Muchas gracias a Christine C, Little Feniix, Little Feniix, Hyperion, PrettyNew, belloty, Deardeay, Alfy-Malfoy y lucas1177 por sus reviews :) Me han hecho mucha ilusión y me he sentido muy arropada :D (y me han hecho reflexionar que debería volver a escribir Drarry xDDD).
SYMPATHY
Capítulo 2: La Primera Prueba
Las chapas aparecieron al día siguiente. En realidad, Harry no tardó mucho en descubrirlas, puesto que habían sido un invento de Dean, Seamus y Ron. Una pequeña venganza, dijeron. Harry no necesitó preguntar a qué se referían.
Había dos modelos. Uno para Beauxbatons («APOYO A DAVIAU PORQUE…») y otro para Durmstrang («APOYO A RADKOV PORQUE…»), con los colores y emblemas de cada colegio (Harry sospechaba que era ahí dónde Dean había aportado su talento, los detalles eran especialmente buenos). Pero, independientemente de cuál tuvieras, cuando presionabas la chapa saltaba el mensaje de «MALFOY APESTA».
Harry sonrió en un primer momento.
—Puedes quedarte la de la que te parezca más guapa —dijo Ron mostrándole los dos modelos—. O las dos. Total, hemos hecho un montón. Pensamos repartirlas por toda la escuela. Y también entre los de Beauxbatons y Durmstrang, seguro que les encantan.
Harry se mojó los labios y frunció el ceño, mirando los nombres de las dos campeonas. En realidad… en realidad no quería ninguno. Recordaba perfectamente lo solo y rechazado que se había sentido al ver aquellas chapas en las pecheras de sus compañeros.
Y, por poco que le gustara Malfoy, eso no implicaba que quisiera hacerle lo mismo.
—Yo no…
—Os ponéis a su nivel al hacer eso —dijo Neville, que acababa de bajar de su cuarto con el pelo rubio aún húmedo. Había visto la pequeña demostración a su lado sin ser notado, con los brazos cruzados y expresión seria.
Harry le sonrió, contento de que opinara como él.
—Se lo merece —se defendió Seamus—. Después de todo lo que ha hecho, que se joda.
Lamentablemente, solo Hermione pensó como ellos. Anthony, Ernie, Lisa, Padma y Terry se las pusieron sin tan siquiera parpadear y aceptaron la nada encomiable tarea de repartirlas.
—Malfoy no es una buena persona —opinó Hermione mientras bajaban por las empinadas escaleras de la torre— y Merlín me libre de sentir lástima por él, pero me preocupa que Ron sea capaz de ponerse a su nivel sin tan siquiera parpadear.
—No ha sido elegante —asintió Ernie a pesar de llevar la chapa de la chica de Durmstrang, y Harry no pudo evitar recordar con cierto rencor que también había cogido la chapa de Malfoy cuatro años atrás—. Pero lo que es justo, es justo.
—Pfff —respondió Hermione poniendo los ojos en blanco.
Se mordió el labio y volvió la vista al frente. Él si sentía cierta lástima por Malfoy. Porque él sí había estado en su lugar, enfrentándose a las tres pruebas para demostrar su valía mientras prácticamente toda la escuela le deseaba que fracasara estrepitosamente.
Y eso, bueno, eso no se lo deseaba a nadie.
Harry estuvo presente cuando Malfoy se enteró de las chapas. No fue mucho rato después. Hermione, Ron y él subieron las escaleras de la Torre Oscura en el descanso de media mañana porque Ron había olvidado su libro de Transformaciones y, bueno, ya que estaban al lado habían decido subir a por él.
Malfoy estaba tumbado en su cama, con los ojos tapados bajo su brazo y las piernas colgando. Goyle, sentado en la esquina de la cama de Ron, con las manos entre las piernas y la espalda un poco encorvada. Ninguno de los dos pareció darse cuenta de que habían entrado. Hablaban.
—No entiendes nada —le reprochó Malfoy en un tono cansado.
—Pero tú te apuntaste —respondió Goyle como si fuera la cosa más lógica del mundo. Y Harry tuvo la sensación de que ya habían hablado de aquello antes.
—¡Se suponía que no iba a salir elegido, Merlín! —replicó Malfoy alzando la voz.
—Uhm —murmuró Goyle—. Pues a mí me hubiese gustado que me escogieran. El prem…
—Eso es porque eres idiota.
—Eres estúpido, Malfoy —replicó casi al instante Ron. Ron llevaba la chapa de Beauxbatons (y Harry sospechaba que Fleur Delacour tenía algo que ver con la decisión) y se había peleado a la hora del desayuno con Hermione. Harry empezaba a pensar que dejaría de llevarla en un día o dos, el tiempo suficiente como para dar a entender que está de acuerdo con ella, pero que no la había dejado de llevar porque se lo hubiera dicho.
