Disclaimer: Ninguno de los personajes de la saga Harry Potter me pertenecen, son propiedad de la ingeniosa J. K. Rowling. Sólo me pertenecen los personajes restantes y el fic. Sólo por diversión.


Nubes grises eran las encargadas de darle la bienvenida a aquella mañana de abril, dándole un toque sobrio y triste al día. Aunque eso no era necesario, ya para algunos mortales era lo suficientemente triste como para dejarse influenciar por el clima.

─No puedo creer lo que me estas contando, hijo ─dijo Narcissa con tristeza, dándole un pequeño sorbo a su té─. Jessica ¿muerta? Esto definitivamente es difícil de creer.

─En realidad no debería de sorprendernos, Cissy ─comentó Lucius sin dejar de mirar por la ventana el pesaroso cielo─. Era de esperarse desde el momento en que el mundo mágico se enteró de su relación con Severus. Los mortífagos no iban a perder la oportunidad de hacerle pagar su traición, y eso la incluía a ella.

─Eso es lo que todos dicen. ─Draco miraba pensativo su infusión. Tenía ganas de beber algo más fuerte, pero era temprano para eso, y sin contar que no quería escuchar un sermón de su madre por lo que ella consideraría un mal comportamiento. Había pasado la noche en vela ayudando a Kingsley a prepararlo todo para dar la noticia a las demás delegaciones, una de las muchas pruebas que se venían encima. Y ahora solo quería dormir aunque sea unas horas, dormir para despertar de aquella pesadilla y ver nuevamente a su amiga sonriéndole.

─ ¿Y Severus? ─inquirió la rubia, insegura de querer saber la respuesta.

El joven slytherin miró fijamente a su madre antes de responderle─. Pues no lo sé. Después de que intervino en el levantamiento y se llevó sin permiso el... ─tragó fuerte. Todavía no asimilaba la nueva realidad─, el cuerpo de Jessica, no supe más de él.

─Pobre Severus, la vida sigue ensañándose contra él ─exclamó indignada, dejando la taza a un lado─. ¿Y dónde estará?

Draco suspiró─. Supongo que está en Crystal Manor. Después de todo, es su casa y nadie puede entrar a ese lugar sin el permiso de alguno de los habitantes.

─Eso quiere decir que nadie sabrá de él hasta nuevo aviso ─manifestó el rubio mayor con solemnidad, sentándose en una de las butacas.

Narcissa miró consternada a los dos magos─. ¿Y cómo sabremos si está bien?

─No dramatices, Narcissa. Severus estará bien ─expresó Lucius con tranquilidad mientras se servía un poco de la cálida infusión─. Sólo hay que dejarlo vivir su luto. Ya volverá a nosotros.

─Pero...

─Tranquila, madre. Tomaré un descanso y después iré a hablar con mi padrino.

Lucius observó intrigado a su hijo─. ¿No acabas de decir que no pueden entrar sin permiso?

─Jessica me otorgó el permiso hace un mes. Así que veré que puedo hacer por él, de todas formas hay que ponernos de acuerdo para la sepultura y para darle la noticia a sus padres. ─Draco se levantó de su lugar─. Iré a descansar un rato, con permiso. ─y con una mirada triste y cansada, el joven ojigris se retiró.

Narcissa miró con preocupación a su marido─. Pobre Draco. Está situación es muy dura para él.

─Así es, pero nuestro dragón sabrá cómo superarlo ─argumentó el patriarca dándole un gran sorbo a su bebida─. Nada es eterno, Narcissa, y este mal momento se lo llevará el paso de los años. Ya lo verás.

La ojiazul lo miró descontenta por su impasibilidad en el pesar de su hijo, pero no podía esperar más de él, esa era su actitud y ya era tarde para remediarlo. Pero en el fondo sabía que su esposo tenía razón, las alegrías y las tristezas no eran inmunes al pasar de los años. Sólo esperaba que su hijo y Severus no fueran la excepción.


Ministerio de Magia

Sala de Reuniones

─¿Una guerra? Señor ministro, no puede estar hablando en serio ─comentó una horrorizada Jefa del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica.

─Jamás he hablado con tanta seriedad en toda mi vida ─respondió Shacklebolt con voz neutra─. El Tridium nos declaró la guerra y tenemos seis días para prepararnos.

