¡Hola! Este fanfic es propiamente una adaptación de un fanfic mío de hace casi dos años, perteneciente al fandom de Shingeki no Kyojin. En este fanfic, Rey y Kylo Ren son hermanos. Sí, ambos hijos de Han Solo y Leia Organa.
Sin más, espero lo disfruten, ya está de más decirles que estará clasificado como M por su contenido.
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"... To bury my love in the moondust..."
Moondust fragment by Jaymes Young
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-Rey-
Me arreglé el cabello, como todos los días, para llegar a la universidad. Llevaba puesto un entallado pantalón negro, un suéter de cuello ruso color gris y una chaqueta color malva. Me maquillé en los mismos tonos; recuerdo que se me veían los ojos grandísimos por el color obispo que usé en el hueso del párpado. No sé por qué, pero ese día me arreglé más que muchos otros.
Bueno, puede que sepa porqué.
Hux volvía a la universidad después de su lesión en la rodilla. Era el capitán del equipo de fútbol, alto aunque no demasiado, delgado, pelirrojo y con penetrantes ojos azules que parecían observarlo todo. Sinceramente, en ese momento él me gustaba mucho y cuidaba mi arreglo personal porque yo sabía bien que era una persona observadora y lo notaría inmediatamente. Su comportamiento siempre era el de un hombre adulto, cortés y respetuoso pero al mismo tiempo vivaz y encantador. Tenía especial interés por apoyar a todos los jugadores, dándoles consejos o señalando pequeñas áreas de oportunidad que notaba en cada uno, enfatizando sus cualidades, por lo cual era muy querido y admirado en el plantel, pese a que, su físico, más atlético que fornido no casaba con el cuerpo de un jugador de fútbol americano.
Cuando bajé de mi habitación colgándome del hombro el bolso, mi hermano me observó bajar las escaleras, mientras se cepillaba los dientes con sumo cuidado. Tras la espuma de la pasta, podía ver la hilera de dientes perfectos y blanquísimos que brillaban aún a pesar de la opacidad causada por el enjuague bucal.
- ¿A dónde vas tan maquillada?
- ¿Cómo que a dónde, Ben? ¡Voy a la universidad! ¿Acaso no irás conmigo?
- Por supuesto que voy. Pero no has contestado a mi pregunta. ¿No será por ese anciano pelirrojo? – Y supe de inmediato que hablaba de Brendon Huxley. No pude evitar que notara mi sonrojo, pese a que desvié la vista hacia la puerta. Mi hermano menor siempre tenía esa mirada seria e inexpresiva y aparentaba seriedad, pero era sumamente protector.
- Ben, estás exagerando, esto no tiene que ver con el capitán, sino con que así me arreglo siempre para ir a la universidad. Últimamente estás tan raro conmigo… - Y se me acercó mirándome fijamente.
- Mira, Rey -dijo mirándome con fijeza - Dime… ¿Cuándo fue la última vez que te maquillaste los ojos? – y la cercanía de su aliento, me incomodó.
- Ben, ya basta…- desvié un poco la vista – Es verdad que me maquillé un poco más que de costumbre, pero tampoco estoy haciendo nada raro – Su cercanía se hizo mayor y no sé por qué sentí que el color se me subía al rostro, como si él pudiera leer en mí como en un libro abierto.
- Estaré vigilando – dijo simplemente y me acarició la mejilla. Debo aceptar que algo me sacudió de pies a cabeza al sentir la caricia. Algo que no entendí.
Ben por lo corriente era sumamente celoso conmigo. Era algo inherente, suponía yo, a su personalidad fría y poco dada a amabilidades con nadie, excepto conmigo por ser su hermana; pero una semana atrás, todo había cambiado.
Ben no sólo era celoso como un hermano. Sus celos comenzaron a hacerse asfixiantes como los de un amante, como los de un novio, incapaz de tolerar la cercanía de otras personas hacia el objeto de su afecto.
