Los personajes no me pertenecen. Le pertenecen al gran autor Akira toriyama.
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Epílogo
"El inicio de un final"
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"La muerte es el deseo de algunos, el alivio de otros, y el fin de todos" Martin Luther King.
Los nervios no la detuvieron al observar esa fachada tan deplorable. Dio gracias al cielo al no perder tanto tiempo en registrarse; sería una visita muy corta. Un guardia la condujo a una habitación gris, un lugar demasiado triste en donde cualquier persona imploraría por no quedarse un par de horas ahí. Mei recordó, inmediatamente, que la tonalidad de la habitación hacía juego con los característicos colores de un día nublado y tormentoso. Miró a su alrededor, y se dirigió a una de las varias cabinas que estaban vacías. Se sentó a esperar con una tranquilidad que envidiaría a cualquiera que no supiera controlar los nervios. Su confianza se le notaba en su rostro, en su postura, en su cuerpo; en todo ella. Él no merecía siquiera que Mei se enfadara, nada de emociones; aunque por dentro sentía que se estaba desmoronando. Habían pasado años, 8 para ser exactos; y había llegado el día que lo tendría enfrente después de tanto. Mei oyó el chirrido de una puerta metálica abrirse, pasando primero un guardia y —detrás de éste caminando erguido—, la persona que era el padre de sus difuntos hijos. Hubo un incomodo intercambio de miradas en esas dos personas que fueron unidas por el amor hacía bastante tiempo, un amor que se extinguió por varios pecados que fueron cometidos con la comparecencia de desgracias. Negro y verde se volvieron encontrar, cada uno con sentimientos diferentes; el primero de sorpresa y miedo, mientras que el segundo odio y valentía. El hombre se sentó de pronto frente a ella, temiendo lo peor ante esa visita inesperada; intuía lo que iba a escuchar a continuación y a pesar de estar al tanto de la situación no estaba preparado para oír lo inevitable. Era obvio que Mei no había venido a verlo para hablar sobre ellos o sobre la empresa, ¡no! era algo más que esas trivialidades. Ambos se escudriñaban, marcando en sus memorias el rostro del otro porque era claro que ese sería la última vez que se verían. En segundos, el teléfono llegó a la mano de los adultos, poniéndoselo en la oreja al mismo tiempo. El verde notó en el negro duda, miedo, no había ninguna pizca de valentía y orgullo que tanto presumió en sus años mozos. Ahora era un ser patético que se pudría en vida. Qué ironía. Entonces esa voz que retumbaba en sus pesadillas llegó a perforar su oído aumentando su rabia.
—Mei, no esperaba tu visita—dijo el recluso, titubeante. A pesar del odio con el que fue mirado, no pudo negar que sintió un gusto en volver a ver esos hermosos ojos verdes.
Mei sonrió ante ese débil intento de cortesía. Ansiaba irse de ahí, así que dijo sin más:
—Nuestro hijo murió. Al fin de cuentas eras su padre y tenía que avisarte.
Tan desbordante de rencor, orgullo y pudor; Mei contempló la reacción de Vegeta quien tenía los ojos muy abiertos, y sin evitar sorprenderse, lo vio por primera vez llorando. Al parecer no le importó la presencia de su esposa y del guardia, Vegeta estaba sufriendo, gimoteando como un perro herido, sus espasmos podrían pasar como convulsiones. Encorvado y con la cabeza gacha, Ouiji se desplomó en la mesa sin soltar el teléfono y teniéndolo aún puesto en su oreja. Mei, sentada frente a él, seguía contemplándolo con gesto adusto, pudiendo oír esos sollozos tan lastimeros.
—No…—sollozó Vegeta, recobrando la compostura y recuperando la respiración.
—¿Por qué lloras, Vegeta? —endilgó Mei con frialdad—. ¿Acaso sientes remordimiento? Pensé que no te importaba, siempre le gritabas que era una aberración.
Y fue cruel con él, porque se lo merecía. Verlo sufrir de esa manera no revertiría el daño que él le ocasionó a ella y a sus hijos, pero sí halló la paz que necesitaba su alma. No era una venganza, sino simplemente una deuda pagada.
Las palabras de Mei fueron como una espada de doble filo que le caló en su pecho, haciéndole recordar esos momentos llenos de amargura.
«¡Me das asco! No me servirás en un futuro. ¡Eres débil!»
