Esto va llegando a su fin :(. Solo queda un capítulo/epílogo para cerrar por completo esta historia.


Capítulo 32:

Castle

Después de colocarme unos pantalones anchos y una camiseta de estar por casa, salgo del dormitorio todavía molesto con la actitud de Kate.

Tenía la idea de tomarme un café e intentar pensar en lo qué ha pasado – en por qué le molesta ahora que yo lo supiese – pero la paz que había imaginado desaparece cuando me encuentro con mi hija y mi madre lanzándome serias miradas desde la cocina.

La primera se levanta del taburete solo para cruzarse de brazos delante de mí y acentuar así su pose de enfado; mientras que la segunda me dedica una desaprobatoria mirada desde su asiento.

Ni siquiera sabía que mi madre estaba en casa.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho ahora, papá? – Pregunta Alexis interponiéndose en mi camino hacia la cafetera.

-¿Que qué he hecho yo?

-La chica se ha ido dando un portazo, es obvio que has hecho o dicho algo – Murmura mi madre antes de llevarse a los labios la taza con té verde que sostiene entre las manos.

-No he hecho nada – Les aseguro a ambas, y como no estoy dispuesto a darles ninguna otra explicación, me hago a un lado y paso junto a Alexis para llegar hasta la cafetera.

Está claro que el enfado de Kate ha sido únicamente fruto de su cabezonería ya que ni siquiera me ha dejado explicarme, y como siempre se ha marchado.

-Lo digo en serio, papá – dice de nuevo Alexis – no volveré a hablarte como no lo arregles con ella.

Para colmo esto.

Alzo los brazos alucinado y miro a mi madre en busca de apoyo, pero ella decide refugiarse tras tu taza dejando clara su posición al respecto.

-Debería ser ella quien venga a hablar conmigo. Ni siquiera sé por qué se ha ido en primer lugar – Farfullo mientras pongo el café en el fieltro.

-Como no hagas algo se va a ir a Boston otra vez papá, ¿de verdad vas a dejar que eso ocurra? ¿Vas a dejar que pasen otros nueve años?

Sin darme tiempo a pensar una respuesta, Alexis echa a correr escaleras arriba y ahora es ella quien da un portazo a la puerta de su dormitorio.

De nuevo busco consuelo en la mirada de mi madre pero lo único que ella hace es alzar las dejas y murmurar un "tiene razón".


Kate

Por un segundo vuelvo a sentirme como aquella adolescente que llegaba a casa con algún problema y en lugar de contarlo se encerraba a llorar en su habitación como si fuese el fin del mundo.

Apoyo la espalda sobre la puerta de mi dormitorio e intento apaciguar mi respiración.

En mi cabeza había estado haciendo planes con Castle. Planes para un futuro juntos.

Había pensado incluso en una posible boda. Sí, yo – Kate Beckett, la que siempre huye del compromiso – pensando en casarse. Por supuesto no ahora, pero lo que tengo claro es que si me caso algún día será con Castle. Nadie más que él podría ocupar ese puesto.

Sin embargo todos los castillos en el aire se han desvanecido después de saber que él sabía que marcharme no fue idea mía. No sé por qué, pero siempre había pensado que, de haberlo sabido, él habría venido a buscarme.

Soñaba con eso.

Durante los primeros meses en Boston soñé que Castle se enteraba y venía a buscarme. Me decía que todo lo que había dicho el día que nos vimos por última vez en su pequeño apartamento de Little Italy era mentira y que no se quería volver a separar de mí.

Él lo sabía. Y no vino a buscarme. Ni siquiera le importó.

Unos suaves pero contundentes golpes en la puerta de mi habitación hacen que me seque rápidamente las lágrimas.

-Kate, ¿te encuentras bien? – Pregunta mamá desde el otro lado con un deje de preocupación en su voz.

Ella no me había visto llegar, fue Luka quien me abrió la puerta y se fijó en mis ojos enrojecidos. Estoy segura de que rápidamente fue a contárselo a mamá.

