Felicidad. Ese fue el sentimiento que envolvió el cuerpo de la joven karateca cuando despertó a causa de los rayos del sol. Había alcanzado sin duda alguna las puertas de la libertad en la noche anterior , desprendiéndose completamente de todas y cada una de las agotadoras preocupaciones que su corazón había tenido que soportar durante cinco largos años. Se giró en la cama sonriendo de oreja a oreja para observar a su amado ojiazul, quien todavía seguía dormido.

A Ran no se le había olvidado el importante detalle de tener que hablar con su detective del Este sobre la conversación que había tenido con el pequeño Takheru, su hijo, y el de ambos.

"Supongo que le alegrará saber que Takheru quiera conocerle". Pensó Ran con emoción. Luego, se levantó de la cama con la intención de ir al baño, teniendo en mente darse una relajante ducha.

No pasaron muchos minutos cuando dos orbes azules se abrieron después de no encontrar el cálido cuerpo de su ángel.

—Hmm ¿Ran?—Dudó Shinichi mirando el otro lado de la cama. Se irguió, quedando sentado. Inspeccionó con la mirada toda la habitación sin hallar con éxito a la de ojos violetas—. ¿Dónde se habrá metido?

Su respuesta fue contestada después de escuchar los pequeños chorros de agua procedentes del baño, haciendo que con ello entendiese que su amada estaba dándose una ducha.

Al cabo de un rato, la karateca salió del baño, siendo ella esta vez quien se preguntó dónde se había metido su ojiazul, ya que no se encontraba en la habitación.

Con la duda divulgando por su cabeza, decidió empezar a secarse con la toalla que rodeaba su cuerpo, cogió el vestido que había llevado puesto la noche para ponérselo de nuevo. Después, se fue al baño para peinarse el cabello.

Una vez preparada, la violácea caminó en dirección a la puerta queriendo comenzar a buscar al detective en el salón de la suite. Giró el pomo para a continuación adentrarse al lugar con el propósito de llamar Shinichi, pero esa idea se nubló cuando un delicioso olor a desayuno se adentró por sus fosas nasales. La violácea se acercó a la mesa quedándose completamente sorprendida por la magnifica pinta que poseían unas tortitas con chocolate.

—Buenos días, Ran—Habló de repente una voz masculina a las espaldas de la violácea, consiguiendo que por la sorpresa pegase un respingo.

—Buenos días— Contestó la karateca después de girarse. Era evidente que sabía que se trataba de él.

—Estaba esperando a que salieras del baño para desayunar juntos—Dijo el ojiazul mientras sacaba una silla—.Vamos siéntate

—Si, gracias—Aceptó Ran, reaccionando.

Era tan perfecto lo que estaba viviendo que de vez en cuando simplemente le costaba asimilarlo del todo en cuerpo y esencia. Pero allí estaba, en frente del hombre que más amaba, juntos.

"Hacía tanto que soñaba con vivir algo así contigo". Pensó la karateca formando una sonrisa en su rostro.

Luego, ambos comenzaron a desayunar, disfrutando como nunca de los manjares que tenían sobre la mesa, no hacía falta mencionar lo increíblemente bien que le sentaba a Shinichi pensar saber que lo único amargo que podría saborear de hoy en adelante en su vida, sería la taza de café que tenía en su mano. Estaba completamente seguro de que no existía nada que pudiera destruir el sueño que estaba viviendo, esta vez no. Nada ni nadie.

Los minutos pasaban en aquella mesa de la suite del hotel de Beika, y la de ojos violetas pensaba que ya había llegado el momento adecuado de contarle a su detective que Takheru, le dijo en el día anterior que quería conocer a su padre. Shinichi Kudo.

La violácea miró fijamente a su amado, estando decidida en dar inicio a la conversación pues una lección que había aprendido a lo largo de su vida, era dejar de esperar.

—Shinichi—Le llamó.

—¿Ocurre algo, Ran?—Pregunto Shinichi, dubitativo.

—Tengo algo importante que decirte...

.

.

.

Al igual que en el lujoso hotel de Beika, en la mansión Kudo la familia de Osaka disfrutaba del desayuno en el comedor.