Esas memorias seguían retumbando dentro de él…
«No me servirás en un futuro. ¡Eres débil!»
Y ahí estaba su hijo buscando una respuesta…
«¿Qué fue lo que hice, padre? ¿Por qué me tratas así?»
Había sido un monstruo, el peor de todos. Sin embargo, aunque no lo parecía lo sentía en el alma, en su alma podrida.
—Mei, se trata de mi hijo…—y su voz se evaporó, como su sueño de volver a ver a su muchacho. Aun lo recordaba: saludable, fuerte, lleno de vida…y sí, con una mirada de odio.
Le pidió perdón, le suplicó tanto que dejó su orgullo a un lado. Su hijo solo explotó y sacó todo el rencor que lo consumía.
«¡Me das asco! ¡ME DESPRECIASTE COMO A UN PERRO! ¡ME GOLPEABAS SIN MOTIVO ALGUNO! ¡ME HUMILLABAS ENFRENTE DE TODOS MIS AMIGOS!... ¡PERO LO PEOR DE TODO ES QUE, MATASTE A MI HERMANO! ¡Y, ¿ME PIDES QUE TE PERDONE?!»
Era su hijo…
—Un hijo a quien quisiste matar—la voz de Mei fue tan fría como el hielo que pareció cortar el aire—. Si te hace sentir mejor, mi hijo te perdonó. Hasta nunca, Vegeta Ouiji. Con esto me darás el divorcio, ya no quiero tener nada que me ate a ti.
Una silenciosa despedida y una vuelta sin marcha atrás.
(…)
—¿Ya terminaste con eso?
Gohan sonrió, asintiendo entusiasmado luego de darle un destornillador a Bulma.
—Muchas gracias, Bulma—dijo Gohan levantándose del piso, limpiándose las manos llenas de grasa con su overol.
—Si vas a ver a Milk dile que su encargo estará listo pasado mañana—avisó Bulma, echando un último vistazo a la lavadora de su mejor amiga. Era la tercera vez que le hacía unos ajustes al motor, no fue tan extraño porque Gokú no era bueno en utilizar un simple artefacto del hogar.
—Mi mamá estará encantada—Gohan se mostraba dubitativo respecto a algo que le preocupaba bastante, no estaba seguro sí hablarlo o no—. Por cierto, Bulma, hay algo que quiero preguntarte…
Pero Bulma Brief no lo dejó terminar, su intuición de mujer se lo hizo ver.
—¿… cómo puedes pedirle matrimonio a Videl?
Y con solo ver el sonrojo de Gohan, supo que había dado en el blanco.
—Bueno, es que yo…
—Lo sé—volvió a interrumpirlo—. Aun así no tengo una respuesta para ti. Si te das cuenta no cuento con mucha experiencia.
Gohan no supo si reír o no respecto al comentario de Brief. No obstante, por la risa que se plasmó en el rostro de ella, se sintió un poco incomodo aunque un poco aliviado de que no se desplomara en el desconsuelo. Gracias a las pláticas que tuvo con sus padres, Gohan estaba al tanto de la relación que Bulma tuvo con su tío Vegeta. Esa historia se parecía mucho a la de él con Videl, ya que ambos se conocieron en el colegio, comenzando siendo amigos hasta darse un romance; tal vez por eso sentía mucho empatía por Brief.
—¿Nunca pensaste en casarte? —se atrevió a preguntar el hijo de Gokú.
A Bulma le sorprendió que le hicieran esa pregunta, y miró a Gohan fijamente.
—Puedo decir que no me veía con alguien más que no fuera Vegeta—confesó al fin. Su rostro carente de emociones.
47 años era una edad donde uno se podía sentir joven y seguir saliendo con amigos y pretendientes. Bulma llevaba una vida aventurada, ya que le gustaba salir y visitar diferentes lugares del mundo y conocer gente nueva. Al llegar a una edad madura, pudo comprobar que su vida era ahora corporación cápsula y Ouison, le encantaba trabajar en sus inventos y compartirlos a la gente. Amaba lo que hacía, y amaba más lo que era. De su viaje al tiempo —de eso hacía 20 años—, tuvo la esperanza de que a su regreso iba a encontrarse con Vegeta. La creación de la máquina del tiempo fue un proceso muy complicado, sin embargo no se detuvo y continuó estudiando y trabajando en el proyecto para hacer realidad su deseo. Y lo cumplió, como se lo había prometido. Al percatarse que el viajar al pasado no se revertería nada de su presente, no la hizo detenerse. Aunque su Vegeta no iba a volver, estaba decidida en salvar a otro Vegeta y que éste fuera sano y que tuviera una larga vida llena de felicidad. Todo estaba claro, no se arrepentía de nada.
