¿La verdad? pues una sorpresa tener tantos comentarios después del tiempo que hacía que no pasaba por aqui. Gracias por todos y cada uno de ellos. Y por las visitas... increíble.

Tras unos segundos, la inspectora ejerció una suave presión sobre el pecho del escritor, separándole despacio.

- Creo que te estas equivocando – le dijo dulcemente en voz baja.

Él la miró confundido, pero sin soltar su cintura.

- Perdón – suplicó él en el mismo tono– yo…

- Estoy trabajando – le aclaró.

Él sonrió. Entonces no estaba todo perdido.

- Esta mañana tan solo cumplía con mi cometido – prosiguió ella sin zafarse del abrazo - siento si te he mandado señales equivocadas.

- Quizá cuando todo esto termine… - continuó él

- Quizá – le contestó sonriendo y zafándose despacio del abrazo.

Kate se encaminó hasta la escalera que la conduciría hasta su habitación sosteniéndole la mirada.

- Que descanses – le deseó él.

- Lo intentaré – contestó ella – mañana hablaremos con ellas sobre ese paquete – aclaró refriéndose a Martha y Alexis.

- Me parece bien.

- Hasta mañana.

Él la observó mientras desaparecía por la escalera. Negó con la cabeza. Era idiota si pensaba que ella podía estar interesada en él. Y más con lo estúpido que había sido tanto con ella como con su compañero. Pero le atraía. Desde el primer segundo. Era guapa, inteligente, independiente, elegante y educada. Y además le había dado calabazas con un estilo único. Tendría que dejar de ser el imbécil arrogante que había sido hasta el momento.

Kate, en el cuarto de arriba se desnudaba para darse una ducha mientras le daba vueltas a lo ocurrido durante el día y en especial a su larga conversación con su capitana. No había intentado convencerla de que abandonase. Gates podía ser dura y muy conservadora con las reglas, pero se había mostrado muy interesada en su intuición y había dejado que ella tomase las decisiones en el caso a partir de ese momento, aunque quería estar informada en todo momento. Y eso significaba un gran paso para ella. Tarde o temprano quería subir un escalafón y presentarse a las pruebas de capitán. Y este caso iba a ser un reto y un gran empujón para ella.

De pronto sintió una vibración en su móvil. Era Collins.

- ¿Es muy importante? – preguntó sin saludar.

- ¿Interrumpo? – preguntó con sorna- Pensé que solo era un beso de buenas noches, pero si vas a continuar, te dejo.

- ¿Qué quieres Collins?

- Que dejes de hacer de guardaespaldas de ese tipo o conseguirás que te ocurra algo.

- Mira Collins… Esto no es asunto tuyo, es mi trabajo.

- Kate, he hablado con tu jefa hace un momento.

- Ya… ¿Sólo hoy? – le preguntó con fastidio.

- Kate, te estas poniendo en peligro por un idiota.

- Mira Jake, este caso no es como…

- ¿Tu que sabes? – preguntó gritándola.

- Se lo suficiente – contestó cabreada – perdiste a un compañero. Estaba bajo tu mando y le obligaste a hacer de canguro de un niño pijo con mafiosos de por medio. No es el mismo caso ni eres el superior que me ha obligado a estar aquí. Es más, nadie me obliga a continuar.

Collins hizo un silencio al otro lado de la línea.

- No me gusta nada que se nos hayan colado con ese paquete – se disculpó.

- Ponle solución – le recriminó - tu estás al mando de la vigilancia.

- Lo sé y lo siento.

- Si no tienes nada más que decirme, quiero meterme en la cama.

- ¿Sola?

- ¿Cómo dices? – preguntó sabiendo que provocaría una discusión.

- Lo siento… que descanses.

Kate miró extrañada la pantalla del móvil al comprobar que él había cortado la comunicación sin entrar en una guerra. Debería hablar con él y dejarle claro que su relación acabó cuando le pilló dándose el lote con aquella rubia en el bar de policías mientras ella se suponía que debía de estar de guardia.

Reguló la temperatura del agua hasta ponerla al máximo que podría resistir y se metió en la ducha deseando que tras relajarse pudiese dormir y el sueño la ayudase a poner en orden todo lo que había pasado durante el día.

Kate sonrió acelerando el paso en su carrera matutina. Se lo estaba poniendo difícil al agente designado por Collins para seguirla, quinientos metros más y estaría en el portal del escritor, apuró la carrera conociendo sus limites y antes de entrar al portal le hizo una seña al agente que la seguía, que parado a un par de centenares de metros de ella tomaba aire con dificultad y se supo descubierto.

Abrió la puerta del loft del escritor, olisqueando el delicioso aroma que inundaba el ambiente y atrapaba sus fosas nasales.

- ¿Te apetecen tortitas? – preguntó el escritor desde la cocina mirándola de arriba abajo.

- Prefiero tomar una ducha primero – aseguró ella deshaciéndose de la gorra con la que sujetaba su pelo.