—¿Cómo le estará yendo a Kudo y Ran?—Preguntó Kazuha mientras le daba a Kotake el biberón.

—Supongo que bien, después de todo han pasado la noche juntos—Contestó Hatori mientras leía el periódico.

—¿Y el marido de Ran le parece bien?—Interrogó con otra cuestión la de acento kansai.

—Sinceramente, no lo sé—Respondión Heiji—. Aunque dudo mucho que Ran se haya ido a pasar la noche con Kudo sin haberle dicho nada, así que probablemente haya algo que no sepamos

—Tienes razón...

El teléfono de la mansión empezó a sonar, llamando la atención de la familia de Osaka.

—Ya lo atiendo yo, Kazuha—Dijo Heiji, levantándose de su asiento para seguido caminar en dirección a la sala. Una vez allí, se acercó a la mesa en la que se encontraba el teléfono, el cual no dejaba de sonar. Y finalmente contestó— ¿Diga?

—Hola, ¿Con quién hablo?—Preguntó una voz apagada y femenina.

—Eso debería preguntarlo yo, eres tú quien ha llamado—Replicó el moreno con el ceño fruncido.

—Por tu acento me atrevería a decir que eres el amigo de Kudo..¿Hatori?—Dijo aquella voz provocando la curiosidad en el detective del Oeste.

—¿De qué conoces a Kudo?—Interrogó finalmente.—¿Quién eres tú?

—¿Por qué no me pasas a Kudo y dejas de hacerme tantas preguntas?—Respondió la mujer.—No estoy para tus juegos de detectives

—¿Con quién hablas?—Escuchó Hatori al otro lado del teléfono, pero esta vez fue un hombre.

—Con nadie importante—Aquello fue un golpe bajo para Hatori, definitivamente esa misteriosa mujer estaba buscando pelea.

—¡Oye tú! ¡¿Cómo te atreves a decir que no soy importante?! ¡¿Quién te crees que eres?!—Gritó Heiji estando de los nervios.

—Según parece ser, Kudo no está en casa—Dedujo esa misteriosa mujer—. De igual manera voy de camino para allá

—¡Pero qui...

Y colgó, dejando al joven con acento de kansai con la palabra en la boca.

—¿Se puede saber por qué gritas tanto Heiji?—Vino Kazuha después de escuchar el alboroto que estaba armando su marido.

—Cuando sepa quien es esa descarada, me va a conocer—Dijo Hatori con los ojos como platos a causa de la irá.

El moreno, dejó el teléfono en su sitio original para luego dirigirse malhumorado a la biblioteca, dejando a Kazuha con la confusión en su rostro.

—No entiendo nada—Se quejó Kazuha.

.

.

.

Su hubiera algo que Shinichi no se habría esperado fue el escuchar de los labios de la violácea que su hijo deseaba conocerlo. Sinceramente había sido una gran sorpresa ya que no pensaba que un niño de cinco años pudiera aceptar de una forma bastante madura, un cambio tan repentino como brutal.

Claro que en ese aspecto le recordaba mucho a él cuando tenía su edad, pues en aquel entonces Shinichi también no solamente solía comprender las situaciones complicadas, sino que llegaba a comportarse como un mismísimo adulto, consiguiendo que por ello se le considerase un niño especial.

Sonrió cuando vio que su hijo había heredado su personalidad.

"Mi hijo". Pensó Shinichi.

Esas palabras cobraban mucho sentido para el ojiazul que aunque no se notase por fuera, por dentro estaba totalmente emocionado, saber que en la noche de hacía cinco años había tenido algo tan hermoso como un hijo con su amada, fue lo mejor que pudo pasar en su vida. Shinichi, no podía sentirse más agradecido por lo que le estaba sucediendo, estaba feliz.

En estos momentos ambos se encontraban en el coche yendo en dirección a la residencia Kaoshiro, pues a pesar de que aún fuese temprano pensaron que lo mejor sería volver a casa, sobre todo ahora que los niños conocían la verdad. Ran no podía evitar preocuparse y desear estar con ellos.

Al cabo de un rato, llegaron finalmente a su destino. Shinichi detuvo el coche en frente de la casa de la violácea.

—Luego te llamaré para contarte como me fue ¿de acuerdo?—Habló Ran mientras abría la puerta del auto.