Malfoy se incorporó rápidamente. Había empalidecido, aunque sus mejillas estaban sonrojadas. Pasó la mirada rápidamente sobre los tres y luego la clavó en Ron.
—Todo un experto en la materia, ¿eh, Weasley? —replicó, incapaz de mantenerse callado.
—Que te den. Y tú, levántate de mi cama. —Señaló a Goyle, que pareció crecer sobre sí mismo. Sacó pecho y apretó los puños, como si le fuera a plantar cara. Pero hizo lo que le dijo, apartándose unos cuantos pasos y cruzándose de brazos, a la defensiva.
Ron abrió su baúl y sacó el libro. Parecía que estaba a punto de darse la vuelta e irse, pero algo cambió en su rostro y volvió a girarse hacia Malfoy. Sacó un par de chapas de uno de los bolsillos de sus pantalones.
—Por cierto, Malfoy. —Le lanzó una, que cayó sobre su estómago y rebotó contra la cama. Malfoy entrecerró los ojos—. Que no pienses que me he olvidado de ti. Para ti también hay, Goyle. —También se la lanzó y Goyle, descruzando sus brazos, la cogió al vuelo—. Hemos hecho una caja entera de ellas. Por si queréis más, para vuestros amigos.
»Si es que tenéis alguno.
—Desbordas originalidad, Comadreja—siseó al levantar la chapa. A Harry no le pasó desapercibido que los ojos se le abrían ligeramente al comprender qué eran y que apretaba los labios al lanzarla contra la pared.
Y con una sonrisa triunfante, Ron salió de la habitación. Hermione puso los ojos en blanco antes de seguirlo. Harry miró una última vez a Malfoy, que se había vuelto a tapar los ojos con el brazo, recuperando su posición original. No estaba sintiendo lástima por él, ni una pizca. No.
—Oye, Malfoy, si necesitas ayuda…
—Oh, sí, por favor. Por favor, estoy tan asustado, ¿cómo me voy a enfrentar a las pruebas sin tu ayuda? —dijo sin moverse, utilizando una voz demasiado aguda para sonar creíble—. Que te jodan Potter. Que te jodan a ti y a tu jodida ayuda.
—De verdad eres un estúpido —murmuró agitando la cabeza con cierta incredibilidad. Sin duda, hablar con Malfoy era la mejor cura para el sentir lástima por él.
Como Harry había predicho, Ron dejó de usar la chapa de Daviau al segundo día. Dijo algo como que ya no estaban de moda (mentira) y se contentó con una segunda ración de beicon antes de las clases. Sin embargo, el día de la primera prueba el resto del castillo llevaba una o dos chapas sobre la pechera.
La primera prueba tuvo lugar en el Campo de Quidditch. Ni siquiera se molestaron en quitar los postes. Harry supuso que el hecho de que no hubieran vuelto a traer a dragonas al castillo era una buena señal del nivel de peligrosidad del torneo.
Ni siquiera sabía por qué habían ido. Neville estaba gruñón, a Hermione no le interesaba nada y Ron llevaba media mañana fantaseando sobre la posibilidad de que Malfoy acabara con media cara quemada. O quizá sí lo sabía.
No ir significaba que al día siguiente todo el mundo estaría hablando de la maldita prueba y ellos no entenderían nada. Así que allí estaban, en lo alto de las gradas de Gryffindor y abrigados de pies a cabeza.
El nuevo director de Cooperación Mágica Internacional caminó hasta el centro del campo y apuntó su propio cuello con su varita.
—¡Bienvenidos a una nueva edición del Torneo de los Tres Magos! —gritó Winston Stack y una gran ovación sacudió el campo—. ¡Por favor, dad un fuerte aplauso a los campeones! ¡Y este año solo tenemos a tres! —Hermione le sonrió suavemente y le apretó el brazo.
—Es increíble lo normal que está siendo todo, ¿no? —le susurró. Harry le devolvió el gesto y asintió.
—¡La señorita Jade Daviau, de Beauxbatons! —Daviau era una muchacha un poco fea. De nariz aguileña, ojos saltones y cuyo pelo estaba cortado en forma de tazón. A pesar de todo, al entrar corriendo en el campo desde los vestuarios de Gryffindor con los brazos en alto, la gente empezó a aplaudir con fuerza.
—¡El señor Draco Malfoy, de Hogwarts! —Malfoy salió detrás de ella, trotando y sin hacer ningún gesto al público. Parecía una sombra en comparación con Daviau y cuando alguien tiró lo que parecía una botella de cerveza de mantequilla vacía al estadio, el director Stack tuvo que pedir compostura antes de presentar a la tercera campeona.