Suspiro y me aclaro la voz, intentando así que suene lo más convincente posible.

-Sí, bien, solo un poco cansada.

-¿Segura? Si quieres hablar…

-No quiero hablar ahora.

Casi puedo escuchar cómo ella emite un suspiro al otro lado de la puerta y sus pasos desaparecen escaleras abajo.

Camino hasta la cama y me dejo caer en ella, sin ser consciente de que alguien ha llamado al timbre.

¿Podré volver a mirar a Castle como antes? Quiero decir… como esta misma mañana, cuando estaba dispuesta a volver a hacer el amor con él y creía conocerlo a la perfección.

O puede que todo esto sea una tontería. Puede que nunca haya vuelto a confiar en él después de lo que pasó hace nueve años.

Vuelvo a secarme las lágrimas cuando los nudillos de mamá vuelven a golpear la puerta y esta vez le indico que pase. Supongo que no se quedará tranquila hasta ver que estoy bien.

-Cielo… - Me observa desde la puerta, sin llegar a pasar dentro del dormitorio.

-Mamá, estoy bien, en serio – Le aseguro después de haberme sentado al borde de la cama.

Ella me estudia durante un par de segundos, cerciorándose de que le digo la verdad. Descubriendo al instante que no es así.

-Es Castle - Dice como en un murmullo.

-Mamá...

-No. Quiero decir, que es Castle. Él está aquí, quiere hablar contigo.

Me levanto de la cama casi de manera automática y le hago señas a mi madre al mismo tiempo que sacudo mi cabeza de un lado a otro.

-No quiero hablar con él. Dile que no estoy, dile que…

Sin embargo, antes de que pueda inventar cualquier excusa tonta, mamá rueda los ojos y termina de abrir la puerta. Castle está a su lado y ella le sonríe como si se estuviese disculpando por mi actitud, después se va y nos deja solos.

Esta vez soy yo la que rueda los ojos y se da la vuelta. Ni siquiera estoy segura de querer hablar con él.


Castle

Es ése niño de nueve años – Luka – quien me abre la puerta cuando presiono insistentemente el timbre de casa de los Beckett.

Por un momento rememoro el pasado y temo que Jim Beckett haya regresado ya del hospital y sea él quien me reciba – no es que no quiera que se recupere, pero no estoy preparado para encontrarme con él y que me eche de su casa a patadas. No sin antes haber hablado con Kate.

-¿Está Kate?

-Vino hace un rato, llorando. Está en su habitación – Dice encogiéndose de hombros y desapareciendo después por el recibidor.

Me quedo allí parado durante un par de segundos hasta que aparece Johanna.

-Castle – Dice con sorpresa al encontrarme en la puerta de su casa.

-Johanna – Inclino mi cabeza a modo de saludo mientras ella se me queda mirando – Esperaba poder hablar con Kate… Luka me dijo que está aquí.

-Sí, está en su dormitorio – Dice perdiendo su mirada por un momento hacia las escaleras. Invitándome a pasar de inmediato - Vino hace un rato y se encerró en su habitación sin decir palabra. No le había visto hacer eso desde que era una adolescente. No es que pase grandes temporadas en casa, pero… ¿Ella está bien?

-Tal vez yo… Dije algo que no debería haber dicho, pero espero poder solucionarlo ahora.

Ella simplemente sonríe y me indica que la acompañe hasta arriba, a pesar de que nunca he olvidado este pasillo, ni el dormitorio de Kate.

A pesar de que Jim Beckett parece no soportarme, siempre he tenido la sensación de que a Johanna le caigo bastante bien.

Llama a la puerta del dormitorio de Kate y ambos esperamos pacientemente hasta que ella responde.

Me adentro en su dormitorio y cierro la puerta. Ella está de espaldas a mí y puedo ver sus hombros tensarse cuando percibe cómo me acerco, por eso decido quedarme a dos pasos de ella.

He venido aquí para hablar. Alexis tiene razón, no puedo dejar que una tontería vuelva a separarnos, no voy a cometer los mismos errores que cometí en el pasado.

