había regalado para cuando atendiera el mostrador y bajó las escaleras que lo llevarían al establecimiento, deseando tener al menos 10 minutos más de descanso para recargar baterías.
El familiar olor a pastelitos y azúcar asaltaron su nariz apenas abrió la puerta que contactaba al café. La gente entraba y salía, y entre la multitud distinguió la figura de su tía, que como siempre le sonreía a sus clientes mientras limpiaba las tazas olvidadas en sus respectivas mesas.
Le gustaba trabajar en el café. No solo lo distraía de la escuela, que podía ser demandante en exceso, también podía comer todos los postres que deseara. A Tadashi no le gustaba admitir que tenía un diente dulce, era su mayor debilidad. El joven se puso detrás del mostrador, justo cuando estaba a punto de tomar una orden los fuertes brazos de su tía rodearon su torso. "Cielo, que bueno que bajaste." El abrazo fue breve y Tadashi se apresuró atender a su cliente, que ordenó un frappuccino y una rebanada de pastel.
"¿No me digas que te estás estresando?" Bromeó Tadashi, sus manos ocupadas preparando la bebida que habían pedido.
"Yo no conozco esa palabra." Contestó Cass rápidamente, disimulando la dona que acaba de morder.
Era una mujer fantástica. Tadashi la amaba de verdad. Después de la trágica muerte de sus padres, Cass, la hermana de su mamá, no había dudado en luchar por la custodia del niño. Había sido un juicio difícil y Tadashi tuvo que quedarse en un orfanato mientras la corte se debatía cuál sería su hogar, pero una mañana despertó con una sonriente Cass a lado de su cama y la carta que estipulaba que podía quedarse con ella. La chica tenía apenas 23 años y acababa de graduarse de la universidad, su café tenía unos meses de estar abierto, pero se las había arreglado para pagar la terapia que su sobrino necesitaba para superar la muerte de sus papás y los gastos de la escuela privada en la que Tadashi seguía inscrito. Un día el niño la había visto batallar con los recibos de pago, su dedo golpeaba frenéticamente las teclas de la calculadora y su boca estaba fuertemente cerrada, era la primera vez que la veía tan estresada desde el accidente.
Tadashi no era tonto, sabía que criar un niño no era fácil, mucho menos cuando los ingresos venían de un café que apenas y recibía clientes. "¿Tía Cass?"
La mujer levantó rápidamente la mirada, se veía sorprendida, por un momento había olvidado que su sobrino estaba comiendo en la misma mesa en la que ella intentaba arreglar las cuentas. El niño la observaba con esa mirada tan característica de su padre, Tomeo, y no pudo evitar sonreír al darse cuenta de lo mucho que Tadashi se parecería a él cuando creciera. "¿Qué ocurre, cielo?"
"¿Por qué no usas ese dinero?"
Oh.
Honestamente no esperaba esa pregunta. Cass casi soltó una risita nerviosa al darse cuenta de que a veces subestimaba lo mucho que Tadashi entendía de la situación de ambos. Ese dinero. El dinero y la casa que su hermana y su esposo le habían heredado al niño después de su muerte, y que solo sería de él hasta alcanzar la mayoría de edad. El dinero que en ese momento podía acabar con sus problemas económicos. El dinero que estaba destinado a una sola cosa.
La mujer suspiró y levantó su brazo para acariciar ligeramente la mejilla de su sobrino. Le reconfortaba el corazón ver como Tadashi se preocupaba por ella, pero tenía que aclarar la situación. "Muchas gracias, nene, pero no necesitas preocuparte por nada." El niño frunció el ceño, pero dejó que su tía continuara. "Ese dinero es para cuando entres a la universidad, y estoy segura que tus papás quieren que en eso se gaste." Cass sonrió, decidida, y con un rápido movimiento de su brazo hizo a un lado los papeles, las facturas y los recibos de pago. Tadashi observó asombrado como caían al suelo lentamente. La mujer tomó su plato olvidado de comida y se metió un bocado a la boca. "Además" Continuó, señalando las olvidadas hojas. "Esas cosas no son importantes, son solo pedazos de papel."