—¡Y la señorita Lidiya Radkov, de Durmstrang! —Radkov era morena y tenía el pelo ondulado. Era bonita, de una manera clásica. Tenía el cabello trenzado y caminaba levantando un puño en alto.
El estadio la adoró en el mismo instante en el que puso un pie en él. Stack esperó a que el alboroto fuera descendiendo antes de volver a hablar.
—La primera prueba es un duelo. —Harry frunció el ceño, no podía ser tan simple. A él le habían puesto una dragona a la que tenía que robar un huevo. Se apoyó en la barandilla y se inclinó ligeramente hacia delante, dispuesto a encontrar el truco con sus omniculares.
Lo hizo Hermione, claro.
—¿Qué es eso en lo que están subidos?
Allí, a simple vista, parecía que los tres campeones se habían colocado detrás de Stack casi por casualidad. Pero en realidad, estaban subidos sobre unas plataformas de color metálico, circulares.
—No tengo ni idea.
—¡Las reglas son sencillas, señores! ¡Si perdéis la varita o si tocáis el suelo, quedáis fuera del duelo! ¡Prepárense!
El primero en reaccionar fue Malfoy. Alargó los brazos y dio un paso, como si hubiera perdido el equilibrio. Harry frunció el ceño. Y entonces se dio cuenta que Daviau y Radkov hacían lo mismo. Y que se estaban elevando en el aire sobre aquellos discos metálicos.
—Eso lo hace más interesante —dijo Seamus—. Aunque lo del dragón es difícil de igualar.
—¡A la de tres!
A su alrededor, más discos se elevaron por el aire, formando un extraño campo por el que moverse.
Malfoy estiró un poco más las piernas, intentando encontrar una posición que le ofreciera cierto equilibrio. Aunque tenía esa expresión en su rostro que solía poner cuando intentaba coger la snitch, con el ceño ligeramente fruncido y la nariz arrugada, Harry estaba seguro de que Malfoy no estaba demasiado concentrado. Sus labios no paraban de moverse, como si estuviera recitando algo.
—Esto va a ser espantoso para Hogwarts —vaticinó Neville apoyado en la barandilla a su lado. Harry le sonrió y, prácticamente sin pensarlo, le ofreció los omniculares.
—Malfoy está hecho un manojo de nervios —comentó girando la cabeza hacia el centro del campo. A simple vista eran tres figuras. De no ser por el pelo de Malfoy y los colores de sus túnicas, sería imposible distinguirlos.
—Le está bien empleado —dijo Neville haciendo un gesto negativo con una de sus manos—. Estoy bien, gracias. Si van a puntuar como lo hicieron contigo, voto que no va a sacar ni la mitad.
Harry se acordaba. A él le habían dado cuarenta puntos en la prueba de las dragonas. Gracias a Hermione, por supuesto.
—¡Una, dos… TRES!
Volvió a levantar los omniculares. No se sorprendió al ver que Malfoy fue el primero en reaccionar. Levantó su varita rápidamente y lanzó un hechizo contra Daviau que chocó contra un fuerte Protego. La chica se balanceó hacia atrás, casi sorprendida por el impacto. Los discos se movían ligeramente, haciendo un movimiento circular entre los tres.
Radkov aprovechó el momento para atacar también a Daviau, aunque lo hizo con la misma suerte. Malfoy la miró, y Radkov asintió casi de manera imperceptible antes de que ambos se giraran hacia la otra chica. Gracias a la mirada ampliada de los omniculares, Harry pudo observar la expresión de alarma de la campeona de Beauxbatons al darse cuenta de qué era lo que estaban planeando sus contrincantes.
Saltó antes de que el primer hechizo de Malfoy la impactara. Segura y ágil, una de sus rodillas chocó sobre un disco cercano y, a pesar de estar en una posición precaria, levantó la varita y conjuró otro escudo mientras se levantaba.
Pero estaba demasiado lejos, comprendió. Iban a necesitar acercarse si querían tener posibilidades reales. Volvió a dirigir los omniculares a los otros dos. Malfoy tenía cada pie en dos discos y estaba intentando pasar de uno al otro, pero parecía que algo le había dejado estancado allí. Radkov, por su parte, se estaba intentando recuperar de un salto mal hecho. Su abdomen había dado contra el disco y lo único que la separaba del suelo era que le había dado tiempo a agarrarse.
Entonces uno de los discos flotantes pasó rápidamente sobre su cabeza e intentó estamparse contra Daviau, quién lo desvió con un giro rápido de varita.