-Hace nueve años, después de que te fueras, vine a hablar con tu padre.

Kate se da la vuelta y me mira con confusión.

Me fijo en sus ojos, puedo notar que ha estado llorando y me duele pensar que es por mi culpa.

-No sé, supongo que quería decirle que todavía te seguía queriendo. También quería pedirle tu número, te había estado llamando pero ya no tenías ese número…

-Estaba enfadada, no quería saber nada de ti. Por eso cambié de número.

Ella traga saliva con dificultad y a mí me ocurre lo mismo.

-¿Conseguiste mi número?

-No. Tu padre me explicó en qué consistía tu trabajo en Boston, la gente con la que trabajabas… Era una oportunidad muy buena, Kate. Y yo sabía cómo de importante era tu trabajo para ti.

-No era lo único importante – Dice mirándome directamente a los ojos.

-Lo sé. Ahora lo sé. Después de hablar con tu padre comprendí que eras muy joven, demasiado, y que todavía tenías que vivir muchas cosas. No podía ponerme en tu camino e impedirte vivirlas.

Este último comentario no parece sentarle demasiado bien ya que rueda los ojos y contiene un suspiro.

-Parece que todos sabíais lo que era lo mejor para mí, sin dejarme decidir a mí misma.

-Pero tú te fuiste, Kate. Podrías haber renegado a ese trabajo y sin embargo decidiste escogerlo e irte a Boston.

Me lanza una mirada furiosa esta vez, pero no me importa. Quiero (y necesito) decirle todo lo que pienso y siento, aunque eso suponga correr cierto riesgo.

-¿Qué importa que tu padre intercediese porque te ofrecieran ese trabajo? ¿O que yo lo supiera? Tú lo aceptaste, Kate. Tú elegiste irte. Ni tu padre ni yo podíamos impedírtelo.

Kate sacude la cabeza y veo cómo una lágrima se desliza lentamente por su mejilla y se la seca con rabia. Me gustaría acercarme a ella y abrazarla, pero me contengo y me quedo donde estoy.

Ella no tarda en responderme.

-Y fuiste tú el que elegiste decirme que no había significado nada para ti. "He estado confundiendo mis sentimientos todo este tiempo" – dice, citando mis propias palabras – No sé, Rick. Puede que también te estés confundiendo ahora.

Recordar lo que le dije aquel día me duele, pero todavía me duele más pensar que me creyó.

Y por supuesto no me estoy confundiendo. Lo que siento por ella es real. Muy real.

Y ahora comprendo que ella necesita saberlo.

Por eso me acerco a ella y la abrazo por detrás con fuerza, dejándole sin posibilidades de alejarse.

-Los dos cometimos errores – Susurro al lado de su oreja – Fuimos unos idiotas y no tuvimos la oportunidad de demostrarnos nuestros verdaderos sentimientos. Pero aquí estamos ahora, nueve años después… Y no sé tú… pero yo no soy ningún idiota ya. No estoy dispuesto a dejarte marchar nunca más.

Su cuerpo se relaja poco a poco y permanezco abrazado a ella hasta que reúne el valor de darse la vuelta y mirarme a los ojos. Los suyos están llenos de lágrimas.

Acaricio su rostro con mis pulgares intentando secar todas esas lágrimas. Sé que ella está tan asustada como yo, los dos queremos que esto salga bien, pero debemos intentarlo.

-¿Qué me dices? – Le pregunto en apenas un susurro - ¿Me das una oportunidad?

De sus labios escapa un silencioso "si" acompañado por una silenciosa risa, y soy incapaz de permanecer un segundo más sin besarla y hacerle saber que lo que siento es real.

El beso es salado, pero no me importa. Me preocupo en borrar todo rastro de tristeza de ellos y lo convierto en un dulce y largo beso, hasta que ella se separa y acaricia mi rostro con sus manos.

-Aunque pasasen cien años, Rick… Todavía seguiría enamorada de ti.