Tadashi consideró sus palabras un momento, y Cass quiso reír ante su seria expresión, pero un segundo después le regresó una honesta sonrisa.
Desde ese día no la había visto preocuparse por pagar las cuentas del café, de la casa o de su escuela. Cuando creció supo que su Tía Cass aún se estresaba para no quedar en deuda con nadie, pero nunca en frente de él. Estaba increíblemente orgulloso de ella.
"¿Cómo va la escuela?" Preguntó Cass casualmente, entregando una orden. Tadashi hizo una mueca. No quería pensar en la universidad. "Así de mal, ¿uh?"
El joven universitario dejó escapar una risita. "Digamos que no han sido mis mejores días." Lo decía no solo por el problema con Delicious Bot, su proyecto personal se había estancado. Tadashi sabía a donde ir, pero no sabía cómo. Sus profesores solo podían ayudarlo hasta cierto punto, y por más que había repasado el diseño de su robot éste no lograba progresar.
Baymax era un invento maravilloso. O al menos eso quería creer él. Cuando Tadashi se graduó de la preparatoria se enfrentó a una muy difícil decisión. ¿Medicina o Robótica? Ambas le apasionaban. O al menos eso creía. Tadashi siempre había sido un joven muy inteligente, las matemáticas se le daban y además construía robots desde que era pequeño, pero la muerte de sus padres influyó mucho en su forma de pensar y en su carácter, y si el joven era reconocido por algo era por su necesidad de ayudar a la gente que lo necesitaba. Además de que Tomeo, su papá, había sido doctor. Al final decidió dejar la decisión a la suerte, tomó una moneda de su cartera y la mano de su tía. Ambos miraron ansiosos cuando Tadashi lanzó la moneda al aire y ésta cayó en el pequeño símbolo del puente de San Fransokyo, que indicaba que el joven estudiaría Robótica.
Los dos años consecutivos habían sido una montaña rusa de estrés, heridas y mucha comida chatarra. A Tadashi le encantaba su carrera y muy en el fondo, no quería que los demás supieran, le gustaba más que medicina. Era difícil superar esa sensación de triunfo cuando finalmente entendía cómo funcionaba un circuito, o cómo cuando terminaba de construir uno de sus inventos, por pequeño que fuera, y que además trabajaba correctamente. Era un nerd, lo admitía, y aunque se desvelaba estudiando para sus exámenes u olvidaba que tenía que comer entre clases, al final del día Tadashi llegaba a casa con la sensación de que estaba progresando, de que había aprovechado su tiempo. Sus profesores pronto notaron que el desempeño del joven tenía que ser recompensado y le permitieron tener su propio laboratorio dentro del campus. Solo los mejores promedios tenían uno. La única condición era mantener su buen promedio.
Cuando Tadashi finalmente se instaló en su laboratorio, le encantaba decirlo, el Profesor Callaghan le hizo una visita. Era un hombre con una mirada profunda, su edad se podía adivinar por las canas que adornaban su cabellera, ya que sus ojos eran los más joviales que Tadashi había visto y se relacionaba fácilmente con las personas. No le daba clase a Tadashi, aún le faltaba un año para entrar a sus cursos, pero asesoraba a los estudiantes que lo necesitaban y el joven había tenido la oportunidad de hablar con él en el pasado.
"Oportunidades como esta sirven solo para una cosa, Sr. Hamada" Comentó el profesor, observando el ordenado lugar con una sonrisa en sus labios. "Para regresarle algo a la gente."