Eso pareció despertar a Malfoy, que terminó de coger para pasar de un disco a otro. Y justo a tiempo para desviar una maldición de Daviau. Ninguno de los dos hacía caso a Radkov, que luchaba para volver al juego.
—La chica de Durmstrang tiene un culo bonito —dijo Seamus sacando a Harry del enfrentamiento—. Aunque está bastante fuera. ¿No?
—Se supone que están midiendo sus capacidades mágicas, no su aspecto —replicó Hermione prácticamente saltando a la defensiva—. Me gustaría verte a ti dando ese salto.
—Era solo una observación, no hace falta ponerse así.
Harry giró la cabeza hacia Neville, que observaba el enfrentamiento con gesto ceñudo. Tenía el cabello rubio ligeramente más largo de lo que solía y se le pegaba a la frente con el viento. Seguía vistiendo como si fuera su abuela quién elegía su ropa. Cerró los ojos un momento, ¿qué iba a hacer con aquello? No ha hablado del tema con nadie, no sabe muy bien cómo encararlo.
Lleva dos meses siguiendo a Neville con la mirada a dónde quiera que va, buscando su compañía y sonriendo como un idiota cada vez qué hablan. Y Harry solo sabe darle una explicación. Porque no es excusa que Ron y Hermione pasen más tiempo a solas ahora que salen juntos. Porque aunque Neville siempre ha sido un buen amigo, nunca antes se había descubierto soñando despierto en cómo sería el besarle.
Apartó la mirada, consciente de que se había quedado mirándolo fijamente. Pero Neville debió de notarlo, porque entonces habló.
—Me pregunto si se han planteado que Malfoy pueda usar magia negra.
Harry notó como un pequeño escalofrío le recorría de pies a cabeza. Probablemente sí. Harry había visto la expresión de McGonagall cuando le había dicho que podía volver su asiento. No era el de una persona que se tomara el que Draco Malfoy fuera el campeón de Hogwarts a la ligera.
—Por lo menos no tuvo muchos problemas en hacerlo cuando los Carrows se lo pedían —añadió con cierta amargura.
No necesitaba oírle jurarlo. Harry sabía que había usado la Imperius sobre Rosmerta. Y a él le había intentado atacar con la Cruciatus al sentirse amenazado. Eso sin contar el medallón maldito y la botella de hidromiel envenenada.
Malfoy era una persona peligrosa, se mirase por dónde se mirase.
Harry volvió a levantar los omniculares a tiempo para ver como Malfoy se agachaba para esquivar uno de los discos. Daviau, frente a él, estaba teniendo un mal tiempo para mantenerse sobre el suyo. No solo porque su movimiento había empezado a ser errático, sino que también porque las piernas le bailaban de una manera divertida.
—No creo que Malfoy sea tan estúpido. —Ron bufó detrás de él—. No delante de toda la escuela, por lo menos —añadió con cierto fastidio—. No después de haberse librado por esta de Azkaban, ¿eh, Harry?
Harry asintió, distraído. Los Malfoy se habían librado por poco, muy poco en realidad, de la cárcel. Él también dudaba que Malfoy quisiera arriesgarse a perderlo todo por un simple torneo. Además, Malfoy era un mago competente. Probablemente tendría algunos trucos guardados bajo la manga antes de tener que acudir a magia negra. O eso esperaba.
Cuando volvió a mirar. Daviau estaba acosando a Malfoy a maldiciones. Malfoy apenas tenía tiempo para lanzar hechizos protectores a su alrededor. Durante una fracción de segundo, parecía que aquello iba a ser todo para él, cuando uno de los discos apareció de la nada y golpeó a Daviau en la parte trasera de su nuca.
Daviau perdió pie ante la exclamación de asombro de los espectadores y cayó al vacío durante un par de metros antes de dar contra otro disco. Sus pies rozaban el suelo.
—¡DAVIAU ELIMINADA! —gritó Stack.
Arriba, Radkov sonreía con cierta autosuficiencia. Se había conseguido levantar, al fin, y había utilizado el que ya nadie la miraba en su favor. Tenía la varita en el aire y apuntaba a Malfoy desde su espalda.
Estaba hecho. El hechizo de desarme hizo que la varita de Malfoy saliera volando de sus dedos ante su mirada de incredibilidad.
Cuando Radkov levantó su puño al aire, con su varita y la de Malfoy, el estadio coreó su nombre. Harry giró una última vez los omniculares para mirar a Malfoy.
Tenía los labios apretados y la mirada baja y Harry lo conocía lo suficiente como para saber que estaba rabiando. No pudo evitar sentir un ramalazo de lástima por quien fuera el que tuviera que aguantarle.
contiuará.