—¿Has querido volver a verlo? La última vez que lo viste fue cuando mi papá y yo te acompañamos. Vegeta era un niño. Eso fue hace 20 años—Gohan parecía avergonzado, pero su curiosidad no pudo ser hundida.
Bulma se quedó ensimismada en sus pensamientos, dejó el destornillador encima de la lavadora, y sacó un cigarrillo y un encendedor de su overol apeteciendo fumar para calmar sus nervios.
—Claro que sí he querido verlo—admitió—. Hay tantas cosas que me gustaría saber.
Tantas cosas…
«¿Cómo estará Vegeta? ¿Habrá formado una familia? ¿Qué estará haciendo ahora?» No pudo quedarse sin respuestas.
—¿Por qué no lo averiguas? —la alentó Gohan—. Ha puesto que él te reconocerá de inmediato. O ¿crees que esté casado con tu contraparte? ¿Bulma?
Una calada a su cigarrillo, y otro… Se dirigió a su escritorio y de una cajón bajo llave sacó esa cápsula que atesoraba entre las cosas que eran irreparables como: su collar, su grabadora con el mensaje de Vegeta y los relojes. Debía terminar con sus dudas.
—Ahora vuelvo—Bulma salió del laboratorio rumbo al patio de corporación.
—¿A dónde vas? —preguntó Gohan, un poco preocupado por la actitud extraña de Brief.
Bulma se detuvo, se giró para ver a Gohan a quien tranquilizó con una sonrisa.
—Voy a hacer un último viaje, Gohan.
Y con esa respuesta supo a qué se refería.
—Buena suerte.
Esperanza…
(…)
No supo porqué, tal vez fue una simple corazonada o porque la esperanza de que todo había salido como se lo imaginó fuera real. Ahí estaba frente a su casa, en un pasado en donde tal vez Vegeta estaba felizmente casado y viviendo en la capital del norte. Estaba de pie, esperando que sucediera algo, cualquier cosa. Y el tiempo pasó, anhelando matarlo con algo. Bulma Brief había aprendido a controlar sus recuerdos, suprimirlos cuando estos amenazaban por invadir su mente, pero solo en esa ocasión dejó que fluyeran; porque lo necesitaba, necesitaba escuchar su voz tal como lo recordaba…
«Vegeta Ouiji» fue así cómo se presentó él, cortésmente.
De baja estatura, el pelo largo y despeinado que terminaba en punta hacia arriba, ojos negros cuya mirada era intimidadora y profunda, portando un aire de ser un chico rebelde y reservado…
Y sí que fue muy reservado…
«—Tenemos tiempo, solo hay que saber aprovecharlo»
Él ya la estaba preparando para ese momento, estaba muy segura de ello.
«—Estoy contigo, Bulma»
El escalofrío que la golpeó como un rayo hizo que cayera de rodillas al suelo. Aún esperando que sucediera algo…
«—No, Bulma, tú no puedes amarme... No quiero que sufras»
Demasiado tarde, el amor solo llegó a ella por él. Nunca se imaginó que la advertencia de Vegeta terminaría siendo verdad.
«—Te prometo que siempre estaré ahí para ti»
Su voz parecía tan distante, tan fría.
«—Eres mía. Ahora eres mi mujer»
Siempre ha sido así, él fue el primero en su vida, en todo.
«—¡Querer es poder, Bulma! Nunca olvides eso»
Por supuesto que no lo olvidó, sí eso fuera así nunca hubiera podido construir la máquina del tiempo y viajar al pasado. Eran tantas cosas que extrañaba de él, una de ellas: siempre sabía qué decirle para animarla.
«—Sí, confío en ti maldita sea»
Y con esa confesión supo que él la amó. ¡Mierda! ¿Cómo pudo dudarlo? Bulma intentó no ser tan dura consigo mismo, fue un proceso difícil pero gracias a las personas que la querían pudo superarlo. Y seguía frente a su casa esperando que algo pasara.
—Esto es ridículo—se dijo así mismo, dispuesta en decapsular su máquina del tiempo y volver al futuro.
De pronto…
—¡Espera Bra!
Y todo paró en ese instante, su cuerpo no le respondió, sus rodillas continuaban tocando el delicado césped.