Todo pasó a raíz de dos acontecimientos y ambos fueron definitivamente perturbadores para mí. El primero, una pesadilla que al parecer tenía a Ben con los pelos de punta y que le obligó a entrar en mi habitación a las tres de la madrugada arrastrando los pies y balbuceando incoherencias mientras se abrazaba a mí, aterrado. El segundo, tenía que ver con Hux, quien aquel lunes, una semana atrás, se había ocupado de llevarme a casa en el auto que había comprado con el dinero del premio por su desempeño académico, que en realidad tenía que ver con su desempeño deportivo. Ben estaba abriendo la reja de la entrada cuando llegué y me vio, tan enojado, que sin poder ni querer disimular, azotó la reja y luego la puerta sin siquiera mirarme. Aquella tarde estuvo melancólico y frío y apenas si probó bocado. Quería preguntarle, pero me sentía incómoda. Pensé que el problema de Ben era con Hux y no conmigo. Éste tenía una especie de… Amistad con una chica que yo creía, Ben quería que fuese su novia.
Realmente yo era muy despistada en esos asuntos y apenas si sabía algo concerniente a ellos, así que pensar que Brendon Huxley y Christie Phasma, la chica más bonita y agradable de toda la universidad, pudieran tener una relación amorosa, para mí era muy normal, por más incoherente que pudiera parecer por lo general.
Christie en realidad babeaba por mi hermano, que era el delegado del semestre y ella la secretaria. A mí me parecía ridículo que Ben no le hablara siquiera después de clase, que no salieran o que jamás los hubiese encontrado en nuestra casa.
Pero Ben era introvertido y eso iba a ser difícil de modificar. Christie apenas si era la única persona que sabía de la verdadera personalidad de Ben y el porqué de sus pesadillas y su miedo en este mundo.
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-Ben-
No podía soportar que Rey mirara de ese modo a Huxley. No toleraba la idea de que lo viese con admiración. Pero, no podía decirle nada.
En este mundo, Rey no tiene que sufrir, ni recoger chatarra, ni contar los días, ni comer raciones de terrible pan que había que dividir si quería comer algo el siguiente día. Ya no tiene que preocuparse por la cantidad de agua racionada para beber o bañarse, no tiene que vivir en una nave descompuesta en medio del calor del desierto, sucia y desarrapada. Iugh, cómo detesto la suciedad.
Rey sigue siendo peculiarmente hermosa. Su rostro no ha cambiado nada. Sus ojos siguen siendo dulces y vivaces, como los de una niña. Pero… ¿Por qué tenía que ser mi hermana..? ¿Y mi hermana mayor, además..?
Con lo que le encanta a esa pequeña chica sentirse superior.
Christie sabía todo cuando la nombraron mi secretaria en la universidad. Ella había sido ya una vez mi asistente en el pasado.
En aquel entonces, en esa época, ella y yo fuimos amantes. Podría decir que, en este tiempo, ella no parecía contenta de decírmelo. Gracias a mi poco criterio como líder, ella y parte de los soldados a mi cargo habían muerto en una importante misión. Dio su vida por poner su confianza en alguien que ni siquiera había considerado esa confianza como algo importante. Y ahora ella lo sabía.
Hace una semana lo supe. Supe que había nacido en Coruscant. Que había ingresado a la Primera Orden como Gran Maestro porque quería asesinar al Maestro Jedi Luke Skywalker, mi tío. Supe que estaba protegiendo a una entidad conocida como el Líder Supremo Snoke. Supe que Christie había muerto y su cadáver fue luego lanzado al compactador de basura del Finalizer por un stormtrooper de la Orden, un traidor llamado FN-2187, mismo que se había aliado a la Resistencia, donde mis padres y los padres de Rey habían decidido que debían destruirme. Supe que Rey había descubierto el secreto de mi familia, su familia en cierto sentido y había decidido que no podía confiar en ellos. Supe que trató de llegar a mí y murió en el intento. Logré asesinar a uno de los caballeros de Ren, quien le había dado alcance con uno de los sables de metal que yo mismo les había provisto para tal fin, pero era muy tarde.
