Bleach y sus personajes no me pertenecen, son creación del gran Tite kubo, yo solo tome a los personajes para hacer esta historia.

Hola! Gracias a todas (os) los que entran a leer el fic, a los que dejan review, y a los que lo ponen en fav o follow

Hasta que me anime a subirla, aquí con otra historia, aún no termino la otra y ya estoy con otra, pero es que me he entusiasmado tanto con esta que necesitaba compartirla, aunque creo que me demoraré en actualizarla, y más ahora con dos historias y que estoy estudiando, si lo sé, no lo planee bien, pero es que no pude aguantar más, quiero seguir escribiendo esta historia, le tengo mucha fe, aunque no se qué tal les parezca, a mi me encanta escribirla. Esperando sea de su agrado, aquí una nueva historia, y será más madura, creo que tendrá lemmon, pero más adelante, por ahora sólo es algo ligero. Saludos.

Frase: -¿cómo se dice acariciar desde lejo?

-escribir.

Capítulo 1

Como todos los días el despertador sonó a las 6:30 de la mañana. Una de mis pequeñas mano salió de entre las sábanas para apagar el molesto sonido, entonces me giró hacia la izquierda para quedar de frente al hombre me abrazaba por la cintura.

-Ichigo-susurré, recibiendo como respuesta un gruñido-Ichigo, despierta-posé una mano en su hombro, sacudiéndolo un poco.

-5 minutos más-dijo mientras apretaba el agarre sobre mi cintura

-se nos hará tarde

-no hay problema-con suaves movimientos, coló una mano por debajo de mi polera, acariciando mi piel.

-no empieces Ichigo-sentía como sus caricias aceleraban mi pulso.

-¿empezar qué?-acercó su cara a mi cuello, rozando sus labios sobre mi piel.

-tú sabes-mi respiración se hizo más pesada-no me provoques

-¿o…?-rió por lo bajo, el pelinaranjo se estaba divirtiendo a costa mía.

-maldito-iba a empujarlo, pero él fue más rápido y antes de que me diera cuenta me tomó en brazos, sacándome de la cama-¿qué crees que haces?

-como no hay tiempo, pensé que podríamos bañarnos juntos-sonrió de lado- ¿o acaso no quieres?-Para persuadirme acarició la piel sensible bajo mi oreja con la punta de su nariz, haciendo que un agradable escalofrío recorriera mi cuerpo

-cállate y camina-dije mientras ocultaba mi sonrojado rostro en la curvatura de su cuello.

Él entro en el baño conmigo en brazos, y en su cara se dibujada una leve sonrisa mientras cerraba la puerta con un pie.

El pelinaranjo fue el primero en salir del baño. Con una toalla rodeando sus caderas fue hasta la cocina para empezar a preparar el desayuno. Dejo el agua hirviendo mientras se vestía. Estaba poniéndose la camisa cuando hice mi aparición en el dormitorio, envuelta en una bata blanca de algodón con dibujos de conejos por todas partes.

-tú sí que sabes cómo hacer que la lujuria de un hombre muera.

-¿quieres apostar, fresita?-comencé a desatar lentamente el lazo rosado, dejando que la tela resbalara por mi hombro derecho, donde se veía el chupetón que él me había hecho minutos atrás-¿recuerdas esto?-entonces acerqué mis labios a la marca, primero dándole un leve beso, para proceder a pasar la lengua por mi tersa y blanca piel, delineando la marca.

-demonios-él se dio vuelta, pero pude ver cómo sus pantalones se comenzaban a ver estrechos en la entrepierna-ahora sí que no tenemos tiempo-tomó su corbata rápidamente y salió del cuarto, pisoteando el suelo, con mi risa siguiéndolo por el pasillo.

Cuando estuve lista, me dirigí al comedor, donde Ichigo ya tenía preparada la mesa para los dos, café con waffles para mi, y frente a estos, leche con chocolate y tostadas para él. Procedimos a tomar asiento, y cuando nuestras miradas se encontraron, ambos sonreímos y comenzaros a desayunar. Aunque parecía una rutina normal y hasta aburrida, para mí era la mejor forma de comenzar el día. Una vez terminaros de comer, fui al cuarto a ponerme los zapatos, mientras él dejaba platos en el lavavajilla.

A las 8 en punto íbamos saliendo del garaje en el auto de Ichigo; su trabajo quedaba más cerca así que él me pasaba a dejar y luego se iba al suyo.

