Euforia
Capítulo 10
Cuando ella dijo esa frase, me dieron ganas de desgarrarla, de poseer cada pequeño espacio de su perfecto cuerpo, algo en mí se desató y ella iba a probar lo que nadie nunca había probado.
Desgarré su ropa y la dejé en interiores, admiré su cuerpo y noté su mirada llena de deseo, ella estaba a la expectativa de cada movimiento mío, de repente hizo un ¿puchero? Cómo es posible que esta mujer pase de una mirada malévola y gatuna a una mirada de niña pequeña, por eso caí, porque esta mujer no termina de sorprenderme.
-¿Qué pasa?- susurré a su oído.
-Es injusto.- dijo con el puchero aún.
-¿Injusto? Tú has dicho que lo quieres duro, rápido y sin reservas.- se sonrojó un poco ante mis palabras.- ¿ya te arrepentiste?- ella negó.
Y de nuevo una sorpresa, se enderezó un poco y mordió mi cuello, jamás sentí una explosión de excitación tan intensa. "Es injusto que tú sigas con toda tu ropa, pero eso tiene solución" fue lo que susurró esta atrevida mujer a mi oído y comenzó a arrancar mi ropa, estoy seguro que si ella tuviera garras hubiera hecho conmigo lo que yo hice anteriormente. Desnudó mi torso y pasó sus suaves manos por mi fría piel, sentí su cálido tacto y una corriente eléctrica me corrió por toda la espina dorsal. "Quítatelo" dijo viendo fijamente mi pantalón, "quítamelo" respondí por inercia. Me cogió por el cuello y como si fuéramos el caudal de un río embravecido me dejé llevar por su pasión y deje fluir la mía, cuando menos lo esperaba ya estaba debajo de ella y a su entera merced. Se colocó a horcajadas sobre mí y comenzó a besarme, con hambre, con deseo, con pasión, pero ella no me iba a dominar, a pesar de que estaba sobre mí posé mi mano sobre su nuca y así profundicé el beso, mordí sus labios, entré y salí de su boca a mi antojo, el calor comenzó a subir y el vaivén de sus caderas sobre mí me estaba enloqueciendo, saqué su sostén y apreté uno de sus cálidos pechos con la fuerza suficiente para hacerla gemir.
Quería hacerla mía ahí mismo, estaba explotando y la cruel mujer paró en seco todo, me vio con hambre en la mirada y me tiró a la cama, mordió mi cuello y con un húmedo camino de besos y mordidas entre mi clavícula, pectorales y abdomen llegó hasta mi pantalón. Subió la mirada y casi con burla en sus ojos me dirigió una perversa sonrisa, ella lo estaba disfrutando, mi agonía era su elixir. Se deshizo de las dos prendas que me restaban y comenzó a lamer toda la extensión de mi pene, al principio era un suave jugueteo pero después de ver como se introducía uno de mis testículos a su boca cuan si fuera un manjar supe que esto aun iba a subir de tono, después de unas lamidas más y de entrar y salir de su húmeda cavidad. Yo me encontraba lo suficientemente excitado para destrozarla ahí mismo, una humana a mi merced, una simple e insignificante humana, pero también una importante humana para mí. La tomé de los hombros y giré mi cuerpo hasta quedar sobre de ella, agarré sus muñecas con un poco más de fuerza de la habitual y mordí su cuello con fuerza, ella se retorció bajo de mí y el olor a su excitación se agudizó, lamí en donde había dejado mi mordida y con la mano libre estrujé uno de sus pezones, erecto, deseoso y perfecto, ella gimió como si un grito se hubiese tragado y aun así se veía su mirada perdida en el deseo.
-Sesshomaru, te he dicho que rápido, ¿cuánto más planeas seguir con la tortura?- dijo ella en un seductor tono que sólo me hizo desear que suplicara por mí.
-Hasta que ruegues.- dije con un tono de reto.
-Veamos si consigues hacerme suplicar.- contestó ella a mi reto.
Solté sus muñecas y me erguí frente a ella, era una imagen perfecta, una virgen deseosa viéndome con deseo y pasión reflejados en sus ojos, le quité la última prenda en un solo movimiento. Con una mano apretada y estrujaba uno de sus pechos y con mi mano libre se me ocurrió hacer una travesura en su intimidad, sin la mínima delicadeza hundí mi garra en su intimidad, ella gritó mi nombre, el eco fundido en las paredes de la habitación hizo hervir mi sangre. Vi un poco de sangre en mi garra y me limité a lamer mi dedo "exquisito", me puse de pie y la jalé conmigo, la sometí en una de las paredes de la habitación y tomé sus manos como un policía cuando esposa a un maleante, eso era ella para mí una maleante, una terrorista que se había adueñado de una gran parte de mi mente. Su espalda sudada fue saboreada por mí, de espaldas tomé su seno derecho y recargué mi erección en su trasero, perfecto y firme para mi gusto, comencé a fingir una penetración y ella se dejó llevar por mi ritmo.
