Capítulo 26. Dentro de una pesadilla.
Si me dieran una moneda por cada suceso extraño que me ha sucedido, de seguro sería multimillonaria. O al menos me daría el dinero suficiente para comprarme una nave espacial y salir de mi horrible realidad.
Me removí asqueada al sentir el pegajoso suelo de lo que parecía ser una celda. Mis manos estaban sujetas tras mi espalda lo que apenas me podía permitir sentarme entre mis piernas. No podía usar mis poderes y mi cuello dolía horrores.
Todo estaba yendo mal.
Ahora los skotadis la tenían presa en su planeta y nadie vendría por ella. ¿Qué tan mala suerte se podía tener? Este era el riesgo que todos me decían.
Aquí termina mi grandiosa travesía, supongo.
–Eres un poco pesimista, ¿no es así?
Me sobresalté ante la repentina voz masculina, giré mi cabeza hacia todos lados en busca de la fuente y quede prendida de unos ojos oscuros como el ónix mirándome fijamente. Casi quise reírme por aquel comentario, también quería reírme por el asqueroso parecido que tenía este hombre con Natsu.
–Auch. –comentó él, fingiendo.
–Supongo que eres él que mandó a esos matones a por nosotros ¿No es así?
El hombre sonrió con suficiencia. –Eres más inteligente de lo que imaginé. Estoy impresionado.
Ahora era mi turno de sonreír con suficiencia. –¿Qué es lo que quieres? ¿Robarme mi poder? Lamente desilusionarte pero no tengo el suficiente.
–Tal vez ya te has dado cuenta, pero me sobra poder. –dijo con arrogancia. –No me interesa robar el de una pequeña saktim herida. Pero gracias por la oferta.
Bufé. –¿Solo me atrapaste para demostrar que puedes?
El hombre caminó a mi alrededor, con pasos lentos, mirando hacia ningún lugar en particular, parecía bastante satisfecho consigo mismo. Y eso lograba cabrearme a niveles que no sabía que podía llegar. El simple hecho de estar de rodillas, tener que mirar hacia arriba para verlo era… detestable, inimaginable, quería romper algo con mis manos y tirárselo a la cabeza.
El hombre rió. –El orgullo saktim te está consumiendo lentamente. Aun cuando decías que nunca serias como ellas, temo que seré yo el que te diga que te estas convirtiendo en lo que odias.
–¿Debería rogar para que me dejes ir? ¿O planeas torturarme? –ignoré su anterior comentario, no me apetecía tener una lucha interna conmigo misma ahora, necesitaba respuestas. –¿Dónde está Natsu de todas maneras?
El hombre cabeceó, divertido por la pregunta. –Él está bien. Nunca le haría daño a mi propio hermano.
Algo hiso clic de repente. –Tú mandaste a Natsu hacía mí.
–No es una pregunta. –señaló él con fascinación.
–Estoy en lo correcto. –dije contestando mi propia pregunta con la reacción del skotadi frente a mí.
Aunque quisiera evitarlo, podía sentir su mirada oscura analizándome como cualquier científico haría con una rata. Podía sentirlo hurgar en mis pensamientos, justo como Layla lo hacía.
–Sé que tienes la capacidad para averiguar por tu cuenta, por qué es que te quiero aquí. –comentó el hombre.
Me reí. –Debo de reconocer que eres un hombre inteligente. Pero, debo de estar equivocada, tengo una especie de teoría, pero sería bastante estúpido y haría dudar tu capacidad.
–Dime tu teoría. –incitó con suma curiosidad.
–Quieres que Layla venga a por mí. –contesté y al momento en que lo dije en voz alta, me hiso sentir como una idiota. –Soy un cebo.
Mi madre nunca arriesgaría su pellejo por mí, nadie lo suficientemente inteligente vendrá por mí, vendrá por mí en el nido infestado de criaturas que podrían matar a una saktim en segundos. Por más que sea mi madre, ella nunca haría algo tan estúpido como eso.
–Layla no es idiota. –proseguí fiel a mis ideales. –Tus esfuerzos son inútiles.
–Tienes razón. Layla no es idiota, y por supuesto, tampoco es débil. Ella vendrá en el momento en que sepa donde estas. Porque eres su pequeño bebé.
Hice una ligera mueca. Ella me abandonó en cuanto nací, no me visitó ni siquiera una vez en toda mi vida, estoy segura de que no le importará que desaparezca de su vida una vez más.
–Layla no podrá ser la persona más cálida con la que me haya topado antes, pero puedo asegurarte que no es una madre desnaturalizada. Si te dejó en la Tierra fue por una muy buena razón.