- ¿Café? – ella asintió mientras subía rápidamente las escaleras sabiendo que él escaneaba su cuerpo enfundado en ropa deportiva totalmente ajustada.

Entró en su habitación dispuesta a darse una ducha rápida, pero su móvil interrumpió sus intenciones.

- Collins ¿Qué ocurre ahora?

- Si es necesario mañana te seguirá un atleta.

- No era necesario y lo sabes.

- Yo estoy al mando y decidiré que es lo necesario. ¿Sabes ya los planes para hoy? – dijo cambiando de tema.

- Aún no. Dame una hora.

Ella oyó una risita al otro lado.

- ¿Algo más o puedo ir a ducharme? – dijo cortando la comunicación.

Treinta minutos después, la inspectora se sentaba en la cocina, junto a Alexis y Martha. Castle deslizó un plato con tortitas frente a ella y puso una taza de humeante café junto al plato.

- Entonces, querida – comenzó Martha sin preámbulos - ¿Tenéis algún sospechoso?

- Aún no Martha.

- Pero la lista se reduce únicamente a mujeres – aseguró el escritor.

Kate le miró, ella no compartía esa opinión, pero dejó que él se explicase.

- Está claro que es una mujer – explicó – y seguramente alguna a la que no he hecho el suficiente caso. Ha querido matarme por ello y cuando ha visto las fotos con K… la inspectora – se corrigió – ha decidido tomarla contra ella.

- ¿Y no tienes miedo? – preguntó Alexis a la inspectora.

Kate negó con la cabeza.

- Lo que me gustaría saber es como pudieron colarse hasta mi puerta – dijo molesto el escritor – y por segunda vez.

Para Martha no pasó desapercibido el silencio de la inspectora. Estaba claro que ella tenia pistas que no compartía con su hijo, lo cual entendió perfectamente, pero la intrigaba.

- Bien – intervino Kate finalmente – si vuestra decisión es la de mudaros a vuestra segunda residencia, tendré que hablar con mis superiores, pues Los Hamptons no están dentro de nuestra jurisdicción.

El escritor miro alternativamente a su madre y a su hija.

- Estoy en mitad de mi curso – protestó Alexis.

- ¿Madre?

- Haré lo que digáis – dijo sin más.

- Nos quedamos – aseguró el escritor mirando a Kate.

Ella asintió un tanto aliviada. Quería estar en ese caso.

- Necesito saber vuestros planes para hoy – afirmó ella para poder dar instrucciones al equipo de vigilancia.

- Los domingos vamos al cine – se adelantó Alexis que no tenía ninguna intención de renunciar a esa costumbre.

- ¿A que cine? ¿A que hora? – preguntó la inspectora

- A los AMC 25, querida – contestó sin titubear la anciana.

- A la sesión de las 18.00 – añadió Alexis – mañana madrugo. Volvemos del cine directos a casa.

- ¿Saldréis a comer fuera hoy también? – preguntó de nuevo Kate.

- No – aseguró esta vez el escritor – los domingos cocinamos Alexis y yo.

- Bien. Debo informar – dijo disculpándose.

El escritor señaló su despacho para que ella hablase con tranquilidad y la inspectora asiente alejándose hasta el despacho.

- Me preocupa que corra peligro – dice Martha en cuanto la inspectora cerró la puerta del despacho.

El escritor hizo una mueca. Sin duda eran daños colaterales.

- Gracias por lo que a mi respecta madre – recriminó el escritor.

- Querido, me asusta que hayan intentado matarte, pero al menos tu tienes una razón, eres famoso, esa pobre chica se ha buscado un enemigo tan solo por hacer su trabajo.

- ¡Madre! Yo también hago mi trabajo, no tengo la culpa de hacerme famoso.

Kate, después de informar a Collins y a Gates de la agenda del día, decidió hacer una llamada que tenía pendiente.

- Chica – contestó al otro lado Lanie - ¿Me has abandonado?

- Lo siento Lanie, he estado bastante ocupada.

- Siii, no lo jures, lo he imaginado viendo esas fotos.

La inspectora protestó.

- Ahora ponme una excusa creíble.

- Me tenía harta y había una periodista en el restaurante esperando hacer una foto lo hice para que nos dejase comer en paz.

- Casi creíble

- Es la verdad

- ¿Y no has repetido?

- ¿Esto es un tercer grado Lanie? – protestó ella.

- Podría, pero no te tengo delante con una potente lampara apuntando tus ojos.

- Mira que eres boba.

- No has contestado a mi pregunta.

- Lanie

- Lo tomaré como un sí. ¿Cuántas veces?

- Solo una vez – claudicó.

- ¿Te consoló cuando apareció esa muñequita ciega?

- ¿Estás tonta? ¿Qué sabes de eso?

- Imagina.

- Espo. Habéis vuelto.

- Volvemos continuamente. ¿Alguna teoría sobre la muñeca? Porque Espo me ha dicho que Gates no le ha dado importancia.

- Tengo una sospecha, pero no temo por mi vida.

- Y supongo que no podrás contarme más.

- No. Hasta que esté segura.

