Capítulo 1. Lejos de casa.
El universo es uno de tantos miles de misterios que envuelven a la humanidad. Nuestro planeta es solo un pequeño grano de arena en toda una playa, tal vez incluso de toda la arena del planeta mismo. Algunos afirman que el Universo es infinito y que sin embargo, sigue creciendo y creciendo, otros dicen que el Universo está repleto de dimensiones, otros que el Universo está empezando a encogerse y que pronto el fin llegara. Que el Universo dejará de ser infinito y terminara de la misma que comenzó, por una explosión.
Sea como haya sido. Son solamente teorías de humanos a lo largo de la historia del planeta tierra. Algunos dicen que somos los únicos seres "inteligentes" que "viven" en el Universo. Otros dicen que es imposible que seamos los únicos en un lugar tan infinito lleno de planetas y cuerpos celestes.
Es posible que existan otras criaturas en el Universo, solo que es posible que estén en otra dimensión, a cientos y cientos de años luz. Alejados lo más posible de nosotros, con otro tipo de anatomía, costumbres, lenguaje, forma de pensar, con otro planeta, otro sol, otras estrellas.
Y los hay. Hay cientos. Algunos incluso en galaxias vecinas, otros que están súper alejados.
Por supuesto. Son, por mucho, más inteligentes, tienen diferente anatomía, idioma, costumbres y su forma de pensar es, por lo mucho, completamente diferente. Y es posible, que ni siquiera tengan lo que muchos llaman humanidad, bondad, empatía, simpatía, moral o alegría. Es posible que sean criaturas sanguinarias, que lo moral para ellos tenga otro significado, un significado que a nosotros nos pueda helar la sangre.
Tal vez, en todo el Universo, nosotros seamos los seres más insignificantes y débiles, o incluso, los más estúpidos y sanguinarios.
Quién sabe. Tal vez no están interesados en nosotros y por eso no nos han visitado desde su planeta. Tal vez piensen que no valemos la pena para una visita. Y tal vez, eso sea lo mejor.
Los seres humanos no son del todo… amigables, cuando se trata de seres diferentes. Incluso entre sus propias especies se lastiman y se engañan, ¿Qué pasaría si otra criatura invadiera nuestro planeta?
Fácil, un desastre total.
En nuestros tiempos, las multitudes son más flexibles respecto a la vida en otros planetas. Algunos creen que es fascinante la idea de no estar solos en el Universos. Algunos piensan que la mera idea es estúpida. Otros meten la religión. Uno que otro ignora por completo el tema.
¿Qué tengo yo que decir acerca de este tema? Nada en realidad. Soy de la mínima parte que ignora el tema por completo. Aunque, a decir verdad, a veces me resulta muy difícil ignorar el tema.
Tengo dos hogares. ¿Y qué tiene que ver esto? Bueno, el problema es que tengo dos hogares diferentes en el Universo. Aquí en la tierra y otro en una galaxia que los grandes científicos llaman como: M106. Una galaxia muy colorida y similar a la de Andrómeda. Esta como a 21 o 25 millones de años luz, bastante alejada. Pero allá es donde vive cierta parte de mi familia.
Por razones personales me quedé en la tierra ignorando los cientos de "mensajes" que manda mi madre para convencerme de que me vaya a vivir con ella.
Si claro. Como si eso me fuera a convencer. Si ni siquiera se ha dignado en venir a visitarme en todos estos malditos años, a ningún cumpleaños, ninguna graduación, premio escolar o incluso cuando papá murió.
Nada.
Me dejó aquí en la tierra con mi padre, lo cual agradezco mucho, y se fue. Nunca más volvió. Ni siquiera la recuerdo. Papá decía que yo me parecía mucho a ella, demasiado.
Ugh, yo no quiero parecerme a ese monstruo que tengo como madre.
Siendo una mitad alienígena envejezco de diferente manera que los humanos, en cambio mi padre, fue envejeciendo de manera rápida y normal en un humano. Cuando menos lo pensé ya habían pasado como noventa años y yo seguía viéndome como una adolecente, mientras que mi padre murió y me dejó sola.
Y no es como si me pudiera presentar con la familia de mi padre, ¿Cómo voy a explicar que no he envejecido en estos noventa años, casi cien?
¡Oh! Hola, ¿Qué tal familia?, Olvide mencionar que mi madre es un alienígena y por lo tanto yo soy un hibrido. Esa es la razón por la cual ustedes envejecen y yo no.
¡Pff! Estúpido.