Habían sido palabras muy sencillas, pero Tadashi no pudo sacárselas de la cabeza. Pensó en sus padres y en tía Cass. Pensó en los niños que jugaban en las calles y en las personas mayores que se quedaban solas en casa, pensó en los hospitales y en como su papá se quedaba hasta tarde ayudando a la gente que lo necesitara, y supo lo que tenía que hacer. Tenía que ayudar, crear algo que pudiera ayudar. Le habían dado un privilegio y tenía que aprovecharlo de la mejor manera. No había estudiado medicina, pero no significaba que no podía mejorar la vida de las personas.
Tadashi habló con sus directivos, que al mismo tiempo hablaron con el departamento de medicina que tenía su universidad y se le permitió acceso a algunas clases, a los laboratorios e incluso al hospital general de la ciudad. Una vez allí fue fácil decidir qué hacer después de eso.
Baymax, como decidió llamar a su proyecto, sería un asistente médico personal diseñado para estar al lado de un paciente asignado cuando las enfermeras o los doctores tuvieran a más personas que atender. Al principio fue divertirlo diseñarlo, claro, cuando todo estaba en papel era mucho más sencillo, pero conforme avanzaba con una cosa se daba cuenta de que le faltaba otra, ideas que parecían sensacionales terminaban siendo simplemente poco prácticas o simplemente innecesarias. El entusiasmo con el que había empezado se había esfumado tan pronto como había llegado. Fue allí cuando conoció a Honey Lemon, Gogo Tomago, Wasabi y Fred. Todos tenían su propio espacio, al igual que él, y llevaban más tiempo en la universidad. Al parecer notaron el evidente estrés por el que estaba pasando y lo invitaron una noche a ir por una pizza. Entre la música y la comida chatarra, Tadashi sintió que los conocía desde hace años en lugar de solo unas horas. A partir de ahí todo fluyó naturalmente. Baymax, aunque seguía siendo un desafío, progresó con más facilidad y pronto tomó la forma de un amigable globo blanco que se veía adorable y servicial.
Construir un esqueleto era una cosa, pero inteligencia artificial era otra.
Allí empezaron los verdaderos problemas.
"Nada que no puedas solucionar." Continuó tía Cass, dándole una palmada a su sobrino. No eran las palabras que quería escuchar, pero sabía que su tía tenía las mejores intenciones al decirlas, además esperaba que tuviera razón. Solo necesitaba un nuevo ángulo. Una distracción… ¿Vacaciones? Ah, lo que Tadashi daría por una semana lejos de San Fransokyo. En tres meses podía decirle adiós al semestre y relajarse por unas semanas. ¡Incluso podía ir a la playa a surfear un poco! Si no tuviera una fila de clientes esperando a que les tomaran la orden, Tadashi se hubiera perdido en su fantasía, pero su realidad era otra, y si quería disfrutar de unas merecidas vacaciones, tenía que tener a Baymax escaneando y diagnosticando pacientes para entonces.
…Lo mejor era regresar a la escuela y ponerse a trabajar cuanto antes.
"¡Tadashi! ¿Vas a tomar esa orden o no?" Le gritó tía Cass desde la puerta, su cliente torciendo la boca en frente de él.
Ir a la escuela, sí, después de que acabara su turno en el café.
SFIT era completamente diferente de noche. En las mañanas rebozaba de estudiantes, el ruido de gente conversando o riendo plagaba los pasillos y siempre había alguien con quien chocar de camino a clase. El área de ingeniera siempre olía a comida chatarra y las personas corrían de aquí a allá con artefactos peligrosos, afortunadamente los accidentes ocasionales nunca habían sido fatales.
A Tadashi siempre le gustó esa atmósfera, pero prefería llegar a la escuela de noche para trabajar en su laboratorio, cuando no había distracciones que pudieran evitar que avanzara en su robot. Los estudiantes que se quedaban tenían las mismas intenciones que él y por lo tanto podía esperar una noche tranquila y prometedora.