─Querrá decir seis días para huir, señor ministro ─replicó el Jefe del Departamento de Transportes Mágicos─. No es ningún secreto que aún nos estamos recuperando de los estragos que nos dejó la guerra anterior, y eso que el enfrentamiento fue nada más contra Ustedes Saben Quién. No me quiero ni imaginar que será de nosotros en estos momentos contra tres reinos, que para rematar son nada más y nada menos que guardianes de grandes poderes.

─Muchas gracias, señor Stevenson. Su optimismo era lo que hacía falta en esta reunión ─expresó Harry con sarcasmo, haciendo que el anciano mago mirara en otra dirección─. Sabemos la gran dificultad que estamos por enfrentar, es por ello que se convocó esta reunión. Queremos que todos den su punto de vista y alternativas de solución. Ya Stevenson dio su valiente opinión ¿Quién más quiere participar?

─ ¿Han intentado dialogar con el Tridium? ─preguntó uno de los delegados.

─Hemos tratado de hablar con ellos pero han cerrado toda posibilidad de diálogo con nosotros ─respondió el ministro.

─ ¿Y si le pedimos ayuda a los demás ministerios?

El hombre de color suspiró afligido─. Tampoco es opción, ellos también están bajo amenaza de guerra. Además nos dieron la espalda porque, a su parecer, somos los culpables de esta penosa situación.

─ ¿Y Severus? ─preguntó Lynette─. Él pertenece al Tridium, puede abogar por nosotros ─comentó plácidamente.

─No hemos sabido nada de Snape desde ayer y tampoco sabemos dónde está ─respondió Harry mirándola con recelo. No sabía por qué pero su instinto le decía que ella no era de fiar─. Además, después de lo que pasó, no creo que esté en capacidad de ayudarnos.

"Ni muerta Rosenbaum deja de ser un estorbo. ¡Mil veces maldita!" Pensó la rubia mientras asentía con una falsa sonrisa conciliadora.

─Pues en ese caso propongo que pongamos a nuestros ciudadanos a salvo ─habló el Jefe del Departamento de Accidentes y Catástrofes Mágicas─. Seamos realistas, nos estamos enfrentado a un poder tres veces mayor al visto en la última guerra. Lo mejor que podemos hacer es resguardar los puntos más importantes de nuestra jurisdicción, salvaguardar a la población en lo máximo que podamos y..., rogar que la tormenta pase pronto.

─ ¿Y cuándo se calmará? ─inquirió otro de los delegados─. ¿Hasta cuándo soportaremos defendiéndonos? ¡Propongo planificar una buena ofensiva!

Kingsley tomó una gran bocanada de aire antes de levantarse y hablar─. Creo que todos estamos de acuerdo que quienes nos declararon la guerra no son cualquier oponente y las oportunidades de vencer son muy pocas para no decir remotas. De acuerdo a lo dicho, concuerdo con Ferdinand, nuestros ciudadanos no tienen la culpa de este desastre y deben ser resguardados al igual que algunos relevantes lugares. Necesitaré toda su ayuda en estos momentos de emergencia, ahora más que nunca tenemos trabajo por hacer. ─los presentes asintieron en apoyo al ex auror─. Nos reuniremos mañana a primera hora para la planificación respectiva. Pueden retirarse.

Al levantarse la sesión, Harry se acercó al ministro─. ¿Ha sabido algo de Snape? ─le preguntó de forma tal que Shacklebolt fuera el único en escuchar.

El ex auror negó con la cabeza─. Draco me dijo que se encargaría de localizarlo y que nos avisaría inmediatamente lo que aconteciera en su conversación. ¿Ya comenzaste con la investigación?

─Estoy en eso.

─Bien. Recuerda que si logramos esclarecer todo lo ocurrido y encontramos a los culpables, nos puede servir de último recurso ante el Tridium. ¿Y Sirius?

Harry suspiró─. Está en el sur, buscando a los culpables de lo que le ocurrió a Jessica.

─Por primera vez apoyó sus impulsos ─masculló el hombre con rencor─. Dile que se asegure de encontrarlos pronto, lo vamos a necesitar.

El ojiverde asintió y se retiró en dirección a la Oficina de Intercesión.

Kingsley sacó de su gran túnica aquel funesto reloj, recordatorio del gran conflicto que se avecinaba. Se pasó una mano por su agotado rostro, era demasiada carga para él─. Jamás pensé decir esto pero…, ojalá y ocurriera un milagro.


─Joven Malfoy ¿Qué hace por acá? ─preguntó Phillipe al ver al rubio sacudirse los restos de ceniza.

