2. EL RINNEGAN
-Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Sakura suspiró mientras una sonrisa florecía en su rostro.
Tres… dos… uno…
-¡Sakura, tu hija!
Bingo.
Ya casi se había convertido en una rutina para aquella familia. Cada vez que la pequeña despertaba de sus siestas y era Sasuke el encargado de recibirla entre sus brazos, los lloros se extendían por aquella casa. Era algo extraño ya que solo ocurría cuando Sarada abandonaba sus sueños infantiles: se despertaba, miraba a su padre a los ojos y…
-Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Sakura abandonó el alegre canturreo que la solía acompañar mientras preparaba la cena y se encaminó hacia el cuarto de su hija, donde la pequeña le extendía los bracitos aún entre lloros.
Sakura cargó a su hija y la fue meciendo lentamente, consiguiendo así el cese del llanto de la pequeña.
-¿Qué crees que será? ¿Tendrá pesadillas? –Caviló Sakura mirando a su marido.
-No le gusto –sentenció claramente el Uchiha. Su voz sonaba fría y dura pero la tristeza se veía reflejada en sus ojos.
Sakura le sonrió tiernamente.
-¡No digas eso Sasuke-kun! Claro que le gustas. Mírala, ¿ves? Ya está bien. Si es que es la niña más buena del mundo, ¿a que si, linda? –Y Sakura siguió haciéndole carantoñas a su hija ante la atenta mirada de su marido.
A pesar de lo dicho por su esposa, Sasuke estaba seguro de que la razón del llanto era él. Era extraño, su hija solo lloraba cuando era él el que la despertaba, como si verlo a él de primeras le provocara sorpresa. O miedo.
Sasuke entrecerró los ojos pensativo mientras miraba la bella relación que tenían las dos mujeres de la casa. Sakura era todo dulzura y cariño, siempre sabía que hacer, sin embargo él… Él seguía siendo el hombre frío y distante de siempre. Quizás fuese eso lo que asustaba a la pequeña Uchiha.
Tan sumido estaba en sus pensamientos que solo despertó cuando unas manitas se posaron en su rostro y unos ojos negros le miraron con curiosidad.
-Ese es papá, linda. ¿Sabes decirlo? Pa-pá.
Pero la pequeña estaba más concentrada en los largos cabellos azabache del Uchiha. Le revolvió todo el cabello y solo dejó de juguetear con el cuando posó la mitad del flequillo sobre su ojo izquierdo. Después, ante la atenta mirada de sus padres, se inclinó hacia atrás como el pintor que admira su obra una vez terminada y, una vez estuvo satisfecha, se estiró todo cuanto el agarre de Sakura se lo permitió para depositar un tierno beso en el cabello que ahora tapaba la mitad de la visión de Sasuke.
No puede ser...
-Sasuke-Kun...
El susodicho dejó escapar una sonrisa sincera y extendió el brazo para tomar a su hija.
-Así que era eso, ¿verdad Sarada?
-¿Está así más guapo, linda? –contribuyó Sakura,
Por toda respuesta aquella niña asintió con fuerza y le regaló un sonoro beso en la mejilla de su papá.
-Así que… ¿lo vas a dejar así?
El Uchiha echó un vistazo al espejo que adornaba la habitación. En realidad su aspecto poco o nada le importaba, aunque probablemente sería incómodo a la hora de batallar fuera de los límites de Konoha. Pero si aquello era lo que asustaba a Sarada…
-Hmp.
Sakura se acercó a él y le pasó la mano por el cabello, apartándole el nuevo flequillo de la cara, dejándole a la vista su Rinnegan, aquel ojo violáceo que guardaba tanto poder. Coincidía con Sarada en que podía ser intimidante, sobretodo para un bebé tan pequeño como ella. Sonrió recordando como su hija se lo había tapado.
-Quizás te moleste en las misiones… Podríamos encontrar un modo de sujertar el pelo –comentó sonriendo.
-No.
Sasuke sacudió levemente la cabeza consiguiendo que Sakura retirara la mano y el pelo ocupara su nueva posición. Se encaminó hacia el escritorio del cuarto a sabiendas de lo que le esperaba a continuación… Sakura tenía un espíritu divertido e infantil por lo que no dejaría pasar la oportunidad de burlarse de él.
La kunoichi se alejó y se sentó en la cama mientras observaba como su esposo organizaba el papeleo de las últimas misiones.
-Piénsalo, quizás una trenza o…
-No.
Sasuke no necesitaba mirar aquellos ojos verdes para saber que Sakura se estaba divirtiendo a su costa, y ella no necesitaba mirarlo a la cara para saber que el Uchiha le estaba siguiendo el juego con una de esas medio sonrisas suyas.
-¡Oye, Sasuke-kun! ¡Una trenza puede ser muy varonil! Aunque si lo prefieres te puedo dejar una de mis horquillas y…
-No.
-Pues son rojas, te harían juego con el Sharingan –añadió intentando convencerlo.
Sasuke miró a su esposa sonriendo levemente.
-No.
Sakura suspiró y, bostezando como un gato, se dejó caer pesadamente en la cama.
-¿Sabes? Eres todo un desafío –comentó mirando pensativamente el techo-. Primero te quedas sin un brazo por baka y te ves obligado a apañartelas sin él, ahora te quedas sin un ojo y…
-¿Intentas decirme que no puedo con todo, Sa-ku-ra?
Ahí estaba, lo estaba haciendo otra vez. Aquella voz susurrante de Sasuke era todo un reto para su autocontrol. Porque ambos sabían que aquel tono y la manera tan sugerente que tenía de pronunciar su nombre siempre era presagio de una larga y apasionada noche.
La kunoichi rió nerviosa manteniendo el rubor de sus mejillas. Se incorporó sobre sus codos mínimamente, lo suficiente para ver como aquellos ojos negros o, mejor dicho, aquel único ojo negro que ahora se dejaba ver, la miraba intensamente y como una sonrisa traviesa aparecía en su cara.
-Quizás necesites ayuda para desenvolverte, Sa-su-ke-kun.
Que Sasuke fuese uno de los ninjas más rápidos tenía sus ventajas y sus inconvenientes. A favor era su utilidad en las batallas, por supuesto; en contra era que su mujer no podía preveer cuándo aquel hombre iba a decidir situarse encima de ella, obligándola a recostarse nuevamente en la cama, amoldando su cuerpo perfectamente al de la kunoichi.
El Uchiha dejó escapar una risa ronca mientras observaba a escasos centímetros aquellos ojos verdes que ahora le miraban expectantes.
-Seguiré siendo igual de habilidoso, no te preocupes.
-Quizás deberíamos comprobarlo…
Y Sakura acortó la distancia que mantenía separadas sus bocas, iniciando uno de los más de cien besos que se repartirían aquella noche.
Sasuke dejó a escapar una mínima sonrisa contra los labios de Sakura. Sakura… más que una ayuda para desenvolverse, aquella mujer era una distracción, una encantadora distracción donde estaría dispuesto a perderse siempre.
C'est fini!
Muchas gracias a todos lo que leiste el anterior y en especial a los que comentasteis. ¡Muchas, muchas gracias!
Espero que el anterior no dejara el listón muy alto y este también os haya gustado.
¡Un beso y nos leemos!