—Esta bien, Ran—Asintió Shinichi.

—Hasta luego—Ran hizo ademán de bajar del coche pero antes de que pudiera hacerlo, Shinichi la agarró del brazo, acercándola a él para seguido unir sus labios con los suyos.

—Se te había olvidado esto—Dijo el detective del Este después de separase, riendo entre dientes.

Finalmente Ran, bajó del coche bajo la atenta mirada de su detective, quien en estos instantes formaba en su rostro una amplía sonrisa.

Una vez estando solo, decidió iniciar la marcha en dirección a su mansión, suponiendo que tal vez su amigo con acento de Kansai le bombardearía a preguntas.

Shinichi reconocía el hecho de que Heiji era un completo cotilla, pero no por eso iba a dejar de ser la persona que le había apoyado y ayudado durante todo este tiempo. Indudablemente para el ojiazul, Heiji era un amigo de verdad.

La mansión de Shinichi, estaba a unos minutos de la casa de Ran, así que no tardó en llegar a su mansión.

Una vez aparcado el coche, el detective se dirigió a la puerta de su casa y le sorprendió escuchar a Heiji gritando a todo pulmón dentro de la mansión.

"¿Qué estará pasando". Pensó Shinichi, sacando las llaves de su casa.

—¿Por qué no te callas de una vez? Me estas provocando dolor de cabeza—Escucho Shinichi decir a una voz femenina después de abrir la puerta.

—Esa voz...—El detective del Este la reconoció.

—¡No me mandes a callar!—Heiji seguía elevando la voz.

—¿Se puede saber que está ocurriendo aqui?—Dijo Shinichi con el ceño fruncido en frente de los presentes.

—Ya era hora de que llegases, Kudo—Replicó esa mujer mientras leía una revista.

—Esperaba verte la semana que viene, Miyano—Contestó Shinichi.

—Supongo que he cambiado de parecer, y he decidido venir antes—Shiho se encogió de hombros.—¿Acaso te molesta?

—¿Eh? No, claro que no—El ojiazul encorvó una ceja.

Heiji después de ver que tanto Shinichi como Shiho lo habían ignorado, chasqueó la lengua y se retiró del lugar.

—¿Y éste que bicho le ha picado?—Cuestionó el detective del Este cuando vió a Heiji murmurar palabras indecentes mientras subía las escaleras.

—Se ha ofendido por una estúpidez que dije cuando llamé a tu casa—Replicó Shiho con total tranquilidad y desinterés.

—¿Qué le has dicho?—Shinichi sintió curiosidad.

—Saguru me preguntó que con quién estaba hablando, y yo respondió que "no hablaba con nadie importante"—Le contó Shiho, cosiguiendo con ello que el ojiazul entrecerrase los ojos

"Tan bruta e insensible como de costumbre". Pensó Shinichi. Luego se percató de que el novio de su amiga no estaba.

—¿Dónde está Hakuba?—Preguntó.

—Tenía cosas que hacer, así que se tuvo que ir ¿Por qué?—Replicó Shiho.

—Por nada, solo preguntaba...

—¿Y tú dónde estuviste todo el día?—Dijo de repente Shiho, encontrándose con la mirada del detective del Este.

—He estado con Ran—Le respondió Shinichi después de un pequeño silencio.

—Vaya, vaya. No sabía que te gustase llevar el papel de amante, Kudo—Ironizó Shiho.

—No soy su amante—Respondió el ojiazul cruzandose de brazos molesto—. Ahora las cosas han cambiado

—¿Cambiado?—Shiho arqueó una ceja, luego sonrió de aquella de esa forma que tanto la caracterizaba—. ¿Qué me he perdido?

Después de unos segundos, Shinichi empezó a contarle a su amiga lo que había sucedido en este corto tiempo. La sorpresa en el rostro de Shiho fue bastante obvia pues ni siquiera a ella se le habría pasado por la cabeza el hecho de que Ran se hubiera quedado embarazada hacía cinco años, y todo en cierto modo gracias a la científica, ya que si no hubiera conseguido la cura en ese día, Shinichi se habría despedido de la violácea con el cuerpo de Conan mediante una de sus típicas llamadas.

