Disclaimer: todos los personajes pertenecen a Akira Toriyama.

Realmente ese muchacho le parecía patético, le hacían una pregunta en clase y solo se limitaba a contestar con la Mirada agachada y el puño cerrado, se veía a leguas que no era solo tímido, ¡era miedoso!; ¿Cómo un hombre como él podía verse tan dramático?, Bulma, era la típica alumna no tan popular pero lo suficiente como para tener muchas miradas sobre ella, casi siempre, tenía buenas notas escolares, era bonita, se arreglaba como alguien de su edad, no era su intención llamar la atencion de nadie, y sin embargo lo hacía. Tenía un buen novio, aunque más que novio parecían amigos, ya que a ella no le interesaba mucho eso de los besos, caricias o el sexo; desde luego como muchas chicas ya no era la dulce virgen, en espera de encontrar al príncipe azul, casarse con el e irse a vivir a su soñado castillo para ser la ridícula madre de sus hijos. No para Bulma la vida debía tener otro significado, algo mas allá, de las monótonas relaciones amorosas; por lo cual si cogía con un hombre o no era algo que no le robaba el sueño.

Pero ese chico le parecía extraño, llevaban ya dos años de ser compañeros, y para colmo, de la misma aula, siempre se sentaba hasta atrás, junto a la ventana, solo veía que dibujaba en su libreta, y cuando por error se cruzaban sus miradas, él se ponía rojo como jitomate, fruncía el ceño y volvía a su dibujo o lo que fuera que hiciera. Alguna vez trato de hablarle, para saber que pasaba por la mente de ese loco, pero no recibió respuesta alguna, así que lo dejo por la paz; a decir verdad le daba miedo, sentía en el fondo que él podría ser de esos psicópatas en potencia, así que para su seguridad era mejor ni acercarse a metros de donde él se encontrara. Tampoco tenía amigos, lejos de eso, de vez en cuando supo que varios chicos del instituto lo molestaban bastante, aunque también se supo que el joven por más "raro" que fuera, no era ningún manco, justamente sabia defenderse; sin embargo el acoso del que era víctima, no cesaría pronto, solo en esas ocasiones Bulma sintió algo más que aberración por ese joven, sintió lastima, era como ver a un perro enfermo muriendo en una esquina, lleno de sarna, con los ojos lagrimosos, chillando de dolor, pidiendo la compasión de alguien que le regalara al menos un trozo de pan duro; así consideraba Bulma a vegeta, el muchacho del instituto al que nadie y mucho menos ella se le querían acercar, como si portara una rara enfermedad, que pudiera ser contagiada con el simple roce al pasar cerca de él.

Vegeta era de estatura promedio, cabello negro en forma de flama, extrañamente parado, de un largo considerable, cosa que también causaba extrañeza entre quienes lo veían, ¿cómo el cabello de alguien podía manejarse de esa manera?, todo, y de vedad todo en vegeta era anormal; portaba unos lentes grandes, de no mucho aumento, pero que tapaban la mayoría de su cara, vestía de camisas como abuelito, claro no las metía dentro de su pantalón , ya que de haberlo hecho, se vería como fotografía antigua.

El tipo no era tan estúpido como parecía, tenía igual que Bulma, muy buenas notas, a pesar de no hablar en clase, sus tareas y proyectos eran impecables, hasta se decía que él no las hacía, cosa que una vez quiso indagar el profesor en turno, haciéndolo pasar al pizarrón, para sorpresa de todos, se fajo los pantalones y haciendo de tripas corazón, realizo una de las ecuaciones más difíciles de la tarea, de las que la mayoría habían dejado en blanco, por no saber ni por donde empezar. Fue magistral, lo pulcro y perfecto que lo hizo, cosa que asombro a Bulma, pues a ella le había costado un poco, solo un poco, de trabajo realizar, dicha ecuación. Vegeta termino de escribir, dejo el plumón en el pizarrón se giró altivo al profesor, quien reviso rápidamente lo que había hecho vegeta, lo felicito, vegeta acomodo sus anteojos, y se dirigió a su asiento; Bulma le regalo una sonrisa al pasar junto, hecho que hiso que vegeta reaccionara como siempre, se puso rojo y frunció el ceño enojado, siguió a su lugar y no se habló más del asunto.

Yamcha era el amiguito de Bulma, un joven alto moreno de cabello lacio, fornido, y coqueto, era buen deportista pero no el mejor, a decir verdad, lo que lo hacía tan interesante para las damitas, era que la familia del joven poseía una de las fortunas más importantes del país, los dueños de la casa de te mas grande que se conocía, así que como heredero universal de su familia, la que llegara a ser su esposa poseería un estrato social inmejorable, pero bueno Yamcha y esposa, eran dos palabras que no se llevaban muy bien, al menos por el momento. El joven disfrutaba de la vida, su juventud, su apariencia, su dinero, y de Bulma, claro él no la quería como prometida, no era tiempo de pensar en eso pero disfrutaba más que con ninguna otra, de su compañía y del buen sentido del humor que tenía; lo que no le gustaba era que con ella no podía intimar tan seguido como quisiera, era tan dura como las piedras, le costó un mundo, ser su primer hombre, cosa que ambos disfrutaron demasiado, pero desde ese entonces nada de nada; le fastidiaba al extremo a Yamcha, pero como Bulma sabía de sus constantes deslices y no le decía nada, pensaba que estaban a mano, él no la obligaría a hacer nada que no quisiera, y ella no le recriminaría sus aventurillas, de vez en cuando; que felicidad. –Aja- pensaba Bulma.

El comité estudiantil, encargado de muchas cosas, entre otras de realizar eventos, fiestas, etc… daba a conocer que en una semana se llevaría a cabo el festival de primavera, y después una gran fiesta en un salón donde habría entre otras cosas piscina, para los que quisiera nadar claro. todos fueron invitados incluyendo a vegeta, quien nunca asistía a esos eventos, sabía que se la pasaría en el mismo rincón ya por el conocido, tal vez una hora, tiempo record y después tendría que salir del lugar de la misma manera que había llegado solo y sin nadie que se diera cuenta de su presencia.