—¡Date prisa, Trunks! —grito una pequeña niña que corría sobre la banqueta, siendo perseguida por un chico mucho mayor que ella.
Bulma, con los ojos lagrimosos, no pudo dejar de observar a esos dos niños que habían salido de la corporación cápsula. La niña era una miniatura de ella, su piel blanca, sus ojos y cabellos azules, era perfecta. Mientras que el joven era apuesto, el cabello morado como el de su padre, esos significantes ojos azules y esa mirada… era igual a la de Vegeta. Bulma lloró, le temblaban las manos, todas las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar. ¡Trunks! ¡Bra! ¡Existían! Y fue gracias a su esfuerzo y dedicación que logró que eso fuera posible, pero ¿cómo? ¿Cómo este Vegeta y su contraparte se conocieron? Ahora eso no importaba, preferiría seguir contemplando a Bra y Trunks antes de tener esas respuestas. Sus hijos eran tan hermosos, eran la misma imagen que la de Vegeta y ella. Si no fuera por la muerte prematura de Ouiji, pudieron haber formado una familia perfecta. Siempre se imaginó como hubieran sido sus hijos si se hubiera quedado embarazada de Vegeta; y ahí estaba el veredicto. Eran sentimientos encontrados, el alivio prevalecía de los demás. Aliviada porque al ver a Trunks y Bra, supo que había hecho lo correcto, hizo que varias personas fueran felices a costa de la suya. Bulma quiso esperar un poco más para poder ver a Vegeta, y en ese instante su pedido se hizo realidad.
—¡Trunks! ¡Bra!
«Esa voz»
Sí, reconocería esa voz en donde fuera. No era igual a los de sus recuerdos, pero tenía un aire que le hizo creer que no había cambiado mucho. Lo vio con esa postura que presumía soberbia y arrogancia, al verlo tan detenidamente se dio cuenta que no había cambiado mucho.
Maldición. Maldición. Maldición.
No podía darse el lujo de desplomarse. Bulma sintió que un fantasma del pasado la apuñalaba desde la espalda con un objeto caliente, demasiado ardiente, excesivamente doloroso. Era exorbitante para su debilitado cuerpo. Siempre se consideró como una mujer inteligente, fuerte, aguerrida, pero en ese instante no lograba comprender la situación. La daga punzante le había cortado la respiración, llenando sus pulmones de sangre, no podía respirar. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, sin dejar de ver a su Vegeta. A su guapo y apuesto Vegeta. Después de tantos años…
Vio entonces que Vegeta se acercaba a sus hijos, regañándolos por algo y obligándolos a que entraran a la casa. Bulma no fue capaz de decir algo, sus cuerdas vocales se habían cortado de tanta impresión, sus ojos seguían perdidos en ese punto donde los tres habían desaparecido detrás de esas puertas. Y en ese instante pudo reaccionar, pudo tener el control de su cuerpo. El fantasma con la daga se había ido, dando lugar a un aura pura que la acariciaba con una fresca brisa de aire. Entonces supo, y el Vegeta de su tiempo también, que tantos años de sacrificio en su máquina del tiempo habían valido la pena.
(…)
Un Vegeta de 17 años de edad se encontraba sentado frente a un escritorio contemplando su nueva oficina. Era mejor de lo que se imaginó: espaciosa, luminosa, muy bien ubicada y con una excelente vista de la capital del norte. Sacudió levemente la cabeza para concentrarse en sus carpetas que iba a presentar frente a la junta. Definitivamente no se sentía nervioso, su arrogancia y su orgullo estaba muy por encima de emociones patéticas; aunque ansioso sí estaba. Había llegado la oportunidad de la que tanto estuvo esperando por muchos años, desde cuando era un niño. Debía demostrar que ya estaba listo para trabajar en la empresa familiar; tenía varias propuestas en mente que codiciaba exponerlas en ese instante. Sus anteriores proposiciones fueron aprobadas por su padre, así que tenía la confianza de que sus próximas decisiones se acatarían, empezando ese día. Fue todo un reto para Vegeta llegar hasta ahí, el principal obstáculo fue su madre. Mei no estuvo de acuerdo que el joven Ouiji comenzara a trabajar en Ouison, no sin antes terminar los estudios. Pero después de tantas pláticas, persuasiones y promesas, Vegeta pudo salirse con la suya. El muchacho terminó de leer la última página de su plan de negocios, y como era de suponerse, todo estaba en orden. Alineando las carpetas para cada integrante de la junta, se oyó dos golpecitos que hizo que Vegeta levantara la cabeza en dirección a la puerta.
