¡Buenas!
Aquí el primero de los "lloros" de esta familia.
Como siempre decir que los personajes no me pertenecen pero la historia sí.
Un beso enorme, ¡espero que os guste!
-Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Sarada no paraba de llorar y Sasuke no paraba de maldecir. Lo había intentado todo: la había mecido, le había calentado un biberón, le había cambiado el pañal algo así como 800 veces… y nada resultaba, aquella niña seguía llorando a pleno pulmón. Menos mal que no tenían vecinos cerca…
Sasuke se llevó las manos al rostro mientras la pequeña seguía llorando en su cuna. Quizás estuviese enferma, pensó de repente. Se levantó del sillón de su cuarto y se dirigió a la cuna esperanzado, creyendo haber encontrado la razón del llanto de su primogénita. Pero no. Su frente no estaba lo suficientemente caliente como para estar enferma. Su hija estaba sana, completamente sana. Pero lloraba. Y no paraba de llorar.
Miró el teléfono sobre la mesita de noche del cuarto y gruñó por lo bajo. No llamaría a Sakura. No llamaría Sakura. No llamaría a Sak… Cuando se quiso dar cuenta ya tenía el teléfono entre las manos. Pero no. Sakura se había ido de misión, solo tres días, había dicho Naruto. Y aquella solo era la primera noche. Después de las cien mil recomendaciones que le había dado su mujer acerca de los cuidados del bebé, Sasuke había resoplado cansado. ¡Por supuesto que no habría ningún problema! ¡Él era un Uchiha! ¡Su hija era una Uchiha! ¡Y una Haruno! ¡No habría ningún problema!
Demonios...
Cuándo Sarada empezó a gritar, Sasuke voló hasta su cuna preocupado y la alzó hacia su pecho con el único brazo que tenía. La acunó, la meció, incluso le intentó tatarear una suave melodía que había escuchado a Sakura. Y, para su sorpresa, poco a poco Sarada se fue tranquilizando. Lentamente fue cerrando sus grandes ojos negros y fue relajando el rimo con el que succionaba el chupete. Se estaba quedando dormida.
Sasuke sonrió de forma arrogante cuando vio como su pequeña caía rendida en su brazo y, con cuidado, la depositó suavemente en la acolchada cuna. Y, apenas un segundo después de que su mano se alejaran del diminuto cuerpo de su hija, Sarada abrió los ojos y comenzó a llorar de nuevo.
La madre de…
Sasuke la sacó de la cuna y la abrazó de nuevo.
Miró el reloj de la pared. Las 5 de la mañana.
Dios… Sasuke resopló cansado mirando con deseo la gran cama matrimonial del cuarto y mirando con odio la estúpida cuna de Sarada. Espera un momento... ¿y si el problema fuese la cuna? Quizás había algun tablón de madera suelto…
Estúpido Naruto, ni una cuna sabes hacer bien.
Cuando el usuratonkachi se enteró de que sus viejos compañeros de equipo iban a ser padres, el ahora Hokage se había empeñado en regalarles una cuna. Hinata y Sakura habían intentado por todos los medios que abandonara aquella idea pero la otra opción que sugirió el rubio fue pintar el cuarto de Sarada, llenarlo de ranitas y zorros de nueve colas. Definitivamente los Uchiha pensaron que sería mejor un mal regalo que durara un par de años a ver todos los días de su vida la obra maestra de Naruto en su pared.
Sasuke intentó dejar a Sarada en la cama, solo durante el tiempo que tardara en revisar la cuna, pero la niña no lo permitía. Cada vez que sentía que su padre se alejaba comenzaba su llanto.
-Tsk.
¿Cómo iba a hacer para inspeccionar la cuna si solo tenía un brazo que estaba siendo monopolizado por su hija?
-Kuchiyose No Jutsu.
Sasuke se sintió tremendamente aliviado de que nadie más puediera ver aquella estampa: las 5 de la mañana, él en pijama, con el pelo revuelto cayéndole sobre el ojo tapándole el Rinnegan, con su primogénita en brazos que ahora sonreía contenta, ambos mirando la cuna que estaba siendo invadida por dos serpientes, futo de su invocación.
Menos mal que no había invocado a Manda, probablemente le hubiese mandado a la mierda.
-S-sasuke-sama, a la cuna no le pas-sa nada.
-Tsk.
Sasuke se revolvió intentado agarrar a su hija, que extendía sus brazos y abría y cerraba sus manitias intentando coger a las serpientes. Como si de un juego se tratara, cuanto más se intentaba zafar Sarada, más se alejaban las serpientes de ella.
Las serpientes desaparecieron de su vista en una nube de humo. Sabía que era imposible, pero Sasuke habría jurado que aquellas estúpidas lagartijas se estaban descojonando de él.
-Sarada ... -resopló.
La niña, que se había vuelto a acomodar en su brazo, lo miraba con los ojos bien abiertos.
Sasuke le devolvió la mirada. Negro contra negro. Los mismos ojos y, a la vez, tan sumamente distintos.
Los ojos de Sarada habían heredado el color azabache de los Uchiha. Eran profundos y oscuros como la noche. Pero brillaban y eran cálidos, amistosos. Transmitían curiosidad al mundo y el mundo se quedaba fascinado ante aquellos ojos. Eso era obra de Sakura. Cuando Sasuke miraba los hermosos ojos jade de su esposa siempre se preguntaba por qué aquellos fueron los únicos que no le habían mirado con terror. Siempre había encontrado amor en ellos aunque muchas veces estuviese teñido con súplicas y lágrimas. Pero siempre le habían recibido, la batalla negro-verde siempre había significado estar en casa, volver atrás. Y ahora los ojos de su hija le decían lo mismo.
Sasuke la acercó hasta su cara y le besó la frente.
-Vale Sarada, se acabó por hoy, ahora tenemos que dormir –le susurró.
Si Sarada no quería dormir sola, él dormiría con ella. Si Sara-chan no quería dormir en la cama, él se metería en la cuna.
Y así lo hizo.
Dejó a la niña por un leve momento en la cuna y, una pierna primero y otra después, él mismo se metió en la cuna con ella. La niña dio un gritito de alegría y se lanzó a abrazar a su padre, quien la recibió con una sonrisa.
Sasuke no entraba en aquella cuna de ninguna manera, incluso encogido sobre si mismo sentía los barrotes de madera hiriéndole la espalda. Pero Sarada estaba tranquila. Estaba feliz. Se había hecho una bolita entre el brazo y el pecho de su progenitor y por fin su padre podía escuchar la respiración acompasada que le indicaba que su hija había caído en un sueño.
Sasuke sonrió y acercó su rostro a la cabeza de Sarada, donde depositó otro beso.
Aquella niña era un demonio, un monstruillo, sobre todo con él.
Era molesta, como lo eran todas y cada una de las personas a las que él quería.
Bueno, solo decir que se me hace tremendamente tierna la posibilidad de que el gran Sasuke Uchiha pueda adoptar una faceta así con la pequeña Sarada. Espero por mi bien no haberme creado unas expectativas demasiado altas para con esta familia.
¡Nos leemos!