-¿nos juntamos a almorzar?-le pregunté una vez se estacionó frente a mi edificio.

-claro-siempre que podíamos intentábamos quedar.

-encontrémonos en el parque a la una de la tarde.

-me parece bien-respondió con una sonrisa-nos vemos entonces-me acerqué y le di un leve beso en los labios-adiós-lo escuche decir antes de cerrar la puerta.

Yo trabajaba en una agencia de decoración de interiores; ese día no tenía muchas cosas programadas, sólo la reunión mensual para decidir los nuevos proyectos que aceptaríamos, la cual termino un poco antes de las 12, dándome tiempo suficiente para reunirme con Ichigo.

Caminé lentamente por las calles hasta llegar al parque de juegos donde habíamos quedado de acuerdo en reunirnos. El lugar era pequeño, sólo contaba con unas pocas bancas, grandes árboles y unos juegos infantiles de madera.

Me senté frente a los balancines, a esa hora ya había algunos niños divirtiéndose. Al mirarlos una extraña sensación se asentó en mi pecho, pero no sabía muy bien a qué se debía. Me quedó allí viéndolos jugar alegremente, corrían por todos lados, llenos de energía, incluso algunos pasaban muy cerca de mí, y fue entonces cuando una pequeña se tropezó, cayendo de rodillas en la tierra, no pude reprimir mi instinto, y antes de darme cuenta estaba hincada a su lado.

-¿estás bien?-la niña me miro con ojos llorosos-ya pequeña, tranquila-cuando me acerqué más noté que tenía las rodillas raspadas-no pasa nada, solo es un pequeño rasmillón-busque en mi cartera un pañuelo y una botella de agua-¿Cómo te llamas?

-Hikari-dijo sorbiéndose los mocos.

-Que lindo nombre. Yo me llamo Rukia-mojé el pañuelo-Mira Hikari, tienes una pequeña herida en la rodilla, pero no queremos que se infecte ¿verdad?-la pequeña me miraba atentamente, y sólo atinó a asentir-y para eso tienes que limpiarte con esta tela ¿puedes hacerlo?-otro asentimiento-muy bien, aquí tienes-entonces le pasé el pañuelo.

La niña, un poco temblorosa, se llevó la tela a la rodilla, su cara se contrajo de dolor, en ese momento pensé que se pondría a llorar más fuerte, pero me alegro al ver que me equivocada ya que la pequeña Hikari se contuvo mientras limpiaba todo, era asombroso al ver lo tenaz que era, y más cuando no se detuvo hasta que su piel quedó impoluta y sólo se veían las marcas rojas atravesando su rodilla, entonces me devolvió el pañuelo, y aunque ahora estaba manchado de tierra y sangre, no dije nada y sólo lo devolvió a mi bolso.

-muy bien, eres muy valiente Hikari-al escuchar eso la pequeña sonrió a través de las lágrimas.

-Hija ¿Qué que te pasó?-una mujer se acercó y tomó a la pequeña castaña en brazos.

-mami me caí-dijo con una sonrisa cruzando su rostro, lo que confundió a su progenitora-pero ya estoy bien-se veía una chispa de orgullo en sus ojos- gracias a Rukia-nee-chan, ella me ayudo y me curé yo solita-la mujer me miró.

-no fue nada, ella hiso todo sola.

-muchas gracias señorita-miró a la niña-Hikari debes darle las gracias-la pequeña se removió en sus brazos, por lo cual la volvió a dejar en el piso.

-gracias Rukia-nee-chan-y entonces de improviso saltó a mis brazos.

Estaba confundida e impresionada, no sabía cómo responder al actuar de la pequeña, pero la mirada de la madre me animó a recibir el abrazo, mientras mi pecho se llenaba de una desconocida pero agradable calidez.

-bueno, ya nos vamos-la mujer hiso una leve reverencia y extendió la mano hacia la niña-adiós y de nuevo gracias.

-no hay de que-me quedó de pie viendo como Hikari se alejaba, quien con una de sus pequeñas manos tomaba la de su madre, y con la otra se despedía de mi.

Durante el último tiempo me pasaba con frecuencia que al ver a niños pequeños mi pecho se llenaba de esa extraña sensación, aunque tenía sospechas de cuál era la razón, no quería aventurarme a tomar una decisión, tenía miedo de incluso compartir esta inquietud con Ichigo, no estaba segura de cómo reaccionaría si se lo contaba. El sobresalto que tuve al sentir unos brazos que me atrapaban desde la espalda me sacaron de mis confusos pensamientos.