—Adelante—indicó el muchacho y, en cuanto la puerta se abrió, se puso de pie casi inconsciente—. Buenos días, padre.
En la oficina se adentró Vegeta Ouiji Sr., vestido con un lujoso traje negro. Curioseó los muebles dispersados de la habitación con una pericia que indicaba que le cautivaba el lugar.
—Buenos días, hijo. ¿Listo para la junta? —preguntó el hombre con voz queda, esbozando una sonrisa arrogante que el muchacho interpretó como si supiera que todo iba a salir perfecto.
—Solo guardo unos documentos que necesito de la computadora—arguyó Vegeta, sentándose de nuevo en su silla y yendo a la computadora donde comenzó a descargar archivos al "usb".
—No hay prisa—dijo tranquilo el padre—. El doctor Brief aún no ha llegado.
Vegeta dejó de prestarle atención a la computadora en brevedad, mirando a su padre con quien compartió una seguridad animosa.
—Así que… sí se llegó a un acuerdo—no era una pregunta, sino una afirmación.
Ouiji se encogió de hombros, paseándose de un lado a otro por la oficina.
—Eso espero, un convenio con corporación cápsula nos vendría muy bien en nuestro capital—hizo una pequeña pausa a su andar, deteniéndose en frente del muchacho y le dijo—: Si se llega a un acuerdo, el mérito será solo tuyo.
Las gruesas cejas de Vegeta se contrajeron debido a su perplejidad.
—¿Por qué? —exigió saber, frunciendo más el entrecejo.
El padre soltó una risotada que puso más consternado al muchacho.
—Por tu idea de incorporar a alumnos practicantes para hacer servicio social—dijo Ouiji, sin dejar de carcajearse—. La hija de Brief mandó solicitud, y fue así que contactamos con él—terminó de explicar, dedicándole una sutil sonrisa llena de orgullo a su muchacho.
—Ya veo—dijo Vegeta luego de escuchar a su padre. Se sostuvieron la mirada por breves segundos, hasta que el hijo le surgió una pequeña duda—. ¿Mi madre llegó contigo?
De la nada la oficina se vio envuelta en un incomodo ambiente. En ambos, la sonrisa flaqueó.
—Sí—respondió secamente Ouiji, quien estudió la reacción del chico—. Entiendo tu sorpresa. En la tarde de ayer tu madre y yo aceptamos en quedar en buenos términos. Lo hicimos por ustedes.
Vegeta no sabía que decir al respecto, este tipo de pláticas no eran lo suyo. Se sentía incomodo, y no era para menos porque le desagradaba escuchar sobre el divorcio de sus padre que sí bien, sí supo superar. En ese aspecto estuvo de lado de Mei.
—Ella pudo llevar mejor el divorcio que tú—lo acusó Vegeta casi sin querer, así que suavizó su tono de voz y agregó—: Han pasado cinco años desde eso, creo que debes aceptar la realidad, sobreponerte y avanzar.
La sonrisa volvió a aparecer en el rostro de Ouiji.
—Lo sé, y creo que mi necedad al negarle por tantos años la libertad a Mei, hizo que aceptarlo fuera lo más difícil—confesó el padre, sonrojándose un poco por su posición al desahogarse con su hijo, pero hubo algo más de lo que se avergonzaba.
—No te guardo rencor, padre—dijo Vegeta, como si le hubiera leído la mente a Ouiji.
Una vez más un incomodo silencio y el arribo de recuerdos que abrían la brecha del dolor.
—No sé en qué estuve pensando—dijo Ouiji tras una breve pausa—. Fuiste fuerte, Vegeta. Venciste a esa enfermedad que te estaba arrebatando la vida poco a poco. Recuerdo que los doctores estaban incrédulos cuando te volvieron a sacar los estudios.
» Fue un milagro.
Y sí que lo fue. No hubo ninguna respuesta aquel día. Sin embargo, obtuvo una de su madre posteriormente: «Al parecer tienes un ángel de la guarda, mi amor».
—Ni siquiera supe que estaba "desahuciado", lo supe años después —endilgó el muchacho, viendo a su padre acusatoriamente.