–¿Ahora estas de su lado? –pregunté con amargura.
–No siempre fuimos enemigos, joven saktim. –comentó con simplicidad. –Existieron tiempos en los que trabajamos espalda-espalda. Tiempos tan antiguos, que casi no había suficiente luz en el universo.
El chico dio un pequeño chasquido de dedos y de un salto estábamos en un lugar completamente diferente. Miré a mi alrededor, confundida. Lamentablemente seguía con las manos encadenadas, el hombre rió ante la ingenuidad que creyera que hubiera algún tipo de posibilidad de poder ser libre.
Me forcé a mí misma a ponerme de pie para presenciar mí alrededor. Estábamos en una habitación de cristal que solo reflejaba el universo oscuro y vació, sin ninguna estrella cercana para iluminarlo.
Miré al hombre con incredulidad. –¿Qué es este lugar?
–Conoce el vacío. –dijo en modo de presentación. –El lugar al que ninguno de nosotros tenemos el poder de controlar. Una tierra inexistente sin tiempo que corra, sin vida, sin sonido, sin luz. Un lienzo vacío a la espera de que el universo se siga expandiendo.
–Si no puede ser controlado, ¿Por qué estamos dentro?
–Es una alucinación de lo que es. –contestó sin mirarme. –Este cristal refleja lo que el vacío es. Si estuviéramos dentro de él, quedaríamos congelados en un lugar inexistente, donde nadie podría salvarte nunca.
Esto no tiene sentido.
–¿Por qué me muestras esto? ¿Qué tiene que ver conmigo?
–Hace algunos años he encontrado una forma de borrar todo en el universo. –declaró con monotonía y seriedad. –He logrado comprimir un agujero negro para su manipulación. Algo así como una bomba viviente que se tragará todo a kilómetros a la redonda.
Parpadeé. Si fuera otra persona la que estuviera contándome esto, posiblemente me reiría por lo absurdo de su idea. Peso si bien yo no conocía a este lunático, no podía afirmar que estaba bromeando. Si algo he aprendido en todo este viaje intergaláctico es que las personas pueden llegar a sorprenderte a niveles ridículos.
–Bien. –contesté con más calma de la que se espera. –Digamos que tu plan funciona. –el hombre asintió. –¿Qué quieres conseguir con borrar todo?
El hombre se encogió de hombros. –Una nueva creación.
–Bien, digamos que esto funciona. –repetí sin comprender. –Tengo entendido que los agujeros negros son enormes y devoran galaxias. ¿No los destruirán a ustedes también? Declarando, claro, que estamos en la misma jodida galaxia.
El hombre sonrió de nuevo. –El precio que se debe pagar.
–Posiblemente gaste saliva, pero necesito decirlo: Es una locura.
–Tal vez tú lo veas así. –él colocó sus manos detrás de su espalda y avanzó hacia mí con la calma del mundo. –Pero yo lo veo como una oportunidad de hacer las cosas bien. El universo está lleno de aquello que ustedes lo humanos llaman: Arrogancia. Es… detestable.
Di un paso hacia atrás con torpeza cuando aquel desconocido se había acercado tanto a mí que faltaban solo centímetros para que nuestras narices se juntaran. Podía sentir el frío e inhumano aliento golpeándome en la cara.
–¿No es acaso arrogante pensar que tienes el poder para cambiar algo que la misma naturaleza hiso? –contraataqué sin ninguna meta en sí. Esta no es mi guerra.
–Es por eso que yo también debo ser borrado. –respondió con sencillez. –He vivido por tanto tiempo, he visto cosas que no imaginarias, estoy tan… harto de tener que respirar. No podrías entenderlo, solo has vivido un siglo humano. Es tan poco tiempo comparado conmigo. –suspiró pesadamente mientras juntaba su frente con la mía. –La inmortalidad. Llega un momento en que comienzas hartarte de lo mismo todo el tiempo ¿Sabes? Vivir día a día por los siglos de los siglos… esa es una verdadera locura.
Tragué duro. –Es egoísta lo que intentas.
–Solo quiero evitarles ese sufrimiento a los demás. –sonrió lentamente.
Intenté alejarme pero él se movió tan rápido que ni siquiera pude notarlo, apretó sus dedos en mi cuello haciendo que tosiera de dolor. Abrí los ojos, expectantes. Sus ojos pasaron del apagado negro al intenso rojo sangre que una vez vi en Natsu.
–Ahora que lo sabes, no me queda más remedio que matarte. –declaró con voz calmada. –¿Estás de acuerdo con ello?
