A/N: Y... último capítulo!


- ¡Simmons! – gritó Fitz casi corriendo detrás de su disgustada compañera.

Había estado todo el día rarísima; preguntándole cosas de respuesta obvia, resoplando cada vez que alguien hacía un ruido más alto de lo normal y levantando la cabeza para mirar con el ceño fruncido a todo el que pasaba por delante de su mesa.

Solo cuando consiguió que se parara por fin, quedándose a una distancia prudencial de ella para no incomodarla más, se dio cuenta de que sus hombros temblaban como si estuviera llorando.

- Jemma, ¿te encuentras bien? ¿Qué ocurre? – preguntó Fitz preocupado cuando estuvo detrás de su compañera, que se había quedado plantada en medio del pasillo de espaldas a él. Gracias a Dios la zona de las habitaciones a esas horas estaba prácticamente vacía -. Jemma, no puedo ayudarte si no me dices qué va mal – siguió Fitz suplicante.

Jemma respiró hondo un par de veces y se limpió las mejillas como pudo con las manos antes de girarse y encarar a su compañero. No, su compañero solo no, su alma gemela. La preocupación que vio brillando en sus ojos le partió el corazón.

- No pasa nada Fitz solo estoy… Creo que solo estoy abrumada – acabó Simmons con los ojos cerrados, dejando escapar todo el aire que tenía en sus pulmones y frotándose la sien con la mano derecha.

Fitz cogió su mano izquierda y la llevo a la sala de estar de la base, que a esas horas de la tarde y con medio equipo reunido preparándose para una misión, estaba completamente vacía. Fitz la condujo hasta el sofá y le apretó la mano indicando que se sentara y provocando que las mariposas que revoloteaban en el estómago de Simmons se revolvieran nerviosas. Jemma se sentó y apoyó los codos en sus rodillas, cubriéndose los ojos con ambas palmas de la mano. Por detrás oía a Fitz preparar un té.

Cuatro minutos y veintitrés segundos después, Jemma sintió ceder el sofá a su derecha y olió el aroma de su té favorito mezclado con la colonia de Fitz. Su nuevo olor preferido.

- ¿Quieres contarme porqué estás abrumada? – empezó Fitz con voz dubitativa al cabo de unos minutos de silencio sorbiendo su propia taza de té.

Jemma levantó la cabeza y miró a su compañero, mucho más relajada que antes y resuelta a ser sincera con él.

- Veo colores. Desde anoche cuando nos despedimos – dijo Simmons lentamente y mirando a Fitz a los ojos.

Fitz parecía haberse quedado congelado. Cuando abrió la boca para hablar, Simmons le detuvo con su propio discurso.

- No, déjame terminar. Creo que a ti no te ha pasado aun y no quería contártelo porque no quiero que te sientas obligado a nada, o que sientas que me debes algo. Y supongo que… creo que tampoco quería contártelo porque me daba vergüenza ser la única a la que le estaba pasando – en este punto, Fitz intentó interrumpirla, pero Simmons sacudió la cabeza y siguió hablando - Pero no pasa nada, ya sabes que esto no tiene una exactitud científica y puede que te pase mañana o dentro de un mes o de 20 años, pero no me importa, de verdad. Además llevo toda la mañana volviéndome loca con tanto color y ahora mismo el azul de tus ojos me está desconcentrando de tal forma que…

El discurso de Jemma se vio interrumpido cuando los labios de Fitz contactaron con los suyos, en un beso tan intenso y tan diferente al de la noche anterior que hizo que le temblaran hasta las uñas de los dedos de los pies. Fitz rodeó su cintura con el brazo derecho y Jemma se incorporó para pasar una pierna por encima de las suyas y quedar sentada encima de sus muslos, con las manos alrededor de su cuello. Poco a poco ese beso apasionado se fue trasformando en algo más pausado, roces de labios superficiales y caricias que transmitían una adoración sin límites. Cuando ambos recuperaron el aliento, Fitz se separó ligeramente apoyando su espalda en el respaldo del sofá pero manteniendo las manos apoyadas en la cintura de Jemma; y tomó una gran bocanada de aire antes de empezar a hablar.

- Jemma… Llevo años viendo colores.

Vaya. Eso sí que no se lo esperaba. Era el turno de Simmons de quedarse congelada.

- ¿Qué? – preguntó Jemma atónita viendo que Fitz no iba a añadir nada más – Pero, pero ¿cuándo? ¿Y por qué no…?

Fitz la paró antes de que pudiera continuar, apoyando dos dedos suavemente en sus labios.

- Vi el precioso color miel de tus ojos por primera vez segundos antes de que saltaras de un avión en marcha a 5.000 metros de altitud – dijo Fitz con voz suave, apartando los dedos de los enrojecidos labios de su compañera para deslizar la mano hasta su mejilla -. El segundo color que vi fue el azul intenso del mar al que caías sin que yo pudiera evitarlo.

Jemma puso su mano izquierda sobre la de Fitz que aun descansaba en su mejilla. El corazón se le iba a salir del pecho, pero aguantó en silencio hasta que él decidió continuar hablando.

- Y no irías a preguntarme por qué no te he dicho nada nunca – continuó Fitz con una pequeña sonrisa en sus labios.

Jemma levanto y dejó caer ambos hombros en la señal universal de "¿quién sabe?" con una sonrisa inocente en los labios, haciendo reír suavemente a Fitz.

- Digamos que no quería que te sintieras obligada a nada o que sintieras que me debías algo.

La sonrisa de Jemma se hizo más amplia y bajó la mirada, notando que sus mejillas se cubrían de color de nuevo. Fitz apartó la mano de su mejilla para poner un dedo bajo su barbilla y conseguir que volviera a mirarle a los ojos antes de continuar.

- He sido tuyo desde hace años Simmons. Solo he estado esperando a que tú quisieras que lo fuera.

Jemma no sabía si Fitz quería decir algo más o si había dicho todo lo que necesitaba decir, y sinceramente en ese momento no le importaba. Simplemente puso una mano detrás de su cuello y le empujó hacia ella hasta que sus labios volvieron a tocarse y sus brazos la envolvieron. La espera había terminado.


Espero que os guste a todos los que algún día leais esta historia!

Y en especial espero que te haya gustado a ti MC, Feliz Cumpleaños ahora ya por última vez hoy.

Dejad una review si tenéis tiempo, y gracias por leer!