Cerrando la puerta tras de sí, Tadashi tomó un pequeño maletín rojo que estaba en su escritorio y lo depositó en el suelo. El joven frotó sus palmas y con un audible "ouch" activó su máquina. El robot salió suavemente de su compartimiento, inflándose con facilidad.
"Hola, soy Baymax. Tu asistente médico personal."
Era un enorme balón blanco, con una superficie limpia. En el pecho, de lado izquierdo, tenía un puerto de entrada que almacenaba un chip de la programación del robot. Su voz era mecánica, pero agradable.
"Hola, Baymax, ¿Cómo estás hoy?" Preguntó Tadashi, acercándose a su creación. Pero ésta no respondió, solo siguió sus movimientos, las cámaras en sus ojos negros moviéndose con rapidez.
No era a raro que Baymax no funcionara como debía. El robot entendía perfectamente lo que sucedía a su alrededor, pero a veces fallaba en responder. Por más que Tadashi había repasado su código no lograba entender en donde recaía la falla.
"Tu silencio lo dice todo. Me hieres, amigo." Bromeó el joven, prendiendo su computadora.
El sonido del escáner integrado en la maquina interrumpió el silencio. "Mis sensores no muestran evidencias de heridas físicas."
Bueno, al menos reaccionaba cuando se trataba de cumplir sus funciones como 'médico'.
"Es una expresión, Baymax." Continuó Tadashi, conectando su robot a la computadora. Era demasiado tarde como para intentar mejorar el código que insistía en fallar, así que el estudiante se dedicó a transferir información médica que había recopilado en las últimas semanas. Los folders con información estaban perfectamente organizados, mostrando causas y consecuencias de enfermedades. La próxima semana iría al hospital para escanear pacientes y probar la efectividad de su sensor.
Si todo salía bien la universidad seguiría financiando su proyecto. Construir un robot de esa calidad no era barato, y Tadashi tenía que trabajar constantemente en él para poder presentarlo ante los directivos cada tres meses con la seguridad de que notarían los avances. Si no les gustaba lo que veían, podía decirle adiós a sus sueños y ambiciones.
"Pero eso no nos sucederá, ¿verdad que no?" Dijo Tadashi en voz alta, esperando una respuesta que seguro no llegaría. Casi se llevó un salto cuando la voz de su robot se hizo notar.
"Mis sensores detectan leves lesiones en la piel."
"¿Qué?" Preguntó Tadashi, revisándose los brazos o el torso. No tenía ninguna cortada ni nada parecido. "¿De qué hablas?"
"Mi paciente requiere atención médica inmediata."
Tadashi se levantó rápidamente y miró como Baymax levantaba su brazo, señalando hacia la ventana. Afuera, caminando con prisa y sosteniéndose su hombro, un niño cruzaba los jardines del campus.
"¡¿Qué?!" Repitió Tadashi, dando la vuelta y corriendo hacia la salida del edificio. No tuvo tiempo para reaccionar y desinflar a Baymax para llevarlo consigo, tenía que alcanzar al niño, llamar a emergencias o algo. El estudiante maldijo cuando buscó su celular en los bolsillos de sus jeans y no pudo encontrarlo, lo había dejado en el escritorio de su laboratorio. Shit. Ya estaba saliendo por la puerta principal, era demasiado tarde para regresar por el aparato. No sería problema, le pediría a un guardia que llamara por él. El frío de la noche lo relajó por un instante, Tadashi buscó a la persona y ¡allí estaba!, gracias a Dios. El muchacho no había llegado muy lejos, su pequeña figura era aún visible en la oscuridad, dirigiéndose a la calle que lo sacaría del campus.
"¡Espera!" Gritó Tadashi, continuando con su carrera. Fue fácil alcanzarlo, y el estudiante se plantó en frente del niño, deteniéndolo. "¿Estás bien? Necesitas que llame a-"
Fue como un golpe en el estómago. La alborotada cabellera y los ojos de ciervo perdido. El espacio entre sus dientes. El rostro que estuvo buscando por días y días, llamadas frustradas y horas perdidas de sueño. Sin siquiera saber por qué se preocupaba tanto. Y de la nada, de la forma más inesperada, estaba frente a él.