Tengo que cambiar de casa cada cierto tiempo para no alarmar a los vecinos y que estos no llamen a la policía diciendo que viven con un vampiro o brujo.
Es como una patada en el trasero. Toda mi vida.
Los amigos que tuve en mi vida de estudiante ahora son abuelos, mientras que yo sigo mudándome de ciudad en ciudad, de país en país, de continente en continente. Llegará un momento en el que me hartare de esto.
¿Pero qué puedo hacer? ¿Ir con mi madre? No gracias.
Incluso cambiándome de vecindario diariamente, mi madre parecía encontrarme porque siempre que regresaba del trabajo, al llegar a casa, siempre me encontraba con un mensaje nuevo.
Y por mensaje, me refiero a personas que trabajan para mi madre y que ella envía para secuestrarme y llevarme a la fuerza a su planeta. De nuevo, tengo que mudarme, explicar porque mi casa explotó y borrar los recuerdos de los vecinos o personas que miraron luces y criaturas sacadas de una película de ciencia ficción peleando por los aires.
Un completo dolor en el trasero.
Por lo general, esos… "mensajes" siempre son criaturas fáciles de ocultar en el mundo humano. No son como yo. Pero si son diferentes alienígenas. Diferente color de piel, diferente idioma, diferente anatomía. Todos con el mismo objetivo, meterme en un jodida nave espacial.
Si, aunque suene tan estúpido y por una parte, gracioso.
Las he dejado pasar todas, porque todos los "mensajes" son tan patéticos como un pez tratando de escalar un árbol.
¡Oooh! Pero esta vez fue diferente.
Hoy fue curiosamente diferente. Esta vez no fue un solo "mensaje" esta vez fueron más de un flota.
No sé qué mierdas hicieron para atraparme. Tal vez lo hicieron mientras dormía, pero ahora mismo me encontraba dentro de esas naves alienígenas. Estaba en lo que parecía ser una habitación de contención. Puede que aun sea un poco nueva con los poderes extraños alienígenas. Ni siquiera estaba segura de que tipo de alíen era yo. Nunca me digne a investigarlo. Me sentía muy a gusto siendo humana, viviendo con mi padre, que me trato como a cualquier ser humano normal.
Creo recordar levemente que el menciono algo sobre mi madre, pero no está muy claro, yo le había dicho severamente que no quería escuchar nada de esa mujer. Y él respetó eso.
La nave parecía estar hecho de un material similar al titanio pero mucho más duro, como diamante. Pero no era una piedra, era un metal. Un material desconocido de otro planeta.
La fuerza bruta no se me daba bien, ni los rayos laser, ni volar, pero si se me daba bien el control mental y el control sobre las cosas. También la retención de información valiosa, en fin, todo lo relacionado con la mente. Eso sí era algo que podía practicar sin asustar a nadie o pagar con los efectos colaterales.
A ver, recapitulemos. Llegué del trabajo, me di una suave ducha, me puse mi pijama, cené ligero, limpie un poco y por ultimo me fui a dormir. Mi típica rutina diaria. Nada raro, todo bien.
Cerré los ojos y cuando los volví a abrir, ya estaba dentro de esta habitación como un prisionero. No conozco a las personas o… criaturas que me metieron en este lugar. Pero al parecer son más inteligentes que los demás.
Intenté mover mis muñecas, pero estas parecían firmemente aprisionadas contra la silla de metal. O sea, no pudieron simplemente dejarme en esta aislada recamara fría, no, tenían que sujetarme a una silla de metal en medio de la recamara con grilletes de este extraño metal.
¿Qué soy un animal? No, peor que un animal, a los animales no los sujetan de esta forma. Soy como un prisionero o un psicópata.
No valía la pena luchar y lastimarme.
Inhale y exhale en repetidas ocasiones para despejar mi mente, necesitaba un plan, un plan de escape. A pesar de que sabía, desde mi infancia, que yo no era una simple humana, jamás me imagine a mí misma siendo abducida por seres extraterrestres. La mera idea era una completa locura.
Oh, papá, ¿Qué debería de hacer?
El sonido de pisadas sobre el suelo metálico me devolvió a la realidad por un momento. No estaba sola. Había seres completamente diferentes a los humanos en este lugar conmigo. Podrían hacerme cualquier cosa.
Y aquí es cuando el miedo se apodera de mí por primera vez. Miedo a lo que sea que me vayan hacer. Estoy en completa desventaja. Podrían lastimarme, experimentar conmigo.
Una puerta deslizante se abrió exactamente frente a mí, me quedo congelada, erguida en mi lugar mirando con la boca abierta aquel ser de extraña complejidad.