"Que travieso es el destino". Pensó Shiho.

De repente, la científica se levantó de su asiento, ganándose con ese acto una mirada confusa por parte de Shinichi.

—Todavía no he visto al profesor Agasa, tengo que ir a saludarlo—Le informó comenzando a caminar—. Te veré luego

—¿No te han dicho que es de mala educación levantarse cuando la gente habla?—Se indignó Shinichi.

—No,han estado ocupados enseñándome a hacer venenos . Tú los conoces bien—Contraatacó Shiho mientras se alejaba.

"Bruja". Pensó Shinichi con el ceño fruncido.

El sonido del móvil de Shinichi hizo acto de presencia, así que lo sacó de su bolsillo para comprobar quién lo llamaba.

—¿Una llamada privada?—Dijo Shinichi cuando vio que no se identificaba el número. Finalmente atendió.—¿Hola?

—Shin-Chan, me duele que ni siquiera saludes a tu preciosa madre—La voz de Yukiko sonaba tan cerca que el ojiazul podría decir que su madre estaba dentro de la mansión.

—¿Mamá?—Ahora que lo recordaba. Sus padres habían venido ayer—¿Dónde estás?

—Estoy bajando por las escaleras de casa—Le contestó Yukiko.

—¿D-De casa? ¿Y para qué me llama...—No pudo terminar de hablar, pues su cuerpo se vio envuelto por dos delgados brazos.

—¡Shin-Chan!—Gritó su madre mientras lo abrazaba.

—Mamá ¿cuándo dejarás de tratarme como a un niño?—Decía Shinichi mientras correspondía al abrazo de su madre.

—Ya sabes que eso nunca pasará, Shin-Chan—Contestó la ex actriz.

—¿Dónde está papá?—Cuestionó Shinichi cuando no vio a su padre junto a Yukiko.

—Está trabajando en la biblioteca—Replicó la madre del detective del Este.

Shinichi tuvo la intención de ir a saludar a su padre, pero luego recordó que Yukiko le dijo por teléfono, en el día anterior, que ambos tenían un tema pendiente en Japón, lo cual había generado en el ojiazul un poco de curiosidad. Aunque no entendía por qué su madre no había querido contárselo. Con ese dato, solamente lograba pensar que se trataba de él, cosa que le preocupaba ya que no le gustaba que se metiesen en su vida.

Sin poder aguantar las ansias de saber, Shinichi decidió volver a tocar ese tema.

—Oye mamá—El ojiazul llamó a Yukiko—¿Cuál es el motivo por el que tan de repente habéis venido a Japón?

—¿No es obvio Shin-Chan? Hemos venido a verte—Contestó Yukiko juntando ambas manos con una sonrisa.

—Ayer no me dijiste eso—Se quejó el ojiazul cruzándose de brazo—. ¿No será que papá tiene pensado escribir algún libro sobre mi, verdad?

—¿Un libro?—Dudó Yukiko.

"Por qué habré dicho eso".Pensó Shincihi con una mueca de molestia.

—No sería mala idea—Dijo la inconfundible voz de Yusaku apareciendo en el salón.

—Deberías hacerlo, querido— Yukiko incitaba a su esposo.—Tendría mucho éxito una novela sobre nuestro hijo

—Estoy de acuerdo—Rió Yusaku.

—Estos dos acabarán volviéndome loco—Masculló el detective del Este.

En realidad, Yukiko y Yusaku ya no tenían la necesidad de actuar pues ya sabían después de haber hablado por teléfono con Reizo, que Ran y Shinichi estaban juntos, teniendo también resuelto el problema de Takheru. Se alegraron cuando supieron que finalmente Shinichi sabía que ese niño de orbes azules poseía su sangre.

Simplemente por ello, no existía motivo por el cual hablar de un tema que afortunadamente estaba solucionado.

Todo con el tiempo había tomado forma propia, las cosas se habían colocado por si solas en su lugar, ahora solo quedaba que Shinichi y Takheru hablasen de padre a Hijo, y viceversa.

Una semana más tarde

Tenía que admitir que despedirse de su hijo junto a Shinichi fue una de las sensaciones más extrañas al igual que maravillosas que había tenido en la vida.