-Ichigo-suspiré

-¿esperabas a alguien más?

-si, pero lamentablemente llegaste tú primero

-ja ja, que graciosa-sabía que había logrado molestarlo

-no seas gruñón-me voltee y le di un beso en su tensa mandíbula-¿Qué te apetece comer?

-a ti-dijo sin vacilar.

-idiota-lo golpee levemente en el pecho-¿Qué tal comida italiana?

-excelente, tengo un buen restaurante en mente.

-entonces vamos-nos tomamos de la mano y caminamos fuera del parque.

Decidimos ir a pie hasta el local, era un día agradable y además no quedaba lejos de allí, así que no teníamos porque usar el auto. En cada oportunidad que tenía, Ichigo me llevaba a diferentes restaurantes, aún no sabía cómo conocía tantos. El lugar que eligió en esta oportunidad era sencillo pero elegante, la decoración estaba basada en pinturas y adornos sobre Italia, la mayoría eran fotos en blanco y negro, o sepia, dándole un aspecto antiguo y refinado, en contraste con las mesas, que eran más informales, con los típicos manteles a cuadros blancos y rojos, con velas en cada una; definitivamente era un buen lugar, ojala la comida fuera igual.

-si que te luciste hoy-dije admirando los candelabros antiguos que colgaban del techo.

-¿tú crees? Yo lo encuentro normal

Se hacia el desentendido dirigiendo la mirada al menú, pero sabía que en el fondo se había esmerado en buscar un buen lugar, siempre hacía eso, se preocupaba de encontrar un ambiente bien decorado, porque sabía que siempre se fijaba en eso, incluso desde la primera cita que tuvimos hace más de 10 años.

Un camarero se les acercó para darnos la bienvenida y tomar nuestra orden, el hombre tenían un marcado acento italiano, y procedió a decirnos las especialidades de la casa, las cuales le hice repetir tres veces, sólo para deleitarme con su acento; luego de leer la carta, optamos por tomar la recomendación del chef, y mientras esperábamos, charlamos sobre cómo había sido nuestra mañana. Le conté sobre los proyectos que emprenderíamos y que la asombraba que estaba de lo fácil que había resultado decidirse en esta oportunidad.

-por lo cual mi junta terminó temprano, lo que me dio tiempo de sobra para llegar antes que tú.

-¿fue entonces que viste a los pequeñajos y quisiste mimetizarte con ellos?-preguntó burlón

-no me puse a jugar, sólo ayudé a una niña

-lo sé-sonó serio- te vi- su mirada estaba fija en mi, algo importante quería decirme, pero en vez de eso se calló.

-¿así que ahora te dedicas a espiarme? – bromee, queriendo aligerar el ambiente.

-sólo llegué en el momento indicado-sonrió de lado-aunque me impresionó que la pequeña se limpiara sola-eso sonó como si me estuviera atacando, y sentí la imperiosa necesidad de defenderme.

-al principio pensé en limpiarla yo, pero no quise hacerlo, ella tenía que ser valiente y enfrentar sus problemas sola, es una lección importante en la vida.

-¿pero desde tan pequeña? Por lo que vi no parecía tener más de 7 años.

-no exageres, era un leve rasmillón, y cuando lo hiso su mirada se llenó de orgullo y confianza en sí misma-sonreí al recordarlo

-puede que tengas razón-dijo poco convencido-pero yo no lo haría, con nuestros hijos yo me encargaré de malcriarlos y tú serás la que ponga las reglas.

-¿quieres hacerme a mí la mala de la película?-fruncí el ceño-no vamos a jugar al policía malo/policía bueno, yo también quiero mimarlos-hice un leve puchero.

Mi cara lo hiso sonreír, siempre me decía que cuando tenía esos gestos de niña pequeña me veía adorable, aunque yo pensaba que estaba loco, así que proferí morderme los labios para no hacerlo

-Está bien, yo seré estricto en algunas ocasiones, como cuando algún patán se les acerque.

-¿quieres una niña?-eso me confundió, normalmente los hombres quería tener niños.

