-Naruto. - una voz en la oscuridad.
-Naruto. – la voz de Hinata; la reconocería en cualquier lugar.
-Naruto. - ella le llamó una vez más, pero no se atrevió a abrir los ojos, no quería perder su voz.
-Okasan, ¿por qué otasan no se despierta? - una pequeña voz susurró cerca de su oído… Boruto.
El corazón masculino brincó. Boruto, Hinata. Sus labios temblaron. ¿Estaba todavía esperando al borde de la ejecución? Vacilante, él abrió los ojos.
-¡Otosan!
-Naruto-kun, gracias a Kami.
Él extendió la mano, necesitando la conexión física. Pero algo estaba unido a su brazo... ¡el dispositivo de ejecución! Comenzó a agitarse.
-Cálmate, Naruto. Todo está bien. – le habló ella dulcemente, procurando tranquilizarlo.
Las suaves manos femeninas tomaron las suyas y sintió a Boruto arrimarse a la mesa de ejecución para besar su mejilla. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, nublando su visión y logrando que su garganta se cerrara.
-Trata de dormir y descansa. – y una de las manos femeninas acarició su frente, echando su cabello hacia atrás, -No nos iremos de aquí.
Sintió una diminuta mano tomar la que Hinata liberó. Era la de Boruto. Indeciso, pero sin temor alguno, Naruto regresó a dormir.
. . .
Naruto volvió a la consciencia ante una voz familiar, -Buenos días, Uzumaki-sama. ¿Cómo sigue su esposo esta mañana?
-Está mucho mejor, gracias. –Hinata contestó, - Él ha estado durmiendo con mayor tranquilidad.
-Eso es muy alentador. – la voz conocida dijo y lo sintió moverse hacia el final de su cama… ¿o la mesa donde yacía? Lo escuchó coger algo. Abrió los ojos para encontrar a su guardia ANBU a los pies de su cama, leyendo a través de unos papeles en una tableta plástica.
Sus ojos se abrieron, sorprendido y algo atemorizado, pues aun no podía colocar las piezas de lo sucedido en orden. Hinata, advirtiendo su pánico, asió una de sus manos para calmarlo, enviándole amor y alivio a través de su contacto.
-Buenos días, Naruto. ¿Cómo te sientes?
Él no podía responder, sus pensamientos y sentimientos estaban mezclados en un amasijo de dudas y temores.
-Él es tu médico de cabecera, Ishida-san, un especialista de primera clase en todo lo relacionado con venenos.
El especialista le sonrió, -No creo que yo le agrade mucho.
Naruto lo miró. Según lo que recordaba, el hombre era cruel, causándole dolor, burlándose de él, refiriéndose a él como el monstruo y asesino. Y sin embargo, allí estaba, bromeando gentilmente con él, amable con su esposa y aparentemente su salvador.
Parpadeando para fusionar su imagen del ANBU con el médico, una visión del rostro cálido de Hinata apareció ante sus ojos y él dio marcha atrás en su memoria, cuando leyó los labios femeninos.
-Veneno… - su voz se quebró por falta de uso, - Me… envenenaron…
-Sí. - Hinata llevó una mano hacia su cuello, -Un pequeño dardo te alcanzó aquí y desató el veneno en ti.
-Es increíble que usted aun esté vivo. – dijo Ishida, -La mayoría de los infectados con el veneno kioofum muere en cuestión de horas. Usted ha estado aquí, luchando contra el veneno, por tres días.
"De nada, cachorro".
Naruto no pudo contener la diminuta sonrisa al reconocer la voz de Kurama. Luego miró a Hinata.
-Kioofum. – murmuró él, -Miedo.
Hinata asintió, -El veneno actúa como un alucinógeno. Por lo general, proyecta el mayor temor de una persona en su mente, haciendo que la persona viva sus miedos. En última instancia, el veneno crea un paro en el cuerpo, de un órgano al próximo.