Y por si fuera poco, el hecho de que fuese Shinichi quien hubiera llamado a Ran para informarle de que se pasaría por su casa para llevarse a Takheru para resolver un caso, fue indudablemente un acto tan inesperado como descabellado. ¿Por qué tenía que ser precisamente un día entre padre e hijo en medio de un caso de asesinato? ¿No sería mejor ir al parque de atracciones?.

Suspiró.

Lamentablemente su pequeño ojiazul había heredado de su padre el amor por el misterio, y cuando supo que éste lo llevaría para verlo resolver un caso de asesinato, se entusiasmó de tal manera que Ran no había podido negarse a ello a pesar de que esa idea no le agradase en absoluto.

Habían pasado siete horas desde que se fueron, básicamente Shinichi se llevó a Takheru a las diez de la mañana y todavía no han habido señales de ellos.

"Espero que estén bien". Pensó.

Ran estaba sola en su casa, sentada en su despacho revisando una carpeta de su trabajo pues su editora le había llamado pidiéndole que comenzase a preparar la segunda parte de la novela que estaba llevando a cabo.

No pudo evitar recordar a Reizo, quien se había ido hacía unos días a Nueva York para encontrarse con la madre de Maru, usando como excusa que hacía mucho que no la veía y que quería comprobar si estaba bien.

La única diferencia de todos los viajes que había emprendido Reizo, es que esta vez no se había ido solo.

En efecto, Reizo había decidido llevarse a Maru consigo para que ésta conociese a su verdadera madre.

Ran en cierto modo, dudaba mucho que esa pequeña criatura perdonase rápido a su progenitora, sobre todo después de saber que la había dejado a merced de su padre simplemente por tener su misma sangre.

Aún recordaba su cara angelical con un toque de notable tristeza.

Sinceramente si fuera por Ran no se despegaría de esa pequeña niña de tan solo cinco años ya que prácticamente la había criado ella, era más suya que de Fumie, y eso nada ni nadie lo podría cambiar.

Se tomó un sorbo de su café, deseando internamente que le hiciese efecto pues el cansancio empezaba a apropiarse de su cuerpo.

La vibración de su móvil llamó su atención, era Shinichi.

"Estamos de camino a casa, no tardaremos"

Shinichi.

Reconocía que ese mensaje había aliviado a la de ojos violetas, pues sabía perfectamente el peligro que conllevaba presenciar ese tipo de casos. En más de una ocasión había estado a punto de morir por culpa de los asesinos que se encuentran camuflados en la escena del crimen ¿Cómo podría estar tranquila sabiendo que los hombres de su vida podrían estar en serio problemas por su amor por los casos?. Era imposible.

Se levantó de su asiento después de apagar el ordenador, ya buscaría otro momento para seguir trabajando. Comenzó a caminar teniendo la intención de esperar a Shinichi y a Takheru en la puerta de casa.

Bajó por las escaleras para seguido coger las llaves que se encontraban encima de la mesa de entrada.

A pesar de seguir siendo de día el frío se hacía notable, y Ran no pudo evitar abrazarse a si misma.

Minutos más tarde, el coche de Shinichi se presentó delante de la residencia Kaoshiro.

—¡Mamá!—Gritó Takheru después de salir del coche—. ¡Tenías que haber visto como se ha resuelto el caso! ¡ fue genial!

—Oh Takheru, eres idéntico a tu padre—Ran se rió.

—¿Y qué quieres decir con eso?—Dijo Shinichi mientras se acercaba a Ran y a Takheru.

—Que los dos sois dos maniáticos del misterio—Ran se burló.

Ran no pudo evitar reírse a carcajadas cuando vio que Shinichi y Takheru hicieron una mueca de molestia en el mismo momento. Definitivamente eran exactamente iguales.

—Al menos a mi no me asustan los fantasmas—Contraatacó el detective del Este, enervando a Ran.

—¿Cómo iba a asustarte algo que no existe?. No sabía que creyeses en algo tan absurdo, mamá—Se burló Takheru mirando de reojo a su madre con una sonrisa sardónica. Luego salió corriendo en dirección a la casa bajo la atenta mirada divertida de Shinichi.