─Vengo a ver a mi padrino ─respondió el chico quitándose la capa de viaje y colocándola en el perchero─. ¿Sabe en qué parte de la mansión se encuentra?

─No ha salido de la recámara principal. Está con... ─el cuadro se entristeció.

Draco levantó la mano y negó con la cabeza─. No tiene por qué decirme más. Iré a verlo.

─No creo que se pueda ─alegó el francés apenado, el slytherin se volteó hacia él.

─ ¿A qué se refiere Budiet?

─Pues... ─Phillipe sacudió unas imaginarias pelusillas en su lienzo─. Snape cerró la puerta con magia, por lo que no se puede acceder.

El ojigris quedó pensativo por unos minutos hasta que se percató de un detalle.

─ ¿Puede llamar a uno de los elfos?

El retrato frunció el ceño por un momento, pero su rostro se serenó al captar la idea del chico.

─Wendy.

Con un sonoro plof la elfina apareció─. A su orden, señor Phillipe.

─Lleva al Joven Malfoy al interior de la habitación principal.

─Pero, ¡el amo Snape dio órdenes de que no lo molestáramos! ─chilló la elfina con un leve temblor.

Draco se acercó a la criatura con una sonrisa indulgente─. No te está pidiendo que te quedes, solo tienes que dejarme en la habitación y continuar con tus labores, así podré hablar tranquilamente con tu amo sobre un asunto de emergencia ¿Entendido?

Wendy miró un momento al mago y luego a la pintura. El francés asintió, concediéndole la respuesta que silenciosamente necesitaba. ─Está bien. Wendy llevará al joven Malfoy con el amo.

El mago le dio la mano a la elfina y rápidamente se aparecieron en la recámara principal.

─Buena suerte ─murmuró Wendy antes de desaparecer de la misma forma.

Le costó al principio reconocer donde estaba, pero poco a poco su vista se acostumbró a la gran penumbra a la que estaba sumergida la alcoba principal. Y lo que vio lo dejó pasmado: la habitación era un completo desastre.

Los muebles estaban esparcidos en diferentes lugares, el espejo del fino tocador estaba destruido al igual que la gran lámpara de techo y la de ambas mesitas de noche. Lo único que alumbraba la amplia habitación era una vela ubicada en una de las mesitas ya que lo que parecía el lugar del ventanal estaba cubierto con una espesa y larga cortina negra. Lo único que estaba intacto era la gran cama, donde visualizó a un hombre de cabello negro y tez pálida sentado en la cabecera del lecho, absorto en la observación que le dedicaba a la fallecida heredera. Una fuerte opresión se instauró en el pecho del rubio, no había tenido oportunidad de ver a su amiga, su padrino se la había llevado antes de que él llegara a aquella habitación.

Al mirarla tan lívida, con aquel vestido blanquecino que mostraba las cicatrices que validaban su tortura, hizo que la ira y la impotencia creciera en su interior. ¡Tenía que habérsela llevado a rastras a almorzar! ¿Por qué demonios no se hizo caso a su instinto? Se decía una y otra vez. Al salir de sus pensamientos se percató de que sus mejillas estaban húmedas, no se había dado cuenta de que estaba llorando. Se secó las lágrimas con rapidez y se acercó poco a poco hasta situarse al otro lado de la cama, obteniendo una mejor visión de ambos.

A pesar de su cercanía, su padrino no le dedicó en ningún momento un vistazo, estaba concentrado solamente en ella. "La culpa lo está consumiendo" se dijo mentalmente al recordar el comentario de su padre. "¿Cómo hacerle entender que no fue su culpa, cuando la realidad es que la asesinaron para vengarse de él?" Esa era una gran pregunta que, para su mala suerte, no tenía respuesta.

Un fuerte olor a licor llegó a su nariz, miró hacia la mesita que estaba a su lado y se percató que dos botellas de whisky la ocupaban, una vacía y otra que se encontraba menos de la mitad.

"Ahora entiendo su tranquilidad" pensó apesadumbrado.

¿Y ahora como iba a hacer para tratar con él sobre el tema si estaba ebrio?

Mientras meditaba sobre lo que podía hacer, bajó la vista hacia el costado de la joven, logrando que un pequeño destello llamara su atención. En la mano de la chica había un hermoso anillo.

─ El anillo de Merlín ─ murmuró pensativo. El anillo que le otorgaba poderes inimaginables a su portador.