Naruto no dijo nada. Él analizaba la situación, un involuntario escalofrío recorriendo su cuerpo. Originalmente el dardo no estaba dirigido hacia él… sino hacia Hinata. ¿Por qué? Si la hubiesen envenenado de seguro estaría muerta. Y entonces… él hubiese perdido toda su cordura, desencadenando lo que llevaba en su interior. Pero… ¿cuáles eran sus verdaderos propósitos para ello?
Isihida decidió hablar, tomando su silencio como pregunta, -Su esposa alcanzó a encontrar el veneno de quienes los atacaron. Hay un antídoto y mientras más rápido se administre, más eficaz es. Gracias a Kami, fuimos capaces de hacerlo y se purgó el veneno de su sistema.
-Yo... - Naruto estaba abrumado. El alivio corría por su cuerpo, sin control. No había asesinado a su esposa ni a su hijo. Lo que había percibido que había sucedido en los últimos días… Konohamaru, Hanabi, Hiashi, su ejecución, incluso Tsunade… todo era nada más que el subproducto de un veneno malicioso que había invadido su cuerpo, -Gracias, doctor.
El médico sonrió aceptando su gratitud. –Ahora, necesito que descanse y tome mucho líquido. Preferiblemente agua. Quizás en uno o dos días podamos darle de alta si continua con esa rápida recuperación.
Se giró para marcharse, pero al llegar a la puerta, se volvió a mirarlo, -Siento mucho lo de su mejilla, por cierto. Estaba luchando contra nosotros y teníamos que inyectarle el antídoto.
Levantó la mano a la mejilla que palpitaba con un dolor sordo. Recordó su visión, el ANBU abofeteándole… -No hay problema.
-Uzumaki-san. – él inclinó su cabeza con respeto, -No dude en llamarme si me necesita.
-En realidad, - dijo Hinata con un tono alegre luego del médico salir, -no fue él quien te pegó. Fue Tsunade-sama. Pero el pobre hombre se siente muy culpable por no poder controlarte.
Naruto le envió una de sus sonrisas torcidas. Sin embargo, sólo entonces, pudo ver la fatiga y el dolor en los ojos femeninos.
-Estuve muy cerca… ¿no?
-Demasiado de muy cerca. – murmuró ella.
Naruto llevó las manos femeninas a sus labios y las mantuvo allí, encontrando paz en el pequeño acto. Después de un rato, bajó las manos, dejándolas descansar sobre su pecho sin liberarlas. Miró alrededor del cuarto, -¿Dónde está Boruto?
-Hanabi lo llevó abajo a buscar algo de comer. Se estaba poniendo inquieto.
-Me lo puedo imaginar. – mumuró él, todavía algo sobrecogido. Gracias a Kami, Hanabi tenía a su sobrino y no estaba como en su visión, desquiciada clamando por él.
-Me ayudó mucho… ya sabes… durante tus pesadillas.
Naruto asintió débilmente, -Lo sé. Alcancé a escucharlos a ambos varias veces. Creo que el veneno obstaculizó mi uso del chakra.
-Naruto, eras tú quien no querías usar el chakra. Kurama nos los hizo saber.
Él pensó sobre eso. –Hinata, ¿sabes que fue lo que vi? ¿Sabes cuales fueron mis miedos?
-No exactamente… sé que tenían que ver conmigo y Boruto. Nos llamabas a menudo.
La voz femenina tembló y Naruto pensó en la tensión y la desesperación que de seguro vivió en los últimos días.
-Ven aquí. - dijo, tirando de sus manos.
Ella se aproximó a la cama y él levantó su brazo, para que pudiese reclinarse en su pecho. Naruto enredó sus dedos en la larga cabellera negra. Intempestivamente, Hinata comenzó a sollozar suavemente.
-Oi, Hinata.
-Estaba tan asustada…
El corazón de Naruto se contrajo al detectar el pánico y dolor en su voz e hizo lo único que sabía lograría confortarla. Tomó su barbilla y con delicadeza la acercó a su rostro.