Dioses, eran horribles hasta la medula.
Eran altos como el infierno y delgados creando un aspecto desagradable. Sus ojos eran completamente negros, carentes de pupilas o iris, volviéndolos incluso más horribles, su piel, joder, su piel era azul oscuro y tenían como rayitas de un azul más claro similares a las de un tigre, cubriendo su piel. No parecían usar ropa, porque este no tenía nada similar a una prenda de vestir. Sus pies eran planos y tenían solo tres dedos al igual que en sus manos.
Me recordaban a estos tipos raros de la película… Agh ¿Cómo se llamaba?
¡Avatar! A esos tipos se parecen, pero estos no parecían gatos mutantes, estos eran incluso más extraños y con toque grotesco. No podrán tener expresiones felinas, pero su rostro carecía de emociones algunas, no tenían narices ni labios, ni vello facial o corporal, su boca era solo una delgada línea en su rostro.
¡Ugh! ¡Quiero salir de aquí, por favor!
Me removí incomoda al sentir esos ojos negros sobre mí, tendré pesadillas por el resto de mi vida… si es que logro salir de esta.
Caminó con pasos lentos y tranquilos hasta quedar muy cerca de mí, evité a toda costa alzar la mirada, lo último que quería era volver a tener contacto visual con él… o ella… o lo que sea que sea.
En sus raras manos había una lámina de metal similar a esos folders con sujetadores que utilizan los doctores para la documentación clínica. Lo miró y luego me miró a mí.
–¿Qué hago aquí? –dije con más firmeza de la que creí posible. Agradezco eso. No quería verme atemorizada. –¿A dónde me llevan?
Dudo un poco que esta criatura sepa hablar en español o en cualquier otro idioma humano. Esa cosa me miró por un largo tiempo sin decir nada, no había ninguna expresión en su rostro.
Joder, que mal rollo me da esto.
Comenzó a caminar de regreso por donde entró.
¿Me ignoró? ¿O de plano le hablé en mandarín?
–¡Oye! –grité desesperada, no quería que se fuera, quería que me dijera dónde diablos estaba o a donde me dirigía. –¡Aun no he terminado de hablar!
Volvió a ignorarme. Hiso como si yo no hubiera dicho ninguna palabra y tal vez para él yo no dije nada.
Esto no puede ser bueno. No puedo quedarme aquí.
Creo que es momento de sacar a relucir mis poderes mentales, no sé si es lo mismo controlar estas cosas como a los humanos. Por lo general a los humanos se les manipula muy fácilmente, quiero creer que estos mutantes azules son un poco más complejos… o puede que sea más fácil.
–Detente. –ordené.
Definitivamente, era un tanto más complejo, pero nada diferente que a un esquizofrénico. Había cientos de cosas en su mente, tantas que me hacían sentir punzadas en mi cerebro. Tarde un poco en tener tanto su mente como la mía en completo orden y coordinación.
Su mente ahora mismo. Sonreí orgullosa.
–Primero lo primero. –hablé rápidamente. –Suéltame.
Con algunos movimientos bruscos volvió acercarse a mí, esta vez a una distancia moderada. De aquel folder saco una pequeña tableta delgada de color naranja, la paso por ambos grilletes y al instante estas hicieron ¡Click! Y se abrieron.
Masajeé con suavidad mis muñecas y me levante. Incluso de pie, aquel ser altísimo. Apenas si le llegaba a lo que sería su hombro.
–Bien, experimento fallido de Slenderman, vamos. –dije dirigiéndome hacia aquella puerta que aparecía y desaparecía.
Aquel ser azul se movió primero y abrió la puerta. El pasillo era abismalmente largo y me recordaba mucho a las películas de terror que implican con hospitales.
Me estremecí.
Hice que aquel ser caminara frente a mí. Por medio de algunos de sus recuerdos y conocimientos supe más o menos el camino que debía tomar hacia lo que parecía ser la cabina de control. De seguro ahí encontrare respuestas mejores que las que este tipo de me estaba proporcionando.
Me detuve cuando pasamos por un ventanal. Había estrellas y oscuridad por todos lados. Asteroides y una que otra estrella fugaz. No había ningún planeta cercano. Ni siquiera algo tan inmenso como el sol se podía distinguir por ningún lado, mucho menos la Tierra.
Comencé a sentir de nuevo ese miedo. No quiero esto. Quiero ir a casa.
Toque con la palma de mi mano el ventanal y podía sentir el frio que emanaba aquella oscuridad. Mi instinto me decía que, ahora más que nunca, estaba muy lejos de mi casa.