"Y aun así no fue suficiente para salvarla" pensó el rubio con amargura. "Muchos ambicionaban tener ese poder en sus manos, quizás otra razón para atacarla fuera que los culpables pensaron que quitándole la joya lo obtendrían. Seguramente la asesinaron al darse cuenta de que el anillo solo puede manejarlo su heredero… hasta el día de su muerte"

"Hasta el día de su muerte"

Draco no podía dejar de pensar en esa frase, y como un flashazo su mente no pudo dejar de trasladarlo a aquella conversación el día antes de Nochebuena.

"─Yo tampoco me lo puedo quitar. ─la morena hacía el intento de quitárselo, pero parecía que estaba pegado a ella ─. Sólo cuando muera, el anillo me dejará libre.

─Entonces solo cuando estés muerta..., podrán retirarte el anillo ─dijo pensativo.

─No precisamente. Si muero, el anillo desaparece inmediatamente hasta que el próximo heredero esté listo."

Abrió los ojos desmesuradamente. Desde ese día no le había dado importancia a ese inesperado dato pero, ahora que la circunstancias eran muy distintas… Si lo que Jessica había dicho era cierto, entonces eso quería decir que… No, quizás él estaba confundido. No podía ser el Anillo de Merlín.

─Imposible ─exclamó en un susurro. Al ver el anillo de cerca, notó que la tonalidad de cristal ahora lucía más oscura de lo normal, tendiendo más al color negro─. Parece pero...

─ ¿Draco?

El rubio levantó la vista, quedando impactado al encontrarse con unas inquisitivas orbes oscuras.

─ ¿Qué haces aquí?

─Yo... y-yo venía a... ¿no está ebrio? ─respondió saliendo de su momentánea confusión y al percatarse de que la voz de su padrino era fuerte y clara.

El mago mayor enarcó una ceja y lo miró como si hubiera preguntado la estupidez más grande del mundo.

─Bien ya entendí. ─le dijo el rubio levantando las manos en son de paz. Al mirar nuevamente el destello de la sortija no pudo evitar preguntar─. ¿Ese es anillo de Merlín?

El semblante del ex profesor se oscureció ante la mención de la joya.

─ No estoy para las estupideces de nadie. ¡Lárgate! ─espetó molesto.

Lo que más quería Severus en esos momentos era que lo dejaran en paz, que lo dejaran pudrirse en su dolor y que la culpa lo consumiera cual fuego a una hoja seca. ¿Era eso difícil de entender?

Después de que comprobará con sus propios ojos la fría realidad, decidió refugiarse en la soledad de la mansión para desahogar el dolor y la rabia que lo estaba carcomiendo por dentro. Nuevamente alguien moría por su culpa, otra vez se repetía la tragedia en su vida, pero esta vez de una forma más agresiva y atroz. A diferencia de aquella noche de Halloween, esta vez había perdido a quien verdaderamente le había pertenecido, quien le mostró con hechos lo que era ser querido y amado. Pero ahora, todo se había esfumado como un maldito y hermoso sueño, solo para encontrarse con la más brutal pesadilla. Tenía que darse cuenta de una vez por todas que él no nació para ser feliz.

A pesar de la indirecta amenaza y del inestable humor del pocionista, el rubio hizo caso omiso y acercó su mano lentamente hacia la joya. Al tocarla, recibió una fuerte descarga que lo expulsó contra la pared.

─ ¡Mierda, sí es la condenada joya! ─gritó mientras se sobaba el pequeño chichón que le produjo el golpe. Ni bien se había recuperado del impacto cuando Draco sintió que lo levantaban por las solapas de su exclusivo traje.

─ ¡Te dije que largaras! ─siseó Severus con evidente furia─. No hagas que te lo diga una tercera vez porque no respondo de lo que pueda pasar.

El joven mago tragó fuerte, esa mirada más oscura de lo normal le indicaba que estaba hablando enserio. Pero por más miedo que diera, tenía que hacerle entender lo que significaba esa nueva situación─. Es que no me estás entendiendo, Snape. Jessica tiene el anillo de Merlín.

─ ¡Claro que lo tiene pedazo de idiota! ─el pelinegro lo azotó contra la pared sin dejar de aguantarlo del doblez─. Por si tu reducido cerebro no lo había deducido, era la heredera de Merlín por ese "pequeño" detalle.

─ ¡No me estás entiendo, ese anillo ya no debería estar allí! ─exclamó ahora molesto el rubio, tratando que soltarse del agarre de su padrino.

─ ¿Y se puede saber según tú por qué ese anillo ya no debería de estar allí?