-Estoy aquí y créeme que no me iré por un buen rato.
Deslizó sus labios contra los femeninos, besándola con ternura. Al detener el beso, se separaron solo un poco, labios apenas tocándose mientras simplemente respiraban uno cerca del otro. Volvieron a besarse, pero esta vez fue un acto de desespero; él, reconectándose a ella para borrar las dolorosas pesadillas y ella, necesitándolo sentir vivo, de vuelta con ella.
Volvieron a separar sus labios y ojos azules miraron los perlados en búsqueda de alguna manifestación de temor o dolor. Sonrió al divisar solo un brillo de amor y paz.
-¡Otosan! –irrumpió Boruto a la habitación. Corrió hacia la cama tan rápido como le permitieron sus pequeñas piernas y se subió a la cama.
Hanabi, desde el umbral de la puerta, sonrió, -Ya veo que estamos muy cómodos. – se mofó ella juguetonamente tomando en cuenta el poco espacio que había entre su hermana y su cuñado.
Hinata se sonrojó y Naruto rodó sus ojos, pero le sonrió a su cuñada. Su esposa ayudó a Boruto a acomodarse junto a él, asegurándose que el pequeño no lo lastimara con sus abruptos y torpes movimientos en su prisa por estar con su padre.
-Estoy muy contenta de que estés mejor, Naruto - Hanabi dijo en voz baja, -Cuando me senté contigo hace dos noches atrás… yo creí…
Hinata tomó la mano de su hermana y la oprimió, proveyéndole ánimo. Naruto le envió una sonrisa, -Bueno, estoy aquí, 'ttebayo.
-Yo también estoy contento de que estés mejor, otosan. – se unió Boruto, situándose finalmente junto a su padre e inclinando la cabeza en el hombro de Naruto, -Yo estaba muy asustado. ¿Tú también lo estabas, otosan?
Naruto tenía dificultad para tragar, recordando el horror de su pesadilla inducida por el veneno. Oprimió a su hijo contra sí con su brazo libre, -Estaba un poco asustado pero solo tenía que pensar en ti y okasan para sentirme mejor.
Boruto aceptó la verdad a medias con un movimiento afirmativo de su cabeza, -Eso lo que siempre hago cuando tengo miedo a la oscuridad. Sólo pienso en ti y okasan. O me voy a dormir a la cama grande con ustedes.
Naruto acarició su cabeza, sintiéndose un poco divertido ante la seriedad de su hijo. Lo vio cerrar sus ojos, el agotamiento y la comodidad de su brazo adormeciéndolo.
Naruto sintió las miradas de Hinata y Hanabi sobre él, pero descubrió que no podía mirarlas a sus ojos. En cambio, él apoyó la cabeza en la de Boruto y lo acompañó en el sueño. También se sentía muy fatigado.
. . .
Algún tiempo después, Naruto se despertó a una habitación a oscuras. Boruto continuaba siendo una carga pesada en su brazo, el cual estaba adormecido por la falta de movimiento. No obstante, no le importaba ni trató de moverse. La sensación le hizo saber que estaba vivo y la suave respiración de Boruto contra él cimentaba esa realidad. Miró a su hijo, sonriendo ante la forma en que la pequeña boca estaba abierta contra su piel y descubrió que ni siquiera le importaba que esa área estuviese bañada en su saliva.
Dirigió su mirada hacia Hinata, que dormía pacíficamente, el libro que había estado leyendo reclinado sobre su regazo, abierto. Él simplemente la miró, deleitándose en su presencia y aferrándose a esa verdad para alejar las torturantes alucinaciones de su memoria.
Ambos estaban vivos con él.
Ella abrió sus ojos, aparentemente sintiéndolo y al advertir que la observaba en silencio, rápidamente se irguió, -¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
Ella parecía lista para saltar fuera de la silla, a pesar de percibir la fatiga en sus ojos.