- ¿Vas a volver a besarle?

- ¡Lanie!

- La verdad es que me extraña que la recta Katherine Beckett mezcle su trabajo con su vida privada.

- No estoy mezclando nada.

- Dos veces…

- Trabajo, es trabajo.

- Claro, olvidaba que ahora eres actriz y te haces pasar por su novia. Te gusta.

- No puedo negártelo, lo sabes de hace tiempo.

Lanie soltó un gritito agudo y la inspectora se separó el teléfono de la oreja.

- No seas tonta Lanie.

- Recuérdale a tu escritor que me debe un par de zapatos.

- No es "mi" escritor y no pienso decirle nada.

- Tendré que hacerlo yo, y no creo que te guste.

- ¿Qué te pongas en ridículo y le pidas que te reponga unos zapatos?

- Que me presente ahí y pregunte por su novia y de paso le recuerde que me debe un par de zapatos.

- No serás capaz.

- Chica, no me tientes. ¿Hoy también toca besuqueos en algún restaurante?

- No. Hoy toca cine.

- Vaya… me voy a poner celosa, en la última semana sales a mas sitios con "tu trabajo" que con tu amiga.

- Se que te debo muchas.

- Y que pienso cobrármelas. Aunque te perdono todo si cuando termine el caso sigues con él.

Kate bufó al otro lado del teléfono.

- Por cierto – añadió la morena - ¿Qué tal lo llevas con Jake?

- Espo debería callarse un poco. ¿O a él le has puesto la lámpara en los ojos?

- ¡Oh! Créeme, con Javi es suficiente con insinuarle un centímetro de lencería para que lo suelta todo.

- ¡Pues si que estamos bien!

- Contesta.

- Incómoda. La situación es incómoda. Ha pedido dos veces a Gates que me saque del caso.

- ¡Que cabrón!

- Esta obsesionado con el caso Wilson ¿Te acuerdas?

- Si. ¿Y por eso quiere sacarte del caso? Querrá hacer de salvador y volverte a llevar a la cama.

- Ni en sus mejores sueños.

- Además tu ahora estás ocupada. Ya lo sabe toda Nueva York.

- Lo que tu digas.

Lanie rió y se despidió de su amiga, no sin antes advertirle que si veían una película de miedo, no olvidase agarrarse fuerte a los bíceps de su acompañante.

Unas horas más tarde, el escritor debatía con su madre en la puerta del cine, por el turno de elección de película de ese fin de semana. Mientras el escritor no paraba de repetir que le tocaba a él, la actriz le miraba con suficiencia, repitiendo como un mantra las últimas películas que habían ido a ver y quien las había elegido.

- Siempre hacen lo mismo – aseguró Alexis a la inspectora.

- ¿Y quien gana?

- Por lo general gano yo

La inspectora la miró fijamente.

- Intento poner paz y les digo que esta vez elijo yo. Al final ceden porque montamos siempre una escenita frente a la taquilla.

- Por favor – dijo Kate – se proyectan 25 películas diferentes en este cine ¿No me digas que no se ponen de acuerdo en ninguna?

- La abuela suele querer ver dramas romanticones y mi padre de misterio o policiacas.

- Y ¿Tú?

- La que tenga mejor crítica.

- Y esa ¿Es? – preguntó señalando la pantalla de la taquilla.

- La la Land, por supuesto – creo que arrasará en los Oscar.

Alexis le hizo una seña a la inspectora e interrumpió la discusión entre madre e hijo, asegurando que le tocaba elegir a ella y que tenía claro que película verían. Ambos guardaron silencio y la adolescente mandó a su padre que comprase las entradas para la misma.

Martha, aprovechando que su hijo hablaba con el taquillero, le hizo un guiño a su nieta, sin duda estaban compinchadas para no dejar que el escritor eligiese película, y seguramente Alexis también se compincharía con su padre en alguna ocasión.

La inspectora no recordaba cuando había estado en el cine la última vez, había sido con Josh, seguro, pero hacía bastante tiempo. Inmersa en sus pensamientos no se percató que el escritor, había elegido el megacubo mas grande de palomitas que vendían en el bar.

- ¿Piensas comerte todo eso? – preguntó

- Y tú me ayudarás – aseguró él.

- Lo dudo.

En ese momento, Richard se acercó a la inspectora, pasando uno de sus brazos por la cintura de ella y atrayéndola a él.

- ¿Qué haces? – preguntó ella en voz baja sin librarse del abrazo.

- Hay un periodista a tus cinco – contestó el divertido mientras la guiaba hacia la sala

- Te lo estás inventando – aseguró Kate.

- Puede. ¿O quizá sea algún fan buscando una foto?

Kate miró con disimulo y comprobó que había un hombre con una cámara de fotos compacta mirándoles.

- ¿Un periodista con una cámara compacta? – preguntó incrédula.

Él se encogió de hombros.

- Puede, pero deberíamos disimular por si acaso – aseguró mientras la atraía más contra él y depositava un beso demasiado cerca de la comisura de sus labios.