Después de forcejear unos segundos con Severus, el chico calló al suelo; y con voz entrecortada por el esfuerzo para recuperar su libertad le respondió.

─Porque al morir su heredero, inmediatamente el anillo desaparece hasta la llegada de su nuevo dueño.

Severus lo miró como si su ahijado hubiese terminado de perder la cabeza─. ¿De dónde sacas eso?

─Jessica me lo dijo meses atrás. ─el rubio se levantó lentamente y miró a su ex profesor expectante─. El anillo está unido a su dueño, sólo al morir lo deja en libertad.

La mente del pelinegro trabaja a mil por hora, desconcertado por lo que su ahijado le reveló. "Sólo al morir el anillo desaparece... ¿y el anillo sigue allí?"

─Estás diciendo tonterías.

─No creo que Jessica haya sido una persona que le gustara inventar historias ¿o sí?

─Es… es imposible ─susurró Severus mientras se acercaba a la cama y cogía la mano de la joven entre las suyas.

Aquellas manos que alguna vez lo acariciaron con tanta calidez ahora se sentían frías como el hielo, indicando la falta de vitalidad en ellas. Miró con detenimiento la invaluable joya, buscando algún defecto que le indicara que no era el famoso anillo de Merlín, sin embargo no había duda de que fuera la joya original. Todo estaba bien a excepción de que el cristal ahora era de color negro y que, si se miraba fijamente, también daba la impresión de que había un remolino en su interior.

─A mí también me confundió su color ─habló el joven mago al ver que el pocionista tenía el mismo pensamiento─. Pero sólo el anillo original posee tal defensa. ¿Por qué el anillo aún sigue unido a Jessica, y por qué el cambio de color? ─se dijo pensativo.

─Quizás..., el color simboliza que dentro de poco hará su desaparición.

─O quizás..., porque algo pasó y Jessica no esté en realidad muerta.

Los latidos del corazón de Severus se dispararon, aunque su rostro seguía imperturbable. ¿Había esa posibilidad?

─No creo...

─ ¿No crees que, Snape? ─inquirió Draco con molestia por el pesimismo del slytherin mayor─. Por si no te has tomado la molestia de comparar, mi hipótesis tiene más fundamento que la tuya. Sin contar que no me lo dijo cualquier persona, me lo dijo ELLA ─se acercó a la cama y se quedó observando el cuerpo de su amiga─. Tal vez, solo tal vez, haya una esperanza en toda esta pesadilla.

Severus siguió el ejemplo del chico y miró con detenimiento a la chica. Tal vez su oxigenado ex alumno tenía razón, quizás algo pasó durante su secuestro y su castaña no estaba muerta. Se levantó con brusquedad y comenzó a pasearse como un león enjaulado por toda la habitación con ambas manos encima de la cabeza. No debería de ilusionarse, ya basta de sueños absurdos, ya debería de haber aprendido la lección, pero… ¡Maldición! Como no desear que todo esto fuera una mentira, como no querer creer que lo único y maravilloso que le ha pasado en su condenada vida no se fue de sus manos. Pero… ¿si eso era cierto?

─Debemos averiguar qué fue lo que pasó o por que el anillo ahora es diferente, y esa es una investigación que nos puede llevar una buena temporada. ─el ojigris suspiró─. Es una lástima que no exista una persona que tenga todo el conocimiento del mundo, así nos ahorraría mucho tiempo.

Una gran idea cruzó por la mente del pocionista. Su ahijado estaba equivocado, si había quienes que tenían gran conocimiento del tema. Sólo esperaba que fuera el suficiente para resolver este inesperado enigma.

Raudo y veloz, el hombre se dirigió al baño, dejando al rubio atónito por su repentina reacción. Al cabo de unos minutos, Severus salió muy bien vestido.

─ ¿A dónde vas? ─tartamudeó Malfoy desconcertado al ver que el pocionista había cogido su capa de viaje.

─Necesito respuestas y sé quién puede dármelas. ─el pelinegro miró por última vez a la heredera antes de dirigir su mirada al joven─. Quédate con ella. Cualquier acontecimiento de importancia comunícaselo a Budiet, él sabrá donde encontrarme. ─y sin esperar alguna respuesta, Severus se retiró de la habitación.

Draco se sentó en la suave cama, alborotando su ya despeinada cabellera en un claro gesto de confusión. ¿Y ahora que mosquito le había picado a su ex jefe de casa?

─Solo espero que sea lo que sea que tiene en mente, salga bien. Por el bien de todos, espero que así sea.