Disclaimer: Todo relacionado con "El Silmarillion", le pertenece a Tolkien. No gano nada ni me pertenecen.
Nota: Este fic participa en el Reto 12# El viejo anticuario, reto otoñal del melancólico foro El Poney Pisador.
Celembrimbor se encontraba cansado, habiendo regresado de su viaje a Khaza-dûm, no quería hacer más que comer, descansar y volver a su taller. Solo esperaba que que Annatar no estuviese o lo estuviera esperando, de verdad que no quería encontrarselo por el momento.
Ya que traía en mente un proyecto el cual le gustaría trabajar en silencio y a solas; no que se quejara de la presencia de otros trabajadores o Annatar, pero le había llegado la idea para ese proyecto y quería que fuese un secreto, algo que mantener oculto hasta que el momento fuera el correcto para revelarlos.
Tres anillos para señores elfos. Tenía en mente a Galadriel, su prima para uno de ellos. Ella podría usarlo para bien, el segundo sería para Círdan, estaba seguro que le serviría y el último para Ereinion Gil-galad.
Llegando a la casa que habitaba, se preparó algo de comer, y mientras comía, comenzó a jugar con diseños hasta que dió con los que le parecía los correctos para cada elfo y anillo. Galadriel obtendría uno en mithril con diamantes en forma de flor, Círdan sería un anillo sencillo de oro amarillo con un rubí y Ereinion sería un anillo de doble ancho con un safiro.
Cada cual tendría su función designada, para Galadriel sería aquel le permitiera controlar el agua. El del control del aire sería para Ereinion y Círdan obtendría para el fuego. Terminando con su diseños y planes se dirigió a su taller, que para su buena suerte, estaba solo. Decidió que comenzaría por el más sencillo. Seleccionó un un molde y una pieza de oro amarillo y se dirigió a hacia donde mantenía sus herramientas.
Colocó una pieza del oro en el cuenco que usaba para fundir el oro y esperó. Las llamas de su taller siempre se mantenían encendidas, algo que había heredado de su abuelo era el hecho que trabajar lo relajaba completamente. Una vez que el oro se hubiese fundido, fue vaciado en el molde y dejado a un lado para que se enfriara.
Repitió el proceso usando el oro sobrante, colocó en otro molde para que obtuviese la forma deseada. Entonces colocó mithril en otro cuenco y lo llevó al fuego para de nuevo preparar el anillo base.
Una vez que los anillos se enfriaron lo suficiente, seleccionó las joyas que usaría, un rubí en forma de escudo, un zafiro en forma de óvalo y seis diamantes en forma de lágrima. Tomó el primer molde y comenzó a realizar un diseño sencillo en el mientras que también añadía el rubí y la magia que había aprendido de Annatar. Hizo lo mismo con el zafiro, y finalizó con el de diamante. Este tendría forma de flor, sería apropiado para la mano que lo llevaría, así que trabajó con delicadeza, creando cada pétalo donde llevaría cada diamante.
Una vez hubo terminado, se sentó a observarlos, lucían como anillos cualquiera, pero estos estaban cargados de poder. Los miró fijamente, dándoles nombres: Nenya, Vilya y Narya, estaban listos.
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