Ouiji ignoró el tonito disgustado de Vegeta, simplemente se acercó a él para tomarlo del hombro y decirle:
—Estoy orgulloso de ti, hijo mío—los ojos de Vegeta se agrandaron ante esas palabras—. De ti y de tu hermano.
Era un momento muy emotivo entre padre e hijo. Una agradable imagen que atesorarían en sus memorias.
—Te lo agradezco, padre.
Todo estaba dicho, no hubo nada que agregar por parte de ambos. Posteriormente el teléfono sonó, indicando que era la línea de la sala de juntas. Ouiji se incorporó, tomando el teléfono al ver que su hijo se apresuraba en terminar de guardar los archivos en el "usb".
Vegeta retiró la memoria de la computadora y la puso encima de las carpetas para no olvidar nada. Esperó a qué su padre terminara de hablar con Bardock a quien pudo reconocer la voz por medio el auricular.
—Voy para allá—dijo Ouiji, terminando la llamada—. Ya llegaron—avisó a su hijo.
La confusión volvió a apoderarse en Vegeta.
—¿Hablas de Brief?
—No solo él, también su hija—notificó—. Necesito que la recibas mientras Bardock y yo hablamos con el doctor en privado antes de que inicie la junta.
Vegeta se mostró muy fastidiado. No le apetecía para nada encargarse de una persona a quien no conocía. ¡Por Dios, qué ya inicie la junta! ¿Era mucho pedir? Sin más opción, Vegeta asintió.
—No me agrada la idea, pero lo haré—gruñó por lo bajo—. ¿Qué edad tiene? ¿30 años? —se burló.
Ouiji negó con la cabeza, riendo.
—Es un año menor que tú—precisó.
Vegeta bufó, lo que le faltaba, iba a tratar con una mocosa; por su bien esperaba que fuera al menos guapa. Seguidamente alguien llamó a la puerta, y padre e hijo se miraron expectantes.
—¿Será ella? —preguntó Vegeta, quien inconscientemente se ajustó la corbata y se sacudió el saco.
Ouiji caminó hacia la puerta y la abrió.
—Señorita Brief, mucho gusto conocerla—dijo el hombre con cordialidad.
Desde su lugar Vegeta no pudo vislumbrar muy bien a la muchacha, solo a su padre que estaba de lado a lado de la puerta entreabierta.
—Igualmente, señor Ouiji—se oyó una voz chillona y aniñada—. Su empresa es impresionante.
Vegeta, con tan solo escucharla, tenía unas enormes ganas de cerrarle la puerta en la cara a esa mocosa. Si se encrespó con tan solo oír ese tono bullicioso, no se quería imaginar lo que le pasaría si la viera.
—Muchas gracias por el cumplido, señorita Brief. Adelante, pase—la puerta se abrió por completo, y Vegeta solo optó por girar el rostro hacia la computadora—. Mi hijo la recibirá—dijo Ouiji quien se asomó por encima de su hombro y sin pedirle a Vegeta que lo viera, le dijo—. Nos vemos en la junta—y, dicho eso, cerró la puerta detrás de él.
Vegeta no le quitó los ojos de encima a la computadora, podía ignorarla a esa jovencita, pero no por completo porque de repente se empezaron a escuchar carraspeos en señal de querer llamar la atención.
—Dis-disculpe…
Y de nuevo con esa insufrible voz. Vegeta giró su cabeza furiosamente y sus ojos chocaron con dos mares cristalizados en donde podría sumergirse dentro de ellos y nunca más salir. Lo que tenía enfrente era lo más hermoso… exótico que había visto en su vida. La joven le devolvía la mirada con la misma intensidad que la de él, solo que había una pequeña diferencia y era que en el semblante de ella se podía leer timidez, ternura, bondad. Había algo más en esos bellos zafiros que Vegeta no pudo descifrar qué era, tratando y tratando de que le llegara una respuesta a su duda. La muchachita era hermosa, eso no lo negaba, pero el aura que le trasmitía era como si… como si la conociera de toda la vida. ¿Cómo era eso posible? Era la primera vez que se encontraba con la hija del doctor Brief, y al ver la expresión de ella supo que tampoco lo había visto antes. No obstante, esos ojos le indicaban que se habían clavado con los suyos anteriormente… ¿una corazonada tal vez? ¡A la mierda con eso! No supo porqué de repente comenzó a pensar en eso, su única prioridad era atender esa visita. Vegeta se levantó de su silla, y en cuanto lo hizo, se percató que la muchachita se sonrojaba a más no poder, eso le dio tanta confianza elevando su ya alzado ego; estaba claro que para ella, él le era intimidante. Con pasos agigantados se fue al encuentro de Brief, sin dejar de observarla tan detenidamente: esos ojos, ese cabello, esas piernas y esos pechos… definitivamente era su tipo de mujer. Al estar cerca del uno al otro, hubo una conexión única y especial; sin embargo se sintió como… repetitiva por ambos, como una especie de "Déjà vu". Bulma sonrió, y solo con eso Vegeta se juzgó por notarse indefenso.
