Something about us
"… It might not be the right time I might not be the right one I need you more than anything in my life
I might not be the right one
But there's something about us I want to say
Cause there's something between us anyway
It might not be the right time
But there's something about us I've got to do
Some kind of secret I will share with you
I want you more than anything in my life
I'll miss you more than anyone in my life
I love you more than anyone in my life …"
Something about us by Daft Punk
Llegamos a Norms Restaurant alrededor de las nueve de la noche, en el 7955 del Boulevard Firestone. Adam sabía que era uno de los pocos sitios cerca de los Ángeles donde podíamos ir sin ser vistos, por ser un sitio sumamente familiar pero escondido, entre la Avenida Burns y la Calle Dos de Downey. Servían los mejores desayunos y cenas de toda la pequeña población, y entre semana y a esa hora, apenas si había dos o tres personas.
En el camino, Adam permaneció en silencio, con la vista fija en el camino, conduciendo a una velocidad excesiva, como si tuviera demasiada prisa por llegar. La camioneta era nueva y parecía también estar probando el motor, pero tampoco le hice ningún comentario al respecto. Adam era demasiado reservado con lo que concernía a sus gastos, y preguntarle, habría echado a perder el momento. El silencio no parecía tenso, sino más bien premonitorio, y sabía muy bien a razón de qué.
Había dicho que tenía algo qué darme. Y lo único pendiente entre Adam y yo, era una propuesta que había prometido hacerme cuando se separara de Joanne.
Y por teléfono había dicho exactamente eso.
Al llegar al establecimiento, pintado de blanco y con un toldo rojo, Adam estacionó la camioneta justo al frente y se bajó cerrando con rapidez la portezuela, rodeando el vehículo para abrirme la puerta. Al bajar, pude darme cuenta que la noche era muy hermosa y parecía que iba a llover.
Entramos al restaurante y Adam abrió la puerta. Una vez que entramos, elegí una mesa al final del establecimiento, pegada a la ventana, como siempre que íbamos allí lo hacía. Era uno de nuestros lugares favoritos. Adam decía a menudo que le recordaba la cafetería de Ray en Girls y a mí me hacía reír demasiado su expresión cuando le decía que seguro lo que en realidad recordaba era la cafetería donde había dicho todas esas lindas cosas sobre Jessa. Adam a veces sonreía y me miraba en silencio sin decir nada y otras enfurecía y me reprochaba diciendo que me había dicho cosas a mí mucho más hermosas y que ésas sí que eran ciertas.
Ambos llevábamos gorras de béisbol sin logotipos de color azul marino, jeans, tenis y t-shirts, nada fuera de lo usual. Pedimos lo de siempre: Fetuccini Alfredo ennegrecido en especias Cajún. Esa noche, a diferencia de las otras, Adam parecía tener más hambre que de costumbre y pidió también pan francés con tocino frito, que es usualmente mi favorito para desayunar. No me pareció totalmente extraño. Había estado ausente las últimas semanas trabajando en sus diálogos de la película del gran Scorcese y Adam, siendo un actor de método, estaba mal pasándose sin comer y apenas durmiendo cuatro horas por día. Conociendo a Joanne, ni siquiera se aseguraba de que comiera algo. Pero por supuesto no la hacía responsable por eso, porque Adam era demasiado terco para detenerse, aún si su cuerpo se lo pidiera.
De pronto, sin más preámbulo, comenzó a hablar.
- Jazz, hay algo que vine a decirte, aunque en parte te lo dije por teléfono.
- ¿Qué es?
- Estuve pensándolo mucho – dijo, con los ojos fijos en los míos y tomándome la mano con firmeza – y voy a divorciarme de Joanne. Como te dije, ya me asesoré y tengo todas las de ganar. Aún si pelea, puedo terminar todo el proceso en tres meses y estar listo para volver a casarme en un año. Y… - Su mano era grande y rebuscó en su bolsillo, obteniendo una caja de terciopelo. Ante mis ojos atónitos y los de los propios empleados del restaurant, Adam Driver iba a hacerme una propuesta que era imposible de rechazar.