Mi pregunta pareció tomarlo desprevenido, ahora que caía en la cuenta, nunca antes habíamos hablado sobre estos temas. Llevábamos varios años de relación, y algunos viviendo juntos, pero aún somos jóvenes y no estábamos casados, por lo que nunca habíamos hablado seriamente de estos temas, aunque últimamente la idea de tener un mini Ichigo dando vueltas alrededor de nuestro hogar había pasado muy seguido por su mente. Lo miraba fijamente, y cuando nuestros ojos se encontraron preció ver mi interior, como si leyera mis pensamientos, entonces sentí el rubor instalarse en mi cara.

-¡ah! No es que este insinuando nada-desvié la mirada hacia otro lado, me había puesto nerviosa-sólo era una pregunta y no es que tuviera que ser conmigo, pero no pienses que no quiero-balbuceaba rápidamente.

-Rukia-tomó mi mano a través de la mesa, era momento de guardar silencio -sé que nunca hemos hablado de este tema seriamente-mis ojos estaban fijos en él, no podía apartar la mira de su expresión, sus ojos estaban llenos de esperanza- pero en un futuro yo me veo formando una familia sólo si es contigo, para mí no hay otra opción, siempre has sido y siempre serás sólo tú.

-Ichigo-mi mirada se nublo, las lágrimas de felicidad se agolpaban en mis ojos.

-puedes que no en este momento, sonaría muy apresurados-ahora él parecía sentirse nervioso-quizás en un tiempo más, después de casarnos-esa declaración me tomó por sorpresa-no me estoy proponiendo, este no es el lugar, ni el momento, pero yo…-ahora era él el que desvariaba.

-tonto-dije sonriendo-no necesito un papel ni un anillo que demuestre lo que sentimos, para mí también has sido y siempre serás sólo tú.

No pudo ocultar el asombro que lo embargaba, ¿acaso dudaba de lo que sentía por él? y eso me pareció tremendamente tonto adorable

-¿eso quiere decir…?

Asentí levemente-yo también quiero formar una familia sólo si es contigo.

De pronto mi pecho se sintió lleno, mi alegría era tan grande que parecía querer salir por cada poro de mi piel.

-¿es en serio? ¿Es decir que lo vamos a intentar?

Lo miré divertida-sólo si no te arrepientes.

-claro que no-se levantó y se arrodillo a mi lado, tomó una de mis manos y me miró directamente a los ojos-enana, por favor, se la madre de mis hijos.

-claro que si zanahoria con patas.

Ambos sonreímos y unimos nuestros labios en un dulce beso, lo que nos hiso ganar la atención de todos a nuestro alrededor, quienes al ver la escena comenzaron a aplaudir, incluso el mesero, quien había llegado con nuestros platos estaba felicitándonos. Cuando escuchamos el alboroto que habíamos causado nos separaron, agradeciendo a los comensales, y volvimos a nuestras posiciones, totalmente avergonzados, pero felices.

El resto del día sentí como si estuviera caminando en una nube, la idea de formar una familia con Ichigo me llenaba de dicha. Tanto era mi entusiasmo que esa tarde busque en internet una ginecóloga, según el colegio de médicos la mejor en esa área era la Doctora Unohana, pedí una hora con ella para que me aconsejara acerca de cómo dejar de tomar las pastillas anticonceptivas y de paso me recetara algunas vitaminas o algo así. Para mi suerte la doctora tenía un espacio libre para la mañana siguiente.

A pesar de que todo esto era nuevo, de alguna forma se sentía natural, cómo si este fuera el curso que debería seguir mi vida, nuestra vida.

Pasé el resto de la tarde mirando el reloj, esperando impacientemente que dieran las 18:00 para poder irme a casa. Pero cuando eran las 17:30 una de mis compañeras llegó pidiéndome ayuda con un plano que tenían que presentar mañana frente a unos clientes importantes, al parecer se había equivocado al especificar los materiales y muebles que iban a utilizar, haciendo que el precio aumentara, por lo cual ahora superaba el presupuesto que habían estipulado.

Aunque moría de ganas de llegar a casa para estar con Ichigo y poder demostrarle con cada parte de mi cuerpo y mi alma los sentimientos que habían aflorado al saber que formaríamos una familia, no podía abandonar mi trabajo, así que intenté apartar lo sentimental y meterme de lleno en el trabajo que me apasionaba, la decoración.

Cuando por fin terminamos de rehacer el presupuesto eran cerca de las doce de la noche, y aun me tomaría media hora más para llegar a mi hogar. Ichigo tenía turno de día en el hospital durante toda esta semana, así que a esa hora era probable que ya estuviera durmiendo.