—Este niño es digno hijo de Shinichi—Masculló la violácea. Después giró su rostro para encontrarse con Shinichi, quien seguía sonriendo de oreja a oreja.—Deja de reírte. Pareces idiota

—Maniático de los misterios, idiota—Enumeró el ojiazul usando los dedos—. ¿Algo más?

—Necesitaría por lo menos tres días enteros para decírtelo todo—Ran se cruzó de brazos, alzando la cabeza con los párpados cerrados.

—Pues yo solo necesito dos segundos

—¿Dos...

La violácea no pudo continuar pues los labios de Shinichi la apresaron, consiguiendo con esa acción que su corazón sintiese un vaivén de emociones. La forma en la que ese detective transformaba el mundo de la karateca era inigualable.

—¿Ves? No necesito tres días para decirte lo que pienso de ti, prefiero demostrártelo—Susurró Shinichi después de separarse.

Desde la ventana de la residencia Kaoshiro, estaba Takheru sonrojado observando a sus padres desde la ventana.

Fue raro ver a su madre con otra persona que no fuese Reizo, pero aquello dejaba de cobrar importancia cuando ese alguien se trataba de su verdadero padre, quien en unas cuantas horas le había hecho el niño más feliz del mundo.

Había sido la segunda vez que resolvían un caso juntos, pero teniendo en cuenta los lazos que les unían. Sin duda alguna, Takheru podría decir que conocer a su padre, Shinichi Kudo, fue una de las mejores experiencias que había tenido pese a todo.

—Mi papá es genial...

Un mes más tarde

Shinichi corría rápidamente como si su vida dependiese de ello, recordando constantemente que debido a un caso que estaba resolviendo se le había hecho demasiado tarde, rogaba internamente poder llegar a tiempo.

El detective llegó a unas escaleras, las cuales comenzó a subir a gran velocidad, intentado evitar caerse en el acto.

Luego, girando una esquina consiguió visualizar el lugar en el que se celebraría el gran acto.

—¡Papá, llegas tarde!—Escuchó Shinichi decir a Takheru, quien estaba en frente de la puerta de la iglesia.

—Ya lo sé. Es que tuve un pequeño incoNveniente—Se justificó Shinichi. Luego sacó dos pequeñas cajas de su bolsillo—Toma, llevaselo Hakuba, por favor. Yo me quedaré aquí esperando a Agasa y a Shiho

—¡Si!—Aceptó Takheru para seguido entrar corriendo a la iglesia

—Por poco no lo cuentas, Shinichi—Dijo el profesor Agasa a sus espaldas.

—Lo siento profesor, tuve que resolver un caso muy importante—El ojiazul rió nervioso—.Pero bueno, al menos he llegado antes que Shiho

—Shiho ha llegado—Le informó Agasa a Shinichi.

—¿Cómo?—El detective se aterró.

—Llegó solo unos segundos antes que tú, tranquilo—Dijo divertido Agasa.

—¿Y dónde está?—Preguntó Shinichi buscando a la científica con la mirada.

—Está en el coche—Contestó Agasa—Será mejor que entres ya que va siendo hora de que la novia haga acto de presencia

—Pensaba quedarme aquí a saludarla—Replicó Shinichi con una ceja arqueada.

—Shinichi has llegado tarde, y Shiho más que saludarte tendrá ganas de matarte ¿Estás seguro de que prefieres quedarte?—Dijo Agasa.

—Será mejor que entre—Respondió el ojiazul nervioso.— Hasta luego, profesor

Shinichi se adentró en la iglesia, lugar en el cual pudo encontrar sin ningún problema a todos sus amigos y familiares.

—Llegando tarde como de costumbre, Kudito—Dijo Kaito teniendo a su lado a Aoko.

—Seguro que se habrá quedado estancado en algún un caso—Continuó Heiji.—¿Cómo es posible que hayas tardado tanto?

—Una cosa si es segura, los resuelve antes que tú—Se burló el mago.

—Oye tú, o estás conmigo o contra mi. Decídete—Replicó Hattori mirándole de reojo al de cabello revuelto.

"Estos dos son insoportables". Pensó Shinichi, quien después de visualizar la figura de su violácea se alejó de Kaito y Heiji.

—Ran—La llamó para seguido sentarse a su lado.