Adam se hincó sobre la baldosa y me miró. Pocos hombres en mi vida habían demostrado sus sentimientos en público, y siendo británica, prácticamente ningún hombre demostraba jamás sus sentimientos en Inglaterra. No se hacía. Los hombres en mi familia al menos, pretendían ser fríos y sin ningún tipo de emociones.
Pero los ojos de Adam tenían lágrimas que los bordeaban sin lograr salir, como si estuviera reprimiéndose fuertemente para no llorar. Bajó la cara un momento sin soltar mi mano y este último gesto provocó que yo perdiera mi propia compostura, bajando la cara para llorar un segundo, emocionada y en silencio. Levanté la cara y Adam también lo hizo y se pasó rápidamente el dorso de la otra mano, donde tenía la caja de terciopelo, por los ojos, enjugándoselos. Era un gesto tierno y al mismo tiempo varonil, una actitud en él que siempre me parecía tan inusual como él mismo.
- Daisy Jazz Isobel Ridley – dijo con su profunda voz, mirándome fijamente mientras iba pronunciando cada uno de mis nombres con suavidad y abrió la caja. Contenía un solitario. Simple, una argolla delgadísima coronada con un diamante triangular. Adam sabía que el símbolo usado en la Alquimia para darle significado al aire, era un triángulo cruzado con una línea en la punta, y también sabía que me encanta. Al ajustármelo en el dedo anular, me di cuenta que la argolla estaba extendida, haciendo una especie de línea sobre el diamante, tal como el símbolo, mismo del que tenía un tatuaje - ¿Me darías el gusto de ser mi esposa? – E hizo una pausa - ¿Para siempre?
Me quedé en silencio. No supe qué hacer. Era lo que esperaba. Lo que quería. Era el hombre perfecto y estaba sumamente enamorada de él, su propuesta me hacía feliz y sabía, sin duda, que no me lo proponía por presión, porque antes ya lo había planteado, a lo largo de casi dos años.
- Siempre es mucho tiempo – Repuse – Su expresión no tuvo desperdicio cuando sonreí – Y nada me gustaría más que pasar mucho tiempo con la persona que más amo en el mundo – Adam sonrió y se acercó a mí así, hincado como estaba, y me besó tomándome de un costado del rostro. Una mesera y el muchacho en la barra aplaudieron, mientras nos separábamos, apenados de haberles hecho presenciar un momento tan íntimo. A causa de ello, ni Adam ni yo notamos al cocinero, un joven que, con su celular, había grabado todo desde la ventanilla de entrega de las órdenes.
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Pasamos juntos la noche en el Regency de Downey. Adam, que por lo usual no era nada hablador, estuvo muy elocuente durante toda la noche. Nos quedamos por fin dormidos alrededor de las cuatro de la madrugada y para las ocho de la mañana, mi móvil estaba lleno de notificaciones y tenía más de veinticinco mensajes. Por lo regular, eso no sucedía en mi línea, que era privada y que sólo recibía mensajes de mi familia y amigos cercanos, por lo que realmente me alarmé. Cuando comencé a revisar mi móvil, descubrí algo que me dejó helada. Adam dormía aún y me abrazaba, recargado en mi pecho.
Era un mensaje de mi hermana Kika Rose.
"Jazz, comunícate de inmediato conmigo después de revisar el link. ¿Qué está pasando? ¿Adam se divorció ya?"
Kika sabía todo de antemano, pues yo no mantenía secretos con nadie de mi familia. Mis padres también estaban conscientes de mi relación con Adam y aunque al principio, especialmente mi padre, no aprobaba que me hubiese enamorado de un hombre casado, lo entendió cuando el mismo Adam se presentó en la casa de mis padres en Chelsea y habló específicamente con él a puerta cerrada. Nunca supe qué se dijeron, sin embargo, desde entonces, mi padre permitió que Adam me llamase y dejase recados allí para mí, mismos que, ya fuera a través de mis padres o hermanas, me eran entregados a la brevedad, estuviese donde estuviese.
Cuando abrí el link, mi sorpresa fue mayúscula.