Todo estaba transmitido con solo mirarse a los ojos. Ninguno negó la curiosidad que los embargó por el otro. Vegeta decidió tomar la iniciativa, le ofreció su mano a Bulma quien la aceptó rápidamente.
—Vegeta Ouiji—dijo él, con esa voz tan varonil que derretía el oído de cualquier mujer.
Con Bulma no fue ninguna excepción, no pudo engañarse, ese chico era demasiado guapo.
—Bulma Brief—respondió la ojiazul con total seguridad.
Ella era una chica valiente, orgullosa y coqueta, y por eso pensó que terminando la junta se atrevería a invitar a Vegeta a ir por un café; sin saber que él aceptaría gustoso su invitación.
«La risa no es en absoluto un mal comienzo para una amistad, y es lejos el mejor final para una» Óscar Wild.
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(FIN)
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N/A: pues después de cinco años pude concluir con esta historia. Sé que no es una historia llamativa, increíble, bien narrada, pero al ser escrita con el corazón la hace perfecta para mí. Sé que algunos lectores están decepcionados porque el final no era lo que esperaban, me llegaron mensajes privados y ahí sacaron sus frustraciones, y sinceramente no lo lamento. Yo desde un principio tenía pensada bien mi idea general de este fic, y así lo quise. No seguí ningún consejo sobre qué agregar o que rumbo debía tomar, y también ignoré teorías. No era mi intención (y nunca lo será), convertir mis fics en fanservice; eso sería ser infiel a mis ideas. Aunque debo recalcar que los consejos ortográficos sí los tomé en cuenta. Cuando entré al mundo de los fics tenía 17 años, por eso elegí esta temática colegial porque quería identificarme con los personajes, y aparte no contaba con nada de experiencia; llegué muy tarde la verdad. Abrí mi cuenta en abril del 2015 y al mes me atreví a subir el primer capítulo sin antes saber que me esperaría en un futuro.
No me quiero ir sin antes agradecer a las personas que me acompañaron hasta el final, me quedo con esos reviews bonitos y respetuosos que me llenaron de inspiración y confianza. Me gustaría mencionar a los países en dónde leían este fic (como lo hacía mi querida Schala), pero temí olvidar alguno. Sé que el suspenso es un género que llega a cansar por tanto secretismo, complejidad y confusiones, pero debo admitir que soy buena en eso y seguiré usándolo para mis futuros fics.
Escribir sobre mis sentimientos hacia "EADUA" me tomaría muchas páginas, así que solo me queda confesar que le guardaré mucho cariño a esta historia porque está dedicada a mi tío que falleció de cáncer, de hecho me inspiré en él para recrear su vida en este fic. Solo dos personas sabían sobre el contexto de "EADUA" que era Sofi y Romi, a ellas les confié el rumbo final. Y ahora lo saben ustedes. En memoria de mi tío y en memoria de los que luchan cada día para superar una temible enfermedad, les dedico este fic en el que le invertí tiempo, esfuerzo, dedicación y amor. Sobra decir que estoy muy agradecida con todos ustedes, gracias por sus comentarios, gracias por sus mensajes motivacionales, ¡gracias totales! Sobre todo gracias a Toriyama sensei porque sin él, este fic no hubiera existido.
¿Qué le depara a Macky después de "EADUA"? Seguir escribiendo, aunque no me desagrada la idea de traducir fics, ya sea del inglés o francés… veremos cómo se da mi inspiración y mi tiempo.
Bueno, yo me despido avisándoles de una vez que no habrá secuela sobre qué fue lo qué pasó con Bulma y Vegeta del pasado, como se conocieron, como fue el romance etc. Eso lo dejo a la imaginación de ustedes. Amm supongo que ya es todo lo que tenía que transmitir, así que hasta la próxima.
Besos y abrazos
Macky :´*
26 de enero del 2020