—Llegas tarde—Dijo Ran con el ceño fruncido.

—Como siempre—El detective del Este le dio un beso en la mejilla.

Al lado de Ran estaban sentados Takheru, Maru y Reizo, quien charlaba entretenido con una mujer que el ojiazul no había podido identificar.

—Esa es la madre de Maru—Le susurró Ran a Shinichi en el oído después de percatarse que la miraba.

—Entiendo

Reizo consiguió convencer a Fumie para que viniese a vivir a Japón aunque eso no hizo que su relación con Maru mejorase ya que la niña seguía guardando rencor hacia su madre por lo sucedido. Según Reizo, Maru necesitaba tiempo para superar aquello, y Fumie estaba dispuesta a esperar el tiempo que fuera necesario. De momento Maru, seguiría viviendo con Ran.

En cuanto a Takheru y a Shinichi, desde que comenzaron a pasar tiempo juntos, con el paso del tiempo la relación de ambos fue fortaleciéndose cada día más, sobre todo cuando en vez de ir a tomar un helado como un padre y un hijo normal, se dedicaban a meter las narices en complicados casos. No hacía falta mencionar las reprimendas que se ganaban por parte de la karateca ya que jamás le gustará ver a su hijo en lugares en lo que podría ser la víctima de un asesino.

A pesar de ello, las cosas se desarrollaban estupendamente, y sinceramente no podrían ir mejor...¿o si?

—Ha llegado la novia—Escucho el detective del Este.

Todos los presentes se pusieron de pie cuando la música comenzó a sonar, esperando con ello la entrada de su amiga, Shiho Miyano, futura esposa de Saguru Hakuba.

Shinichi se quedó fascinado después de ver lo increíblemente hermosa que se veía su amiga, sobre todo por la sonrisa que se presentaba en su rostro.

Se alegraba tanto de verla feliz...

Se rió nervioso después de ver que Shiho le fulminó con la mirada, estaba completamente seguro de que Agasa le había dicho a Shiho que se retrasó.

—Ese profesor—Murmuró el ojiazul.

Shiho una vez en el altar soltó el brazo de Agasa para seguido coger el brazo de su futuro marido. Era una escena verdaderamente magnifica y memorable.

Un sentimiento encontrado embriagó a Shinichi, quien giró su rostro para encontrarse con la mirada de Ran.

Si había algo más que desease en la vida sería la de colocar un anillo en el dedo anular de Ran en un altar, convirtiéndola con ello en su esposa.

—¿Sucede algo?—La violácea se percató de que su amado la miraba.

—¿Eh?. No, no es nada—El detective del Este volvió a dirigir su mirada en el altar.

—Shinichi—Le llamó Ran en un susurro.

—Algún día seremos tú y yo...

Y con esa frase tan significativa, la karateca provocó un vuelvo en el corazón de Shinichi, quien después de reaccionar le dio un casto beso en los labios para finalmente sonreír tiernamente.

—Ese es mi mayor sueño

Un sueño que el detective del Este tenía pensado cumplir el día del cumpleaños de su amada, el cual estaba completamente seguro de que ningún caso estaría de por medio.

Porque si había algo más importantes que los casos para Shinichi, era vivir una vida plena y feliz junto a Ran.

Todo sea por cumplir un sueño

FIN

N.A: ¡Y se terminó!

Mi primera historia y la cual jamás olvidaré ha llegado a su final. Reconozco que estoy un poco triste, pero todo tiene un final. Quiero dar las gracias a todas las personas que me habéis apoyado con esta historia, jamás habría llegado hasta aquí si no fuera por ustedes, sois sin lugar a dudas mi mayor motivación. Sé que sueño necesita un pequeño arreglo, pero cuando tenga tiempo lo haré, aún así me siento orgullosa de ella.

Con esta historia he aprendido que en la vida hay muchas cosas que se acaban dejando por temas laborales o estudiantiles. Me gustaría decirles que luchasen por sus sueños, que no dejen que ningún obstáculo, del tamaño que sea, les impida conseguir lo que desean, solamente tú eres quien decide lo que es imposible, así que no te rindas y consigue todo lo que te propongas.

Espero que nos leamos pronto, os quiero. Kiss for you.