Intente hablar pero mis palabras quedaron estancadas en mi garganta.
–No gastes energías. –dijo con cierta enferma diversión. –Estamos en un lugar donde, por más ruido que hagas, no habrá nadie que te escuche. –se detuvo un momento a observarme. –Será difícil decirle a mi hermano como es que moriste. Sabes, él tiene una especie de enamoramiento por ti. Algo enfermizo que necesita ser curado, y la única cura es deshacerte de ti. Pero lo superará, he visto a los míos caer ante las enredaderas de las saktims y si no se recuperan, mueren por mí.
-N-Natsu ...
–Tenías razón. Yo fui quien mandó a Natsu hacía ti. –comentó riendo entre dientes. –Yo fui quien lo dejó en manos de Igneel. Yo fui quien le ordenó que te mordiera, aun si te dejara huir, no sobrevivirías el viaje de regreso a casa por tu cuenta. El veneno ya está casi llegando a tu coada. Ojalá pudiera ver el rostro de Layla cuando se entere de que su pequeño bebé fue asesinado por un skotadi y la manera en la que fue asesinada.
La fuerza en su mano se hiso tan fuerte que ya me encontraba a centímetros por encima del suelo y los bordes de mis ojos comenzaban a oscurecerse. Su mano libre se volvió oscura y tan afilada como una cuchilla que iba en trayectoria a mi corazón.
Pero nunca llegó.
Una explosión cercana hiso tambalear al hombre que estaba tan sorprendido como yo. Y todo pasó en cuestiones de segundo, una ráfaga de luz roja tomó a mi compañero de la cabeza y lo impactó contra la pared de cristal más cercana agrietándola por completo.
Me caí sobre unos brazos suaves y fuertes, miré hacia arriba completamente aturdida solo para mirar a un hombre casi humano con el cabello azul brillante mirando hacia la dirección donde Erza apareció.
–Tenemos que irnos. –exclamó Erza sobrevolando. –Eso no va a detenerlo.
Erza alzó los brazos hacia arriba y una esfera rojiza nos envolvió, esperaba que nos estuviera llevando a casa, pero solo salimos de esa recamara de cristal. Nuestro alrededor era oscuro y un caos. Estábamos en un castillo platinado y cuerpos salían volando por todas partes al rugido de una bestia que podría protagonizar cualquier historia de terror.
Al lado de la bestia flotaba una saktim de color verde que reía con diversión mientras miraba a guerreros skotadis siendo aplastados por su bestia mascota.
Y luego la reconocí.
–¡Evergreen! –gritó Erza en su dirección. –¡Tenemos que irnos ahora!
Evergreen se giró hacia nosotros y me miró fijamente por unos segundos para luego bufar con aburrimiento. Gruñó algo a la bestia que de repente se detuvo.
Quise apartarme de los brazos del desconocido de cabello azul, pero este me lo impidió. –D-Dejame…
–Lo siento. No puedo hacer eso, princesa. –murmuró sin mirarme a los ojos.
Iba a reclamarle a Erza cuando un grito nos interrumpió. –¡Elf-niichan!
Abrí los ojos con sorpresa cuando reconocí esa voz. Quise acercarme, en verdad, quise entender la magnitud de toda la situación, pero el hombre azul me aferró hacia él y le habló a Erza en un idioma desconocido para mí, ella se giró rápidamente y tomó cartas en el asunto.
Se volvió a Evergreen y le dio órdenes que poco a poco no lograba entender. Mi cuerpo comenzó arder, como si me hubieran inyectado lava en mis venas y poco a poco estaban carbonizándome, lancé maldiciones y golpes para que me soltaran, mientras sentía un líquido espeso salir de mi boca.
Lo último que vi fue el rostro impasible de Erza transformándose en uno de horror. Y fue ahí cuando me di cuenta de que había serios problemas.
-e-Erza ... -tartamudee.
–Quédate con Evergreen y ayúdala. –ordenó Erza mientras me tomaba en sus brazos. –Lucy necesita atención ahora.
El hombre no titubeó, rápidamente se unió a Evergreen sin mirar atrás. Sentía mi cuerpo pesado, apenas si podía sentir los brazos de Erza cargándome.
El jalón que se siente después de ser taletransportado fue suficiente para hacer expulsar más líquido espeso de mi boca que pronto identifique como sangre cuajada. Erza volaba con demasiada rapidez por el castillo hasta una zona alta donde sentí a Layla y varias saktims mas.