-Sesshomaru, anda…no soy la única que está que se explota.- dijo ella entre la deliciosa excitación del momento.
-Hasta que ruegues…-contesté tratando de dejar de lado mi respiración y mi voz entrecortada.
-Se lo ruego Lord Sesshomaru, penétreme….tan profundo como le sea posible.
Música para mis oídos, sin pensarlo más y de una estocada introduje mi erección hasta donde me fue posible y sin darle pie a que se acostumbrara a mi miembro, entré y salí de ella con fuerza, solté sus manos para que ella tuviera soporte en la pared y la tomé de la cadera para profundizar la penetración.
-mmm…ahhh… más rápido Lord.- el olor de la virginidad de la sacerdotisa y su sangre mezclada con la excitación y mi olor mismo, estaban por enloquecerme.
Bajé un poco la guardia y sin pensarlo rasgué de su cintura hasta su cadera y ella lejos de llorar o gritar de dolor se vino conmigo aun penetrándola tan fuerte como era posible. El olor a sexo y sangre estaba posesionado de toda la habitación, ella olía deliciosamente bien, yo seguí con lo mío sin darle el mínimo descanso o tiempo para que disfrutara de su orgasmo. Quería fundirme con ella, quería alcanzar otro nivel y aquí fue en donde cometí un error que probablemente lamentaría después. La jalé de los pechos mientras aun la penetraba, quité el cabello de su cuello y justo cuando llegué al clímax la marqué, mordí mi lengua para abrir paso a mi sangre, enterré mis colmillos en su cuello tan profundamente como me fue posible, considerando hasta donde ella toleraría el dolor, probé su sangre y le di un poco de la mía.
Salí de ella después de unos minutos y ella con las piernas un tanto temblorosas se dio vuelta para quedar frente a mí, hermosa visión fue ver a esa menuda mujer, llena de sangre, su cuello escurría, su cintura y abdomen también, y de su intimidad hasta sus talones un delicado hilillo de sangre iba bajando, su cabello hecho un desastre, sus labios hinchados con un moretón en la comisura de sus labios pero lo que me hizo poseerla nuevamente fue ver que pese a su estado sonrió seductoramente y se lanzó a besarme de nuevo, ya éramos uno y pese a que la había destrozado ella pedía más.
-¿Te encuentras bien?- le pregunté saliendo de mi cavilación.
No respondió, tan solo sonrió ladinamente y me sentó en su cama, se subió de nuevo a horcajadas y se auto penetró, subía y bajaba en un delicado ritmo que lentamente fue aumentando de intensidad, gemía y pronunciaba mi nombre, mis manos a su ritmo estrujaban sus pezones y si implementaba un poco de fuerza ella aumentaba el ritmo de su danza, eso fue para mí, era una sacerdotisa haciendo una danza perfectamente adornada por su propia sangre, y yo era su único espectador, por suerte estaba en primera fila e igual de excitado que ella. No quise pensar en las consecuencias de mi arrebato al marcarla, me dejé llevar y seducir por su cuerpo bellamente adornado de sudor y sangre. Estaba por venirme de nuevo y antes de dejar que me robara el aliento de nuevo la puse debajo de mí y arremetí nuevamente contra ella, no soy el protagonista de este evento porque ella se ha robado el crédito pero si tenía la necesidad de hundirme en ella tan fuerte como la razón nos permitiera seguir. Cuando por fin me liberé nuevamente dentro de ella, ella ya había tenido un par de orgasmos más que yo, rodé sobre su cuerpo y me dejé caer a un lado de ella. Quedamos acomodados como un matrimonio de ancianos, seguro mi madre nos vería así y como ella dijo alguna vez, de esos capítulos de dorama que rellenan la parte aburrida del mismo.
-Sesshomaru, no me puedo mover.- dijo relajada en un tono pacífico.
-Mujer, ¿pensabas que estar con un youkai iba a ser cualquier cosa?- le pregunté sin emoción en mi voz, aunque un tanto preocupado por todas sus heridas, pero honestamente no tenía pensado moverme por un rato, después podríamos ver qué tan mal o bien estaba.
-Si me desangro será tu culpa, y cargarás ese pecado de por vida.-dijo ella con una sonrisa extraña adornando su intento de reproche.
-Bien, soy culpable.- dije entrando en su juego.
-Cínico.- soltó ella con un puchero que pude apreciar al verla de reojo.