"… IMDB confirma extraoficialmente que Joanne Tucker presentó en la Corte Metropolitana de Los Ángeles ésta mañana, a las siete y treinta y cinco, a través de un abogado de su entera confianza, los papeles de divorcio alegando adulterio por parte de su esposo Adam Douglas Driver por un lapso desconocido de tiempo. Presenta así mismo como pruebas, -lo que se sabe de fuentes cercanas- algunos recibos telefónicos, fotografías proporcionadas por empleados de Lucasfilms y lo que se considera una prueba irrefutable de la relación extramarital: Un video tomado en el restaurante Norms en Downey, California, tomado anoche, donde su aún marido está haciéndole, al parecer, una propuesta matrimonial a una mujer desconocida, presumiblemente la actriz Daisy Ridley, coestrella de Driver en "Star Wars Episodio VII: El despertar de la Fuerza". Hasta el momento ni el actor ni la actriz se han pronunciado al respecto…".
Me temblaba el cuerpo. Dejando el móvil en la mesa de noche, removí un poco a Adam y murmuré:
- Adam – Y abrió los ojos – Joanne lo sabe todo. Acaba de asentar la demanda de divorcio – Me miró fijamente y de inmediato, tomé de nueva cuenta mi móvil y se lo entregué. Leyó y, una vez terminó de hacerlo, alcanzó de la mesa de noche de su lado, un cigarrillo de la cajetilla de Benson & Hedges y lo encendió. Dio una profunda bocanada mientras yo me masajeaba las manos tensas.
- ¿Por qué estás preocupada? – Parecía de lo más calmado.
- Adam, ¿Lo tengo que decir? Has trabajado mucho para perfilarte como un actor serio, de método. Un escándalo de esta magnitud no le hace bien a nadie. Y bueno, sabes que yo estoy trabajando duro para llegar a hacer lo mismo. Esto no está bien.
- Jazz – dijo tranquilamente – Por fin se acabó. Si mi carrera se va al caño, tanto me da. ¿Qué importa? Joanne estaba esperando un pretexto para hacerse la víctima. Aprovechémoslo. Ella no me avisó, así que ahora mismo, todo el mundo debe estar pensando que mucho tiempo atrás, las cosas no iban bien entre nosotros. Tenemos millones de fans alrededor del mundo que esperan la siguiente película y esperan vernos juntos – lo miré extrañada, Adam no tenía enlace con ninguna red social – Sí, Óscar me lo dijo hace meses.
- También me importa mi reputación. Ahora soy la destruye hogares felices.
- ¿Felices? ¿No estás bromeando? – dijo, sarcástico.
- ¿Qué es lo que piensas hacer para reparar esto? – dije, comenzando a enojarme.
- No te estreses – dijo con calma – Daré una conferencia de prensa. Joanne está esperando que me calle y no mencione una palabra haciendo todo de la forma más discreta posible. Pero no le voy a dar más concesiones. Ha estado robándome y ahora es cuando voy a aprovechar para sacarlo a flote. En diez minutos que hable, las miradas se dirigirán a ella y dejarán de estar sobre ti.
- ¿Vas a demandarla por ello?
- No. No es un delito que se persiga, a menos que levante los cargos por abuso de confianza. Y no lo haré. Daré la conferencia de prensa y te aseguro que dejará de tratar de sabotearnos. Mientras, te sugiero que hables con tu familia. Una vez que hable con los paparazzi, quiero que viajemos a Chelsea antes de que se filme lo que resta de Episodio VIII, porque debo pedir autorización a tus padres para casarnos.
- ¿Autorización? Adam, soy dueña de mi vida. Anoche te di una respuesta.
- Tus padres son parte esencial de tu vida, Jazz. Y los míos me acompañarán. He hablado ya con mi padrastro y con mi madre, y están de acuerdo en que las cosas deben hacerse de cierto modo. ¿Me complacerás en eso?
- Bien – dije derrotada – Y espero que Joanne no hable de más o tendré que decir algunas cosas en cámara que no estaría bien decir sobre ella.
- Jazz… Es un hecho que esto será un desastre, pero al menos lo enfrentaremos uno al lado del otro. Que venga lo que tenga que venir.
Me levanté de la cama, ansiosa, y tomé un cigarrillo de su cajetilla.
El cielo estaba nublado y el viento de la terraza mecía mis cabellos agradablemente.
El día de enfrentar lo que habíamos estado evadiendo, había llegado y nos había obligado a tomar medidas drásticas.
Marqué el número de Kika, mientras Adam entraba en la ducha, envuelto en una toalla.