–¿Qué me está pasando? –pregunté. O al menos eso intenté, sonó tan poco coherente que no me sorprendería si nadie me haya entendido.
–El veneno se está expandiendo cada vez más rápido. –se apresuró Erza y no sabía si me estaba contestando o le estaba diciendo a los demás en la sala.
–Su cuerpo intenta expulsar el veneno fuera. –habló una voz femenina desconocida para mí.
–¡¿Ya está lista la estrella?! –exclamó Layla histérica. –¡Mi hija se está muriendo! ¡Apresúrense, maldita sea!
Casi estuve a punto de pensar que extrañaba la actitud asquerosa de Layla, pero eso definitivamente debe ser obra de mi mala condición. Nadie puede extrañar a alguien como Layla.
Alguien puso una mano en mi frente con demasiada fuerza y me obligó a abrir mis ojos. Una saktim de color rosa pálido estaba frente a mí, su coada estaba recogida en un moño y dos mechones de esta colgaban a cada lado de su cabeza. Su mirada era dura y fría. Casi quería encogerme en mi lugar.
–Necesitas entrar en fase, niña. –me habló con palabras apresurada. –¿Si lo entiendes? Te estas muriendo.
–¡Porlyusica! –chilló Layla.
Mi cabeza dolía horrores. –Está bien.
Sentí mi cuerpo brillar, pero no me gustó para nada la reacción de los demás a mi alrededor. Layla había dado un paso atrás con dramatismo mientras me miraba con horror, levanté una ceja y miré a Erza que me seguía cargando, ella tenía una mirada indescifrable.
–¡T-Tenemos que apresurarnos! –exclamó Layla acercándose a mí.
Me removí incomoda cuando Layla me tomó en brazos. Quise protestar, pero me encontraba tan agotada que solo dejé que me llevaran en brazos hacia un lugar desconocido.
–No te preocupes. –habló Layla con extraña ternura. –El dolor desaparecerá en un momento.
-Natsu ...
–Recibirá su castigo por haberte hecho esto. –dijo Layla con dureza mientras nos adentrábamos a una bola de fuego blanco. –Ahora no pienses en eso.
…
–¿Por qué hemos traído a estos bichos a casa? –preguntó Evergreen a Erza.
Erza caminaba con tranquilidad hasta quedar a un lado de Evergreen que miraba a los skotadis prisioneros. Entre ellos, el que más le importaba.
–Asuntos importantes. –contestó Erza sin mucho afán. Se giró a mirar a Natsu. –¿Tienes alguna idea de lo que has hecho?
Natsu alzó la vista sin muchas ganas. –Déjenme ver a Lucy.
Evergreen bufón.
Erza se mantuvo serena mirándolo con cuidado. El chico se veía tan demacrado, y estaba segura de que ni Jellal ni Evergreen lo hirieron de a alguna manera, así que solo podía asegurar que su condición ya estaba mal antes de que llegaran. Erza conocía muy poco del chico frente a ella, esta era la primera vez que estaban tan cerca. Había algo en su mirada que le hacía querer saber más. Necesitaba hablar a solas con él, pero para ello tendría que tener el permiso de Mavis y eso podría ser complicado. Él ahora era un prisionero a punto de morir.
–Por favor… –murmuró Natsu sacando a Erza de sus pensamientos. –Déjame ver a Lucy.
Podía sentir la incredulidad y diversión de Evergreen a su lado, presenciar a un skotadi rogar debería ser más que divertido para cualquier saktim, pero en este momento, Erza solo pudo sentir compasión por la criatura y por su hermana, ambos eran tan jóvenes para enfrentarse al mundo por su cuenta.
–Ya has hecho daño suficiente. –dijo Erza después de un largo tiempo en silencio. –Ruega para que tu muerte sea rápida.
N/A: Holaaa! AJAKSKAJAK x.x Esta historia se esta alargando mas de lo que quiero xD pero ya no sé como acabarla :'D (algo se me ocurrirá)
Reviews~
Beln Heartphilia: Quisiera no dejar de perder la inspiración! D:
Justney: Graaaaacias por tu comentario! *-*
lady-werempire: Viva las vacacioneeees! (~*-*)~
Aiko-chan02: AKJSAHSKJAJSAKSJAKAJ Se que no tengo excusas por tardarme tanto x.x y solo puedo decir gracias por su extensa paciencia y que aun si me tardo siguen leyendo mi historia. Muchos besos y saludos! *3*
Giuly DG: Chan! Chan! Chaaaaaaan!~ xD
Akari B: Esa es la actituuuud! (8 No hay mejor hora para leer (o escribir) que la madrugada xD