-Ahora, eres mía mujer y espero que no te arrepientas de eso.- dije al recordar que la había marcado con mi propia sangre.
-No sea engreído Lord del Oeste, un acostón no lo hace propietario de nadie.- dijo ella restándole importancia a mis palabras, cosa que me molestó bastante.
-No fue un simple "acostón" mujer te he marcado como mía y para eso no hay vuelta atrás.- dije con molestia en mi voz, pasaron unos cinco minutos y no respondía…generalmente ella responde de inmediato volteé a verla y su cara era un poema.- ¿Ahora qué te pasa? –dije tratando de sacarla de su ensoñación.
-¡¿QUÉ HAS DICHO?!- gritó tan fuerte que hasta espabiló el sueño que comenzaba a brotar desde mi subconsciente.
-Qué te he marcado cómo mía.- dije sin ponerle mucho énfasis a la frase, ¿será que esta mujer no sabe sobre la marca? ¿Acaso no fue la compañera de Inuyasha durante años? Momento si fue su compañera por qué nunca la marcó. "Mierda"- Da igual mujer, ya no hay vuelta atrás.- y realmente a mí tampoco me encanta la idea pero joder que la excitación me ganó.
-Sesshomaru…eres un estúpido. –dijo ella entrando en pánico.
-Kagome te calmas, que no es mi culpa tu enorme ignorancia.- dije reprochándole y sin notar que la había llamado por su nombre.
-Para ti soy mujer o Higurashi, y disculpa mi ignorancia pero yo no sabía cómo se hacía la marca, yo pensé que era un estúpido ritual en donde se juraban amor y probablemente había sangre de por medio, pero nadie nunca me lo explicó.- ¿ahora sí iba a llorar?
-Vas a llorar porque te marqué y no porque te desgarré el cuerpo y te quité la virginidad.- algo anda mal con esta mujer pero ya ni siquiera me sorprende, es rara.
-No, lloro porque es como si me hubiera casado sin saber, cómo si me hubieran secuestrado, me hubiera dormido y de repente despertara casada. Sango me dijo que esos lazos no se rompen ni con la muerte…..- así alegó sola un buen rato, de verdad se veía pálida.
-Me dejé llevar mujer, pero tú tienes la culpa por ser tan pasional, ¿quién lo hubiera imaginado?- dije sin emoción en mi voz.
Se puso de pie, se enredó en una sábana y salió gritando que se iba a bañar que me fuera al infierno, yo me dejé caer a la cama ni loco iba a rebajarme a seguirla. Meditando sobre lo pasado es probable que la "humanidad" que adquirí los últimos veintidós años se haya querido aferrar a su "amor". Da igual, lo hecho, hecho está…me dejé vencer por el relajante sueño que volvió a nacer de mí. Aun tenemos un par de enemigos qué vencer, a ver qué pasa.
Abrí los ojos ya que la luz del sol me estaba molestando, me encontré con la calidez del cuerpo de mi humana y recordé lo que había pasado la tarde-noche anterior. Aun olía a sangre, sin mucho tacto levanté su blusa de la pijama, de su abdomen provenía el aroma y en efecto ella estaba vendada.
-Sí, imbécil, me rasgaste suficientemente profundo para que tarde en sanar un tiempo.- dijo ella ahora tan despierta como yo.
Ignoré su alharaca y quité las vendas con un poco más de cuidado. Lamí su herida y ella gimió de nuevo, debía de controlarme y no dejarme llevar, apenas un gemido de ella y un roce con su suave piel, ya me habían excitado lo suficiente para "cogerla" como ella me lo pidió el día anterior.
Aun así lamí toda la extensión del rasguño, porque no era más que eso, un rasguño profundo demasiado profundo pero rasguño al fin, ella volvió a gemir y no pude contenerme, apretujé sus senos mientras lamía sus heridas y el olor de su excitación me enloqueció de nuevo, aunque a ella no le guste el lazo está formado y es un lazo imposible de romper, al igual que la química que fluye por nuestros cuerpos.
-Tendrás que hacerme el amor con esmero todos los días Lord del Hielo.- sonreí de lado, al parecer el berrinche se le había pasado.
-Y tú tendrás que hacerte fuerte para soportarlo.- así nos dejamos llevar una vez más y aunque la habitación Universitaria en la que nos conocimos ahora parece una escena de crimen, esto apenas comienza.
CONTINUARÁ
Qué tal? Les gustó? Je je a mí me gustó escribirlo aunque me costó un poco de trabajo. Agradezco todos sus reviews y espero este lemon haya quedado a la altura. Nos leemos! Espero su opinión y espero poder actualizar antes del sábado o el sábado porque esta semana tengo demasiada carga de ocupaciones jodidas , un saludo!