Sus ojos eran dos esferas de un cristalino color café. Almendrados, parecían sonreír mientras de la comisura de su boca escurría sangre a borbotones que sabía, estaba ahogándola. Escupió sobre la túnica sucia y débilmente me sonrió mirándome fijo, un segundo fugaz de triunfo como burlándose de haberme ensuciado para luego dejar caer su cabeza en mi pecho, la que sostuve contra mí al igual que el resto de lo que quedaba de su cuerpo. Su torso parecía separarse y estar unido únicamente por sus órganos internos que, eviscerados, colgaban junto con su piel hacia los lados de lo que antes había sido su torso. Ella alzó su mano y acarició mi mejilla manchándola con su sangre. Sonrió. Era la sonrisa más hermosa que nunca había visto. Y lo sentía porque pensé que no volvería a verla jamás.
Rey murió en mis brazos y puso un beso imaginario en mis labios con su mano. Luego de eso, mi pena no conoció límites.
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Cuando desperté, estuve desorientado. Por un segundo pensé que era lo contrario y que las estrellas brillantes en el cielo que se veía a través del cristal de la ventana, el edredón mullido y las paredes blancas, el pijama blanco con flores de lis que llevaba puesto y la luna altísima en el cielo, eran parte de un sueño. Me pellizqué con fuerza y dolió. Un pequeño hematoma asomó en mi brazo y supe que ésa era la realidad.
Abrí la puerta de mi habitación, sofocado. Al abrir la puerta de al lado, Rey yacía durmiendo plácidamente en la habitación, mientras yo no podía creer que la última vez que la había visto, se desangraba a ojos vistas frente a mí, y me decía "Sí, Kylo Ren, claro que no estoy muriendo, eras tú quien iba a matarme" mientras le escurría sangre por todas partes. Acostada en la cama con un edredón de color violeta, su cabello fino y brillante del color del caramelo se desparramaba suelto, mientras que la piel suave de sus brazos desnudos brillaba con la luz de la luna. Tan ensimismado y asustado me sentí, tan abrumado por su infinita belleza que no pude moverme. Ella se removió en la cama y se incorporó algo sorprendida, para luego fijar en mis ojos su mirada preocupada:
- Ben, ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras?
Corrí a su cama y sin poder contenerme más, me tumbé junto a ella en un gran estruendo y la apreté con todas mis fuerzas, sintiéndome por primera vez en toda mi vida, débil y desvalido.
- Tú estabas muriendo y yo sólo te veía morir allí… - Y me sofoqué tanto, que sólo tuve fuerzas para sollozar y apretar su cuerpo contra el mío. No sabía hasta esa noche, cuánto necesitaba su cuerpo para saber que, de hecho, yo estaba vivo.
- Vamos, Ben… - y me acurrucó contra su pecho. La sensación fue embriagadora y me obligó a tranquilizarme y comenzar a aceptar con detenimiento mi realidad.
En ese tiempo, Rey había sido mía.
En la Primera Orden fue fácil darse cuenta que la chatarrera de Jakku, la única guerrera habilidosa en la Fuerza que había sido capturada para sustraerla del entrenamiento Jedi, pasaba las noches siendo "vigilada" en mi habitación. Era mía. Y nadie podía acercársele sin mi autorización. Incluso el mismo Huxley.
Pero aquí yo no era más que el odioso hermano menor.
La apreté más contra mí. Acaricié su espalda y me deleité en el vaho de su aliento y en su aroma único que aspiré una y otra vez el resto de la noche.
Pero ella es tan inocente que no sabe y no puede saber.
No debe saber que no puedo vivir sin ella.