Al llegar a casa estaba muerta de hambre, tenía pensado que apenas cruzara la puerta me dirigiría a la cocina a buscar algo de comer, pero cuando entré en el recibidor noté que una tenue luz se proyectaba desde el comedor, eso era extraño, así que me acerque lentamente y lo que allí vi fue algo que me dejo sin palabras.

La mesa estaba puesta para dos personas, decorada elegantemente, y sólo iluminada por la luz de dos velas, las cuales casi se habían consumido por completo, y sentado en uno de los puestos estaba el pelinaranjo, su cara descansaba en sus manos, apoyadas en la mesa, y estaba profundamente dormido. Al parecer había preparado la cena y había esperado por mí hasta que el cansancio pudo con él. Al acercarme más noté que a su lado habían unos pequeños zapatitos de lana, eran de color verde agua, seguramente los había comprado después de que habíamos hablado sobre tener un bebé, hasta ese momento había dudado de si Ichigo de verdad quería tener un hijo conmigo, pero toda duda desapareció, un bebé era algo que los dos anhelábamos con todo nuestro ser.

Cuando el pelinaranjo tenía este tipo de acciones, lograba que mi corazón se apretara, haciendo que, aunque pareciera imposible, me enamorara más de él. Algunas veces me daba miedo lo que sentía por él, el sentimiento era tan profundo, estaba tan dentro de mi alma, grabado en cada poro de mi piel, que no sabía qué haría si algún día nos separáramos, aunque podría seguir viviendo, algo dentro de mí se quebraría para siempre.

Me acerqué lentamente a la mesa hasta quedar muy cerca de él y le susurré al oído un suave idiota, acompañado de un leve mordico en el lóbulo de la oreja, esto hiso que el pelinaranjo despertara, al principio estuvo desorientado, pero en cuanto nuestras miradas se encontraron, sus somnolientos ojos se tiñeron de algo más, algo que siempre lograba encender mis sentido de la forma más exquisita.

-hola enana-dijo dándome una sonrisa de lado-linda forma de despertarme

-¿acaso no te gustó?-él entrecerró sus ojos y tomándome de la cintura me sentó en sus piernas.

-vas a tener que hacerte cargo de lo que empiezas enana-pude sentirlo a través de la ropa.

-yo no empecé nada-me removió apropósito, lo que hiso que un ronco gruñido saliera de su garganta.

-enana endemoniada-apretó mi cintura, y apoyó su cabeza en la curvatura de mi cuello, pasando suavemente su nariz por mi piel.

-Ichigo-ese leve movimiento logro estremecer todo mi cuerpo, pero antes de que sus deseos más primarios tomaran control de mi, miré a la mesa, y recordé porque me acerqué a él en primer lugar-Ichigo, espera un poco.

-no quiero-entonces pasó su tibia lengua por mi piel, haciendo que una dulce corriente atravesara mi columna vertebral.

-espera, tengo hambre-logré decir a través de mi estremecimiento.

-yo también-dijo divertido.

-no, es en serio-para reafirmar lo que decía, el estómago de ambos rugió.

-está bien, ya entendí-suspiró frustrado y me levantó.

-¿Qué haces?-me tuvo que sujetar rápidamente de su cuello.

-te llevo al cuarto, vamos a comer allí.

-pero ¿y todo lo que preparaste?-me hacía ilusión tener la cena en la mesa que él había preparado para los dos.

-si te portas bien, ya habrá una cena en otra ocasión-me cargó hasta el dormitorio- hoy no te la mereces, por no haber avisado que llegarías tarde-su mirada se ensombreció.

-lo siento-dije triste.

-una simple disculpa no es suficiente-lo miré confundida-tendré que castigarte-entonces me arrojó bruscamente a la cama.

Lo miré detenidamente, y entonces entendí que lo que antes creí que había ensombrecido sus ojos era ira, en realidad era todo lo contrario, sus ojos sólo emanaban un aura de deseo, parecía que solo con mirarme acariciaba mi piel.

-¿castigarme?-alcé una ceja divertida.

-ya verás-con una mirada seria salió de la pieza.

Lo esperé impaciente, a veces el pelinaranjo tenía ideas bastante creativas. Cuando llegué estaba totalmente exhausta y hambrienta, ahora mi cansancio se había esfumado, pero aún tenía hambre, aunque de algo muy distinto.