"¿Delicious Bot?" Las palabras escaparon de su boca sin que se diera cuenta, y el niño imitó su cara de incredulidad. Ambos se reconocieron, no había duda alguna. La prostituta se aferró con más fuerza a su hombro y Tadashi distinguió el rojo que resbalaba entre sus dedos y por su sudadera. Sangre.
"Demonios, ¿estás bien? ¿Qué te pasó?" Preguntó el joven, concentrándose en la herida. Había muchas cosas que quería decir y hacer, pero todo esto tendría que esperar, en ese momento el niño necesitaba un doctor, y pronto. Pero Delicious Bot parecía tener ideas diferentes, negó rápidamente con la cabeza y dio la vuelta, listo para correr hacia el otro lado. Tadashi no le dio tiempo de dar otro paso y lo detuvo con una mano en su hombro sano. "Hey, no tan rápido, tenemos que llamar a una ambulancia."
"¿Estás loco o algo? Ya te dije que no me toques." Respondió el niño, mirándolo con enojo. Tadashi reconoció las palabras de su primer encuentro inmediatamente y tragó saliva. "¡Déjame ir! ¡Suéltame!"
Era una tontería. Toda la situación era una completa estupidez. Jamás se imaginó que esto pasaría, que la persona que tanto había buscado aparecería de este modo, y Tadashi sintió las ganas de ponerle pausa a la situación para tomar un respiro y componerse un poco. Al menos el niño tenía la suficiente fuerza como para oponérsele, no debía estar tan grave.
Fue entonces cuando lo vio, en la mano sana del niño había un robot. O lo que parecía un robot.
Delicious Bot siguió su mirada y rápidamente escondió la pequeña máquina detrás de su espalda. Tadashi lo dejó pasar, no tenían tiempo para juegos. Lo quisiera o no, Delicious Bot necesitaba un doctor. El joven empujó delicadamente a la prostituta a la calle, con la intención de pedir un taxi, pero nuevamente se detuvo ante la resistencia del chico.
"Por favor, déjame ir." Delicious Bot luchó nuevamente por liberarse, su mirada, que segundos atrás estaba llena de enojo, ahora reflejaba tanta desesperación que Tadashi se preguntó por un momento si había hecho lo correcto al detenerlo. "Por favor." Repitió el joven con un tono de voz casi imperceptible y fue todo.
Tadashi dejó escapar un gruñido de frustración y se maldijo internamente. No podía echarse para atrás y observar al niño desaparecer en la distancia, tampoco quería llevarlo a la fuerza al hospital, era obvio que no cooperaría de camino hacia allá.
"¿Podría…?" Un bufido. No sabía cómo decirlo sin sonar como un completo lunático. "¿Me dejarías al menos, ya sabes, revisar la herida?" Definitivamente no había sonado muy bien. Bien hecho, Hamada.
Delicious Bot hizo una mueca y Tadashi contuvo el aliento. El niño miró hacia ambos lados, ¿seguía buscando una ruta de escape? Pasaron unos segundos y Tadashi estaba seguro de que era una batalla perdida. Pero en ese momento la mano ensangrentada del chico bajó lenta y tentativamente. Tadashi dejó escapar un suspiro de alivio, intentó agradecerle con la mirada, pero Delicious Bot tenía una expresión de asco en su rostro, así que el estudiante se concentró en examinar la herida.
No parecía profunda, afortunadamente. Programar a un robot enfermero tenía sus ventajas, y aunque Tadashi no se consideraba para nada un médico, había adquirido uno que otro conocimiento de medicina en las tardes que pasaba en el hospital.