Hizo un leve movimiento negativo con su cabeza, -Estoy bien.
La pelinegra aproximó la silla a la cama. Naruto levantó su mano y la posó en el bello y sereno rostro.
-¿Quieres que te lea? – ella sonrió al recordar la diversión masculina sobre su interés en la novela.
-No. – contestó él tratando de impartir cierto aire de solemnidad y de no mover mucho su cuerpo para no despertar a su hijo, -Hinata, yo…
Se calló, sin saber cómo continuar. Ella colocó su mano sobre la de él, que aún continuaba en su rostro, procurando darle ánimo para que hablara.
Naruto quería decirle, confiar en ella, pero ¿cómo decirle que su mayor temor era el de perder el control y asesinarla a ella y al hijo de ambos? Estaba aterrorizado de que muy dentro de sí él fuese capaz de cometer tan atroz acción.
-Sabes que puedes decirme lo que sea. – dijo ella luego de un largo rato de silencio.
-Lo sé.
Había una parte de él que anhelaba narrarle todo acerca de su experiencia, confesar y compartir el peso de lo que vivió con ella. Pero se sentía avergonzado de sí mismo.
-Tiene que ver con tus pesadillas y nosotros, ¿no?
Él asintió y luego de jadear, añadió, -Yo perdí el control… sobre Kurama… - desvió su mirada, - … y terminé matándolos a ambos con mis manos…
-¡Oh, Kami! Todo lo que debiste sufrir.
Naruto la miró. Esos ojos llenos de infinito amor, anegados por las lágrimas. Ella no lo recriminaba. Plana y sencillamente intentaba compartir su dolor.
-Tengo miedo. ¿Y si algún día llegara a hacerlo?
Hinata negó con su rostro, -Eres incapaz, Naruto. Ambos confiamos en ti.
Dejó escapar una suave risa de auto recriminación que rápidamente acalló al sentir a Boruto moverse inquieto. Tan pronto como se aseguró de que había regresado a dormir pacíficamente, dijo, -No crees que es mucha confianza…
-No.
Ojos azules miraron los perlados buscando algún indicio de duda en ellos pero no los halló.
-Nos ama Naruto, más que a tu propia vida y harás lo que sea para protegernos.
Intempestivamente, ella se levantó, colocó la novela sobre la silla y subió a la cama –no le importó si violaba las normas del hospital- con sumo cuidado. Naruto se movió para dejarle espacio y ella los abrazó a ambos, besando a Naruto en su mejilla y acariciando la cabeza de Boruto.
Naruto se tranquilizó y se embelesó en la cercanía de sus dos mayores tesoros, escuchando la respiración pausada de Boruto y los latidos rítmicos del corazón de su esposa. Eventualmente Hinata se quedó dormida, sus brazos todavía sosteniéndolo a él con firmeza.
Naruto permaneció despierto el resto de la noche, aferrándose a su esposa y a su hijo, desesperadamente. A medida que la oscuridad fuera de su ventana se tornaba en la luz color púrpura de la mañana, Naruto se preguntó a sí mismo…
Me he enfrentado a mi miedo, pero ¿me ha hecho más fuerte?
Mientas Boruto se movía en su brazo y Hinata aparentaba estar despertándose, él realizó que no tenía la respuesta a esa pregunta. Pero lo que sí tenía era una familia que sin duda era el mejor antídoto contra sus miedos.
. . .
Muchas gracias a todos los que tomaron de su tiempo para leer esta corta historia. Reconozco que fui malvada al hacerlos sufrir inecesariamente y pido disculpas. Lo que nunca aclaré es que me gustan los finales felices.
Gracias a mis anónimos lectores: Invader Zam, Lame y DarkClaw 1997. Al igual a quienes colocaron mi historia en sus favoritos o lista de suscripcion.
Espero de corazón que les haya gustado este final. :D