"¿Cómo te hiciste esto?" Preguntó el joven, subiendo la mirada
Delicious Bot ni se inmutó, como si no le hubiera oído.
"¿Sí sabes que necesitarás unos cuantos puntos para cerrar la herida, verdad?" Intentó nuevamente, esperando una respuesta. Pero el niño se negaba a reconocer su presencia. "Porque sigo pensando que lo mejor será llevarte al hospital a que-"
"¿Y a ti que te importa?" Interrumpió Delicious Bot, su mirada finalmente chocando con la del estudiante. Sus cambios de humor empezaban a ser algo irritantes. "Solo quiero ir a casa, yo puedo cuidarme solo."
Tadashi dejó escapar una seca carcajada, no intencionalmente. "¿En serio? Porque hasta ahora no lo parece."
Delicious Bot abrió y cerró la boca varias veces, sin saber que contestar. Se llevó nuevamente la mano al hombro, intentando olvidar el dolor punzante que emanaba de este. Al darse cuenta de esto, Tadashi rápidamente negó con la cabeza, no era el momento para cuestionar de ese modo al niño.
"No quiero ir al hospital, ¿de acuerdo?" Dijo de repente Delicious Bot, dando unos cuantos pasos hacia atrás. "S-si voy al hospital llamarán a mis padres."
Tadashi guardó silencio, era bueno obtener algo de información acerca del chico, y era bueno saber que tenía padres. Aunque no podían ser muy buenos si el niño no quería ni verlos. ¿Y… y si obligaban a que Delicious Bot trabajara en la prostitución? Que idiota. No debía llamar a una ambulancia, ¡tenía que llamar a la policía!
"Fui a una pelea robótica." Dijo Delicious Bot, aclarando la situación, como si hubiera podido adivinar lo que pensaba Tadashi. "Gané y unos tontos empezaron a perseguirme. Me caí y me corté."
Al menos eso explicaba el porqué del pequeño robot.
"No quiero que mis papás se enteren, ¿ok?" Continuó el niño, mirando el suelo.
Tadashi tomó aire y se mordió el labio. Prostitución, peleas robóticas, ¿Qué más hacia Delicious Bot que fuera ilegal? Y más importante, ¿Cómo se salía con la suya?
"¿Ya puedo irme a casa?"
Tadashi respiró profundamente, contemplado la situación. Había prometido dejarlo ir después de ver la herida, pero simplemente no podía hacerlo. Tenía que haber una manera de conseguir sus datos, de saber que estaría bien después de todo esto. Tenía que asegurarse de que Delicious Bot hiciera algo mejor con su vida que solo prostituirse. Subió la mirada al cielo, pensando en qué decir, cuando vio a Baymax asomándose por la ventana de su laboratorio. Sus ojos negros, que en realidad eran cámaras, fijos en él y en Delicious Bot. ¡Claro! El niño había aplicado para entrar a la universidad, o al menos eso quería. Él tenía un robot que podía encargarse de desinfectar la herida. Un robot que llamaría la atención de su más reciente paciente, un paciente que se interesaba en tecnología...¿tal vez? ¿Cómo no lo pensé antes?
"¡Allá!" Señaló rápidamente Tadashi a la ventana. Delicious Bot dio un saltito de sorpresa. "Ese de ahí es mi robot. Curará tu herida."
"¿En serio crees que voy a entrar a un edificio vacío contigo?" Lo cuestionó Delicious Bot, subiendo una ceja.
"Un edificio universitario, con guardias y cámaras de seguridad." Corrigió Tadashi. "Mira, solo quiero asegurarme de que estarás bien. Baymax se encargará de desinfectar esa fea cortada, es todo." Era cierto, además le daría suficiente tiempo para intentar sacarle más información al joven, o eso esperaba.
"Nada de hospitales, ¿verdad?" Preguntó Delicious Bot tentativamente.
Tadashi sonrió de oreja a oreja. Perfecto, esto era todo. "Nope."